Ayer salió la noticia de que el norteamericano Johnny Weir, patinador artístico sobre hielo, decidió no añadir una piel de zorro blanco al hombro izquierdo de su traje de patinaje, después de recibir “’cartas de odio y amenazas de muerte’ por parte de activistas por los derechos animales.”
Algunos defensores de animales están llamando una “victoria” a la decisión de Weir.
Lo encuentro difícil de entender.
Primero, así como todas las campañas centradas en un solo tema, promovidas por los neobienestaristas, ese incidente sugiere que de alguna manera hay una distinción moralmente relevante entre la piel y otros productos animales. Como observó el propio Weir:
«“Todos los patinadores están usando patines hechos de vaca”, dijo Weir.
Quizás estoy usando un hermoso y pequeño zorro , mientras los demás están usando vacas, pero todos nosotros estamos usando animales”.»
La observación de Weir es correcta, por supuesto. Y sospecho que también se estará usando mucha lana. Es por eso que las campañas centradas en un solo tema, como ésta, tienen el efecto de confundir al público, y no de educarlo.
En cualquier caso, el hecho de que Weir anuncie que no va a usar el ribete de piel en su traje es como si un comensal en una cena con bistecs anunciara que no va a comer la crema pastelera preparada con huevos para el postre. ¿Y con eso qué?
En cualquier caso, el hecho de que Weir anuncie que no va a usar el ribete de piel en su traje es como si un comensal en una cena con bistecs anunciara que no va a comer la crema pastelera preparada con huevos para el postre. ¿Y con eso qué?
Segundo, y más importante, la decisión de Weir no tiene nada que ver con su rechazo a usar pieles basado en una cuestión moral.
Weir afirma haber recibido “’cartas de odio y amenazas de muerte’ por parte de activistas por los derechos animales:”
«“Espero que esos activistas puedan entender que mi decisión de cambiar mi traje de patinaje no es, de ningún modo, una victoria para ellos, sino un empate,” dijo Weir en su declaración. “No estoy cambiando para satisfacerlos a ellos, sino para proteger mi integridad y la integridad de los Juegos Olímpicos, así como los de mis compañeros de competición.
“Faltan sólo algunas semanas para dar mi largada sobre hielo en Vancouver, por lo que tengo que preocuparme por la técnica y el entrenamiento. Esto es más importante que cualquier traje y que cualquier amenaza que pueda recibir”.»
Esto no es ninguna victoria para los animales. En realidad, es una derrota. Nunca tendremos éxito si una “victoria” está basada en la violencia o amenazas de violencia. La violencia es intrínsecamente errónea y estratégicamente tonta, dado que refuerza la caracterización de “los defensores de animales” como locos que amenazan a las personas para que se le sometan. Es comprensible que esto alimente el resentimiento del público y frustre una discusión seria respecto de la explotación animal.
Quizás Weir estaba preocupado con la posibilidad de que le tiraran una torta mientras estuviese patinando. La preocupación de Weir no es infundada. La semana pasada, PeTA arrojó un pastel a Gail Shea, la ministra de pesca y océanos de Canadá. En todo caso, Weir tomó una decisión práctica, simple y calculada, y no una decisión ética, y le hizo saber esto al mundo.
Si el paradigma fuera a cambiar algún día, necesitamos efectuar una revolución del corazón. En mi opinión, el foco central debe ser la educación vegana creativa y no violenta. Las campañas centradas en un solo tema sólo refuerzan la percepción pública de que la postura de los derechos animales es incoherente: ¿cuál es la diferencia entre un ribete de piel y los patines de cuero o la ropa de lana? Y nunca vamos a llegar a algún lugar con violencia o amenazas de violencia. El problema es la violencia; la violencia no será ninguna parte de la solución.
P.S. Hice cordialmente una invitación abierta a Priscilla Feral, Presidenta de Friends of Animals, el grupo que publicó la carta abierta a Weir, para que discutiera conmigo, en un podcast, la cuestión de Weir y la del buen sentido que pudiera tener o no las campañas centradas en un solo tema. Y, por supuesto, estoy dispuesto a discutir, cordialmente, las cuestiones del neobienestarismo con Wayne Pacelle, Ingrid Newkirk o las cabezas de otras grandes organizaciones, tanto como con Peter Singer y Bernie Rollins.
Quiero enfatizar que de ningún modo cuestiono la sinceridad de cualquiera de esas personas. De hecho, estoy segura de que son sinceras respecto de sus creencias. Sólo que creo sinceramente que el enfoque del neo-bienestarismo, y de las campañas de un solo tema, es erróneo y pienso que discutir esas cuestiones puede ayudar a resolverlas.