5 de diciembre de 2007

Feminismo posmoderno y bienestar animal: un par perfecto




Recientemente tuvo lugar un debate, en los excelentes y siempre animados Vegan Freak Forums, entre quienes pueden caracterizarse, de manera general, como “feministas posmodernas” y “feministas radicales.” Las feministas posmodernas reconocen que la elección de una mujer de cosificarse sexualmente a sí misma, puede representar un acto facultativo y no puede estimarse de ninguna manera definitivamente negativa. Esas feministas con frecuencia son pro-pornografía, o al menos no son anti-pornografía. Las feministas radicales están más inclinadas a rechazar la cosificación de la mujer como inherentemente problemática. Están en general contra la pornografía y se oponen particularmente al tipo de pornografía en que las mujeres aparecen recibiendo un tratamiento violento o abusivo. Ellas juzgan que la mayoría de los estereotipos de género son perjudiciales tanto para las mujeres como para los hombres, y procuran minar estos estereotipos. Las feministas postmodernas con frecuencia argumentan que los estereotipos “femeninos” pueden ayudar al empoderamiento de las mujeres.

Este debate tiene algunos interesantes e importantes paralelos con el debate abolición vs. bienestar. De hecho, el feminismo posmoderno y el bienestar animal son la misma teoría, aplicada en contextos diferentes.

I. Cosificación “feliz”: La posición del feminismo posmoderno tiene el efecto de que las personas se sientan más cómodas acerca de la explotación de las mujeres. Si una mujer decide convertirse en una trabajadora sexual, esto es considerado como una elección facultativa que las feministas deben apoyar. El feminismo posmoderno se rehúsa a hacer cualquier tipo de juzgamiento normativo negativo al respecto de estas instituciones explotadoras, o de cómo las mismas afectan a las mujeres de las clases más desfavorecidas, que no tienen los privilegios de las feministas posmodernas, las cuales son, en su mayoría, mujeres blancas de clase media, que recibieron una buena educación.

Debido al sello de aprobación que las feministas posmodernas le colocan a la auto-cosificación, es fácil entender la reacción de los hombres cuando se presenta el tema de la pornografía o de otras formas de explotación: “¿Qué hay de malo con eso? Las feministas les dan el visto bueno.” La semana pasada, una feminista posmoderna me dijo, en el Vegan Freak Forum que yo soy un anti-feminista, por mi “expresión de desdén” por los clubes de strip tease. Cualquiera que estuviera leyendo ese intercambio de mensajes, y que estuviese pensando en la posibilidad de ir a un lugar de esos, recibió la aprobación de alguien que se llama a sí misma una “feminista” —una que alega ser alumna de post-grado en nada menos que un programa de Estudios de las Mujeres. De hecho, el mensaje fue claro: Frecuentar un club de strip tease es un modo de mostrar que respetan la decisión que hace una mujer de involucrarse en ese tipo de actividad. No solamente está bien ir a un club de strip tease; es una cosa feminista para hacer. Notable.

Quiero enfatizar que nadie está intentando criticar o juzgar a los individuos que toman esas decisiones de cosificarse a sí mismos. El asunto es solamente si aquéllos que se oponen al sexismo deberían oponerse a esas instituciones explotadoras. Las feministas posmodernas dicen que no deberíamos; las feministas radicales afirman que sí.

No sorprende que PeTA adopte el abordaje posmoderno del feminismo e incentive a las mujeres a realizar acciones explotadoras “por los animales.” Hemos tenido décadas de hazañas sexistas por parte de PeTA, desde “Prefiero andar desnuda que [llene el espacio con cualquier cosa) hasta un “State of the Union Undress” con un desnudo frontal completo. PeTA siempre puede contar con las feministas posmodernas para participar con entusiasmo de sus actividades, toda vez que las feministas radicales señalen que un movimiento que se opone a la cosificación de los no humanos debería también oponerse a usar a los animales humanos como objetos.

Y podemos ver que el mismo modo de pensar que está por detrás del abordaje posmoderno es directamente reflejado en el contexto animal con resultados devastadores. Tenemos a Peter Singer, PeTA, HSUS y virtualmente todos los principales grupos bienestaristas, muchos de los cuales alegan representar la posición de los “derechos animales”, argumentando que la explotación animal puede ser moralmente defendible, si tratamos a los animales explotados de manera “humanitaria”. Podemos ser “omnívoros conscientes” y permitirnos el “lujo” de consumir productos animales siempre y cuando comamos animales faenados en mataderos aprobados por Temple Grandin, ganadora del premio PeTA , o vendidos en Whole Foods, el mercado que, según PeTA tiene estándares estrictos de bienestar animal, o mientras que comamos huevos producidos en galpones “libres de jaulas”,

Debido al sello de aprobación de Singer, PeTA, etc., es fácil entender porqué, cuando estamos tratando de promover el veganismo, con frecuencia nos encontramos con la respuesta: “¿Qué hay de malo en comer carne (huevos, queso,etc.)? Las personas que están por los derechos animales dicen que es correcto”. PeTA dice que McDonald’s es un “precursor” en materia de reformas de bienestar animal de los animales usados por las cadenas de fast-food, y el ícono Jane Goodall es una de las celebridades que apoyan los lácteos de Stonyfield. El movimiento por el bienestar animal hace que la gente se sienta mejor en cuanto a participar en la explotación animal, así como las feministas posmodernas hacen que las personas se sientan mejor en cuanto a participar en la explotación de las mujeres. Ustedes pueden ser “feministas” mientras disfrutan del contacto con una bailarina desnuda en un club de streap tease, ustedes pueden ser personas “por los derechos animales” mientras comen sus huevos “libres de jaulas” o carne aprobada por las organizaciones de protección animal.

En suma, las feministas posmodernas han creado una rama de cosificación “feliz” para las mujeres, de la misma manera que los bienestaristas han creado el fenómeno de la carne y productos animales “felices”. Las feministas posmodernas con frecuencia ignoran, por conveniencia, el hecho de que las mujeres involucradas en la industria del sexo son violadas, golpeadas, y adictas a las drogas, de la misma manera que los bienestaristas ignoran, por conveniencia, que los productos animales –incluyendo aquéllos que son producidos bajo las circunstancias más “humanitarias”– implican un sufrimiento horrible para los animales. Y ambos grupos ignoran que la cosificación de mujeres y animales, independientemente de la forma en que son tratados, es inherentemente objetable.

Tanto la posición de las feministas posmodernas como la posición neobienestarista están enraizadas en la ideología del statu quo. Ambas refuerzan la posición actual de los animales como propiedad, y de las mujeres como cosas cuya condición de persona está reducida a cualquier parte, o imagen de parte de su cuerpo, que convertimos en fetiches. Ambas son posiciones que apenas ponen rostros sonrientes en lo que es, en esencia, un mensaje muy reaccionario.

Debo hacer notar otra relación directa entre por lo menos ciertas feministas y los bienestaristas. Algunas veces, esas feministas alegaron que rechazaban los derechos de los animales porque, según ellas, los derechos son una cosa “patriarcal”, y que para valorar nuestras obligaciones con los no humanos deberíamos usar, en vez de los derechos, una “ética del cuidado”. O sea, esas feministas niegan la existencia de reglas universales que nos prohibirían usar animales en todas las circunstancias; en vez de eso, la moralidad del uso de los animales, según ellas, estarían determinada por las particularidades de una situación, para ver si son tenidos en cuenta ciertos valores ligados al cuidado. Es interesante notar que ninguna feminista de que yo tenga noticia, sustenta que la moralidad de la violación depende de una ética del cuidado; todas las feministas afirman justamente que la violación nunca es justificable. Pero eso no es diferente a decir que las mujeres tienen el derecho a no ser violadas. Así que esas feministas están a favor del tipo de protección que ofrecen los derechos, cuando se trata de animales humanos, pero no cuando se trata de animales no humanos. No todas las feministas tienen esa posición, pero algunas que se identifican como defensoras de los animales, y algunas bienestaristas afirmaron haber adoptado la ética del cuidado como una alternativa a los derechos animales. (Tengo escrito un capítulo acerca de los derechos animales y la ética del cuidado en mi nuevo libro, Animals as Persons: Essays on the Abolition of Animal Exploitation.)

II. Las reglas acerca del discurso permitido: También existen paralelos entre las reglas del discurso, que son frecuentemente impuestos por las feministas posmodernas y los bienestaristas. Ambos grupos tienen la tendencia a considerar como inaceptable cualquier crítica de su posición. Las feministas posmodernas acusan a las feministas radicales de ser “patriarcales”, “opresivas”, “abusadoras”, “desempoderantes”, etc., si las radicales no concuerdan con el abordaje de que “mercantilizarse a sí mismo es feminismo”. Los bienestraistas consideran cualquier crítica de las reformas bienestaristas como “agresivas”, o “divisionistas”, y como “perjudiciales para los animales.” Tanto las feministas posmodernas como los bienestaristas hacen llamamientos frecuentes a la “unidad del movimiento,” el cual es un código para la posición de que todos aquéllos que no están de acuerdo deberían dejar de desacordar y deberían apoyar la posición feminista posmoderna o la posición bienestarista. Las tentativas que las feministas radicales o los abolicionistas hacen para instalar un discurso racional respecto de esas cuestiones, son rechazadas bajo el pretexto de que son esfuerzos “intelectuales” o “académicos” inútiles o elitistas que tan sólo sirven para frustrar los esfuerzos de liberar a las mujeres y a los no humanos.

Este estilo de discurso refleja las tácticas de la derecha reaccionaria. Cualquier divergencia es automáticamente demonizada y los intentos de una discusión razonada son rechazados a favor de los eslóganes y otros tipos de retórica vacía, que no hacen otra cosa que no sea mantener la ideología de la explotación dominante.

Es lamentable, pero no una sorpresa, que tales tácticas hayan ingresado en los movimientos sociales supuestamente progresistas.


10 de noviembre de 2007

¿Una “luz en la oscuridad”?




En un comunicado a los medios [25 de octubre; 2007] de Animal Rights International [ARI], su presidente, Peter Singer, anunció que ARI ha puesto avisos en las carteleras de los ómnibus de Nueva York, para exhibirse durante un mes. Estos anuncios, aparentemente, muestran cómo son producidos los huevos provenientes de gallinas de jaulas en batería. En el comunicado, Singer explica lo terrible que son estas jaulas. Singer declara: “‘Las jaulas en batería están siendo prohibidas en Europa —¿porqué estamos demorando tanto para hacer lo mismo?’” Singer afirma que “hay una luz en la oscuridad de este cuadro sombrío”:
«Los huevos de gallinas libres de jaulas, que actualmente representan sólo un 5% de las ventas, constituyen el segmento del mercado de mayor crecimiento. En la medida en que más personas sean conscientes del enorme sufrimiento infligido a las ponedoras en las jaulas, con frecuencia éstas van a optar por gastar algunos centavos más a fin de obtener un huevo producido de manera más humanitaria. ARI espera que, al recordar los neoyorquinos que el desayuno tiene un costo para las ponedoras, muchos gastarán un poquito más para deshacerse de las jaulas.»

El comunicado de ARI/Singer es problemático por lo menos en tres aspectos.

Primero, aunque la Unión Europea haya prohibido la tradicional jaula en batería a partir del año 2012, la industria europea del huevo, está actualmente buscando una postergación de la fecha para la entrada en vigor de la prohibición. Más aún, los productores de huevos son libres, bajo esta prohibición, de usar “jaulas enriquecidas”, de las cuales hasta las mismas organizaciones bienestaristas conservadoras, como Compassion in World Farming, afirman que “no resuelven muchos de los problemas de bienestar inherentes al sistema de jaulas en batería”.

Patty Mark de Animal Liberation Victoria señala que una enorme granja industrial de huevos en batería construida en 2002 en Nueva Gales del Sur —donde hoy están enjauladas, aproximadamente, un millón de aves:
«(…) importó de Europa nuevas y relucientes jaulas en batería, asegurándose de que sean jaulas (diseñadas para obedecer la prohibición del 2012) que fácilmente puedan ser “transformadas” en “jaulas enriquecidas”, en el caso de que Australia también “prohiba” las jaulas en batería. Esto es, ellos simplemente tienen que hacer algunos ajustes pequeños —retirar una gallina o dos, y colocar una tira abrasiva para desgaste de uñas y una ‘caja de anidación’. Aún continuará habiendo filas y más filas de gallinas en batería dentro de pequeñas jaulas apiladas en seis niveles, en aquellos mismos galpones hediondos y oscuros.»

Segundo, Singer afirma que los huevos de gallinas “libres de jaulas” son una “luz en la oscuridad” de esta sombría historia de las jaulas en batería. No lo son. Los huevos de gallinas “libres de jaulas” implican amontonar miles de aves en una gran jaula. A las aves se les sigue cortando el pico y se las sigue sometiendo a mudas forzadas. Un artículo publicado en 2004 en Christian Science Monitor estableció:
«Pero ‘libres de jaula’ no significa necesariamente mucho, en términos de calidad de vida para las ponedoras. Los huevos etiquetados como ‘libres de jaula’ con frecuencia provienen de gallinas apretadas unas contra otras en galpones inmensos.»
Y la autoridad principal citada como autora de la frase fue nada menos que Paul Shapiro, actual Director principal de la Campaña contra las Granjas Industriales de la Humane Society of the U.S. Por supuesto, esto fue antes que Paul fuera a trabajar para la HSUS, donde ahora él declara que los huevos “libres de jaula” y otras formas de “carne feliz” y productos animales representan “una verdadera oleada de progreso”Patty Mark observa:
«Y jamás se hace ninguna mención de los padres de las gallinas ponedoras “libres de jaula”. Las gallinas y los gallos son amontonados, todos juntos, hacinados unos contra otros, en inmensos galpones sin ventanas, donde las gallinas son repetidamente cruzadas con los gallos durante más de un año, al punto de que sus espaldas están literalmente desplumadas, dolorosamente heridas y enrojecidas; los padres y las madres son explotados hasta el agotamiento total; sus huevos son llevados ahora todos los días para ser colocados en una incubadora y así convertirse en gallinas ponedoras “libres de jaula”. Las madres ponedoras nunca tendrán la posibilidad de empollar sus huevos, los padres nunca tendrán la posibilidad de vigilar y proteger a su familia. Ni las gallinas ni los gallos conocerán jamás a sus pollitos mientras que el 50% de los bebés –los machos– serán molidos vivos y licuados en una licuadora industrial.»

Tercero, el comunicado describe a Liberación Animal de Singer, como un libro que “con frecuencia recibe el crédito de haber comenzado con el moderno movimiento de los derechos animales”. Entonces tenemos aquí, una vez más, al así llamado “padre del movimiento de los derechos animales” diciendole al público que la “luz en la oscuridad” de una historia acerca de la tortura y explotación de los animales es una forma levemente modificada de explotación y tortura.

Este tipo de enfoque no hace nada más que lograr que el público se sienta mejor acerca del consumo de animales —y promocionar al ARI y a Singer. Las personas pueden ahora “sentirse bien” en cuanto a comer huevos porque la autoridad en “derechos animales” Peter Singer les dice que los huevos de aves “libres de jaulas” son una alternativa moralmente aceptable a los huevos de gallinas de jaulas en batería.

Este no es el modo de cambiar el paradigma en dirección a la abolición. Pero en realidad no sería justo decir que Singer busca ese objetivo. Después de todo, él piensa que ser un “omnívoro consciente” es una “posición ética defendible” y que la explotación animal es un “lujo” que todos podemos permitirnos moralmente —por lo menos de vez en cuando.





28 de octubre de 2007

Un clásico de la “esquizofrenia moral”




Un tema central de mi trabajo durante la última década, más o menos, ha sido la exploración de nuestra confusión cognitiva —nuestra “esquizofrenia moral”— cuando se trata de animales no humanos. 

Recientemente, escribí un comentario acerca de cómo la comediante Ellen Degeneres sollozaba en su espectáculo televisivo por un perro que ella adoptó y dio luego a otra persona mientras, al mismo tiempo, en su sitio web, promovía su menú de animales muertos. 

El jugador de fútbol Michael Vick fue duramente criticado por estar involucrado con peleas de perros por un público que no reflexionada nada acerca de comer no humanos, torturados en todo sentido tanto como los perros de Vick.

Muchos de nosotros compartimos nuestros hogares con no humanos que amamos y consideramos miembros de nuestra familia, mientras que, al mismo tiempo, comemos a otros no humanos que no son diferentes de ninguna manera moralmente relevante de aquéllos que amamos y cuya personidad reconocemos.

Un ejemplo impresionante de “esquizofrenia moral” fue reportado el viernes, 26 de octubre, por la BBC. Un ciervo blanco, aparentemente de más o menos nueve años de edad, fue matado a tiros por cazadores furtivos en la frontera de Debo y Cornwall.

La reacción: La matanza del ciervo fue “repugnante.”

¿Y quién estaba asqueado?

Los “criadores de animales y los guardas de los animales de caza [quienes] habían mantenido en secreto la localización del ciervo durante años, en el intento de protegerlo.”

Pat Carey, “cuyo trabajo es matar ciervos rojos en el área,” describió al animal como “sagrado”, y la matanza como “absolutamente incomprensible.” Mr. Carey remarcó que “sólo una persona sin corazón tiene la capacidad de mirar a tan bella criatura a través de la mira telescópica de un rifle de alta potencia y simplemente pone fin a su vida.”

Es impresionante, en varios aspectos, que Mr. Carey no se considere una persona “sin corazón” cuando mira a un ciervo rojo “a través de la mira telescópica de un rifle de alta potencia y simplemente pone fin a su vida.”

Mientras me encuentro sentado y escribo esto, estoy mirando desde la ventana de mi escritorio, el bosque que circunda nuestra casa. Puedo ver dos ciervos —gemelos nacidos en nuestra propiedad esta primavera— mordisqueando los arbustos. Es la temporada de caza aquí y hay mucha gente en esta área que mata al ciervo, generalmente con arco y flecha.

Conozco a algunos de esos cazadores y ellos no dudarían en pasar horas tratando de rescatar a un ciervo de algún peligro, “fuera de temporada”. Pero no tienen ningún problema en disparar una flecha, que tiene cuatro puntas de navaja que se abren en contacto con un órgano o músculo de la víctima y literalmente quedan trabadas en ellos, directo hacia aquel mismo ciervo, un mes después, cuando es legal matarlo.

Como Mr. Carey dice, es “absolutamente incomprensible.”



6 de octubre de 2007

Igualdad y semejanza entre humanos y nohumanos




Paola Cavaliere, co-editora con Peter Singer de «El Proyecto Gran Simio: la igualdad más allá de la humanidad», escribió un ensayo acerca del reciente tiroteo que mató a Johnny, un chimpancé en sus 40 años, en el Zoo Whipsnade en Bedfordshire, al norte de Londres. De acuerdo a Cavalieri, Johnny fue baleado porque los cuidadores del zoológico lo describieron como “un poquito matón”. El periódico Times afirma que Johnny y otro chimpancé, Koko, habían escapado y que Koko “se entregó a un cuidador en un campo cercano” donde Johnny aparentemente no lo hizo, por lo que se tomó la decisión de dispararle por razones de “seguridad pública.”

La matanza de Johnny fue, en todo caso, una tragedia terrible en muchos aspectos. Primero, Johnny pasó décadas viviendo en un zoológico que, bajo la mejor de las circunstancias, no es nada más que una patética presión para los no-humanos allí cautivos. Antes de ser trasladados a Bedfordshire el año pasado, Johnny y Koko estaban prisioneros en el Regen’s Park Zoo de Londres. Simplemente no hay comparación alguna entre la vida natural de un chimpancé en la naturaleza y las condiciones bajo las cuales son mantenidos en esos espectáculos degradantes que llamamos zoológicos. Segundo, no está claro porqué, si Johnny se estaba resistiendo a ser capturado, no se le pudo disparar con un sedativo, aunque algunos dijeron que él todavía hubiera puesto en peligro a los visitantes del zoológico antes de que el sedante surta efecto.


Cavalieri tiene cuidado de rechazar el “enfoque jerárquico” de que “la vida interior más rica de los humanos les da derecho a ser considerados más seriamente en el plano moral.” Tal enfoque, argumenta, llevaría a decir que “podríamos tratar en forma diferente a los humanos que son intelectualmente deficientes.” Pero el principal foco de su argumento es que “los chimpancés, gorilas y orangutanes son nuestros parientes más cercanos, compartiendo el 98-99% de nuestro ADN, y que la categoría de los ‘grandes simios’ es una categoría natural, ya que incluye a los humanos.” Cavalieri argumenta que los chimpancés son “similares a nosotros” pues son cognitivamente como nosotros y que realmente compartimos con ellos nuestra “vida interior más rica.” Son capaces de cooperación compleja y manipulación social, transmisión cultural, incluyendo la enseñanza de habilidades tales como hacer y usar herramientas, poseen razonamiento, lo cual “hace tanto tiempo es considerado como marca de superioridad “, usan la comunicación simbólica y tienen auto-conciencia reflexiva.


Tengo cuatro respuestas para este análisis de Cavalieri:


Primero, es problemático asumir que los humanos tienen una “vida interior más rica” y que los no humanos son, de alguna manera, análogos a “humanos intelectualmente deficientes”. Cada especie tiene un tipo de vida que es valorado por los miembros de esa especie. No tengo la menor idea de si mis perros rescatados tienen vidas menos “ricas” que la mía. Ni siquiera sé lo que eso significa. Mi vida interior puede ser diferente de la de un perro o un ratón, pero eso no significa que mi vida sea más “rica”.


En verdad entiendo el argumento de que si la falta de una característica moralmente superior en un no-humano nos autoriza a conferir a ese no-humano menos o ninguna consideración moral, entonces, a menos que estemos dispuestos a ser especistas, deberíamos tratar en forma similar a los humanos en una situación semejante, tales como los “intelectualmente deficientes”. Pero el problema es que asumimos desde el principio que los humanos tienen características moralmente superiores y que la vida humana es, por lo tanto, “más rica” que la vida no humana. Esta es una falacia común entre muchos especialistas en ética animal, incluyendo a Tom Regan. Tal como argumenté en mi ensayo en la revista New Scientist, no hay razón para asumir que las características consideradas como exclusivamente humanas puedan autorizarnos a sacar la conclusión normativa de que aquéllos con tales características tienen vidas “más ricas”.


Segundo, el “enfoque jerárquico” no presenta ningún problema a utilitaristas como Singer, que estaría dispuesto a dar menos consideración moral a los humanos “intelectualmente deficientes”.


Tercero, el hecho de que, a pesar de que hace mucho tiempo que todos entendemos que los chimpancés y otros grandes simios no humanos son semejantes a nosotros, y aún así los continuemos tratando como recursos o mercancías, indica que la “semejanza” es un concepto vago que no ayuda mucho a cambiar el comportamiento humano. Conforme argumenté en «Introducción a los Derechos Animales», el juego de la “similitud” es uno en el que los no-humanos nunca ganan. Nunca consideraremos que ellos tienen esa característica “especial” en un grado suficiente como para dejar de explotarlos, si queremos seguir haciéndolo. Perdemos nuestro tiempo pensando que la solución al problema de la explotación animal es tener a etólogos cognitivos haciendo experimentos que, irónicamente, pueden involucrar vivisección, a fin de demostrar hasta qué punto los grandes simios no humanos y otros primates, además de delfines, loros,..., poseen alguna característica “especial”. El problema no es la semejanza empírica, el problema es la teoría moral. Jane Goodall, que escribió el primer capítulo de The Great Ape Project [Proyecto Gran Simio] sabe, mejor que cualquiera de nosotros, cuánto se asemejan los grandes simios no humanos a los grandes simios humanos; y aún así, ella no está dispuesta a condenar de forma inequívoca el uso de todos los grandes simios no humanos en investigación biomédica y a exigir su inmediata abolición.


Cuarto, como argumenté en mi capítulo de El Proyecto Gran Simio y como vengo repitiendo desde entonces, el derecho a ser miembro pleno de la comunidad moral y el derecho de no ser tratado como propiedad, depende de una única característica —la capacidad de sentir. Si un no-humano es sintiente, entonces tenemos la obligación moral de no tratarlo como un recurso o una mercancía. El hecho de que un perro pueda no tener la misma clase de autoconciencia reflexiva que un chimpancé no significa que el perro y el chimpancé no sean iguales en cuanto al propósito de no tener vulnerados sus intereses fundamentales en vivir y no sufrir si beneficiara a otro el no considerarlos.


Los animales son asesinados todos los días en los zoológicos —y en muchos, muchos otros lugares— por una variedad de motivos. La muerte del pobre Johnny fue indudablemente trágica, pero igualmente trágicas son aquellas muertes de no-humanos que no son “similares” a nosotros en el sentido en que Johnny era, más allá de ser criaturas que tenían conciencia subjetiva y que valuaban sus vidas a su propia manera.


Háganse veganos, nunca apoyen los zoológicos, y resistan la creación de nuevas jerarquías basadas en valores antropocéntricos.


Los humanos no son la medida de las cosas; somos sólo una medida entre muchas.



30 de septiembre de 2007

Algunas reflexiones acerca de la educación vegana





Voy a intentar, de un modo preliminar, afrontar un tema que genera mucha controversia y sobre el cual recibo un gran cantidad de correos. El tema, en líneas generales, es cómo los veganos deberían relacionarse con los omnívoros, dado que los veganos éticos entienden que el uso de animales no humanos implica graves violaciones del derecho de los no-humanos a no ser tratados como recursos de los humanos. ¿Tienen los veganos éticos la obligación de entrar en conflicto con los omnívoros y de relacionarse con ellos de la misma manera que como nosotros nos relacionaríamos con las personas que cometen crímenes graves contra los humanos?

En cierto sentido, pueden anticipar mi respuesta a esta pregunta, dado que mantengo que la obligación principal de los defensores de los animales es involucrarse en una educación vegana creativa y no violenta.

Es difícil educar a las personas sobre cualquier cosa si están confrontando con ellas. Esto no quiere decir que no puedan desafiar a la gente por lo que piensa. Como profesor de Derecho por casi 25 años, ciertamente trato de desafiar a mis alumnos, pero evito confrontar con ellos, porque la confrontación es el modo más efectivo de asegurar que el proceso educacional no funcione.

La confrontación es una manera particularmente ineficaz de comunicación cuando las personas no entienden aún el sentido o el contexto de tu posición. Y cuando se trata de la cuestión del uso de animales, la gran mayoría de las personas están totalmente en la oscuridad. Expresar la convicción de que ellas no deben consumir ningún producto animal es semejante a decirles que ellas no deben tomar agua ni respirar.

Piensen sobre esto.

La mayoría de las personas fue criada para pensar que es natural o normal comer productos animales. Crecieron en hogares donde una importante parte de la vida familiar incluía sentarse a la mesa y consumir pedazos de animales. Sus recuerdos en relación al fallecimiento de un querido abuelo u otro pariente están conectados a algún plato de carne que el pariente preparó para los días feriados. Ellos han sido criados de acuerdo a tradiciones religiosas que les enseñaron que los animales no humanos no tienen almas o son, por otras razones, espiritualmente inferiores a los humanos.

En ciertos aspectos, nuestro especismo está, en términos sociológicos, más profundamente insertado —y asimismo más invisible— que algunas formas de discriminación contra otros humanos. Una persona con fuertes creencias racistas puede no aceptar la igualdad racial pero entiende el concepto. La mayoría de los humanos no pueden aún procesar la idea de la vida sin productos animales.

Dentro de la medida en que el movimiento animalista ha intentado concienciar acerca de este problema, han focalizado sus esfuerzos –en su mayor parte-, en los asuntos del tratamiento “humanitario”. Esto es, el movimiento animalista no propone el veganismo como la posición por defecto. Por el contrario, el veganismo es caracterizado como una elección “difícil” o “heroica”. Conforme a lo que argumenté en mi ensayo al principio de este mes —y en otros ensayo de este blog— el movimiento animalista incentiva activamente el consumo de carne y productos animales “felices”.

Así que cuando los veganos entran en confrontación con los omnívoros en cuanto a ese problema, ellos lo hacen no sólo en el contexto de una fuerte tradición cultural y religiosa que considera el uso de los animales como completamente normal, sino en el contexto de un movimiento animalista que también considera el uso como normal y focaliza principalmente en el tratamiento. Gracias al moderno movimiento de bienestar animal, el cual se apropió de la denominación “derechos animales”, los veganos pueden ser menospreciados como extremistas y la confrontación es no sólo ineficaz sino que también es necesariamente contraproducente.

Si vamos a hacer progresos hacia una mayor aceptación del veganismo, debemos educar. Y debemos educar de un modo no violento, sin confrontación, que tenga en cuenta el contexto social y cultural en el que vivimos. Esto no significa que el uso de los animales no sea un ultraje moral; significa solamente que nuestros esfuerzos para educar acerca del mismo debe tener en cuenta la visión que la vasta mayoría de los humanos tienen de la cuestión.

Y eso me lleva a un comentario final. Muchos de aquéllos que apoyan la confrontación tienen amigos que son gente animalista y que tal vez sean vegetarianos, pero no veganos. !Quizás estas sean las personas que deben ser abordadas de manera menos flexible!

1 de septiembre de 2007

“Quienes no pueden recordar el pasado están condenados a repetirlo.”




Estas palabras del título, escritas por el filósofo Jorge Santayana, parecen resonar con particular relevancia estos días, en que vemos un mundo sumergido en la violencia. 

Pero Santayana también tiene algo importante que decirle al movimiento animalista.

La mayoría de las más grandes organizaciones neobienestaristas, tanto de EE.UU como de Gran Bretaña, afirman apoyar el veganismo, pero no lo promueven como la línea de base del movimiento, porque la preocupación de que el veganismo parezca demasiado “radical” para el público en general. Así, estas organizaciones promueven la carne “feliz” y los productos animales que portan la etiqueta "Certified Humane Raised and Handled" [Etiqueta de cría y manejo humanitario certificado] o la etiqueta "Freedom Food", o cumplen con las reglas “compasivas” [Farm Animal Compassionate Standards] de Whole Foods, ahora en ambos lados del Atlántico. Y Peter Singer nos recuerda que ser un vegano consistente es “fanático” y que, en realidad, no estamos obligados a ser veganos si hacerlo puede perturbar a otros.

Aquéllos de nosotros que sustentan que el veganismo debería ser la base moral clara e inequívoca del movimiento son severamente advertidos por los neo-bienestaristas de que la sociedad aún no está preparada para oír el mensaje vegano. Y que, en vez del veganismo, deberíamos concentrarnos en la producción de huevos de gallinas criadas “sin jaulas” o de carne de animales criados “en libertad”.

¿Y cómo se aplica el mensaje de Santayana en este contexto?

En 1944, Donald Watson fundó la Asociación Vegana en Gran Bretaña. Acuñó el término “vegan” para describir a alguien que no consume ningún producto animal. En la primera edición de The Vegan News —63 años atrás— Watson escribió:
"Una crítica recurrente es que no ha llegado aún el tiempo para nuestra reforma. ¿Puede acaso llegar el tiempo de cualquier reforma si no es madurado por la propia determinación humana?"
Watson señala cómo los opositores a la esclavitud no esperaron a que el tiempo estuviera “maduro”, y que los proponentes de la purificación del agua y del sistema sanitario, encontraron una fuerte oposición, pero no esperaron el momento inexistente en que el tiempo estuviera “maduro.”

Watson continúa:
"Hay un peligro evidente en dejar la consecución de nuestros ideales para la posteridad, porque la posteridad puede que no tenga nuestros ideales. La evolución puede ser regresiva, tanto como progresiva, de hecho parece haber siempre una fuerte tendencia hacia el camino equivocado, a menos que las reglas existentes se preserven y las nuevas visiones sean honradas."
El problema que enfrentan aquéllos que están preocupados por nuestra explotación de los animales no humanos es que las grandes organizaciones neobienestaristas que dominan el escenario, no consideran el veganismo como una nueva visión a ser honrada, sino como una posición “fanática” a ser marginada, en favor de hacer a la continuación del consumo de los productos animales —supuestamente producidos “humanitariamente”— la posición automática. 

Promoviendo las carnes y productos animales “felices”, el neobienestarismo refuerza el paradigma de que el consumo de animales es moralmente aceptable si somos “amables” hacia nuestras víctimas. Este enfoque no conduce ni puede conducir hacia la dirección del veganismo; sólo puede servir para hacer que el veganismo parezca una posición “radical” o “fanática”.

Como Watson anotó: “la evolución puede ser tanto regresiva como progresiva.” No podemos quedarnos esperando el momento inexistente en que el tiempo esté “maduro”. Debemos hacer que el momento ocurra a través de nuestra propia determinación. Esta determinación, expresada a través de nuestro propio y consistente veganismo, y nuestra dedicación a la educación vegana clara, inequívoca y no violenta —y nuestro rechazo a las contraproducentes campañas bienestaristas— es la fundación del movimiento abolicionista.



28 de agosto de 2007

Algunas reflexiones más acerca de Michael Vick




El 2 de agosto, publiqué en este blog un ensayo titulado Una observación acerca de Michael Vick". El comportamiento de Vick fue obviamente reprochable. Escribí el blog porque estaba cansado de oír críticas a Vick por parte de gente que se cree muy ética y que come carne, va a rodeos, caza o participa de muchas formas de explotación animal que, a diferencia de las peleas de perros, son aceptadas como actividades legítimas por la mayoría de las personas, pero que causan tanto sufrimiento a los animales como lo hacen las otras.

Francamente, no esperaba una reacción muy grande. Después de todo, he estado exponiendo lo mismo durante algunos algunos años en mis escritos –nosotros sufrimos de una especie de “esquizofrenia moral” en lo que a los animales concierne. Por un lado, tratamos a algunos no humanos, tales como perros y gatos, como miembros de nuestras familias y nos horrorizamos ante las historias que escuchamos acerca de la tortura de esos animales. Por otro lado, ignoramos por completo —de hecho, participamos en— otros usos de animales, que resultan en la tortura de otros animales a quienes no consideramos como “especiales.” Este era un punto central en mi libro «Introducción a los Derechos Animales».

Bueno, estaba equivocado en cuanto a la reacción a mi ensayo en el blog

Recibí docenas de emails. Como la mayoría de los lectores estaban escribiendo después de leer el ensayo en mi sitio web o algunos otros sitios pro-abolicionistas en los que había sido republicado, los comentarios en general fueron favorables; pero hubo aún cierta “gente animalista” que no reaccionó muy bien con mi análisis de la situación.

Y entonces, el 22 de agosto, el Philadelphia Daily News publicó el ensayo y fue inundado con comentarios. El 23 de agosto, fui uno de los invitados de Michael Smerconish Morning Show que es muy popular en el área de Philadelphia y es transmitido en vivo por Internet.

Desde la semana pasada, recibí cerca de 200 emails y mensajes de voz en mi despacho de la Universidad Rutgers.

Estos comentarios vinieron más del público en general que de la “gente animalista,” y aunque muchas personas habían dado su apoyo e interés en relación a una perspectiva que nunca habían considerado antes, muchas otras fueron críticas casi hostiles.

Los comentarios se agrupan en 4 categorías:

1. Religión: Diría que aproximadamente el 60% de los comentarios que recibí alegaban que yo ignoraba la cuestión de que dios había querido que nosotros comamos animales, mientras que no había pensado mucho acerca de las peleas de perros. Aunque la mayoría de los lectores europeos no pueden entender esto muy bien, en EE.UU., las cuestiones morales son discutidas en el contexto de la Biblia. Para muchos norteamericanos, la Biblia provee la respuesta –y la única respuesta– a cualquier pregunta.

Tengo dos respuestas.

Primero, si toman el libro del Génesis, el primer libro de la Biblia, verán que en el capítulo 1, versículos 29-30 dice:

Y Dios dijo: “He aquí que os doy cuantas plantas de semilla hay sobre la faz de la tierra, y todo árbol que en sí tiene fruto con semilla de árbol; para que os sirva de alimento. También, a todo animal salvaje, a todo pájaro de los cielos, a todo ser que se desliza sobre la tierra y en el que hay hálito de vida, doy toda hierba verde por alimento.”

¿Cuánto más claro se puede ser? En la historia original de la creación, todos los animales somos veganos.

Matar y comer animales ocurrió sólo más tarde, después de que la humanidad quebró el pacto y fue expulsada del Jardín del Edén.

Segundo, es muy difícil usar la Biblia, y particularmente el Viejo Testamento, como una fuente de autoridad moral, porque allí pueden encontrar apoyo para casi cualquier cosa y entonces se requeriría hacer una selección, lo cual es necesariamente arbitrario.

Por ejemplo, la Biblia es frecuentemente usada para apoyo de la pena capital. Y aunque la Biblia ciertamente prescribe la pena de muerte en caso de asesinato, también la prescribe para una amplia variedad de otras acciones, incluyendo maldecir a sus padres, blasfemar, homosexualidad, adulterio, brujería, y una amplia variedad de otras acciones. ¿Cómo podemos decir, selectivamente, que un crimen merece la muerte según la Biblia, pero descartar a otros crímenes para los cuales la Biblia prescribe la muerte?

Más aún, la Biblia también aprueba ciertas instituciones y acciones que la mayoría de nosotros claramente rechazamos como inmorales. Por ejemplo, el Viejo Testamente claramente condona la esclavitud humana y permite que reglas diferentes sean aplicadas a los esclavos. Por ejemplo, si un amo golpea a su esclavo tan severamente que el esclavo muere, el amo será condenado –pero no con la muerte. Si el esclavo permanece vivo por un día o dos antes de morir, entonces el amo no será condenado porque el esclavo “es su propiedad” [Éxodo 21:20-21]. Todos rechazamos la esclavitud humana pero, parecería, que si fuésemos fieles a la Biblia, no la rechazaríamos.

2. Dieta: Cierta cantidad de personas que me escribieron o llamaron parecen pensar que precisamos comer animales para nutrirnos. Encuentro esto más bien sorprendente. Estamos en el 2007 y es difícil creer que alguien duda de que no podemos vivir –de un modo muy sano– con una dieta basada en vegetales. De hecho, parece que la corriente principal de los profesionales de la salud nos están diciendo, cada día más, que la carne y los productos animales, tales como lácteos y huevos, están causando varias enfermedades humanas. Y la cría de animales para comida es un completo desastre para el medio ambiente.

3. Evolución: Algunas personas piensan que, debido a que evolucionamos como omnívoros, deberíamos ser omnívoros. Ciertamente somos capaces de comer carne y productos animales, aunque nuestra estructura mental es diferente de la mayoría de los carnívoros en que no podemos arrancar la carne cruda del hueso. Más aún, a diferencia de la mayoría de los carnívoros, tenemos un largo intestino. En todo caso, dado el creciente número de enfermedades que parecen estar ligadas a la ingesta de carne y productos animales, es bastante claro que no debemos continuar con su consumo, sea como sea que hayamos evolucionado. Y los hechos de la evolución no resuelven las cuestiones morales. Uno podría argumentar que podemos haber evolucionado para ser una especie violenta. ¿Hace esto a la violencia moralmente correcta? Mike Tyson puede arrancar un pedazo de oreja de alguien con los dientes, ¿esto quiere decir que él debería hacerlo?

4. Legalidad: Un número sorprendente de personas escribió o llamó y dijo que lo que Vick hizo es ilegal, pero comer carne es legal.

¿Y entonces qué?

La esclavitud humana fue alguna vez legal; esto no la hace moralmente correcta.

A lo que voy es a que somos moralmente incoherentes porque tornamos ilegales las peleas de perros, pero tratamos como legales o “normales” el hecho de comer animales, cazarlos o usarlos en rodeos. El hecho de que actuemos de manera tan confusa no es una justificación para actuar de manera tan confusa -

Podemos condenar a Vick todo lo que queramos, pero lo que él hizo no es diferente de aquello de lo que la mayoría de nosotros participa, directa o indirectamente, todos los días de nuestras vidas.

Mantengo lo que dije: Todos somos Michael Vick. Debemos reconocer que nuestra crítica a él es una crítica de nosotros mismos y del sufrimiento y muerte de animales que todos causamos y de los cuales todos somos moralmente responsables.

Háganse veganos.


13 de agosto de 2007

Un comentario acerca de la violencia



Me preguntan con frecuencia cuál es mi punto de vista en relación a las personas que apoyan el uso de la violencia contra los explotadores de animales.

Mi respuesta es simple: estoy violentamente en contra de la violencia.

Tengo tres razones para mi posición.

Primero, en mi opinión, la posición de los Derechos Animales es el rechazo máximo de la violencia. Es la afirmación máxima de la paz. Veo al movimiento por los Derechos Animales como la progresión lógica del movimiento por la paz, el cual procura poner fin al conflicto entre los humanos. El movimiento por los Derechos Animales procura, como ideal, dar un paso adelante y poner fin al conflicto entre humanos y no-humanos.

La razón que nos hace estar en medio de esta confusión global en la que estamos ahora, es que a través de la historia nos hemos involucrado, y continuamos involucrándonos, en acciones violentas, a las cuales intentamos justificar como medios indeseables para conseguir fines deseables. Cualquiera que usó alguna vez la violencia afirma que lamenta haber tenido que recurrir a la misma, pero argumenta que un objetivo deseable supuestamente justifica su uso. El problema es que eso facilita un ciclo interminable de violencia, donde cualquier persona con una fuerte convicción acerca de algo puede adoptar la violencia hacia otros como un medio para alcanzar un bien mayor, y aquéllos que son el objetivo de esa violencia, pueden encontrar una justificación para su propia respuesta violenta. Y así seguirá sucesivamente.

Esto es un pensamiento moral consecuencialista, y está destruyendo el mundo así como conduciendo a algunas contradicciones muy peculiares. Una gran parte de Occidente afirma abrazar el Cristianismo. Aunque pueda no ser claro acerca de algunas cuestiones, el Nuevo Testamento ciertamente deja claro que la violencia debe ser rechazada. Sin embargo, líderes supuestamente cristianos, junto con su electorado supuestamente cristiano, justifican las más violentas acciones, con un supuesto gran rechazo, con el fin de alcanzar un bien supuestamente mayor, cualquiera que pueda ser. Aquéllos contra quienes estos actos violentos son dirigidos también afirman adherir a religiones que rechazan la violencia, pero se sienten justificados para usar la violencia como respuesta. Así, tenemos tanta gente alegando que rechaza la violencia como una cuestión religiosa fundamental, pero que está involucrándose en la violencia. ¡Y decimos que los humanos son racionales y los no humanos no lo son!

La violencia trata a otros como medios para fines en vez de tratarlos como fines en sí mismos. Cuando actuamos violentamente contra otros - sean humanos o no humanos -, ignoramos su valor inherente. Los tratamos sólo como cosas que no tienen ningún valor, excepto el que nosotros decidamos darles. Esto es lo que lleva a las personas a involucrarse en crímenes de violencia contra la gente de color, mujeres, gays y lesbianas. Esto es lo que nos lleva a cosificar a los no humanos y tratarlos como recursos que existen solamente para nuestro uso. Todo esto es erróneo y debe ser rechazado.

Segundo; según aquéllos que defienden la violencia, ¿contra quiénes, exactamente, es dirigida esta violencia? El productor cría animales porque un número abrumador de humanos demanda comer carne y productos animales. El productor cría esos animales en condiciones intensivas porque los consumidores quieren que la carne y los productos animales cuesten lo menos posible. Pero ¿es el productor el único culpable aquí? ¿O la responsabilidad compete también a aquéllos de nosotros que comen productos animales, incluyendo todos los omnívoros conscientes, la “gente animalista” no vegana que consume “huevos de gallinas libres de jaula” y carne “feliz”, que originan la demanda sin la cual los criadores estarían haciendo alguna otra cosa con sus vidas? Supongo que es fácil caracterizar a los criadores como el “enemigo”, pero eso ignora la realidad de la situación.

¿Y qué hay acerca del vivisector, un objetivo común de aquéllos que defienden la violencia? Dejando de lado el debate acerca de si la vivisección produce realmente datos útiles para hacer frente a los problema de la salud humana, la mayoría de las enfermedades por las cuales los vivisectores están usando animales podrían ser totalmente evitadas, o drásticamente reducidas, si los humanos dejaran de comer alimentos provenientes de animales, y abandonaran comportamientos destructivos como el hábito de fumar, de beber alcohol en exceso, de usar drogas y de no hacer ejercicio. Nuevamente, ¿quién es el verdadero culpable? Yo ciertamente no pienso que el vivisector se justifique por ninguna razón, pero encuentro curioso que aquellos que defienden la violencia puedan ver a los vivisectores separándolos del resto de las condiciones sociales que llevan a la vivisección, y en estas condiciones todos somos cómplices.

Más aún, no debemos olvidar que siempre hay múltiples formas de abordar los problemas de salud. La vivisección es una de ellas y, según la opinión de muchos —entre los que me incluyo— no es una elección particularmente eficiente. La decisión de invertir recursos sociales en la vivisección, en vez de hacerlo en otros medios probablemente más eficientes, refleja una decisión tanto política, y probablemente más política, como científica.

Por ejemplo, el considerable gasto en investigación del SIDA usando animales, ha producido poca utilidad para el sufrimiento de los humanos con SIDA, y la mayor parte de lo que resultó en una más larga y mejor vida para los que sufren de HIV y SIDA provino de investigación clínica con humanos que dieron su consentimiento para esas pruebas. Es ciertamente plausible afirmar que si el dinero gastado en investigación con animales hubiera sido gastado en campañas públicas educativas acerca de sexo seguro y recambio de jeringas, y en distribución de preservativos, el promedio de nuevos casos de HIV habría bajado drásticamente. La elección de hacer experimentos con animales para tratar el problema es, en varios aspectos, una decisión tanto política como social. La experimentación en animales es considerada una forma aceptable de resolver el problema del SIDA, mientras que la educación acerca de sexo seguro y la distribución de preservativos y jeringas son cuestiones políticamente controvertidas.

Entonces, nuevamente, el vivisector no es el único culpable aquí. En realidad, se puede argumentar que los principales responsables por el uso de animales en investigación del SIDA son los políticos reaccionarios que responden a una política reaccionaria que rechaza medios más efectivos de tratar con el SIDA.

Tercero, no está claro para mí qué es lo que aquéllos que apoyan la violencia esperan alcanzar en la práctica. Ciertamente ellos no están haciendo que el público vea con más simpatía los intereses de los animales no humanos. Y es bien posible que lo contrario sea verdad y que, en cuanto a la percepción del público, esas acciones tengan un efecto negativo. Vivimos en un mundo donde prácticamente cualquier persona en condiciones de poder comer productos animales, lo hace. En tal mundo, no hay contexto en el cual la violencia pueda ser interpretada de ningún otro modo que no sea como algo negativo.

En otras palabras, en un mundo en el cual comer productos animales es considerado, por la mayoría de las personas, como algo tan “natural” o “normal” como beber agua o respirar aire, es bastante probable que la violencia sea vista como nada más que un acto de lunáticos y no contribuya para nada a promover una reflexión social más avanzada con respecto a la cuestión de la explotación animal.

La explotación animal impregna a toda nuestra sociedad. Esto ocurre porque pensamos que los fines [los supuestos beneficios que obtenemos del uso de los animales] justifican los medios [imponer sufrimiento y muerte a billones de no humanos cada año] y porque tratamos a los animales exclusivamente como mercancías e ignoramos su valor inherente. La situación no puede ser tratada de forma seria y significativa aplicando esas nociones para justificar la violencia contra los humanos.

El hecho de que al menos algunos “defensores de animales” que apoyan la violencia, ni siquiera sean veganos, es para dejarnos verdaderamente perplejos. A esas personas les importa tanto los animales que infligen daño a otros humanos que explotan no humanos, pero parece que ellas mismas no pueden dejar de explotar no humanos.

La conclusión es clara. El único medio de que un día podamos tener un impacto significativo en cuanto al problema, es a través de la educación no-violenta. Esta comienza con nuestra conversión en veganos y rechaza la violencia contra los animales en nuestras propias vidas, y se difunde a través de la educación vegana creativa y no-violenta.

Planeo tratar este tema con más profundidad en futuros ensayos, pero quería compartir algunas reflexiones preliminares con ustedes.



2 de agosto de 2007

Una observación acerca de Michael Vick




Los medios han hecho una extraordinaria cobertura del supuesto funcionamiento de peleas de perros patrocinado por Michael Vick, jugador del Atlanta Falcons.

Vick y otros tres hombres fueron acusados por violación de leyes criminales federales, alegando que Vick había patrocinado peleas de perros ilegales, que apostó en las peleas y que permitió actos de crueldad contra los animales en su propiedad.

Los programas televisivos se llenaron de entrevistas realizadas a miembros de las “asociaciones humanitarias”, condenando las peleas de perros y exigiendo que Vick sea condenado, si realmente era culpable. Nike y Reebok suspendieron la venta de sus productos respaldados por Vick.

Por favor, que quede bien claro: pienso que las peleas de perros son una cosa terrible.

Pero debo decir que el caso de Vick está más bien demostrando, de manera dramática, lo que llamo nuestra “esquizofrenia moral” respecto de los animales. Esto es, si una cosa es clara, es que no podemos pensar claramente acerca de nuestras obligaciones morales hacia los animales.

Tan sólo en este país, matamos más de diez mil millones de animales terrestres para comida, anualmente. Los animales que comemos —incluso aquéllos criados supuestamente en forma “humanitaria”— sufren tanto como los perros que son usados en las peleas. No tenemos ninguna “necesidad” de comer carne, lácteos, o huevos. De hecho, esas comidas están cada vez más asociadas a varias enfermedades humanas, y la cría de animales para comida es un desastre medioambiental para el planeta. Nosotros les imponemos dolor, sufrimiento y muerte a esos billones de no humanos sintientes porque disfrutamos al comer sus carnes y los productos que hacemos a partir de ellos.

Hay algo indudablemente bizarro en el hecho de condenar a Michael Vick por usar perros en una forma repugnante de entretenimiento, cuando el 99 por ciento de nosotros también usa animales que son, en todo, tan sintientes como los perros, en otra forma repugnante de entretenimiento que no es más justificable que las peleas de perros: comer animales y productos de origen animal.

Hay algo indudablemente bizarro en el hecho de que muchos “amantes de los animales” coman carnes que portan la etiqueta “Certified Humane Raised and Handledrespaldada por The Humane Society of the United States (HSUS), mientras la HSUS nos dice lo malo que es Michael Vick.

HSUS y PeTA están exigiendo que Vick sea suspendido de la liga de fútbol NFL. Hasta donde sé, ninguna organización exigió que Michael Jordan sea suspendido de la liga de la NBA por haber promovido las salchichas Ball Park Franks.

Hay algo indudablemente bizarro en el hecho de que Reebok y Nike, que usan cuero para fabricar zapatos, suspendan los productos respaldados por Vick. Esas empresas no van a permitir que un tipo que supuestamente tortura perros, respalde productos que contienen vacas torturadas.

En mi libro «Introducción a los Derechos Animales» presenté a Simón el sádico, a quien le daba placer torturar perros quemándolos con un soplete. Todos consideraríamos monstruosa tal conducta porque todos concordamos en que está mal infligir sufrimiento “innecesario” a los animales. Y el placer, el entretenimiento, y la conveniencia no pueden encuadrarse dentro del requisito de la “necesidad”.

Pero entonces yo hice la siguiente pregunta: ¿en qué somos diferentes de Simón, los que comemos carne y productos animales? Él disfruta quemando perros con un soplete, nosotros disfrutamos el sabor de la carne y los productos animales. Pero tanto nosotros como Simón matamos a seres sintientes —aunque podamos pagar a otros para hacer el trabajo sucio— porque eso nos permite obtener placer.

De acuerdo a los informes, las autoridades retiraron de la propiedad de Vick un “soporte para violación” usado para sujetar a los perras para cruzarlas. Y “soportes de violación” son también usados para sujetar a las vacas para la inseminación. Cuando se trata de una perra, quedamos perturbados; cuando se trata de una vaca, lo ignoramos.

Michael Vick puede disfrutar mirando peleas de perros; alguien más puede encontrar eso repulsivo pero no ve nada malo en el hecho de comer un animal que ha tenido una vida tan llena de dolor y sufrimiento como las vidas de los perros de pelea. Es extraño que consideremos a la segunda persona diferente de la primera, o incluso superior a ella. La gente que grita en torno a la arena de pelea, ¿en qué es diferente del grupo que ríe alrededor de la parrillada veraniega?

Todos nosotros somos Simón. Todos nosotros somos Michael Vick.

Háganse veganos.


¿El heterosexismo es diferente?



Desde que inauguramos la nueva página de Intenet he recibido docenas de preguntas diarias. Desafortunadamente, no me es posible contestarlas a todas en forma personalizada, pero de verdad aprecio el interés que tienen en el enfoque abolicionista.

Sin embargo, hay algunas preguntas que me siento obligado a responder, porque van directamente al encuentro de la filosofía que estoy tratando de difundir.

La semana pasada, alguien escribió lo siguiente:

“Entiendo que el especismo es problemático porque es como el racismo y el sexismo, dado que atribuye un valor negativo a la especie, del mismo modo que el racismo atribuye un valor negativo a la raza o el sexismo atribuye un valor negativo al hecho de ser una mujer. Pero usted también equipara frecuentemente el especismo con el heterosexismo, y yo pienso que hay una diferencia aquí, porque, al contrario de la raza o el sexo, que no tienen valor moral inherente, las relaciones sexuales entre los miembros del mismo sexo pueden ser consideradas inmorales porque tal conducta no es natural.”

No es la primera vez que escuché expresar esta posición, y quiero comentarla y explicar por qué pienso que el heterosexismo no puede ser distinguido del racismo o del sexismo.

Primero, aquéllos que defienden el racismo o el sexismo afirman que hay diferencias naturales entre los blancos y las personas de color, o entre los hombres y las mujeres, que justifican un tratamiento discriminatorio y que tornan «antinatural» la igualdad de las razas o de los sexos.

Esto es, los racistas y los sexistas no consideran que sus puntos de vista sean arbitrarios; más bien ellos ven sus opiniones preservadas por un «orden natural», basados en una supuesta superioridad empírica de los blancos o una superioridad de los hombres.

Segundo, el heterosexismo es similar al racismo y al sexismo porque excluye a los gays y a las lesbianas de la comunidad moral, basado en una orientación sexual que es considerada como “antinatural” por los heterosexuales, quienes ven la heterosexualidad como una orientación sexual superior.

Hay algunos que afirman que ser gay o lesbiana es «antinatural» porque tales relaciones no pueden resultar en el nacimiento de hijos. Hay muchas maneras para las parejas de gays y de lesbianas de tornarse padres y madres. De igual forma, hay muchas parejas de heterosexuales que, para poder ser padres y madres, se valen de tecnologías reproductivas, de la adopción o del embarazo sustitutivo. Más aún, hay muchos heterosexuales que no pueden tener hijos o eligen no tenerlos. ¿Hay algo «antinatural» en el hecho de que ellos se relacionen a pesar de esta limitación o de esta elección?

Es notable que, incluso hoy en día, todavía escuchemos aquella vieja historia del «reclutamiento» —la afirmación de que los gays y las lesbianas son más propensos a imponer su orientación a otras personas, particularmente a los chicos. Esta afirmación no tiene ningún fundamento empírico; en realidad, lo que ocurre es lo contrario. No puedo recordar, de mis tiempos de estudiante, ninguna instancia en que un profesor gay o profesora lesbiana se haya acostado con un estudiante, pero me acuerdo de varias instancias en las cuales los profesores heterosexuales del sexo masculino tuvieron una conducta absolutamente inaceptable para con las alumnas. En muchos sentidos, el argumento de que los gays y las lesbianas «reclutan» personas jóvenes es análogo al argumento, defendido en un pasado no muy distante, de que los hombres de color realmente «codician» a las mujeres blancas y las tomarán a todas si nosotros no reforzamos la segregación.

Finalmente, hay quienes ven la orientación gay/lesbiana como «antinatural» por razones religiosas. El problema con este punto de vista es que la esclavitud, la opresión de la mujer, y casi todas las otras formas de discriminación, también se apoyan en varias doctrinas religiosas o, por lo menos, en ciertas interpretaciones de esas doctrinas. Recuerden que la Biblia fue usada como una de las fuentes principales para la justificación de la esclavitud humana.

Por lo tanto, mantengo mi opinión de que la discriminación basada en la especie no es diferente del racismo, sexismo, o heterosexismo, pero esto me recuerda cuánto queda aún por hacer para que se desmantelen las profundas estructuras del prejuicio en nuestra sociedad.


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