Muchos de ustedes expresan frustración cuando, al intentar discutir con otros defensores de animales acerca del debate abolición vs. regulación o educación vegana no violenta vs. acción directa militante, descubren que los defensores de la reforma bienestarista o la violencia no tienen nada sustancial para decir.
La explicación es que la creencia en la reforma bienestarista o en la violencia no está basada en razones; está basada en la fe ciega, que se parece a la mentalidad de culto. Con respecto a los bienestaristas, pueden presentar un argumento cuidadosamente razonado para mostrar que el bienestar no funciona y, debido a factores económicos, no puede funcionar. Pueden mostrar cómo la reforma bienestarista ha fallado históricamente. Pueden mostrar cómo las campañas bienestaristas contemporáneas son profundamente defectuosas de muchas maneras. Pueden ofrecer un análisis razonado.
Los bienestaristas no tienen absolutamente nada que decir en respuesta, excepto repetir el mantra: “pero tenemos que hacer algo ahora para ayudar a los animales.” Pueden responder que la reforma bienestarista no ayuda, como cuestión empírica, a los animales de “ahora”, y pueden mostrar empíricamente cómo eso mismo es lo que sucede. Pueden mostrar cómo la reforma bienestarista históricamente ha hecho, y continúa haciendo, que el público se sienta más cómodo acerca de la explotación animal. Su respuesta es sólo otro mantra: ”estás siendo divisivo.” Esto se traduce como: no tenemos nada que decir en respuesta, así que simplemente callate y apoyá el bienestar porque con tu respuesta estás interfiriendo con nuestra recaudación de fondos.” O dicen, “estás siendo negativo.” Esto se traduce como: “estás en desacuerdo con el bienestarismo y la explotación “feliz” y, por lo tanto, debes estar equivocado.”
Pueden presentar los argumentos a favor del veganismo como base moral o contra las campañas de un solo tema. Los bienestaristas no responden con un análisis razonado. Simplemente reiteran la distinción arbitraria entre carne y otros productos animales; simplemente reiteran que la piel es diferente de la lana o el cuero. Ellos pronuncian mantras tales como, “pero muchos de nosotros fuimos vegetarianos antes de volvernos veganos.” ¿Y qué? La mayoría de los defensores de animales estuvieron involucrados en organizaciones bienestaristas que continuamente presentan al veganismo como difícil o intimidante y representan al vegetarianismo como una posición moral coherente. ¿Es alguna maravilla que muchos veganos fueron primero vegetarianos? ¿Y tiene algo de esto alguna relevancia si, como cuestión de principios fundamentales, el veganismo debe ser la base moral? No, por supuesto que no.
Otro popular mantra bienestarista es, “guarden sus críticas para los explotadores.” Pero la ideología bienestarista, incluyendo la promoción de la carne “feliz” y los productos animales “humanitarios”, es explotación. Entonces el mantra falla completamente en captar el argumento; solamente niega, sin ninguna sustancia, que el bienestarismo y la explotación “feliz” son explotación.
El razonamiento no tiene lugar donde la moneda corriente es la fe ciega y donde cualquier análisis crítico es considerado como herejía. Es una suerte que ser quemado en la hoguera ya no está más permitido, o de lo contrario los altos sacerdotes del bienestar animal estarían involucrados en una moderna Inquisición.
Aquéllos que promueven la violencia revelan un comportamiento de culto similar. Incesantemente repiten el mantra, “debemos usar la violencia contra los explotadores.” Dejando de lado los temas morales y filosóficos generados por la violencia en general, pueden explicarles, como una cuestión empírica, que los reales explotadores son aquéllos que crean la demanda de los productos animales, en primer lugar. Los explotadores institucionales son ciertamente culpables también, pero ellos están respondiendo a la demanda del público de los productos animales. Es como encargar un asesinato; los explotadores institucionales practican la matanza, pero aquéllos que consumen los productos animales y generan la demanda están, en efecto, contratando a los asesinos institucionales para que hagan la matanza. En derecho penal, la persona que contrata al asesino y el asesino son ambos culpables de asesinato, y cualquiera que pueda pensar claramente puede entender porqué ambos son igualmente culpables ante la ley.
Pueden señalar a las personas pro-violencia que si hoy se cierran diez mataderos mediante la acción directa, diez más se abrirán mañana, o diez mataderos ya existentes incrementarán su capacidad productiva mientras la demanda permanezca siendo la misma. Pueden observar que ellos, los que apoyan la acción militante, son explotadores en el sentido de que muchos de ellos no son ni siquiera veganos. Pueden observar que los que promueven la violencia, que con frecuencia son defensores de la reforma del bienestar animal, fracasan en entender que aquéllos que promueven la carne “feliz” y la explotación “humanitaria” están promoviendo la explotación.
¿La respuesta? Ellos simplemente reiteran su mantra de que la violencia es necesaria. No razonan; no hacen análisis crítico. Ellos no ofrecen nada más que la afirmación de eslóganes sin importancia, usualmente en voz alta y casi siempre acompañados de toneladas de ataques con jerga y argumentos ad hominem.
Entonces, si se sienten frustrados al tratar con bienestaristas o con los que apoyan la violencia, entiendan que no están tratando con la razón. Están tratando con la fe ciega. Están tratando con la mentalidad de culto. Desafortunadamente, no puede haber una discusión razonada con muchas de esas personas porque el razonamiento y las razones simplemente no les importan, y no informan a lo que ellas piensan. Su reacción usual, ante los argumentos sustanciales a los que no pueden responder, es ofrecer eslóganes sin importancia, o lanzar un ataque ad hominem de una u otra forma.
Lo principal es que los argumentos lógicos y la evidencia empírica son claras: el bienestar animal no funciona, y promover la violencia para tratar la cuestión de la explotación animal demuestra una completa ignorancia de los mecanismos culturales y de la realidad económica de tal explotación.
La explotación animal está en todas partes. El único modo en que un día cambiará será si dejamos el paradigma de los animales como cosa, como propiedad, y adoptamos el paradigma de los animales como personas no humanas que son reales miembros de la comunidad moral. Esto no sucederá de ningún modo significativo mientras estén situados en nuestros platos o en nuestras mesas, o en nuestros cuerpos, o en nuestros pies, o en los productos que usamos. Necesitamos decir “no” a la explotación animal en nuestras propias vidas y necesitamos educar a otros a través de la educación vegana creativa y no violenta.
Si no son veganos, háganse veganos. Es muy fácil, es mejor para la salud y para el planeta. Y, lo más importante, es lo moralmente correcto y justo para hacer.
Si son veganos, entonces eduquen a otros de manera creativa y no violenta.
La explicación es que la creencia en la reforma bienestarista o en la violencia no está basada en razones; está basada en la fe ciega, que se parece a la mentalidad de culto. Con respecto a los bienestaristas, pueden presentar un argumento cuidadosamente razonado para mostrar que el bienestar no funciona y, debido a factores económicos, no puede funcionar. Pueden mostrar cómo la reforma bienestarista ha fallado históricamente. Pueden mostrar cómo las campañas bienestaristas contemporáneas son profundamente defectuosas de muchas maneras. Pueden ofrecer un análisis razonado.
Los bienestaristas no tienen absolutamente nada que decir en respuesta, excepto repetir el mantra: “pero tenemos que hacer algo ahora para ayudar a los animales.” Pueden responder que la reforma bienestarista no ayuda, como cuestión empírica, a los animales de “ahora”, y pueden mostrar empíricamente cómo eso mismo es lo que sucede. Pueden mostrar cómo la reforma bienestarista históricamente ha hecho, y continúa haciendo, que el público se sienta más cómodo acerca de la explotación animal. Su respuesta es sólo otro mantra: ”estás siendo divisivo.” Esto se traduce como: no tenemos nada que decir en respuesta, así que simplemente callate y apoyá el bienestar porque con tu respuesta estás interfiriendo con nuestra recaudación de fondos.” O dicen, “estás siendo negativo.” Esto se traduce como: “estás en desacuerdo con el bienestarismo y la explotación “feliz” y, por lo tanto, debes estar equivocado.”
Pueden presentar los argumentos a favor del veganismo como base moral o contra las campañas de un solo tema. Los bienestaristas no responden con un análisis razonado. Simplemente reiteran la distinción arbitraria entre carne y otros productos animales; simplemente reiteran que la piel es diferente de la lana o el cuero. Ellos pronuncian mantras tales como, “pero muchos de nosotros fuimos vegetarianos antes de volvernos veganos.” ¿Y qué? La mayoría de los defensores de animales estuvieron involucrados en organizaciones bienestaristas que continuamente presentan al veganismo como difícil o intimidante y representan al vegetarianismo como una posición moral coherente. ¿Es alguna maravilla que muchos veganos fueron primero vegetarianos? ¿Y tiene algo de esto alguna relevancia si, como cuestión de principios fundamentales, el veganismo debe ser la base moral? No, por supuesto que no.
Otro popular mantra bienestarista es, “guarden sus críticas para los explotadores.” Pero la ideología bienestarista, incluyendo la promoción de la carne “feliz” y los productos animales “humanitarios”, es explotación. Entonces el mantra falla completamente en captar el argumento; solamente niega, sin ninguna sustancia, que el bienestarismo y la explotación “feliz” son explotación.
El razonamiento no tiene lugar donde la moneda corriente es la fe ciega y donde cualquier análisis crítico es considerado como herejía. Es una suerte que ser quemado en la hoguera ya no está más permitido, o de lo contrario los altos sacerdotes del bienestar animal estarían involucrados en una moderna Inquisición.
Aquéllos que promueven la violencia revelan un comportamiento de culto similar. Incesantemente repiten el mantra, “debemos usar la violencia contra los explotadores.” Dejando de lado los temas morales y filosóficos generados por la violencia en general, pueden explicarles, como una cuestión empírica, que los reales explotadores son aquéllos que crean la demanda de los productos animales, en primer lugar. Los explotadores institucionales son ciertamente culpables también, pero ellos están respondiendo a la demanda del público de los productos animales. Es como encargar un asesinato; los explotadores institucionales practican la matanza, pero aquéllos que consumen los productos animales y generan la demanda están, en efecto, contratando a los asesinos institucionales para que hagan la matanza. En derecho penal, la persona que contrata al asesino y el asesino son ambos culpables de asesinato, y cualquiera que pueda pensar claramente puede entender porqué ambos son igualmente culpables ante la ley.
Pueden señalar a las personas pro-violencia que si hoy se cierran diez mataderos mediante la acción directa, diez más se abrirán mañana, o diez mataderos ya existentes incrementarán su capacidad productiva mientras la demanda permanezca siendo la misma. Pueden observar que ellos, los que apoyan la acción militante, son explotadores en el sentido de que muchos de ellos no son ni siquiera veganos. Pueden observar que los que promueven la violencia, que con frecuencia son defensores de la reforma del bienestar animal, fracasan en entender que aquéllos que promueven la carne “feliz” y la explotación “humanitaria” están promoviendo la explotación.
¿La respuesta? Ellos simplemente reiteran su mantra de que la violencia es necesaria. No razonan; no hacen análisis crítico. Ellos no ofrecen nada más que la afirmación de eslóganes sin importancia, usualmente en voz alta y casi siempre acompañados de toneladas de ataques con jerga y argumentos ad hominem.
Entonces, si se sienten frustrados al tratar con bienestaristas o con los que apoyan la violencia, entiendan que no están tratando con la razón. Están tratando con la fe ciega. Están tratando con la mentalidad de culto. Desafortunadamente, no puede haber una discusión razonada con muchas de esas personas porque el razonamiento y las razones simplemente no les importan, y no informan a lo que ellas piensan. Su reacción usual, ante los argumentos sustanciales a los que no pueden responder, es ofrecer eslóganes sin importancia, o lanzar un ataque ad hominem de una u otra forma.
Lo principal es que los argumentos lógicos y la evidencia empírica son claras: el bienestar animal no funciona, y promover la violencia para tratar la cuestión de la explotación animal demuestra una completa ignorancia de los mecanismos culturales y de la realidad económica de tal explotación.
La explotación animal está en todas partes. El único modo en que un día cambiará será si dejamos el paradigma de los animales como cosa, como propiedad, y adoptamos el paradigma de los animales como personas no humanas que son reales miembros de la comunidad moral. Esto no sucederá de ningún modo significativo mientras estén situados en nuestros platos o en nuestras mesas, o en nuestros cuerpos, o en nuestros pies, o en los productos que usamos. Necesitamos decir “no” a la explotación animal en nuestras propias vidas y necesitamos educar a otros a través de la educación vegana creativa y no violenta.
Si no son veganos, háganse veganos. Es muy fácil, es mejor para la salud y para el planeta. Y, lo más importante, es lo moralmente correcto y justo para hacer.
Si son veganos, entonces eduquen a otros de manera creativa y no violenta.