29 de julio de 2014

Esquizofrenia moral: Alastair Graham, el “Michael Vick” de Escocia




Alastair Graham fue sentenciado a 9 meses por matar a su perro, Bruno, quien aparentemente lo había mordido. Graham ató al perro a un árbol antes de rociarlo con gasolina y quemarlo hasta la muerte. A Graham también se le prohibió tener animales de por vida. Fue sentenciado a 36 meses adicionales por su participación, aparte, en un intento de robo. 

De acuerdo a la BBC:
«Graham fue declarado culpable de la acusación de provocar al perro, llamado Bruno, un sufrimiento innecesario, causándole su muerte en el fuego, el 24 o el 25 de abril.» 
Muchas personas están indignadas por lo que hizo Graham y consideran como inaceptable que el plazo máximo de cárcel por el asesinato de Bruno sea de un año. 

Lo que Graham hizo fue terrible. Infligió sufrimiento y muerte a un animal y no tenía ninguna justificación para lo que hizo. Causó sufrimiento y muerte innecesarios. 

Pero, ¿cómo es él diferente de la mayoría del resto de nosotros? 

Sugiero que, antes de condenar a Graham como un monstruo moral, consideramos que matamos a unos 60 mil millones de animales terrestres sintientes cada año —y según cálculos aproximados, un billón de peces— para alimentación. Nadie que tenga algunos conocimientos sostiene ya más que el consumo de carne, pescado, productos lácteos, huevos, etc. es esencial para la salud humana. De hecho, muchos profesionales de la salud están reconociendo que los principales alimentos de origen animal son perjudiciales para la salud humana. Y la cría de animales para comida es un desastre ecológico. 

La conclusión es que la mejor ─de hecho la única─ excusa que tenemos para infligir todo ese sufrimiento y muerte es el placer: nos gusta el sabor de los alimentos de origen animal. Los animales que comemos y de quienes obtenemos la leche y los huevos, bajo las mejores circunstancias, han tenido una vida llena de sufrimiento y aflicción y han sido matados de forma violenta y dolorosa. Puede haber una diferencia psicológica entre aquéllos que infligen sufrimiento y muerte directamente y los que pagan a otros para hacerlo. Pero no hay ninguna diferencia moral. 

Como Graham, todos somos responsables por el sufrimiento y muerte innecesarios de otros seres sintientes.

Si creen que lo que hizo Graham fue moralmente incorrecto —y sin duda lo fue— deberían considerar hacerse veganos, y de ese modo detener la participación directa en la explotación de los animales no humanos. De hecho, si creen que los animales importan moralmente y no son meramente cosas, ser vegano es lo único racional para hacer. 

El caso Graham es otro ejemplo del tipo de esquizofrenia moral que vemos todo el tiempo: todos estamos de acuerdo en que está mal infligir sufrimiento y muerte innecesarios a los animales, pero la gran mayoría de nosotros lo hacemos todos los días. 

Y nunca pasamos un segundo de tiempo en la cárcel. 



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