30 de marzo de 2013

Una breve nota acerca de las leyes “mordaza”



Creo que las leyes “mordaza” no son una buena idea por una serie de razones relacionadas en general con la supresión del discurso. Pero al escuchar a los grandes grupos animalistas, uno pensaría que las leyes “mordaza” son una sentencia de muerte para el movimiento animalista. Esto simplemente es erróneo.

No necesitamos más filmaciones provenientes de granjas industriales. Ya hay más que suficiente. En su mayor parte, la objeción a estas leyes se refiere al hecho de que los grandes grupos animalistas necesitan un flujo constante de “exposiciones” de modo que puedan seguir promoviendo la idea de que hay granjas “responsables” y granjas “irresponsables”, con un “trato abusivo” y” un trato no abusivo “.

Los grupos animalistas obtienen imágenes de algunos empleados de la granja haciendo algo espantoso; tienen una gran campaña; la granja industrial hace un mea culpa u obtiene un castigo meramente simbólico; los grupos animalistas declaran “victoria” y proclaman que la conducta “abusiva” se ha detenido. Incluso si se sanciona duramente a la granja o matadero, o se cierra, la demanda es recogida por otro establecimiento. Se tranquiliza al público en el sentido de que los grupos animalistas se están asegurando de que los animales sean tratados “humanitariamente” y continúa demandando productos de origen animal.

Es un juego a todo o nada. Los grupos animalistas reciben elogios y, más importante, donaciones; el público se tranquilizó y se siente mejor acerca de consumir productos de origen animal.

Sólo los animales, que siguen siendo torturados en las situaciones más “humanitarias”, pierden.

Necesitamos conseguir que las personas piensen de manera diferente acerca de la ética animal. Necesitamos centrarlas lejos de la cuestión del tratamiento, y lejos de la idea de que existe un tratamiento “abusivo” y tratamiento “no abusivo”, y hacia la idea de que no podemos justificar moralmente la utilización de animales. Punto.

Necesitamos conseguir que las personas vean que la idea moral que ellas y casi todos los demás ya aceptan: la idea de que el sufrimiento animal y la muerte deben ser “necesarias” —y que el placer, la diversión o la conveniencia no pueden ser suficientes como “necesarias”— lleva a la conclusión de que no se puede justificar el uso de los animales y de que nuestro reconocimiento de que los animales tienen un estatus moral significa que no podemos comer carne, productos lácteos, o huevos, incluso si tienen una etiqueta de explotación “feliz” que es alabada o promocionada por los grandes grupos animalistas.


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