Aquí hay algunas ideas simples que conforman el enfoque y la filosofía abolicionista. Pueden ser útiles para ustedes, tanto en su propia reflexión acerca de las cosas como cuando discutan con otras personas:
1. El especismo es moralmente objetable porque, al igual que el racismo, el sexismo y el heterosexismo, vincula la personidad con un criterio irrelevante.
Explicación: No objetamos el especismo en el vacío. Lo rechazamos porque es como otra forma de discriminación. Lo que tienen en común todas las formas de discriminación es su uso de un criterio irrelevante para excluir a las personas de la pertenencia total a la comunidad moral. Los racistas devalúan aquellas razas basándose solamente en el color de la piel; los sexistas devalúan a las mujeres solamente por el sexo y el género; los heterosexistas niegan la pertenencia total en la comunidad moral de los gays, lesbianas, transexuales,etc. simplemente sobre la base de la orientación sexual. Los especistas niegan la pertenencia plena a la comunidad moral basándose solamente en la especie.
Todas estas formas de discriminación son moralmente injustificables. Rechazamos el especismo porque es indistinguible de esas otras formas de discriminación.
Por favor noten: aunque Peter Singer ostensiblemente rechaza el especismo, sostiene que, debido a que los no humanos no tienen el mismo tipo de mente que tienen los humanos, ellos no tienen interés en seguir viviendo, y por esto nosotros no los dañamos si los usamos y matamos “humanitariamente.” Encuentro que esto es una forma de especismo. Hagan clic aquí.
2. Aquéllos que rechazan el especismo están también comprometidos con el rechazo del racismo, el sexismo, el heterosexismo y otras formas de discriminación.
Explicación: Algunos defensores de animales afirman que el “movimiento animalista” no toma posición en relación a otras formas de discriminación. Esto no es correcto. Aquellos de nosotros que queremos justicia para los no humanos estamos necesariamente comprometidos con la justicia para los humanos, y con el fin de la discriminación humana tanto como de la discriminación contra los no humanos.
El movimiento animalista no debería, por ejemplo, estar perpetuando el sexismo como un medio para el objetivo de los derechos animales. El sexismo implica la cosificación de las mujeres. La cosificación es el problema, no la solución.
Y sí, las mujeres pueden ser sexistas tanto como las personas de color pueden ser racistas. Pero este sexismo y racismo son necesariamente diferentes porque, en nuestra sociedad patriarcal y racista, esas formas de discriminación no tienen, ni pueden tener, el mismo efecto. Rechazo toda discriminación, pero nunca deberíamos pensar que no hay diferencias importantes aquí.
Y sí, las mujeres pueden elegir la auto-cosificación tanto como las personas de color pueden participar en los estereotipos racistas y perpetuarlos. Pero esto no significa que la auto-cosificación sea “empoderamiento.” Todo lo contrario. La noción de que la auto-cosificación confiere poder es una idea reaccionaria que perpetúa el sexismo.
3.- El veganismo es no-violencia; el veganismo reconoce que la no-violencia empieza con lo que ponen sobre y dentro de sus cuerpos.
La noviolencia es el principio de que no deberíamos actuar violentamente hacia otros en nuestros pensamientos, palabra o acción. Pero la no-violencia no debería ser pensada como un principio abstracto. Si este principio no afecta nuestra vida diaria, no es de ninguna utilidad.
El veganismo ético representa la noción de que la no violencia comienza con lo que ponemos en nuestras bocas y lo que ponemos en nuestros cuerpos. Si vamos a una concentración por la paz después de haber comido un desayuno de jamón y huevos y usando nuestros pulóveres de lana y zapatos de cuero, yo sugeriría que hemos perdido el objetivo.
4.- El veganismo es la aplicación del principio abolicionista en sus propias vidas; representa su reconocimiento de que los animales no son cosas.
El Enfoque Abolicionista de los Derechos Animales, como lo he desarrollado a lo largo de las pasadas dos décadas, significa que no podemos justificar cualquier uso animal —aunque sea “humanitario”. Debemos abolir y no regular la explotación de los animales no humanos. La regulación fracasa por razones teórica y prácticas.
Regular la explotación animal a través de la reforma bienestarista es como regular la tortura agregando un acolchado a la plancha donde se ahoga a la víctima. Si la conducta es errónea, deberíamos defender su fin, no proponer que les impongamos daño de un modo “mejor”.
Y la reforma bienestarista no funciona como cuestión práctica. Los animales son propiedad; son mercaderías con valor económico. Dada esa condición y dada la realidad de los mercados, incluyendo los mercados globales, la protección proporcionada por las leyes del bienestar animal y las regulaciones, raramente se elevarán, si es que lo hacen, por encima del nivel de protección necesario para explotar a los animales en un modo económicamente eficiente. Para poner las cosas de otro modo: no podemos proteger los intereses de los animales a menos que obtengamos un beneficio económico al hacerlo. Hemos tenido bienestar animal por más de 200 años y ahora estamos explotando más animales de maneras más horribles que en cualquier otra época de la historia humana.
Si una persona defendiera la abolición de la esclavitud animal pero continuara poseyendo esclavos, encontraríamos esta acción en discordancia con sus ideas o palabras. De igual modo, si alguien defiende la abolición pero continúa consumiendo y usando productos animales, hay una desconexión, una disonancia.
Ser un abolicionista es ser un vegano ético y renunciar al consumo de carne, lácteos, miel, derivados animales, etc. y al uso de lana, cuero, pieles y seda.
5.- Deberíamos usar medios creativos y no-violentos para educar a otros acerca de la abolición.
La violencia es el problema; no es ninguna parte de la solución. Aquéllos que defienden la violencia contra los explotadores institucionales de animales fallan en reconocer el simple hecho de que estos explotadores están sólo respondiendo a la demanda creada por otros. Los reales explotadores son aquéllos que crean la demanda. Sin embargo, la violencia contra los explotadores institucionales no tiene sentido. Y ninguna persona en su sano juicio defendería la violencia contra el 99% de la población humana, la cual considera el uso de los animales tan natural como respirar o beber agua.
Necesitamos cambiar el paradigma; necesitamos tener una revolución del corazón. Nunca cambiaremos el modo en que los humanos piensan acerca de los no-humanos a través de la violencia y la intimidación. Lo haremos sólo cuando convenzamos a otros de que la explotación animal no puede ser moralmente justificada. Lo haremos sólo cuando podamos compartir con ellos la paz que llega a nuestras vidas rechazando la violencia. ¡Y no tiene sentido decir que podemos compartir esa paz de un modo violento!
Juzgar a otros es una forma de violencia. Deberíamos siempre evitar hacer juicios de valor acerca de la integridad moral de los individuos. Debemos limitar nuestra atención a las acciones. No hago juicios personales acerca de los bienestaristas. Sólo pienso que están equivocados y ofrezco razones para mi posición. Siempre deberíamos educar en un modo no violento. Esto no significa que debemos colapsar en un relativismo moral o evitar tomar una posición de principios éticos; todo lo contrario. Pero debemos estar dispuestos a comprometer a todos los que quieren comprometerse con nosotros de buena fe y deberíamos siempre educar de manera no violenta.
6. El veganismo es el reconocimiento de la personalidad moral de los no-humanos.
Vivimos en un universo moral binario. Hay personas y hay cosas. Las primeras tienen valor inherente y son miembros de la comunidad moral. Las segundas tienen sólo valor extrínseco o externo y están fuera de la comunidad moral. Aunque muchos humanos consideran a algunos animales —sus compañeros— como personas no humanas con valor moral, los animales son, según nuestras leyes, considerados como propiedad, como cosas que sólo tienen el valor que nosotros le damos.
El veganismo es un acto de resistencia no-violenta. Es nuestra declaración de que rechazamos la noción de que los animales son cosas y de que consideramos a los no humanos sintientes como personas morales con el derecho moral fundamental de no ser tratados como propiedades o recursos de los humanos.
Si no son veganos, háganse veganos. Es fácil. Es mejor para la salud. Es mejor para el planeta. Y, lo más importante, es lo moralmente correcto para hacer.
Pueden volverse abolicionistas hoy. Ahora mismo. En este mismo segundo. No necesitan un gran organización o una campaña cara. No necesitan sentarse desnudos en una jaula. No necesitan ningún líder diciéndoles qué hacer. Sólo necesitan decir no a la violencia y dejar que el rechazo a cooperar con la opresión comience con lo que ponen sobre y dentro de sus cuerpos.