23 de noviembre de 2013

Derechos Animales, Abolicionismo y Veganismo: En Pocas Palabras






El término "abolicionismo" aplicado al contexto de la ética animal ha perdido en gran medida su sentido porque hay mucha gente que se denomina a sí misma como "abolicionista", incluyendo a quienes quieren que el uso de animales sea abolido, a quienes quieren abolir algún uso pero no todo el uso, y a aquellos que quieren que se acaben los "peores abusos" de la explotación animal pero que no tienen objeción al uso de animales en sí mismo. Por tanto, no hay un significado consensuado sobre aquello que quienes se denominan "abolicionistas" quieren abolir o sobre cómo proponen abolir aquello que quieren abolir. De este modo, la "abolición", en sí misma, no describe ninguna posición particular más de lo que hace el término "derechos animales" el cual se ha convertido en un sinsentido que incluso es usado por los explotadores de animales que dicen defender los "derechos animales".

Este ensayo expone una teoría abolicionista particular, conocida como la teoría abolicionista de los derechos animales, que ha desarrolado una alternativa a la posición desarrollada por el filósofo Peter Singer. Singer adopta una forma de utilitarismo preferencialista, el cual promueve acciones que maximizan la satisfacción de los intereses de aquellos seres que están involucrados o afectados. Él da prioridad a los seres que poseen una conciencia similar a la humana y que pueden planear activamente su futuro. Aunque acepta que que los primates no humanos, los delfines y los elefantes son seres conscientes en ese sentido, expresa duda acerca de los otros animales y considera que la mayoría de animales que explotamos viven en una especie de eterno presente. Ellos tienen un interés en no padecer dolor o sufrimiento, pero no tienen un interés en continuar viviendo o, al menos, no tienen un interés que que provoque que Singer esté de acuerdo en reconocer que no deben ser usados como recursos reemplazables como sí reconoce para los humanos y no-humanos "normales" que poseen una conciencia similar a la humana.

Singer se centra básicamente en el tema del trato en lugar del uso y defiende la reforma del bienestar animal. Por ejemplo, en 2005 lideró una iniciativa, a la que se unieron la mayoría de las grandes organizaciones animalistas, incluyendo The Humane Society of the United States, People for the Ethical Treatment of Animals, Farm Sanctuary, Mercy For Animals, Vegan Outreach, and Compassion Over Killing, para pedir públicamente a la cadena de supermercados Whole Foods para que adoptara lo que se podría denominar como un programa de "explotación feliz". Singer podría ser señalado como la figura primaria del movimiento de la "explotación feliz" que promueve el consumo "compasivo" de la carne y otros productos animales con un "bienestar alto", así como la promoción de las reformas bienestaristas, como los asuntos propios del animalismo. Este movimiento por la explotación "feliz" es ahora la facción dominante en el moderno movimiento animalista en toda América, Europa Occidental, Australia y Nueva Zelanda.

El enfoque abolicionista rechaza el enfoque de Singer, e incorpora la posición deontologista que es característica de la filosofía de los derechos, como la de Tom Regan, pero que posee elementos propios y singulares:

I.

Primero, el enfoque abolicionista rechaza el uso de animales. La base doctrinal para este rechazo es el hecho de que todos los humanos, sin importar sus características particulares, tienen el derecho fundamental y pre-legal de no ser tratados exclusivamente como recursos para otros. Éste es el derecho que rige la exclusión de la esclavitud de seres humanos. Poseer un valor moral implica el rechazo del estatus que es la propiedad esclavista que permite que la vida y los intereses fundamentales de un ser humano sean ignorados en favor de los de su propietario esclavista.

No podemos justificar el rechazo a extender ese derecho a los no-humanos a menos que arbitrariamente declaremos que los animales no tienen valor moral, lo cual es una posición que la mayoría de la gente rechaza. Por tanto, si los animales importan moralmente, no podemos tratarlos exclusivamente como recursos y debemos reconocer que el derecho a no ser propiedad excluye toda nuestra explotación institucionalizada sobre los animales. Los abolicionistas —de acuerdo a mi uso del término— rechazan la domesticación y defienden que los no-humanos no deben ser traídos a la existencia para el uso de los humanos, sin importan cuán "humanitario" sea.

Hay otra manera en la que podemos llegar prácticamente a la misma conclusión pero sin invocar la noción de derechos. Todos poseemos la intuición moral de que no debemos imponer innecesariamente sufrimiento y muerte sobre seres sintientes; que en condiciones iguales, el hecho de que un acto cause o resulte en sufrimiento de un ser sintiente es algo que va en contra de considerar que ese acto es moral. Hay, por supuesto, un gran desacuerdo cuando se trata de esclarecer lo que significa necesidad aquí, pero por lo general estamos de acuerdo en que no podemos señalar el placer, la diversión, o la conveniencia como algo que implice necesidad o una buena razón. Esto por esto que la mayoría de nosotros nos oponemos, por ejemplo, a las peleas de perros o las corridas de toros, o los vídeos de "aplastamiento", que pretenden erotizar el aplastamiento de animales pequeños mediante el pie de una mujer.

La perspectiva abolicionista es que casi todo el uso de animales se lleva a cabo sólo por placer, diversión o conveniencia. El uso animal más significativo en términos numéricos y por importancia cultural, es el uso de animales para comida. Matamos anualmente a 58 mil millones de animales terrestres, y un número indeterminado, aunque no menor, de animales acuáticos para comida. Comer animales se ha justificado tradicionalmente, al menos en parte, apelando a la salud humana y su correcta nutrición. Estos motivos, sin embargo, se han visto rebatidos y hoy en día está reconocido oficialmente que una dieta vegana es apta para nuestra salud. Incluso un número creciente de profesionales de la salud señalan que comer animales es perjudicial para la salud humana. Y no hay controversia respecto del hecho que la ganadería es un desastre ecológico. La mejor justificación para el abrumador sufrimiento y las muertes que conlleva el uso de animales para comida es que saben bien, estamos acostumbrados a comer animales, y resulta conveniente. Así, el 99% del uso de animales es claramente frívolo y contraviene el principio moral fundamental que decimos asumir.

El único uso de animales que no es evidentemente frívolo, y que requiere un análisis basado en derechos, se refiere al uso de animales para curar enfermedades humanas. Pero, dejando a un lado el hecho de que hay objeciones serias acerca de los beneficios de la salud humana que supuestamente se han conseguido gracias a la vivisección, no podemos justificar moralmente que usemos animales en experimentos cuando no podemos justificar usar a los humanos de la misma manera. Consideramos que los humanos tienen el derecho fundamental de no ser usados exclusivamente como recursos. No podemos justificar que no extendamos el mismo derechos a los no-humanos.

II.

Segundo; un corolario del rechazo al uso de animales es que los abolicionistas no apoyan campañas para la reforma del uso de animales. Esto es, los abolicionistas no apoyan campañas de bienestar animal que supuestamente mejoran el trato hacia los animales que son explotados.

Como cuestión teórica, si la explotación animal no puede ser justificada moralmente, entonces no debemos apoyar campañas que, supuestamente, hacen que la explotación sea más "humanitaria".

Como cuestión práctica, la reforma del bienestar animal no funciona debido al estatus de los animales como propiedad. Cuesta dinero proteger los intereses de los animales y sólo protegemos los intereses de los animales cuando nos reporta un beneficio, que casi siempre suele ser económico. El estatus de propiedad de los animales tiene el efecto de limitar de manera estructural los beneficios que la reforma podría proporcionar a los animales y la mayoría de reformas no hacen otra cosa más que modificar prácticas de manera que, por ejemplo, incrementando los gastos de acondicionamiento se reduzcan los gastos de veterinaria y esto tenga como efecto que se mejore la eficiencia de la producción para los explotadores institucionales. Incluso en situaciones en las que los costes de producción se incrementan, este incremento raramente exceda la elasticidad de la demanda en el mercado y el mercado de productos animales no es afectado negativamente. La reforma bienestarista, por tanto, no hace nada por erradicar el estatus de propiedad de los animales. Más aún, las medidas de bienestar animal consiguen que el público se sienta mejor acerca de la explotación animal y esto motiva a continuar con el uso de animales.

El enfoque abolicionista de los derechos animales, además de rechazar las campañas reformistas del bienestar animal, rechaza las campañas monotemáticas que buscan prohibir determinados usos de animales más que reformar los estándares de la explotación. Por ejemplo, los abolicionistas no promueven campañas contra las pieles o contra el foie-gras. Este tipo de campañas conlleva la idea de que ciertas formas de explotación son peores que otras y —en una cultura que considera que el uso de animales es moralmente aceptable como cuestión general— que aquellas que no son denunciadas sean vistas como moralmente más aceptables. Así la piel es vista como mala; el cuero y la lana son vistas como alternativas más aceptables. El foie-gras es visto como algo malo; los otros productos alimenticios de origen animal son vistos como mejores y más aceptables. Más aún, en tanto que la gente siga pensando que comer animales es moralmente aceptable, por lo general no asumirán que haya que rechazar determinados usos de animales. Las campañas monotemáticas contra la piel y determinados productos animales [foie-gras, carne de ternera,...] han existido durante décadas y resulta que esos productos actualmente tienen una demanda muy alta.

III.

Tercero; el enfoque abolicionista reconoce el veganismo como una base moral y mantiene que no podemos trazar una distinción consistente entre la carne y los demás productos de la explotación animal, como los lácteos, los huevos, así como entre los productos alimenticios y los productos de vestimenta u otros fines. Si los animales importan moralmente, no podemos justificar el comerlos, usarlos para vestimenta o utilizarlos en general. Quienes se consideran abolicionistas no pueden consumir productos de la explotación animal de la misma manera que un abolicionista de la esclavitud no puede poseer esclavos humanos. El enfoque abolicionista ve el veganismo como la única respuesta racional a la idea de que los animales tienen un valor moral. Esto es, si los animales tienen un valor moral y no son cosas que existen como recursos para los humanos, como medios para los fines humanos, entonces no podemos justificar comerlos, usarlos para vestimenta, o utilizarlos en general.

El enfoque abolicionista ve el problema de la explotación animal primeramente como una cuestión relacionada con la demanda y no con la oferta. Esto es, el problema no es que haya explotadores legales que proporcionan productos animales al público en general; el problema es que la gente demande esos productos. Los bienestaristas ven la solución primeramente —y algunos de forma exclusiva— en conseguir que la explotación sea más "humanitaria" mejorando las regulaciones sobre el trato a los animales. Los abolicionistas entienden que la solución pasa en primer lugar por reducir la demanda consiguiendo que la gente asuma que la explotación animal no puede ser moralmente justificada y en consecuencia adopten el veganismo.

Como forma de activismo, un abolicionista debe implicarse en la educación vegana creativa y no-violenta, que puede adoptar tantas formas como la imaginación pueda concebir. Distribuir comida vegana y repatir folletos en las calles, dar charlas en centros educativos, organizar manifestaciones pacíficas, educar a la familia y amigos acerca de la explotación animal y el veganismo, son cosas que pueden ayudar a fomentar el veganismo como la posición obligada para todos a los que les importan los animales.

IV.

Cuarto; una parte importante del enfoque abolicionista es que liga el estatus moral de los no-humanos a la sola sintiencia y a ninguna característica cognitiva. La sintiencia es la conciencia subjetiva; alguien que percibe y experimenta el mundo. Un ser sintiente tiene intereses; esto es, preferencias, intenciones y deseos. Si un ser es sintiente, entonces éste es el único requisito necesario y suficiente para que ese ser tenga el derecho a no ser usado como medio para fines humanos, lo cual, correlativamente, impone que tenemos la obligación moral de no usar a ese ser como recurso. No es una cuestión de utilizar "humanitariamente" a ese animal. Aunque menos sufrimiento fuera mejor que más sufrimiento, ningún uso puede ser moralmente justificado.

Aunque Singer se centra en la sintiencia como requisito necesario y suficiente para la consideración moral, él no cree que la sola sintiencia sea suficiente para apoyar la presunción en contra de su uso como recurso reemplazable, la cual sí aplica a todos los humanos "normales". Esto es, debido a que los humanos son conscientes de sí mismos y tienen una previsión de futuro, es una tragedia que sean matados y Singer considera que deben ser protegidos con un cierto "derecho a la vida". Aunque Singer cree que los primates no humanos, los delfines, y los elefantes son similares a los humanos en lo que respecta a su nivel de conciencia, hay dudas sobre los otros animales y esto conduce a Singer a rechazar la noción de veganismo como un principio moral. Singer se describe a sí mismo como un "flexitariano", y defiende que se puede ser un "omnívoro consciente" como una "posición ética defendible" y señala que ser un vegano coherente es algo "fanático".

El enfoque abolicionista rechaza esa postura y mantiene que cualquier ser que es sintiente es un ser consciente en lo que se refiere al hecho de tener un interés en continuar existiendo, y que los humanos tenemos la obligación de no tratar a ese ser exclusivamente como un recurso, independientemente de cuán "humanitario" fuera el trato. Ninguna otra característica cognitiva más allá de la sintiencia es necesaria, y la posición de Singer de que sólo aquéllos con una conciencia parecida a la humana tienen un interés moralmente relevante en continuar existiendo es especista.

V.

Quinto, el enfoque abolicionista de los derechos animales rechaza el especismo porque, al igual que el racismo, el sexismo, el heterosexismo, y el clasismo, se basa en un criterio irrelevante [la especie] para despreciar y discriminar los intereses de unos seres sintientes. La oposición al especismo tiene sentido sólo como parte de una posición general en contra de todas las formas injustas de discriminación. Esto es, no podemos oponernos al especismo y decir que como activistas no tenemos una posición sobre las otras formas similares de discriminación. No podemos decir que rechazamos la especie como un criterio moralmente objetable para discriminar y despreciar los intereses de los no-humanos pero que no tenemos una posición sobre que la raza, el sexo, la orientación sexual sean criterios moralmente objetables cuando se trata de discriminar y despreciar los intereses humanos. Nuestra oposición al especismo requiere que nos opongamos a toda esa discriminación.

VI.

Sexto; el enfoque abolicionista incorpora el principio de la no-violencia y rechaza la violencia como un medio para conseguir justicia por los animales. El enfoque abolicionista ve el problema de la explotación animal como un problema de violencia y no ve la violencia como una solución al problema. Más aún, el enfoque abolicionista reconoce que cualquier activismo violento contra los explotadores institucionalizados es inevitablemente arbitrario en tanto que los consumidores de explotación animal no son diferentes a ellos.

20 de noviembre de 2013

Algunas reflexiones sobre Melissa Bachman y el león



Melissa Bachman, que es la presentadora de un programa de caza llamado Deadly Passion [Pasión Mortal], anunció el pasado 1 de noviembre en su página de Facebook que había matado a un león en Sudáfrica y publicó esta foto:



La respuesta fue extraordinaria. Según un reportaje: "Bachman se encontró recibiendo deseos de muerte e insultos obscenos así como críticas en Twitter, Yotube y otras redes sociales que la condenaban por sus jactanciosas escapadas de caza." Según otro reportaje: "Más de 250.000 personas han firmado una petición pidiendo a Sudáfrica que deniegue en el futuro la entrada de Melissa Bachman, una cazadora cuya foto posando sonriente junto a un león muerto ha provocado una considerable indignación."

Y, lo cual no sorprende a nadie, las grandes corporaciones bienestaristas están acelerando para crear una campaña de recaudación que incluye una petición para incluir a los leones como especie protegida según el Acta de Especies en Peligro en los Estados Unidos de América.

Yo publiqué una nota sobre esto en mi página de Facebook pero tuve que borrar los comentarios y cerrar la publicación debido a los comentarios violentos y horriblemente misóginos que se hicieron.

La gente está enfadada porque Bachman mató a un león innecesariamente. No había necesidad ni compulsión en ella para hacerlo. Ella no mató al león en defensa propia. Ella mató al león porque disfruta matando animales.

Y muchos de nosotros pensamos que eso es terrible; no creemos que debamos hacer sufrir y morir a los animales sólo porque obtengamos placer de ello.

¿O sí lo creemos?

Matamos y comemos a 56.000 millones de animales terrestes sin contar a los marinos. No hay necesidad ni compulsión. No necesitamos comer animales para tener una salud óptima y la ganadería es un desastre medioambiental.

La mejor justificación que tenemos para imponer sufrimiento y muerte a billones de animales, muchos de los cuales han tenido vidas más espantosas que la que tuvo el león que mató Bachmann, es que saben bien.

¿Por tanto qué es exactamente lo que distingue a quienes consumen animales de Bachman?

Se trata de una cuestión retórica: no hay distinción moral coherente entre ella y nosotros si consumimos animales. El hecho de que Bachmann mate "especies singulares" y que nosotros matemos pollos, cerdos, vacas y peces es completamente irrelevante.

El asunto Bachman no es diferente de la esquizofrencia moral que presenciamos en los casos de Michael Vick, Mitt Romney y Kisha Curtis.

El lado positivo es que cada vez que aparece uno de estos casos nos reafirmamos en nuestra creencia basada en la intuición moral de que es moralmente erróneo imponer sufrimiento o muerte a los animales sin una buena razón. Irónicamente, ya contamos con todo lo necesario para rechazar la explotación animal. Es sólo cuestión de darnos cuenta de que no hay una diferencia moralmente relevante entre disparar a un león por diversión y comer un filete porque te da placer. En ambos casos, hemos destruido una vida sin una buena razón.

Esperemos que estos episodios de esquizofrenia moral aporten la luz necesaria para que al menos algunos tomen la decisión de aplicar su moral a lo que introducen por su boca y se hagan veganos.

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