11 de septiembre de 2015

Abuso Animal: Ellos y Nosotros




Esta semana, en un programa de radio de Boston se ha anunciado que un juzgado municipal de Ohio ha condenado a una mujer acusada de obligar a su perro a pasar ocho horas al día en el vertedero de una casa mugrienta. La gente está elogiando la decisión del juez; después de todo, eso que hizo la mujer no fue nada "humanitario". Ella abusó de un perro. Y eso es algo que a nosotros no nos gusta.

También esta semana, los medios informativos estuvieron calientes informando sobre Walter Palmer, el dentista de Minnesota que mató al león Cecil y que se enfrenta a una solicitud de extradición a Zimbabwe, que ha regresado a su trabajo entre las protestas y la furia de mucha gente por haber matado a Cecil sin otro motivo que el placer que eso le producía. Él provocó un sufrimiento innecesario y la muerte a Cecil. Y eso a nosotros no nos gusta. 

Hay un sinfín de historias similares y la reacción de la gente es casi siempre la misma: rechazamos que alguien imponga sufrimiento y muerte a los animales cuando no hay necesidad de hacerlo. Ellos abusan de los animales. Y eso no nos gusta. Tal vez el ejemplo más representativo de este fenómeno sea el caso del jugador de fútbol americano Michael Vick, quien, en 2007, fue acusado de organizar peleas de perros. A pesar de que Vick pasó un tiempo en la cárcel y ha reconocido públicamente que lo que hizo está mal, mucha gente aún no le ha perdonado. El causó sufrimiento y muerte a esos animales. Y eso a nosotros no nos gusta.

El problema es que esa distinción "ellos/nosotros" —la idea de que algunos de nosotros somos abusadores de animales pero que otros no lo somos— está basada en una tremenda hipocresía. Estamos todos en el mismo barco.

Pensemos por un momento en nuestro mayor uso de animales: para comida. Matamos a 60 billones de animales terrestes cada año, y un número indefinido pero presumiblemente mayor de animales acuátivos, para usarlos de comida. Si imponer sufrimiento y muerte sin necesidad constituye un abuso, entonces todas esas muerte constituyen un abuso y todos los que participamos en ello somos abusadores de animales.

Antes de que piensen que esto es diferente de aquello otro debido a que necesitamos utilizar y matar animales para nuestra salud, permítanme que sea muy claro: no es necesario comer animales para estar sanos. 


La mejor excusa que tenemos para imponer sufrimiento y muerte a billones de animales cada año es que ellos saben bien. Disfrutamos con el sabor de la carne, los lácteos, los huevos,... Obtenemos un placer en nuestro paladar consumiendo productos de origen animal.

¿En qué se diferencia esto de cualquier otra actividad que implique imponer sufrimiento y muerte por parte de gente como Walter Palmer, Michael Vick o cualquier otro que sea tachado de "abusador"? La respuesta es simple: no es diferente. Sí, puede que haya una diferencia psicológica entre quienes se involucran personalmente en la matanza de animales y aquellos que van al supermercado a comprar animales que alguien ha matado antes. Puede que haya una diferencia psicológica entre alguien que mata personalmente a un ser humanos y alguien que paga a un sicario para que lo haga por él. Pero ambos son igualmente culpables morales y por eso la ley los considera por igual como culpables de asesinato. Cualquier diferencia psicológica entre Walter Palmer y el resto de nosotros es irrelevante en lo que concierne a la moralidad.

Y la cuestión no consiste en asegurarnos de que los animales que utilizamos de comida sean tratados o matados "humanitariamente". ¿Estaría alguien menos indignado con Palmer si hubiera matado a Cecil de una forma más "humanitaria" en lugar de ser disparado con flechas hasta desangrarlo y que Palmer lo rematara con su rifle? No, claro que no. El concepto de trato "humanitario" no tiene aplicación en este contexto de sufrimiento y muerte que en sí mismo es completamente innecesario.

Por desgracia, muchos supuestas "organizaciones en defensa de los animales" promueven la idea de que el uso "humanitario" de animales para comida no sólo no es objetable sino que es moralmente correcto. Esta misma semana, el New York Times anunciaba que McDonald´s comenzará a sustituir los huevos de batería por aquellos provenientes de jaulas enriquecidas que permiten que las gallinas pueden moverse un poco. McDonald´s estima que les llevará 10 años completar la sustitución. Las organizaciones Humane Society of the United States [HSUS] y Mercy for Animals [MFA] están tremendamente entusiasmadas con esto. HSUS ha declarado que esto supone "un punto de inflexión para el movimiento por el bienestar animal" y califica a McDonald´s de "admirable" y, en palabras de su presidente Wayne Pacelle, que esto supone la eliminación de "el confinamiento más cruel en la industria de alimentación" al menos en lo que se refiere a McDonald´s. MFA proclama que su investigación sobre los proveedores de huevos de McDonald´s fue la responsable del acontecimiento.
«Aplaudimos a McDonald´s por su compromiso en rechazar las jaulas de baterías para su cadena en Norteamérica", dijo el presidente de MFA, Nathan Runkle. "Ya era hora de que McDonald´se diera cuenta de que amontonar animales en jaulas que apenas son más grandes que sus cuerpos es inhumano e inmoral.»
Runkle afirma que:
«McDonalds debe continuar este encomiable progreso adoptando estándares de calidad para los pollos matados para hacer McNuggets»
MFA avisa a la gente que:
«!Tú puedes ayudar! Dile a McDonald´s que los pollos criados para carne merecen tanta protección como aquellos criadas para huevos.»
Una vez más, vemos la distinción ellos/nosotros: aquellas empresas que usan los huevos convencionales son abusadores; aquellos que usan los huevos "libres de jaula" son promovidos por los "defensores de los animales" como moralmente apropiados. Nosotros consideramos que eso está mal.

En primer lugar, es un disparate mantener que los huevos "libres de jaula" implican algo más que trasladar a los animales de una jaula a un hangar en el que los animales viven hacinados en condiciones miserables. Paul Shapiro, vicepresidente del departamento de protección de animales de granja en HSUS, es citado en el New York Times alabando la decisión de McDonald´s. Él envió un correo electrónico con el título "guau" diciendo que "la batalla sobre las jaulas de batería está muy lejos de su final" pero que los animalistas "deben utilizar esta coyuntura para situar a las jaulas de batería ahí donde merece estar: en el basurero de la historia".




Pero en 2004, antes de que Shapiro fuera a trabajar a HSUS, el asumía una visión muy distinta sobre los sistemas "libres de jaulas":
«Pero "libre de jaula" no significa necesariamente una mejora en la calidad de vida de las gallinas. Los huevos etiquetados como "libres de jaula" a menudo provienen de gallinas hacinadas en barracones masivos, afirma Shapiro.»
Así es. Eso era antes de que Paul fuera a trabajar para la HSUS. Increíble. 

El hecho es que los huevos "libres de jaulas" no conllevan una protección significativa de los intereses de los animales. En realidad, los huevos "libres de jaulas" no son más que una cruel traición a los animales. Esto es lo que Shapiro, HSUS y Runkle están celebrando:


Menudo "punto de inflexión".

Segundo, una vez más, estos supuestos "defensores de los animales" se alian con la industria de explotación "feliz" para conseguir que la gente se sienta más cómoda con su participación en la explotación animal. Una vez más normalizan la explotación animal celebrando su existencia.

Las personas como Pacelle, Shapiro y Runkle harían bien en conocer el trabajo de Elizabeth Heyrick, una abolicionista del siglo XIX que rechazaba la idea de la "emancipación gradual" de los esclavos en favor de una "emancipación inmediata". Ella comprendía que la "emancipación gradual" ayudaba a los esclavistas porque eso servía para normalizar la esclavitud y hacerla aceptable como institución en lugar de condenarla como la injusticia fundamental que es. En un panfleto publicado en 1838 y titulado «Abolición Inmediata, No Gradual» ella escribió:
«Hasta ahora los enemigos de la esclavitud han arruinado su causa con la llamada a una emancipación gradual. Es asombroso que los sabios y los buenos se hayan forzado hasta doblegarse bajo ese astuto artífice de los esclavistas, que son los que han originado el proyecto de la emancipación gradual. El esclavista sabe muy bien que tiene ganado su objetivo en el momento en que los abolicionistas sean persuadidos para que pidan una emancipación gradual en lugar de una abolición inmediata. Él sabe muy bien que la idea de una emancipación gradual va a generar una gradual indiferencia hacia la idea de la emancipación en sí misma.»
Y eso es precisamente lo que los bienestaristas como la HSUS y la MFA están haciendo: trabajan con los explotadores institucionales para normalizar la explotación "feliz".

En todo caso, la idea de una explotación "humanitaria" en la que usamos a los animales de comida entra en colisión con un principio moral que pretendemos asumir y que sirve de base para la distinción "nosotros/ellos": sea lo que sea que pensemos acerca de nuestra ética con los animales, imponer sufrimiento y muerte a un animal en ausencia de necesidad o compulsión no puede ser moralmente aceptable.

El problema con la distinción "nosotros/ellos" es que la mayoría de nosotros terminamos en el lado de "ellos". Si consideramos que los animales importan moralmente, necesitamos trazar una línea entre quienes comen, visten y utilizan animales nohumanos y por tanto apoyan y perpetúan la violencia deliberada e intencional sobre seres inocentes —la esclavitud animal— y aquellos que no lo hacen.



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