Todavía estamos trabajando duro, rediseñando el sitio web. Estamos muy entusiasmados y esperamos que les guste y lo encuentren de utilidad para usarlo en la defensa de la causa abolicionista.
Quería esta semana, sin embargo, hacer un breve comentario acerca de un caso judicial reciente que está presente en las noticias. En diciembre de 2005, un investigador, junto a una organización de protección animal, alegó haber filmado varias instancias de abuso de animales en las Esbenshade Farms, una enorme granja de cría intensiva para obtención de huevos en Pennsylvania. El propietario y el gerente de Esbenshade fueron acusados con 35 imputaciones por violación de la ley anticrueldad de Pennsylvania. Se alegó que el video mostraba gallinas empaladas en los alambres de sus jaulas, incapaces de obtener comida o agua, y apresadas junto con los cadáveres en descomposición de otras gallinas.
El primero de junio de 2007, el juez de la Corte del Estado los encontró a ambos inocentes de todos los cargos presentados. El productor de huevos alegó que el video, en realidad, no mostraba su granja. Pero el juez aparentemente no emitió su opinión por escrito, por lo que las razones para su decisión no son muy claras.
La comunidad de los defensores de los animales está conmocionada.
¿Porqué?
Así es exactamente como funcionan las leyes anticrueldad. No funcionan.
En mi libro, "Animals, Property, and the Law", argumenté que las leyes anticrueldad no funcionan y fracasan en proveer protección significativa a los intereses de los animales. Esas leyes son leyes penales, y requieren que el estado pruebe que los infractores tienen una intención criminal. Dado que vivimos en una sociedad en la que casi todos consideran la explotación animal como algo normal, es difícil probar, más allá de una duda razonable, que alguien actuó con intención criminal cuando infligió dolor y muerte a un no humano.
Más aún, algunas leyes anticrueldad contienen excepciones explícitas para usos institucionales aceptados de los animales, o interpretan las prohibiciones de infligir sufrimiento “innecesario” o “injustificado” teniendo en cuenta esos usos. Esto es, el sufrimiento que se considera como “necesario” o “justificado” aquél que es infligido habitualmente por los involucrados en esas industrias de explotación. Por ejemplo, la ley de Pennsylvania prevé que “una actividad realizada en una operación de agricultura normal” no viola la ley anticrueldad.
Pero algunas actividades que son “normales” en la cría de animales son “crueles” en el sentido común en que usamos ese término, fuera del contexto legal. Las heridas de las gallinas en las jaulas en batería, su incapacidad para obtener comida y agua, y la presencia de aves muertas en las jaulas, todo eso es parte la cría “normal” de animales en lo que concierne a la producción de huevos.
Así que no deberíamos sorprendernos por el hecho de que el juez absolviera a los acusados. Incluso si ellos hicieron aquello de lo que fueron acusados, sería difícil argumentar que lo que ocurre en Esbenshade es diferente, en algún modo significativo, de aquello que pasa en cualquier granja de cría intensiva de huevos. Todos son lugares horribles que torturan animales por ganancias económicas. Pero existen sólo porque nosotros consumimos huevos. Si los productores son culpables, entonces los consumidores también lo son. Si no hubiera demanda, los productores no podrían continuar más el negocio.
Quería esta semana, sin embargo, hacer un breve comentario acerca de un caso judicial reciente que está presente en las noticias. En diciembre de 2005, un investigador, junto a una organización de protección animal, alegó haber filmado varias instancias de abuso de animales en las Esbenshade Farms, una enorme granja de cría intensiva para obtención de huevos en Pennsylvania. El propietario y el gerente de Esbenshade fueron acusados con 35 imputaciones por violación de la ley anticrueldad de Pennsylvania. Se alegó que el video mostraba gallinas empaladas en los alambres de sus jaulas, incapaces de obtener comida o agua, y apresadas junto con los cadáveres en descomposición de otras gallinas.
El primero de junio de 2007, el juez de la Corte del Estado los encontró a ambos inocentes de todos los cargos presentados. El productor de huevos alegó que el video, en realidad, no mostraba su granja. Pero el juez aparentemente no emitió su opinión por escrito, por lo que las razones para su decisión no son muy claras.
La comunidad de los defensores de los animales está conmocionada.
¿Porqué?
Así es exactamente como funcionan las leyes anticrueldad. No funcionan.
En mi libro, "Animals, Property, and the Law", argumenté que las leyes anticrueldad no funcionan y fracasan en proveer protección significativa a los intereses de los animales. Esas leyes son leyes penales, y requieren que el estado pruebe que los infractores tienen una intención criminal. Dado que vivimos en una sociedad en la que casi todos consideran la explotación animal como algo normal, es difícil probar, más allá de una duda razonable, que alguien actuó con intención criminal cuando infligió dolor y muerte a un no humano.
Más aún, algunas leyes anticrueldad contienen excepciones explícitas para usos institucionales aceptados de los animales, o interpretan las prohibiciones de infligir sufrimiento “innecesario” o “injustificado” teniendo en cuenta esos usos. Esto es, el sufrimiento que se considera como “necesario” o “justificado” aquél que es infligido habitualmente por los involucrados en esas industrias de explotación. Por ejemplo, la ley de Pennsylvania prevé que “una actividad realizada en una operación de agricultura normal” no viola la ley anticrueldad.
Pero algunas actividades que son “normales” en la cría de animales son “crueles” en el sentido común en que usamos ese término, fuera del contexto legal. Las heridas de las gallinas en las jaulas en batería, su incapacidad para obtener comida y agua, y la presencia de aves muertas en las jaulas, todo eso es parte la cría “normal” de animales en lo que concierne a la producción de huevos.
Así que no deberíamos sorprendernos por el hecho de que el juez absolviera a los acusados. Incluso si ellos hicieron aquello de lo que fueron acusados, sería difícil argumentar que lo que ocurre en Esbenshade es diferente, en algún modo significativo, de aquello que pasa en cualquier granja de cría intensiva de huevos. Todos son lugares horribles que torturan animales por ganancias económicas. Pero existen sólo porque nosotros consumimos huevos. Si los productores son culpables, entonces los consumidores también lo son. Si no hubiera demanda, los productores no podrían continuar más el negocio.
Estos procesos anticrueldad son, en un sentido, tan engañadores como dañinos.
Son engañadores porque sugieren que hay una diferencia entre Esbenshade Farms y otros productores de huevos. No la hay. Todos son lugares horribles. Estos procesos son dañinos porque sugieren que la solución es consumer huevos que sean producidos bajo circunstancias más “humanitarias”, tales como los huevos “libres de jaula” promovidos por la Humane Society of the United States y otras corporaciones bienestaristas.
La solución no es consumir huevos producidos de manera más “humanitaria”.
La solución es no consumir huevos.
Son engañadores porque sugieren que hay una diferencia entre Esbenshade Farms y otros productores de huevos. No la hay. Todos son lugares horribles. Estos procesos son dañinos porque sugieren que la solución es consumer huevos que sean producidos bajo circunstancias más “humanitarias”, tales como los huevos “libres de jaula” promovidos por la Humane Society of the United States y otras corporaciones bienestaristas.
La solución no es consumir huevos producidos de manera más “humanitaria”.
La solución es no consumir huevos.