12 de agosto de 2009

Comentario Nº 2: "Mascotas"



El tema de las “mascotas” es un tema que genera acaloradas respuestas en muchas personas.

Aquí hay algo que escribí en el Apéndice de mi libro "Introducción a los Derechos Animales":

Pregunta 3: La institución de la propiedad de las mascotas, ¿viola el derecho básico de los animales de no ser considerado como cosas?

Respuesta: Sí. Las mascotas son nuestra propiedad. Perros, gatos, hámsters, conejos y otros animales son producidos masivamente como los tornillos en una fábrica o, en el caso de las aves y los animales exóticos, capturados en la naturaleza y transportados largas distancias, en un viaje en el que muchos de ellos mueren. Las mascotas son comercializadas de la misma exacta manera que como otras mercancías. Aunque algunos de nosotros pueda tratar bien a nuestros compañeros animales, muchos de nosotros los tratan mal. En Norteamérica, la mayoría de los perros pasan menos de dos años en un hogar antes de ser descartados en un refugio estatal o de ser transferidos de cualquier otra manera a un nuevo dueño; más del 70 por ciento de las personas que adoptan animales los regalan, los llevan a refugios o los abandonan. Todos conocemos historias horrorosas acerca de perros del vecindario, atados con cadenas cortas, que pasan la mayoría de sus vidas solos. Nuestras ciudades están llenas de gatos y perros sin hogar que viven vidas miserables, que están muriendo de hambre o frío, sucumbiendo a la enfermedad, o que son atormentados por humanos. Algunas personas, que afirman amar a sus compañeros animales, los mutilan sin sentido, cortándole las orejas, amputándoles las colas o extrayéndoles las uñas, para que no rayen sus muebles.

Pueden tratar a sus compañeros animales como miembros de sus familias y efectivamente otorgarle, a ella o a él, un valor inherente, o el derecho básico de no ser tratado como un recurso. Pero este tratamiento de sus animales realmente significa que consideran a su propiedad animal con un valor más alto que el valor del mercado; si cambiaran de opinión y les administraran diariamente varios golpes a su perro por motivos de disciplina, o no alimentaran a su gato de manera que estuviera motivado para atrapar el ratón en el sótano de sus negocios, o mataran a su animal porque no quieren tener más gastos, sus decisiones estarán protegidas por la ley.

Son libres de valuar su propiedad como les parezca. Pueden decidir lustrar su auto con frecuencia, o pueden abandonarlo hasta su total corrosión. La elección es de ustedes. Mientras que provean de atención mínima a su auto, de manera que puedan pasar la inspección, cualquier otra decisión que hagan respecto del vehículo, incluyendo su decisión de entregarlo a un comprador de chatarra, es asunto de ustedes. Mientras que provean con un mínimo de comida, agua y refugio a su mascota, cualquier otra decisión que tomen, excepto torturar al animal sin ningún motivo, es asunto de ustedes, incluyendo su decisión de sacarse de encima a su animal dejándolo en el refugio local (donde algunos animales son matados o vendidos para experimentación), o hacer que lo mate un veterinario dispuesto a hacerlo.

Muchos años atrás, adopté un hámster a través de un compañero de la escuela de derecho. El hámster se enfermó una noche y llamé al servicio de emergencias veterinarias. El veterinario dijo que la cantidad mínima para una visita de emergencia era de 50 dólares y me preguntó porqué quería gastar tal suma, cuando podría tener un “nuevo” hámster de cualquier pet shop por alrededor de 3 dólares. Llevé el hámster al veterinario de todas maneras, pero aquel caso fue una de las primeras veces en que tomé conciencia acerca de la condición de los animales como mercaderías.

Como alguien que vive con siete compañeros caninos rescatados a quienes quiero muchísimo, no trato este asunto a la ligera. Aunque considero a mis compañeros como miembros de la familia, ellos siguen siendo mi propiedad y podría decidir mañana hacerlos matar a todos. Tanto como disfruto de vivir con perros, si quedaran sólo dos perros en el mundo, no estaría a favor de que se reproduzcan para que pudiéramos tener más “mascotas” y así perpetuar la condición de propiedad.

Efectivamente, cualquiera que de verdad se preocupe por los perros, debería visitar una “fábrica de cachorros” –un lugar donde los perros son criados por cientos o miles, y que son tratados nada más que como mercaderías–. A las hembras se las hace tener cría repetidamente hasta que se convierten en “agotadas” y son matadas o son vendidas para experimentación.

Deberíamos, por supuesto, cuidar de todos aquellos animales domésticos que están vivos en este momento, pero no deberíamos continuar trayendo más animales a la existencia para así poder poseerlos como mascotas.


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