30 de marzo de 2013

Robert Jensen y la igualdad de especies




Según afirma el profesor Robert Jensen, un pensador progresista —aunque tal vez no lo parezca:

«Nadie cree realmente la afirmación que dice: "Una rata es un cerdo es un perro es un niño", sugiriendo que así que toda vida es igual —o al menos toda vida mamífera. Demostración: Si hubiera una rata, un cerdo, un perro y un niño en la carretera a punto de ser atropellados por un camión y sólo pudieras salvar a uno de ellos, ¿a cuál salvarías?»

Ésta es mi contestación a la pregunta de Jensen. Incluso si la respuesta fuera que salvaríamos al niño, ¿qué nos dice eso acerca de la moralidad de comer animales o usar a otros animales en circos, zoos, rodeos y utilizarlos para vestimenta?

Nada en absoluto.

Para verlo con mayor claridad, supongamos que hubiera dos humanos a punto de ser atropellados por un camión: un anciano y un bebé. Incluso si eligiéramos salvar al bebé, ¿significa eso que es moralmente aceptable comer ancianos y utilizar su piel para hacernos ropa, o usarlos en circos, zoos, rodeos, utilizarlos como donantes forzosos de órganos para individuos jóvenes y, en definitiva, tratarlos exclusivamente como recursos?

No, por supuesto que no.

Pongamos por caso que hubiera dos bebés a punto de ser atropellados por el camión: el hijo de Jensen y el hijo de otra persona. Jensen obviamente salvaría a su hijo. ¿Significa eso que el otro bebé tiene un menor valor moral y es aceptable tratarlo exclusivamente como un recurso?

No, claro que no.

Además, cuando decidimos que comeremos esta noche no estamos en ninguna situación análoga o parecida a la que plantea Jensen. Si, como bien sabe Jensen, no necesitamos comer animales, entonces no estamos condicionados por ninguna situación que nos fuerce a hacerlo. Si consumimos carne, lácteos o huevos, cuando podemos escoger verduras, frutos, legumbres y cereales, entonces estamos causando sufrimiento y muerte por mero placer. Si de verdad los animales importan moralmente, causarles sufrimiento y muerte no se puede justificar por motivos tan frívolos como es el simple placer de nuestro paladar.

Jensen simplemente ignora la cuestión esencial que hay de trasfondo: ¿se puede justificar el especismo? Si preguntaras a un blanco en el año 1830 a quién elegiría entre salvar a un blanco o a un negro, la respuesta sería obvia. De hecho, la persona blanca no comprendería siquiera que hubiera la opción de salvar al negro y consideraría una locura el mero hecho de proponerlo. Por tanto, nuestras intuiciones morales no son un criterio fiable dado que dichas intuiciones están afectadas e infectadas por prejuicios que no podemos explicar o justificar racionalmente.

Cuando digo que todos los seres sintientes son iguales, lo que quiero decir es que, respecto de todo ser sintiente, estamos obligados a dar una razón convincente que justifique causar sufrimiento y muerte a un ser sintiente. Y mantengo que mi enfoque no sólo no es controvertido sino que la mayoría de la gente en realidad estaría de acuerdo.

Lo que tenemos que entender es que el placer, la diversión o la conveniencia no sirve como "razones morales convincentes" que justifique usar a otros animales. Esto nos conduce necesariamente a comprender que el 99.99% de los usos que hacemos de los animales son injustificables.

Si Robert Jensen es un progresista entonces tiene que replantearse su visión sobre el tema de la ética en nuestra relación con los animales. Yo espero que también comprenda que si todo el cultivo que se destina a la ganadería lo usáramos para alimentar a seres humanos entonces podríamos reducir considerablemente el problema del hambre en el mundo. Necesitamos más tierra y más agua para producir carne que para producir patatas. Incluso aunque Jensen considerara que los animales no tienen valor moral, y sólo aceptar valor moral para los humanos, igualmente estaría obligado a adoptar una dieta vegana


Una breve nota acerca de las leyes “mordaza”



Creo que las leyes “mordaza” no son una buena idea por una serie de razones relacionadas en general con la supresión del discurso. Pero al escuchar a los grandes grupos animalistas, uno pensaría que las leyes “mordaza” son una sentencia de muerte para el movimiento animalista. Esto simplemente es erróneo.

No necesitamos más filmaciones provenientes de granjas industriales. Ya hay más que suficiente. En su mayor parte, la objeción a estas leyes se refiere al hecho de que los grandes grupos animalistas necesitan un flujo constante de “exposiciones” de modo que puedan seguir promoviendo la idea de que hay granjas “responsables” y granjas “irresponsables”, con un “trato abusivo” y” un trato no abusivo “.

Los grupos animalistas obtienen imágenes de algunos empleados de la granja haciendo algo espantoso; tienen una gran campaña; la granja industrial hace un mea culpa u obtiene un castigo meramente simbólico; los grupos animalistas declaran “victoria” y proclaman que la conducta “abusiva” se ha detenido. Incluso si se sanciona duramente a la granja o matadero, o se cierra, la demanda es recogida por otro establecimiento. Se tranquiliza al público en el sentido de que los grupos animalistas se están asegurando de que los animales sean tratados “humanitariamente” y continúa demandando productos de origen animal.

Es un juego a todo o nada. Los grupos animalistas reciben elogios y, más importante, donaciones; el público se tranquilizó y se siente mejor acerca de consumir productos de origen animal.

Sólo los animales, que siguen siendo torturados en las situaciones más “humanitarias”, pierden.

Necesitamos conseguir que las personas piensen de manera diferente acerca de la ética animal. Necesitamos centrarlas lejos de la cuestión del tratamiento, y lejos de la idea de que existe un tratamiento “abusivo” y tratamiento “no abusivo”, y hacia la idea de que no podemos justificar moralmente la utilización de animales. Punto.

Necesitamos conseguir que las personas vean que la idea moral que ellas y casi todos los demás ya aceptan: la idea de que el sufrimiento animal y la muerte deben ser “necesarias” —y que el placer, la diversión o la conveniencia no pueden ser suficientes como “necesarias”— lleva a la conclusión de que no se puede justificar el uso de los animales y de que nuestro reconocimiento de que los animales tienen un estatus moral significa que no podemos comer carne, productos lácteos, o huevos, incluso si tienen una etiqueta de explotación “feliz” que es alabada o promocionada por los grandes grupos animalistas.


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