7 de septiembre de 2010

Respuesta a George Monbiot







George Monbiot, el columnista de Guardin UK que había manifestado apoyo al veganismo, ahora se retractó y, en una columna de opinión titulada "I was wrong about veganism. Let them eat meat – but farm it properly" ["Estaba equivocado acerca del veganismo. Los dejamos comer carne –pero de animales criados correctamente"], Monbiot sigue la corriente de la carne “feliz”.

Escribí un breve comentario que fue publicado en el sitio web de Guardian:

Estimado Mr. Monbiot:

Tengo tres comentarios:

Primero, dejando de lado si Fairlie está en lo correcto respecto de los temas ambientales, usted está ignorando el punto fundamental: el consumo de carne animal y sus productos no puede ser justificado como una cuestión moral aparte de las consideraciones ambientales. Piense en eso. Todos concordamos en que infligir sufrimiento innecesario y muerte a seres sintientes es moralmente erróneo. Podemos discutir acerca de lo que “necesidad” significa pero, si es que algo significa, debe significar que no podemos infligir sufrimiento y muerte por razones de placer, diversión o conveniencia. Pero ésos son los únicos argumentos que existen a favor de consumir productos animales. Nadie sostiene que comer productos animales es necesario para la salud humana (más bien lo contrario) y la cría de animales nihumanos es todavía un problema ecológico significativo, incluso si Fairlie está en lo cierto. La única justificación que podemos tener para infligir dolor, sufrimiento y muerte a 56 mil millones de animales (sin contar los peces) es que tienen buen sabor y que nosotros disfrutamos comiéndolos.

Si eso constituye una justificación moral, entonces los animales no tienen valor moral y deberíamos tan sólo reconocer que están fuera de la comunidad moral en su totalidad, en vez de afirmar hipócritamente un principio moral acerca del sufrimiento y la muerte innecesarios que no significa absolutamente nada.

Segundo, tengo aún que leer el libro de Fairle, pero su descripción de sus argumentos ambientales muestran que su análisis de los temas es, en el mejor de los casos, cuestionable.

Tercero, su posición de que debemos hacer a la producción animal más “humanitaria” es increíblemente ingenua. Los animales nohumanos son propiedades; son mercancías con valor económico. No tienen valor inherente. Las reformas de bienestar animal proveen muy poca protección a los intereses de los otros animales y si usted observa la historia de las reformas bienestaristas, verá que, en su mayor parte, hacen poco, más allá de tornar a la producción animal económicamente más eficiente. Estas son reformas que la industria habría implementado, de todas maneras. Considere la eliminación de los cajones de estabulación para los terneros. Estos incrementan el estrés del animal y resultan en costos veterinarios más altos; las unidades para pequeños grupos disminuyen costos y no bajan la calidad de la carne. El mismo análisis puede hacerse para la eliminación de las jaulas de gestación para las cerdas, adoptar los métodos de matanza por atmósfera controlada para las aves de corral, etc.

Las ineficiencias económicas de la explotación intensiva, que desarrollaron en los años 50’, están tornándose cada vez más claras. Habrá cambios en las granjas industriales y algunos de esos cambios probablemente puedan proveer de un beneficio de bienestar marginal para los animales. Pero es todo lo que sucederá. Las grandes organizaciones animalistas en EE.UU. y Gran Bretaña, que ganan millones promoviendo esas reformas inevitables, transforman estos pequeños cambios en grandes campañas por el tratamiento “humanitario” y eso hace que la gente piense que se está progresando.

¿Podrían ser mucho mejores las normas de "bienestar animal"? Seguro, en teoría. Cualquier mudanza significativa desde la agricultura intensiva significaría costos mucho más altos y, dada la realidad de los mercados globales y la inhabilidad para frenar la importación de los productos bajo normas más bajas de bienestar, aquello simplemente no es realista. Más aún, si los consumidores (o más bien, aquéllos consumidores acomodados que podrían afrontar el gasto) se preocupan lo suficiente como para pagar los costos mucho más altos que involucrarían, ellos probablemente se preocuparían lo suficiente por los animales como para dejar de comerlos por una cuestión moral.

En todo caso, incluso si las normas de bienestar animal se incrementaran dramáticamente, nuestro tratamiento de los animales aún representaría tortura si fueran los seres humanos los involucrados. Un simulacro de asfixia a una persona que está sobre una tabla acolchada es un poco mejor que usar una tabla sin acolchado, pero continúa siendo tortura.

No hay ninguna manera de criar animales  para alimentar a miles de millones (incluso si consumieran menos productos animales) sin causar daño y sufrimiento a esos animales. Estoy asombrado de que, aparentemente, piense lo contrario y siga la corriente de “la carne/productos animales felices”.

Gracias por su consideración a mis comentarios.

Gary L. Francione
Professor, Rutgers University
Newark, New Jersey
www.abolitionistapproach.com

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