2 de agosto de 2007

¿El heterosexismo es diferente?



Desde que inauguramos la nueva página de Intenet he recibido docenas de preguntas diarias. Desafortunadamente, no me es posible contestarlas a todas en forma personalizada, pero de verdad aprecio el interés que tienen en el enfoque abolicionista.

Sin embargo, hay algunas preguntas que me siento obligado a responder, porque van directamente al encuentro de la filosofía que estoy tratando de difundir.

La semana pasada, alguien escribió lo siguiente:

“Entiendo que el especismo es problemático porque es como el racismo y el sexismo, dado que atribuye un valor negativo a la especie, del mismo modo que el racismo atribuye un valor negativo a la raza o el sexismo atribuye un valor negativo al hecho de ser una mujer. Pero usted también equipara frecuentemente el especismo con el heterosexismo, y yo pienso que hay una diferencia aquí, porque, al contrario de la raza o el sexo, que no tienen valor moral inherente, las relaciones sexuales entre los miembros del mismo sexo pueden ser consideradas inmorales porque tal conducta no es natural.”

No es la primera vez que escuché expresar esta posición, y quiero comentarla y explicar por qué pienso que el heterosexismo no puede ser distinguido del racismo o del sexismo.

Primero, aquéllos que defienden el racismo o el sexismo afirman que hay diferencias naturales entre los blancos y las personas de color, o entre los hombres y las mujeres, que justifican un tratamiento discriminatorio y que tornan «antinatural» la igualdad de las razas o de los sexos.

Esto es, los racistas y los sexistas no consideran que sus puntos de vista sean arbitrarios; más bien ellos ven sus opiniones preservadas por un «orden natural», basados en una supuesta superioridad empírica de los blancos o una superioridad de los hombres.

Segundo, el heterosexismo es similar al racismo y al sexismo porque excluye a los gays y a las lesbianas de la comunidad moral, basado en una orientación sexual que es considerada como “antinatural” por los heterosexuales, quienes ven la heterosexualidad como una orientación sexual superior.

Hay algunos que afirman que ser gay o lesbiana es «antinatural» porque tales relaciones no pueden resultar en el nacimiento de hijos. Hay muchas maneras para las parejas de gays y de lesbianas de tornarse padres y madres. De igual forma, hay muchas parejas de heterosexuales que, para poder ser padres y madres, se valen de tecnologías reproductivas, de la adopción o del embarazo sustitutivo. Más aún, hay muchos heterosexuales que no pueden tener hijos o eligen no tenerlos. ¿Hay algo «antinatural» en el hecho de que ellos se relacionen a pesar de esta limitación o de esta elección?

Es notable que, incluso hoy en día, todavía escuchemos aquella vieja historia del «reclutamiento» —la afirmación de que los gays y las lesbianas son más propensos a imponer su orientación a otras personas, particularmente a los chicos. Esta afirmación no tiene ningún fundamento empírico; en realidad, lo que ocurre es lo contrario. No puedo recordar, de mis tiempos de estudiante, ninguna instancia en que un profesor gay o profesora lesbiana se haya acostado con un estudiante, pero me acuerdo de varias instancias en las cuales los profesores heterosexuales del sexo masculino tuvieron una conducta absolutamente inaceptable para con las alumnas. En muchos sentidos, el argumento de que los gays y las lesbianas «reclutan» personas jóvenes es análogo al argumento, defendido en un pasado no muy distante, de que los hombres de color realmente «codician» a las mujeres blancas y las tomarán a todas si nosotros no reforzamos la segregación.

Finalmente, hay quienes ven la orientación gay/lesbiana como «antinatural» por razones religiosas. El problema con este punto de vista es que la esclavitud, la opresión de la mujer, y casi todas las otras formas de discriminación, también se apoyan en varias doctrinas religiosas o, por lo menos, en ciertas interpretaciones de esas doctrinas. Recuerden que la Biblia fue usada como una de las fuentes principales para la justificación de la esclavitud humana.

Por lo tanto, mantengo mi opinión de que la discriminación basada en la especie no es diferente del racismo, sexismo, o heterosexismo, pero esto me recuerda cuánto queda aún por hacer para que se desmantelen las profundas estructuras del prejuicio en nuestra sociedad.


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