Es importante entender que hay diferencias significativas entre las personas que se consideran veganas.
Una diferencia importante se da entre aquéllas que sostienen que el veganismo es simplemente una manera de reducir el sufrimiento y aquéllas que sostienen que el veganismo es un compromiso fundamental con la justicia, la no-violencia, y un reconocimiento de la personalidad moral de los animales no humanos.
La diferencia entre estos dos grupos no es una mera cuestión de teoría abstracta –es una diferencia que tiene profundas consecuencias prácticas.
La posición predominante entre los neobienestaristas es que el veganismo es una manera –una de las maneras– de reducir el sufrimiento. Entendido de esta forma, el veganismo no es diferente de comer huevos de aves libres de jaulas en batería o carne producida en un matadero diseñado por la ganadora del premio de Peta, Temple Grandin. Según los neobienestaristas, todas estas son simplemente maneras de reducir el sufrimiento. Si X elige reducir el sufrimiento haciéndose vegano, muy bien; si Y elige reducir el sufrimiento comiendo huevos de aves libres de jaulas en batería, muy bien. Si X decide reducir el sufrimiento no comiendo ningún producto animal los lunes y no comiendo productos animales producidos de manera “humanitaria” durante los martes, perfecto. Afirmar que, por una cuestión moral, X debería ser vegano los lunes, los martes, y el resto de los días de la semana, es ser “absolutista”, “fundamentalista” o “fanático”.
Personas como Peter Singer, y grupos como “Vegan” Outreach y PETA sostienen esta posición. Por ejemplo, Singer sostiene que ser un “omnívoro consciente” es una “posición ética defendible.” Afirma que ser un vegano consistente es “fanatismo.” Se rotula a sí mismo como un “vegano flexible” que no será vegano en circunstancias en que no serlo sea conveniente. Menciona que come huevos y lácteos de animales de granja. Habla acerca del lujo de comer carne y otros productos de animales que han sido bien tratados, según su opinión, y matados “humanitariamente.” PETA afirma que la adhesión al veganismo como cuestión de principios es una cuestión de “pureza personal,” “modismo cultural narcisista,” y “obsesión fanática.” “Vegan Outreach deja en claro su énfasis en el sufrimiento y minimiza el uso de animales al afirmar que el veganismo:
«(…) no es un fin en sí mismo. No es un dogma o una religión, no es una lista de ingredientes ocultos o leyes inmutables –es sólo una herramienta para oponerse a la crueldad y reducir el sufrimiento–.»
Una asunción fundamental de la posición neobienestarista es que matar animales no es, en sí, infligirles un daño. A los animales no les preocupa que los usemos y matemos; sólo les preocupa cómo los tratamos y matamos. Mientras no sufran demasiado, los animales son indiferentes a que los usemos. Ellos no tienen interés en continuar existiendo.
Este pensamiento es el que ha llevado al movimiento de la carne/productos animales “felices”, el cual es el revés más serio en la lucha por justicia para los no humanos en décadas. Es este pensamiento el que lleva a PeTA y a Singer a sostener que podemos tener la obligación moral de no ser veganos en circunstancias en las que otros pudieran molestarse o desconcertarse al insistir en el veganismo.
Rechazo este punto de vista. Creo que es especista sostener que los no humanos deben tener mentes similares a las mentes humanas para tener interés en continuar existiendo. Cualquier ser sintiente tiene interés en la continuación de la vida, dado que prefiere, quiere o desea permanecer vivo.
No podemos justificar el uso de no humanos como recursos humanos, de la misma manera en que no podemos justificar la esclavitud humana. El uso de los animales y la esclavitud tienen al menos un importante punto en común: ambas instituciones tratan a seres sintientes exclusivamente como recursos de otros. Esto no puede ser justificado con respecto a los humanos; esto no puede ser justificado con respecto a los no humanos –no importa cuán “humanitariamente” los tratemos–.
El enfoque abolicionista ve al veganismo como la aplicación del principio de la abolición en la vida del individuo. Es nuestra expresión personal de que adoptamos la personidad moral de todos los seres sintientes y de que rechazamos la condición de los no humanos como propiedad. El veganismo es una parte esencial de nuestro compromiso con la no-violencia.
El veganismo no es sólo una manera de reducir el sufrimiento; es lo mínimo que la justicia para los no humanos requiere. No es el último paso en nuestro viaje para rechazar la esquizofrenia moral que caracteriza la relación humano/no humano; es el primer paso. Si los animales tienen cualquier significancia moral, entonces no podemos comerlos, vestirnos con ellos o usarlos con ninguna finalidad. Un vegano no es sólo vegano los lunes, o sólo cuando es conveniente. Un vegano es un vegano todo el tiempo. Yo no dejaría de ser vegano sólo porque serlo pudiera hacer que alguien se sintiera incómodo, de la misma manera que no me callaría si alguien contara un chiste racista o acosara a una mujer, por el hecho de que al hacerlo yo pudiera hacer sentir incómodo al ofensor.
No es “absolutista” ni “fanático” ser un vegano consistente, como tampoco se lo es al rechazar la violación o la pedofilia. Verdaderamente, caracterizar al veganismo como “absolutista” es en sí mismo especista, precisamente porque no caracterizaríamos así a nuestro completo rechazo de las formas fundamentales de explotación humana.
Si no son veganos, háganse veganos. Es realmente fácil. Es mejor para nuestra salud y reduce la violencia que nos hacemos a nosotros mismos. Es mejor para el planeta y reduce el daño que hacemos al hogar de los seres sintientes y a los ecosistemas que sustentan la vida. Pero, lo más importante, es lo moralmente correcto para hacer. Todos decimos que rechazamos la violencia. Tomemos lo que decimos en serio. Tomemos un paso importante para reducir la violencia en el mundo comenzando por lo que ponemos en nuestras bocas y sobre nuestros cuerpos.