1 de septiembre de 2007

“Quienes no pueden recordar el pasado están condenados a repetirlo.”




Estas palabras del título, escritas por el filósofo Jorge Santayana, parecen resonar con particular relevancia estos días, en que vemos un mundo sumergido en la violencia. 

Pero Santayana también tiene algo importante que decirle al movimiento animalista.

La mayoría de las más grandes organizaciones neobienestaristas, tanto de EE.UU como de Gran Bretaña, afirman apoyar el veganismo, pero no lo promueven como la línea de base del movimiento, porque la preocupación de que el veganismo parezca demasiado “radical” para el público en general. Así, estas organizaciones promueven la carne “feliz” y los productos animales que portan la etiqueta "Certified Humane Raised and Handled" [Etiqueta de cría y manejo humanitario certificado] o la etiqueta "Freedom Food", o cumplen con las reglas “compasivas” [Farm Animal Compassionate Standards] de Whole Foods, ahora en ambos lados del Atlántico. Y Peter Singer nos recuerda que ser un vegano consistente es “fanático” y que, en realidad, no estamos obligados a ser veganos si hacerlo puede perturbar a otros.

Aquéllos de nosotros que sustentan que el veganismo debería ser la base moral clara e inequívoca del movimiento son severamente advertidos por los neo-bienestaristas de que la sociedad aún no está preparada para oír el mensaje vegano. Y que, en vez del veganismo, deberíamos concentrarnos en la producción de huevos de gallinas criadas “sin jaulas” o de carne de animales criados “en libertad”.

¿Y cómo se aplica el mensaje de Santayana en este contexto?

En 1944, Donald Watson fundó la Asociación Vegana en Gran Bretaña. Acuñó el término “vegan” para describir a alguien que no consume ningún producto animal. En la primera edición de The Vegan News —63 años atrás— Watson escribió:
"Una crítica recurrente es que no ha llegado aún el tiempo para nuestra reforma. ¿Puede acaso llegar el tiempo de cualquier reforma si no es madurado por la propia determinación humana?"
Watson señala cómo los opositores a la esclavitud no esperaron a que el tiempo estuviera “maduro”, y que los proponentes de la purificación del agua y del sistema sanitario, encontraron una fuerte oposición, pero no esperaron el momento inexistente en que el tiempo estuviera “maduro.”

Watson continúa:
"Hay un peligro evidente en dejar la consecución de nuestros ideales para la posteridad, porque la posteridad puede que no tenga nuestros ideales. La evolución puede ser regresiva, tanto como progresiva, de hecho parece haber siempre una fuerte tendencia hacia el camino equivocado, a menos que las reglas existentes se preserven y las nuevas visiones sean honradas."
El problema que enfrentan aquéllos que están preocupados por nuestra explotación de los animales no humanos es que las grandes organizaciones neobienestaristas que dominan el escenario, no consideran el veganismo como una nueva visión a ser honrada, sino como una posición “fanática” a ser marginada, en favor de hacer a la continuación del consumo de los productos animales —supuestamente producidos “humanitariamente”— la posición automática. 

Promoviendo las carnes y productos animales “felices”, el neobienestarismo refuerza el paradigma de que el consumo de animales es moralmente aceptable si somos “amables” hacia nuestras víctimas. Este enfoque no conduce ni puede conducir hacia la dirección del veganismo; sólo puede servir para hacer que el veganismo parezca una posición “radical” o “fanática”.

Como Watson anotó: “la evolución puede ser tanto regresiva como progresiva.” No podemos quedarnos esperando el momento inexistente en que el tiempo esté “maduro”. Debemos hacer que el momento ocurra a través de nuestra propia determinación. Esta determinación, expresada a través de nuestro propio y consistente veganismo, y nuestra dedicación a la educación vegana clara, inequívoca y no violenta —y nuestro rechazo a las contraproducentes campañas bienestaristas— es la fundación del movimiento abolicionista.



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