31 de enero de 2007

Esclareciendo el significado de un derecho




Hay mucha confusión acerca del concepto de derechos. Con frecuencia no somos claros acerca de a qué nos estamos refiriendo cuando hablamos de derechos humanos. Esta confusion y la falta de claridad es aún más pronunciada cuando hablamos de “derechos animales” porque algunos usan el término para describir cualquier regulación bienestarista, y otros, como yo, lo usan como sinónimo de abolición de la explotación animal.

No hay una prueba mayor de confusión entre los defensores de los animales que el hecho de que Peter Singer, el “padre del movimiento por los derechos animales”, ¡no cree en los derechos para humanos o no humanos!

El concepto de derechos ha generado ciertamente muchísima discusión filosófica y debate.

Pero podemos pasar por alto todo esto y clarificar la noción de un derecho con la finalidad de entender algunos aspectos básicos del concepto.

¿Qué es un derecho?

Un derecho es simplemente un medio de proteger un interés.

Un interés es algo que queremos, deseamos, o preferimos. Todos nosotros tenemos intereses. Compartimos algunos intereses en común. Por ejemplo, todos tenemos interés en la comida y la atención médica. Algunos intereses son más peculiares para el individuo en particular. No tengo absolutamente ningún interés en jugar golf; muchas personas se apasionan por el golf.

Con respecto a cualquier interés, hay básicamente sólo 2 medios de proteger ese interés:
1. Podemos proteger ese interés sólo hasta el punto en que hacerlo así produce consecuencias deseables como cuestión general. 
2. Podemos proteger ese interés a pesar de si produce consecuencias deseables como cuestión general.
Este segundo modo de proteger un interés es lo que un derecho es.

Veamos un ejemplo:

Tengo un interés en mi libertad. Podemos proteger ese interés de forma consecuencialista, esto es, podemos elegir proteger ese interés sólo hasta el punto en que hacerlo así produce un buen resultado.

Pero, ¿qué sucedería si soy una persona políticamente impopular, cuyas opiniones y puntos de vista son perturbadoras para otros que estarían mucho más felices si estuviera en prisión y no se me permitiera expresar mis opiniones?

Si mi interés en mi libertad es protegido sólo hasta el punto de que, en el balance, mi libertad es un beneficio y no un perjuicio general, entonces, dependiendo del peso que se acuerde a los intereses competentes, puedo muy bien ser encarcelado.

Por otro lado, podemos proteger mi interés en la libertad aún si mis puntos de vista políticos ofenden a otros. Si protegemos el interés de este modo, podemos decir que tengo un derecho a la libertad. Lo que simplemente es otra manera de decir que mi interés en mi libertad será protegido aún si mi encarcelamiento tuviera consecuencias beneficiosas para otros.

Esto no significa, sin embargo, que mi derecho a la libertad sea absoluto. Si comento un crimen y soy encontrado culpable más allá de una duda razonable por un jurado, entonces puedo ser privado de mi libertad. Pero esto es porque hice algo para perder mi interés en mi libertad.

Veamos otro ejemplo: mi interés en mi vida.

Ciertamente tengo un interés en mi vida. Verdaderamente, podría decir que para la mayor parte de nosotros, nuestro interés en nuestra vida es probablemente más fuerte que nuestro interés en no sufrir. Después de todo, muchos humanos se someten a procedimientos médicos dolorosos para ser curados de enfermedades que amenazan la vida.

Nuevamente, podemos proteger este interés de forma consecuencialista y, por ejemplo, pueden usarme y matarme como sujeto sin mi consentimiento, en un experimento biomédico, si éste producirá datos que salvarán a muchos otros humanos. O pueden matarme para tomar mis órganos para transplantárselos a otros, salvando así múltiples vidas al tomar la mía.

Alternativamente, pueden proteger mi interés en mi vida aún si mi muerte fuera en beneficio de otros a través de mi servicio como un sujeto de experimentación sin consentimiento, o donante. En este caso, podríamos decir que tenía un derecho a vivir, el cual es simplemente otra manera de decir que mi interés en mi vida estará protegido aun cuando consecuencias beneficiosas puedan suceder si mi interés no fuera protegido.

El derecho a la vida no es absoluto. Si, por ejemplo, Joe me ataca con fuerza mortal, sin provocación, me está permitido defenderme a mí mismo y tomar su vida si es necesario. En tal situación, no pensamos que el interés de Joe en su vida debería ser protegido debido a la acción que intentó. Pero no pasamos por encima su interés simplemente porque hacerlo así tendría buenas consecuencias.

Un derecho es como una pared que cerca un interés. Sobre esa pared hay una señal que reza: «No puedes traspasar este límite sólo porque será beneficioso para ti o para otros hacerlo.»

Un derecho especial: el derecho de no ser la propiedad de otros

Cuando la gente discute sobre derechos humanos, lo que realmente discute es qué intereses humanos deberían ser protegidos independientemente de las consecuencias. Y hay ciertamente mucho desacuerdo acerca de qué intereses deberían recibir esa clase de protección.

Sin embargo, hay un interés acerca del cual la mayoría de la gente no deja de concordar: nuestro interés en no ser un recurso, o propiedad, o esclavo, de otro. Esto no significa que la esclavitud humana ya no exista más; existe. Pero ninguno la defiende como sí defienden otras formas de discriminación y explotación. Consideramos a cada humano como un ser que tiene derecho a no ser un esclavo. Verdaderamente, la prohibición contra la esclavitud humana es uno de los pocos derechos morales reconocidos por la comunidad internacional.

¿Por qué? ¿Por qué consideramos a la esclavitud humana como una cosa particularmente mala?

La respuesta es porque los esclavos no tienen ningún derecho real. Cualquier protección que los esclavos reciben de sus intereses es sólo consecuencialista. Esto es, protegemos sus derechos sólo hasta el punto en que beneficia a alguien más —usualmente el dueño del esclavo— el hacerlo. La esclavitud trata a humanos como seres que tienen sólo valor extrínseco o condicional. La esclavitud deniega que los humanos tengan valor inherente, o valor más allá de su valor como propiedad de otros. Si los humanos tienen cualquier valor moral en modo alguno; si ellos tienen cualquier valor más allá de su valor extrínseco como mercancías valuadas por otros, entonces, cualquiera sean otros derechos que podamos dar a los humanos, debemos darles el derechos básico a no ser la propiedad o los recursos de otros.

El derecho a no ser propiedad no depende de las características individuales. Dejando de lado a la gente como Peter Singer, el resto de nosotros pensamos que un humano incapacitado con una grave deficiencia mental tiene tanto derecho a no ser tratado como sujeto no voluntario en un experimento como lo tiene un genio. Esto es, pensamos que el interés de una persona incapacitada y el del genio en no ser tratado como un recurso, debería ser respetado independientemente de las consecuencias. Después de todo, la persona incapacitada y el genio tienen ambos valor por sí mismos aún si nadie los valora.

El derecho a no ser tratado como propiedad significa simplemente que el interés en no ser tratado como una mercancía debe ser protegido aun si beneficiara a otros el tratar a ciertos humanos como mercancías. Si no protegemos este interés en este modo –—con un derecho— entonces algunos humanos, aquéllos que no valoramos, serán tratados como mercancías y estarán sujetos a ser privados de todos sus derechos fundamentales, incluyendo su interés en continuar su existencia, si hacerlo nos beneficia.

Animales y Propiedad

Los animales no humanos también tienen intereses. Los animales humanos y no humanos son las únicas entidades en el universo que tienen intereses porque son sintientes: tiene una conciencia subjetiva. Hasta donde sabemos, las piedras y las plantas no tiene intereses,

Los nohumanos sintientes, dependiendo de sus especies, tienen intereses de todas clases. Ellos pueden sufrir y ellos tienen interés en no sufrir. Y todos los no humanos sintientes tienen interés en la vida. Tal y como he argumentado en mis escritos, ser sintiente significa tener interés en continuar viviendo. Sentir no es un fin en sí mismo; es un medio para el fin de la continuación de la existencia para ciertos seres que evolucionaron hacia ser sintientes con el objeto de sobrevivir. Decir que un ser es sintiente pero no quiere, prefiere, o desea permanecer vivo es absurdo.

Los animales nohumanos tienen intereses en no ser usados como comida, o para experimentos, vestimenta, recreación, entretenimiento, etc. Estas actividades son sólo posibles porque los animales nohumanos son considerados como propiedad.

Incluso los animales viviendo en la naturaleza son, en la mayoría de los casos, considerados como propiedad del Estado; sujetos a ser reducidos a la condición de propiedad de individuos que los matan en formas y maneras determinadas por ley. Aunque algunos de nosotros tenemos compañeros no humanos a quienes consideramos como miembros de nuestras familias, estos nohumanos son, en lo que a la ley concierne, nada más que cosas que poseemos. Aunque hay algunos límites sobre cómo tratamos a nuestra propiedad animal, no hay muchos.

Las leyes de bienestar animal no pueden ser consideradas como leyes que otorguen derechos a los nohumanos. Estas leyes proveen sólo protección consecuencialista. Estos es, protegemos los intereses de otros animales sólo hasta el punto en que adjuntamos a aquellos intereses un valor para nosotros.

Requerimos que un nohumano sea aturdido eléctricamente antes de que lo maten en un matadero. No protegemos el interés del animal en ser aturdido antes de ser asesinado porque esto sea en su interés; sino que lo protegemos porque es en nuestro interés. Un animal que es aturdido causará menos lesiones a los trabajadores y tendrá menos daño en el cadáver, de manera tal que mantendrá a la industria de la carne funcionando en forma segura, eficiente y lucrativa, de acuerdo a la “visionaria” Temple Grandin.

¿Hay alguna buena razón para no acordar a los no humanos el único derecho que acordamos a todos los humanos independientemente de sus características particulares? Como ya he argumentado, la respuesta es no. El único modo en que discriminamos entre humanos y nohumanos para los propósitos del derecho a no ser tratado como propiedad es participar del especismo.

Para que los animales no humanos puedan ser moralmente significativos —si ellos van a tener un valor más allá de del de meras cosas con valor extrínseco o condicional únicamente— debemos proteger su interés en no ser mercancías/recursos, independientemente del resultado. Esto requiere abolir y no meramente regular la explotación animal, requiere que cuidemos de los animales "domésticos" que tenemos aquí ahora, y requiere que dejemos de traer animales nohumanos a la existencia para nuestro uso.

Conclusión

Resumiendo:

Un derecho es un modo de proteger un interés.

Un derecho es protección no consecuencialista para un interés: esto significa que protegemos dicho interés aun si hubiera consecuencias buenas en un sentido general si no lo hiciéramos.

Si los humanos son incluidos en la comunidad moral, no pueden ser la propiedad de otros. Debemos, entonces, proteger el interés de los humanos en ser tratados como propiedad en un modo no-consecuencialista. Debemos otorgar a cada humano el derecho de no ser tratado como una propiedad de otro.

Similarmente, si los animales no humanos van a  ser miembros de la comunidad moral, debemos promover la protección no-consecuencialista a su interés en no ser usado como recursos.

Esto requiere la abolición de la explotación animal. Esto es lo que quiero decir cuando hablo de “derechos animales.”

Debemos proteger el interés de los nohumanos en no ser tratados como cosas de un modo particular. Esta protección no puede depender de las consecuencias.

Si están interesados en ampliar el debate sobre este tema, deberían ver el vídeo Teoría de los Derechos Animales.

Cubrí gran parte del tema aquí y hay mucho más que podría haber sido dicho. Me referiré a este asunto nuevamente en futuros ensayos en respuesta a los requerimientos y comentarios que tenga de ustedes.



24 de enero de 2007

El Estado del Movimiento




El especismo está mal porque, como el racismo, el sexismo y la homofobia, excluye a seres sensibles de su pertenencia a la comunidad moral, basándose en una característica irrelevante. Raza, sexo, orientación sexual, y especie, son todos irrelevantes frente a la capacidad de ser dañado.

Pero el rechazo del especismo en este asunto implica el rechazo de la discriminación basada en la raza, el sexo, o la orientación sexual. Es inaceptable perpetuar la cosificación de un grupo para beneficio de otro. La cosificación implica tratar al otro, ya sea una mujer, persona de color, homosexual o lesbiana o un no-humano, como un objeto, como algo más bien que como alguien.


Por muchos años, People for the ethical Treatment of Animals [Gente para un Trato ético de los Animales] ha promovido campañas sexistas. Esto comenzó con su campaña “Prefiero andar desnuda que usar pieles” en los tempranos 90’ y ha “progresado” a través de una serie de crecientes y pueriles promociones, culminando en su más reciente "PeTA’s State of the Union Undress" ["Discurso de PeTA sobre el Estado Desnudo de la Nación"], lo que es un récord de grosería, incluso para PeTA.


Y esto dice mucho acerca de una organización que ha puesto lo mejor de sí para reducir el serio tema de la explotación animal a un montón de chistes de vestuario.


Ahora hemos ido a un desnudo femenino total de frente [y rasurado] “por los animales”. Debes primero hacer un clic que significa que eres mayor de 18. Y después de ver a una mujer desnudarse completamente mientras te dice todo acerca de las campañas bienestaristas de PeTA, delineadas para que consumas con “compasión”, ves varios minutos de sangrientas fotos de no-humanos siendo explotados en varios contextos. El vídeo termina con una cita del Dr. Martín Luther King acerca de la justicia. Se trata verdaderamente de múltiples niveles de pornografía.


El más reciente vídeo, aunque más extremo que otros pasados esfuerzos de PeTA al respecto, es problemático por las razones en que todas las campañas misóginas y sexistas de PeTA lo son.


Primero; estas campañas convierten en mercancía a un grupo tradicionalmente en desventaja [las mujeres] como supuestos medios para el fin de ayudar a otro grupo en desventaja: los no-humanos. Pero, ¿qué sentido tiene decir que podríamos tratar instrumentalmente a un grupo para ayudar a otro grupo? No tiene ningún sentido cualquiera sea.


En verdad, alentando al público a ver mujeres como objetos, PeTA simplemente asegura que la gente continuará viendo a los no-humanos como objetos. Ya que continuamos tratando a las mujeres como carne, continuaremos tratando a los no-humanos como carne.


Es imperativo que nos opongamos al tratamiento instrumental de cualquier grupo. Menospreciar y convertir en mercancía a un grupo para el supuesto beneficio de otro es inmoral y contraproducente.


Segundo; uniendo la imaginación sexual con imágenes de violencia hacia los no-humanos, estas campañas intentan erotizar la explotación animal. Vivimos en una cultura en la que la violencia, y particularmente la violencia contra la mujer, es erotizada en variedad de formas. Perpetuar esto, y extenderlo a la explotación de los no-humanos, es profundamente problemático.


Tercero; estas campañas están totalmente destinadas a la promoción de PeTA y no tienen nada que ver con la explotación de los no-humanos. PeTA comenzó su campaña de pieles con desnudos en los tempranos 90’. La industria de la piel está hoy más fuerte que nunca. Ha tenido lugar un dramático incremento en la década pasada en el número de negocios que incluyen pieles y el número de diseñadores que las usan, aunado con una caída significativa en el promedio de edad de los compradores. Un escrutinio de Gallup en el 2004 “encontró que el 63% de los encuestados respondió que la compra y uso de ropa hecha con piel de animales es ‘moralmente aceptable’”. Aunque unos buenos resultados para los no-humanos no justificarían el sexismo, el sexismo no produce ningún tipo de buenos resultados para los no-humanos.


Cuarto; estas campañas no harán nada para animar una discusión seria acerca de la explotación de los no-humanos, incluyendo la importancia del veganismo, los problemas con el bienestar animal, el estatuto de propiedad de los no-humanos, el pensamiento especista, etc. Más bien, ellas causarán que cualquier persona pensante que no está aún convencida, rechace el “movimiento” como estúpido, ofensivo e infantil. No es de extrañarse que otros políticos progresistas eviten el “movimiento.”


La idea de que PeTA piense que es apropiado finalizar un video de striptease con una cita de Martín Luther King acerca de la injusticia es una nueva indicación de que PeTA está tratando de trivializar cualquier cosa y a cualquiera en sus intentos implacables por promoverse a sí misma. Quizás PeTA debería recordar que el Dr. King promovió la causa de la justicia a través del intelecto, la tenacidad, la dignidad y el coraje y sin nunca “poner desnudos” para ganar derechos civiles o comprometerse en ningún sensacionalismo y poco elegantes vulgaridades en que se ha convertido el negocio de PeTA.


He criticado el sexismo de PeTA desde el mismo principio de estas campañas en los tempranos 90’. Y cada vez que planteé este tema con varios PeTáfilos, incluyendo Ingrid Newkirk, se me dijo que no había nada malo con estas campañas porque la mujer involucrada participó voluntariamente y que es una expresión de feminismo desnudarse “por los animales”. Esp es tan ridículo como decir que los actores afro-americanos que perpetuaron los estereotipos racistas en las comedias carinegras en los 20’ y 30’ ayudaron a la igualdad racial. El hecho de que esta explotación sea “con la aprobación de la víctima” no significa que no haya explotación. Solo significa que el sexismo es tan penetrante en nuestra sociedad que muchas mujeres están cegadas para verlo. Lo que no es sorprendente.


Aquellos de ustedes que consideran a PeTA como “radical” necesitan repensar su comprensión de este término. Ser “radical” implica ir a las raíces o a las fuentes. Una solución radical es una que va a la raíz del problema y propone un cambio radical. Las campañas de PeTA son indistinguibles de los enfoques tradicionales del bienestar animal. El hecho de que PeTA también promueva el sexismo y trate de ofender a quien sea que pueda simplemente para alcanzar la atención de los medios no la hace “radical”. PeTA no está actuando para cambiar el paradigma prevaleciente de la jerarquía y la opresión especista: está reforzando ese paradigma.


PeTA puede haber comenzado como una organización de mérito, pero se ha convertido en un fin en sí misma y explota a los no-humanos como simples “soportes” en una infinita serie de auto-promociones que han convertido a PeTA en una organización multimillonaria que abandonó cualquier demanda para ser abolicionista en cualquier sentido serio. PeTA está obstruyendo, y no ayudando, a la causa de los derechos animales. Si eres uno de los que apoyan a PeTA, deberías pensar acerca de si continuar o no ese apoyo.


Pero por otra parte, si el hecho de que PeTA esté dando un premio a la “visionaria” diseñadora de mataderos y explotadora de animales Temple Grandin, o la posición de PeTA de que los derechos animales significa animales muertos, no hizo que llegues a la conclusión de que Newkirk y sus amigos han errado tanto el camino como para haberlo perdido totalmente, entonces tal vez un streaptease completo y frontal actuado por una mujer exaltando las virtudes del bienestar animal yuxtapuesto con escenas de explotación animal y finalizando con el Dr. Martin Luther King tampoco te molestará.




17 de enero de 2007

Abolición y Reforma Progresiva



En respuesta a mi ensayo anterior sobre veganismo, varios activistas me escribieron solicitándome que argumente acerca de qué otros modos de reforma progresiva —aparte de tornarnos veganos— son consistentes con la posición abolicionista.

Este ensayo es una respuesta inicial para esos pedidos y continuaré el tema de vez en cuando, con ulteriores ensayos sobre estrategias para una reforma progresiva.

Déjenme decir, como una cuestión preliminar: nuestra decisión personal de abrazar el veganismo es el cambio progresivo más importante que podemos hacer. El veganismo es la forma más importante de activismo. Y es algo que está dentro de las posibilidades de cada uno poder hacerlo. Ahora.

Por mucho tiempo, el movimiento animalista ha tratado al veganismo en sí mismo como “extremista”, y ha promovido el mito de que los productos de origen animal puede ser obtenidos en una forma “humanitaria” y de que podemos ser moralmente “omnívoros conscientes.” Durante mucho tiempo, el movimiento ha caracterizado el veganismo estricto como “fanático.”

Si el movimiento animalista es aún algo más que un sector compasivo para elitistas adinerados que compran su “carne feliz”, huevos de gallinas libres de jaulas en batería, y productos lácteos orgánicos de lugares como Whole Foods, o un movimiento que promueve como “visionaria” a las medidas diseñadas para mantener a la industria de la carne funcionando “sin riesgos, con eficiencia y lucrativamente”, el veganismo debe ser situado en el frente y centro como línea de base del movimiento.

Hay una diferencia cualitativa entre la posición de los derechos animales y la posición del bienestar animal. La primera considera al veganismo como su línea de base moral; la última no lo hace.

El veganismo es la aplicación del principio abolicionista a la vida del individuo. No es una opción; es esencial. Es extremadamente dificultoso —quizás imposible— no ser cómplices de la explotación animal al menos indirectamente, como consumidores, en una sociedad sostenida por la explotación animal, pero podemos sin embargo dejar en claro que si no eres vegano, ciertamente eres un explotador de animales. Es así de simple.

Educación Vegana

Además de nuestra decisión individual de adherir al veganismo, hay ciertamente otras formas de cambio progresivo que podemos perseguir. Argumento sobre ellas en mi libro del año 1996: Lluvia Sin Truenos

Así como la decisión de convertirse en vegano/a es la manera más importante de cambio progresivo que podemos hacer en el terreno personal, educar a otros acerca del veganismo es la forma más importante de cambio progresivo activista en el terreno social. Es ciertamente una forma más significativa de cambio progresivo que hacer campañas por jaulas más grandes o promover a los vendedores de carne “feliz”. Cada persona que educamos es alguien cuya vida personal podemos afectar en modos significativos. Cada persona que adhiere al veganismo representa una reducción de la demanda de los productos animales y otra adición a la base que puede servir como la fundación de un real movimiento social y político y un alejamiento del movimiento bienestarista inefectivo, contraproducente y conservador que actualmente existe.

Aquí hay algunos ejemplos —y solo unos pocos— de cosas que puedes hacer:
• Distribuye literatura sobre veganismo en lugares donde se reúna un gran número de personas. Hay grupos de base que se centran casi exclusivamente en la distribución de literatura sobre veganismo y la abolición de la explotación animal entre el público. Algunos de estos grupos producen su propio material.
• Emplaza semanalmente un puesto de comida vegana en un mercado local, o realiza un festival comunitario, tal como un festival. Mucha gente jamás probó la comida vegana. Preséntasela como algo sabroso. Despáchala con literatura agregada a la positiva experiencia de comerla.
• Ofrece presentaciones sobre veganismo en el local de tu colegio secundario (básico y polimodal), o en la comunidad colegial, o en la universidad.
• Ayuda a los estudiantes a formar organizaciones de defensa del veganismo para que ellos puedan conseguir opciones de comida vegana en sus colegios, haciendo así crecer la conciencia acerca del veganismo como una cuestión general.
Si tienes una tarde por semana para dar a las cuestiones de animales, ocupar tu tiempo en estos tipos de actividades educativas será mucho más productivo que pasar tu tiempo trabajando por jaulas en batería más grandes u otra regulación bienestarista.

Hay algunas otras cosas que puedes hacer para educar. En futuros ensayos exploraré diferentes tipos de educación abolicionista. Enfatizo que ésta es una respuesta inicial.

Campañas que apuntan a usos animales específicos.

¿Y qué acerca de las campañas —legislativas o de otro tipo— para alcanzar prácticas o usos particulares implicando animales? En Lluvia Sin Truenos argumento que los defensores harán probablemente mejor gastando su tiempo, energía y dinero en el veganismo y la educación vegana.

Realmente no hay suficiente apoyo público para conseguir el tipo de legislación que haría a una real diferencia. Como resultado, los esfuerzos para asegurar legislación invariablemente resultan en leyes que hacen poco más que cambios mínimos que benefician a los explotadores lejos de ayudar a los animales.

En cualquier caso, llegado al punto en que los defensores quieran dedicarse a campañas concernientes a distintos usos o prácticas, deberían buscar la reducción progresiva del estatus de propiedad sobre los animales. Esto es, las regulaciones del bienestar animal generalmente requieren sólo que los humanos exploten a los no-humanos en un modo eficiente. Es teóricamente posible reducir el estatuto de propiedad de los animales en un modo progresivo a través de medidas que reflejen que los no humanos tienen un valor inherente o intrínseco, y no un valor meramente extrínseco o condicional.

Los defensores que quieran ir en esta dirección —y no estoy defendiéndola como sí estoy fuertemente a favor de la educación vegana/ abolicionista—deberían perseguir prohibiciones —más que regulaciones— de actividades institucionales significativas. Estas prohibiciones deberían estar basadas explícitamente en el valor inherente de los animales, y no en la noción de que la medida será beneficiosa para otros explotadores tanto como para los animales. Este valor inherente debería ser reconocido sin que pueda ser ignorado simplemente porque beneficiará a los humanos. Las campañas por estas prohibiciones no deberían proponerse substituir la actividad por otra forma más “humana” de la misma explotación, y debería siempre estar acompañada con una demanda clara e inequívoca de abolición de todo uso animal.

Un ejemplo de campaña que encajaría en esta descripción: La prohibición de todo uso de animales en circos por la razón de que es inmoral y no puede ser justificada por razones de beneficio económico. Los defensores deberían ser claros acerca de que el uso de los animales en otras formas de entretenimiento o con cualquier otro propósito, incluyendo la comida, es similarmente objetable.

Como opuesto a: Una regulación que requiere que todos los animales en los circos sean tratados “humanamente.”

Otro ejemplo de una campaña que encajaría en esta descripción: Una prohibición en el uso de cualquier animal para un tipo especial de experimento acompañado con el claro reclamo de la abolición de toda forma de experimentación en animales.

Como opuesto a: Una regulación que requiera que el uso de animales en experimentos sea “humano” y controlado por un Comité de Cuidado de los Animales. ["Comité Ético"].

Como cuestión general, el tipo de prohibiciones que representa la erradicación progresiva de la condición de propiedad de los animales será difícil, si no imposible, de conseguir en el tiempo presente, dado que no hay una base políticamente organizada para apoyarlas. Esto puede dar al menos una explicación parcial de por qué casi ninguna de las campañas realizadas por las mayores organizaciones nacionales de animales en los EE.UU. se ajusta a este modelo de prohibición y las pocas que lo hacen sugieren explícita o implícitamente que otras formas de explotación animal pueden ser más aceptables.

Por ejemplo, una campaña para prohibir la caza “con animales cercados” que sugiere que la caza “deportiva” es de alguna manera menos objetable que la caza con animales cercados, sería problemática.

Una campaña contra las pieles que sugiere que hay alguna diferencia entre la piel y otros tipos de ropa hecha con no-humanos es problemática.

Un llamamiento a boicotear la comida de animales marinos de Canadá como parte de una campaña que prohibe la matanza de focas implica que comer animales marinos de Canadá es aceptable si la matanza de focas termina.

Estas campañas pueden implicar prohibiciones más que regulaciones, pero llevan a un mensaje confuso y desconcertante.

En cualquier caso, recalco que como una cuestión de consistencia, tanto doctrinal como de uso eficiente y estratégico de los recursos del movimiento, la manera más efectiva de realizar campañas al momento presente es educar al público acerca del veganismo.

No olviden a los Individuos Animales

El movimiento animalista corporativo –al menos en los EE:UU.- ha puesto al cuidado de los animales individuales –particularmente aquéllos que han sido domesticados para servir a los humanos como “compañía”-, en la parte más baja de la lista y, en algunos casos, no lo incluyen en la lista de ningún modo. 

Aunque hay muchas organizaciones animales con presupuestos multimillonarios, una pequeñísima fracción de estos dólares son destinados al cuidado de los no-humanos actuales.

Verdaderamente, PeTA apoya la matanza de perros y gatos sanos, oponiéndose a los refugios que no matan.

Aunque no debemos traer más no humanos a la existencia, ciertamente debemos cuidar de los no-humanos de cuya existencia somos los causantes.

He tenido defensores de los animales afirmando que proveer de un hogar a perros, gatos u otros animales domésticos, o hacer la tarea de AER, es “bienestarista” porque asume que sabemos lo que es mejor para estos no humanos. Estos defensores alegan que no debemos interferir con estos animales en absoluto si realmente pensamos que son seres moralmente significativos.

Esta posición implica un entendimiento equivocado acerca del significado del bienestar animal. Los bienestaristas difieren sobre lo que constituye un trato adecuado, pero asumen que el problema principal no es que usemos a los animales, sino solamente cómo los tratamos. La idea, examinada en mi ensayo sobre los no-humanos domesticados, de que deberíamos detener la cría de más animales pero que deberíamos cuidar aquellos que están aquí ahora no solo no es bienestarista, sino que es lo opuesto del bienestarismo dado que explícitamente rechaza la noción de que los humanos tengan derecho alguno para continuar usando a los no-humanos para cualquier propósito.

Realmente concuerdo con la observación de que cuidar a no humanos individuales implica nuestro manejo de sus vidas y el tener que decidir acerca de cuáles son sus “mejores intereses”. Esto es, por supuesto, verdad también para los niños humanos. Pero la necesidad de hacer estas decisiones para los no humanos continúa a lo largo de la vida del no-humano. Nunca termina. Esta es la consecuencia de haber forzado a la existencia a criaturas que no pertenecen a nuestro mundo y que no pueden sobrevivir en los suyos propios. Es una razón poderosa de porqué no deberíamos traer más no-humanos domesticados a la existencia, pero no apoya la conclusión de que estar preocupados acerca del bienestar de los individuos es una cuestión de la teoría de bienestar animal.

Cuidar de individuos animales no humanos es una forma en extremo importante de activismo, particularmente cuando está informada por la perspectiva abolicionista. Quiero compartir contigo las historias de dos personas que, desde mi punto de vista, están haciendo una diferencia y contribuyendo más a alcanzar derechos para los animales que lo que jamás podría esperarse que hagan las grandes organizaciones corporativas de bienestar animal.

Nunca dudes de que ir a tu refugio local y adoptar un animal —particularmente uno que probablemente de otra manera no conseguirá un hogar, como el animal más viejo o uno con incapacidad física o problema médico— es una forma vital de activismo por los derechos animales.

Cuando brindas un hogar afectuoso a un sin hogar, y con frecuencia abusado y siempre abandonado animal, cambias el mundo por entero para esa persona no humana. Esto es mejora progresiva.


10 de enero de 2007

Derechos animales y no-humanos domesticados




Un aspecto de mi teoría de los derechos animales, como desarrollé en Introducción a los Derechos Animales y otros lugares, que perturba a algunos defensores de animales, es que si aceptamos la posición de los derechos, deberíamos no traer más a ningún animal domesticado a la existencia. Digo esto no solo en relación a los animales que usamos para comida, experimentos, vestimenta, etc, sino también para nuestros compañeros nohumanos.

Puedo ciertamente entender que si adhieren al enfoque bienestarista, que dice que el uso de los no-humanos es moralmente aceptable mientras se los trate “humanitariamente” y que mira el objetivo como una mejor regulación del uso de animales, rechacen mi posición. 

Pero si ustedes, como yo, ven el principal problema de la explotación animal en el uso de no humanos, independientemente si somos “humanos”, y consideran el objetivo centrado en la abolición de la explotación animal, entonces no es claro para mí porqué esta posición les causaría alguna dificultad. 

La lógica es simple. Tratamos a los animales como nuestra propiedad. Como recursos que podemos usar para nuestro propósito. Traemos billones a la existencia para el único propósito de usarlos y matarlos. Hemos criado estos animales para ser dependientes de nosotros para su supervivencia

La posición central de mi teoría de los derechos es que no tenemos justificación para tratar a los animales como nuestra propiedad, así como no teníamos justificación para tratar a otros humanos como esclavos. Hemos abolido la esclavitud del vasallo humano en la mayor parte del mundo; similarmente deberíamos abolir la esclavitud animal.

¿Pero qué significa esto en el contexto de los no humanos? ¿Deberíamos “liberar” a los animales y dejarlos deambular libremente por las calles? No, por supuesto que no. Eso sería tan irresponsable como permitir a niños pequeños deambular por ahí. Ciertamente debemos cuidar a aquellos no humanos a quienes hemos ya traído a la existencia, pero deberíamos deterner la llegada de otros. No tenemos justificación para usar a los no humanos –no importa cuán “humanamente” los tratemos.

Hay dos objeciones que escuché en relación con este punto de vista.

Primero, está la preocupación de que perderemos “diversidad” si no tenemos más a estos animales no domesticados.

Aún si proseguir la domesticación fuese necesario para la biodiversidad, esto no significaría que fuese moralmente aceptable. No tenemos, sin embargo, que tratar este tema. No hay nada “natural” respecto de los animales domesticados. Son criaturas que hemos criado a través de la cría selectiva y el confinamiento. En la medida en que tienen parientes no domesticados viviendo en la naturaleza, deberíamos ciertamente buscar la protección de aquellos no humanos primero y sobre todo por su propio beneficio, y en segundo lugar para los propósitos de la diversidad biológica. Pero nuestra protección de los no humanos domesticados que existen en el presente no es necesaria para ningún tipo de diversidad biológica.

Segundo, y más frecuentemente, los defensores de animales expresan una dificultad con mi punto de vista acerca de la domesticación porque ellos apuntan hacia el hecho de que muchos de nosotros vivimos con no humanos y los tratamos como miembros de nuestras familias. Este acuerdo, argumenta, debe ser, por cierto, moralmente aceptable.

En cuanto a lo que a los compañeros animales concierne, algunos de nosotros los tratamos como miembros de la familia, y algunos de nosotros no lo hacemos. Pero cualquiera se la forma en que tratemos a nuestros perros, gatos, etc., ellos son propiedad en cuanto a lo que a la ley concierne. Si consideras a tu perro como un miembro de tu familia y la tratas bien, la ley protegerá tu decisión de la misma manera en que la ley protegerá tu decisión de cambiar el aceite de tu auto cada 1600 km. : el perro y el auto son tu propiedad y si deseas acordar un valor más alto a tu propiedad, la ley protegerá tu decisión. Pero si deseas acordar a tu propiedad un valor más bajo y, por ejemplo, tienes un perro para guardia que mantienes encadenado en tu jardín y a quien provees con un mínimo de comida, agua, y refugio (y no de compañía o afecto), la ley protegerá también esta decisión.

La realidad es que en los EE.UU., la mayoría de los perros y gatos no terminan muriendo por vejez, en hogares llenos de afecto. La mayoría tienen hogares por un período relativamente corto de tiempo antes de ser trasladados a otro dueño, llevados a un refugio, descartados, o llevados al veterinario para que los maten.

No importa si caracterizamos al dueño como un “guardián,” como algunos defensores piden. Tal caracterización no tiene sentido. Aquellos de nosotros que vivimos con compañeros animales somos propietarios en cuanto a lo que la ley concierne y tenemos el derecho legal de tratar a nuestros animales como mejor nos parezca con pocas limitaciones. Las leyes contra la crueldad incluso no se aplican a la gran mayoría de instancias en que los humanos infligen un tratamiento cruel a los no humanos.

Pero, responden estos defensores, podríamos, al menos en teoría, tener una relación diferente y moralmente aceptable con los no-humanos. ¿Qué pasa si abolimos la condición de propiedad de los animales y exigimos que tratemos a los perros y gatos en forma similar al modo en que tratamos a los chicos humanos? ¿Qué pasa si los humanos que viven con perros no pueden tratarlos ya más en forma instrumental —como perros de guardia, exposiciones y espectáculos de perros o gatos, etcétera— sino que tuvieran que tratarlos como miembros de la familia? ¿Qué pasa si los humanos no pudieran matar más compañeros no humanos excepto en casos en que al menos alguno de nosotros considera como aceptable permitir la asistencia al suicidio en el contexto humano, por ejemplo, cuando el humano está enfermo en forma incurable y sufre de terribles dolores, etc... ¿Sería entonces aceptable continuar criando no humanos para que sean nuestros compañeros?

La respuesta es no.

Dejando de lado el hecho de que sería imposible, en la práctica, establecer las reglas generales de aquello que constituiría tratar a los no-humanos como “miembros de la familia” y la resolución de todos los temas relacionados, esta posición no reconoce que la domesticación en sí misma suscita serios problemas morales, independientemente de cómo sean tratados los no humanos involucrados.

Los animales domésticos son dependientes de nosotros en si comen o no y cuándo, si tienen agua, dónde y cuándo hacen sus necesidades, cuándo duermen, si hacen o no algún ejercicio, etc. A diferencia de los niños humanos, quienes, excepto en casos inusuales, se tornan miembros independientes y funcionales de la sociedad humana, los animales domésticos no son ni parte del mundo no humano ni completamente parte de nuestro mundo. Ellos permanecen para siempre en un infierno de vulnerabilidad, dependientes de nosotros para todo lo que es de importancia para ellos. Los hemos criado para ser complacientes y serviles, o para tener características que de hecho son dañosas para ellos pero nos complacen a nosotros. Los podemos hacer felices en un sentido, pero la relación nunca puede ser “natural” o “normal.” Ellos no deberían estar atados a nuestro mundo independientemente de cuán bien los tratemos.

Esto es más o menos cierto para todos los no-humanos domesticados. Son perpetuamente dependientes de nosotros. Controlamos sus vidas para siempre. Ellos son verdaderamente “esclavos animales.” Podemos ser “dueños” benevolentes, pero realmente no podemos ser nada más que eso. Y eso no puede ser correcto.

Mi pareja y yo vivimos con cinco perros rescatados. Los cinco estarían muertos si no los hubiéramos adoptado. Los amamos muchísimo y tratamos con esmero de proveerles el mayor de los cuidados y tratamiento. Y antes de que alguien pregunte, ¡los siete somos veganos! Probablemente no encontrarán dos personas en el planeta que disfruten viviendo con perros tanto como nosotros lo hacemos.

Pero si quedaran dos perros en el universo y dependiera de nosotros permitir que ellos se reproduzcan de manera de que pudiéramos continuar viviendo con perros, e incluso si pudiéramos garantizar que todos los perros tengan hogares tan afectuosos como el que nosotros les proveemos, ni por un segundo dudaríamos en llevar a la entera institución de los propietarios de “mascotas” a su finalización. Consideramos a los perros que viven con nosotros como refugiados de todas clases, y aunque disfrutamos cuidándolos, es claro que los humanos no tenemos para nada que continuar trayendo a estas criaturas a un mundo en el cual ellos, simplemente, no encajan.

Hay algunos defensores que piensan que “derechos animales” significa que los no-humanos tienen alguna clase de derecho a reproducirse, y que por eso es erróneo esterilizar a los no humanos. Si esa postura es correcta, entonces estaríamos moralmente comprometidos a permitir que todas las especies domesticadas continúen reproduciéndose indefinidamente. No podemos limitar este “derecho de reproducción” a los perros y gatos solamente. Sin embargo, no tiene sentido decir que hemos actuado inmoralmente domesticando a los animales no humanos pero ahora estamos comprometidos a permitirles que continúen reproduciéndose. En primer lugar, cometimos un error moral domesticando a no-humanos en primer lugar; ¿qué sentido tiene perpetuar este error?

En suma, puedo entender que los bienestaristas, para quienes el trato y no el uso es el tema moral principal, piensen que la domesticación y la continuación del uso de los animales es aceptable siempre que los tratemos “humanitariamente”. Pero no puedo entender por qué una persona que se considera a sí misma abolicionista piense que la continuación de la domesticación de cualquier no-humano podría estar justificada independientemente de cómo tratemos a los no-humanos; de la misma forma que no puedo entender cómo una persona que se considera a sí misma como abolicionista pueda ser otra cosa que no sea vegana.

La noción de que el niño y el perro en la casa en llamas —o en el bote salvavidas, o donde sea— tiene la intención de llamar la atención sobre el hecho de que buscamos resolver los conflictos morales entre humanos y animales. Pero nosotros creamos esos conflictos, por ejemplo, llevando al animal dentro de la casa en llamas y trayéndolos a la existencia como un recurso para nuestro uso. !De ahí pasamos entonces a  preguntarnos acerca de cómo resolver el conflicto que hemos creado! No tiene ningún sentido.

Si nos tomáramos a los demás animales en serio, dejaríamos de tratarlos como nuestros recursos, como nuestra propiedad. Y esto significaría poner fin a traer no-humanos a la existencia, sea que podamos utilizarlos para comida, vestimenta, vivisección, o cualquier otro propósito, incluyendo para compañía.



3 de enero de 2007

Una resolución para el Año Nuevo




Feliz Año Nuevo

Tomemos la decisión de que el 2007 sea un año en el cual el movimiento por los derechos animales continúe transformándose en un movimiento social y político serio, a pesar de tener que confrontar con los obstáculos que ponen en nuestro camino los así llamado “líderes” del movimiento. Estos “líderes” han trivializado el problema de la explotación animal y no han sido nada más que una vergüenza para aquéllos de nosotros que estamos tratando de facilitar el discurso social serio acerca de nuestras obligaciones morales y legales para con los animales no humanos.

Consideren unos pocos de los literalmente miles de ejemplos:

Estos “líderes” han proclamado que es aceptable matar chicos incapacitados y darles de otras maneras, menos valor a los mismos.

Estos “líderes” han dicho que podemos tener relaciones sexuales “mutuamente satisfactorias” con animales no humanos.

Ellos mismos han cometido personalmente violencia contra animales no humanos, para poder “investigar” la explotación animal.

Ellos han defendido la vivisección.

Ellos nos han aconsejado que no seamos “demasiado fanáticos acerca de insistir en una vida puramente vegana” y nos han dicho que podemos vivir éticamente como “omnívoros conscientes.”

Ellos han elogiado públicamente al Director Ejecutivo cuya corporación gana millones de dólares con las ventas de carne y productos animales producidos en forma supuestamente “humanitaria” y lo han honrado en una conferencia para celebrar a los “individuos ejemplares que desafian el status quo y toman la causa de los oprimidos”

Ellos han formado alianzas para crear una etiqueta que asegure a los consumidores que, portando esa etiqueta, un “huevo, producto lácteo, cárnico o avícola, ha sido producido teniendo en cuenta el bienestar de los animales de granja."

Ellos han matado a miles de animales no humanos en nombre de los “derechos animales,” y se han opuesto a los refugios sin matanzas y a la práctica conocida como atrapar, esterilizar y retornar.

Ellos han proclamado a una diseñadora de mataderos y consultora de la industria cárnica como una “visionaria” por sus esfuerzos en mantener la industria cárnica en forma “segura, eficiente y lucrativa.”

Ellos han reducido los importantes temas de la explotación animales, a imágenes sexistas y chistes pueriles, y de esta manera apartado a otras personas progresistas que deberían ser nuestras aliadas.

Ellos –con demasiadas pocas excepciones, lo cual es preocupante- han fracasado en condenar clara e inequívocamente los puntos de vista de aquéllos que defienden la violencia contra otros humanos.

Etc, etc, etc.

¿Quién sabe? Quizás el 2007 será un año en el que los “líderes” del movimiento nos digan que es aceptable tener relaciones sexuales “mutuamente satisfactorias” con los chicos incapacitados antes de matarlos, siempre y cuando les proveamos primero de una hamburguesa producida “humanamente”. El desfile previsible de aduladores correrá a defender esa afirmación, y cualquiera que esté en desacuerdo será etiquetado como “divisionista” y acusado de amenazar la “unidad” del movimiento o “dañar a los animales”.Después de todo, ellos defendieron todo esto, hasta la fecha.

O tal vez el 2007 pueda ser un año en que veamos continuar el desarrollo de un movimiento emergente de organizaciones de base, basado firme e inequívocamente en el veganismo, y dedicado a educar al público, positiva y comprometidamente, acerca de la abolición de la explotación animal, en un modo inteligente, coherente, no sexista y no violento.

Si aspiramos a seguir este último camino, la gente podrá realmente comenzar a tener una idea de los derechos animales en serio, y dejar de considerarnos como un movimiento relacionado con la “carne humanitaria”, una auto-promoción incesante y espectáculos grotescos en los medios, o como un movimiento que defiende la idea, también sostenida por los nazis, de que algunas vidas no merecen ser vividas.

Sería un soplo de aire fresco.



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