13 de diciembre de 2016

29 de noviembre de 2016

Pensamiento del día: el veganismo como imperativo moral

 

Traducido de la página personal de Gary Francione

Si no eres vegan, por favor, hazte vegan. El veganismo se trata de la noviolencia. En primer lugar, se trata de la noviolencia hacia otros seres sensibles. Pero también se trata de la noviolencia hacia la tierra y la noviolencia hacia ti mismo.

Si los animales importan moralmente, el veganismo no es una opción, es una necesidad. Cualquier cosa que afirme ser un movimiento por los derechos de los animales debe dejar claro que el veganismo es un imperativo moral.

Abrazar el veganismo como un imperativo moral y abogar por el veganismo como un imperativo moral son, junto con el cuidado de los refugiados no humanos, los actos de activismo más importantes que puedes emprender.

Para más información sobre veganismo: queeselveganismo.com

19 de noviembre de 2016

¿Quieres ser un defensor de los derechos de los animales?




¿Quieres ser un defensor de los derechos de los animales?

Es fácil. Ahí va todo lo que necesitas hacer:

1. Vuélvete vegano.

2. Edúcate acerca del veganismo abolicionista y dedica una parte del día —incluyendo una conversación breve con un amigo, un conocido o con alguien que te acabas de encontrar en una tienda— en educar a otros acerca del veganismo abolicionista de cualquier forma en la que te sientas cómodo.

3. Si tienes los recursos, adopta/acoge a un animal no humano de cualquier especie. Salvas la vida de alguien que valora su vida tanto como tú valoras la tuya, y eres recordado constantemente y de una forma profunda que alguien a quien quieres no es una cosa y no difiere de las personas no humanas que son explotadas cada segundo de cada día.

4. Nunca promuevas la explotación "humanitaria" o "feliz" y nunca promuevas la idea de que algunas formas de explotación son moralmente más aceptables que otras; esto es: que las pieles son peores que la lana.

Ahí lo tienes. Eres un defensor de los derechos de los animales. Ningún donativo es requerido.


14 de octubre de 2016

Todos los seres sintientes tienen un derecho básico y pre-legal: el derecho a no ser usado como la propiedad de otros



Todos los seres sintientes tienen un derecho básico y pre-legal: el derecho a no ser usado como la propiedad de otros.

Los animales están clasificados como propiedad y son usados exclusivamente como recursos para los humanos. Aunque digamos considerar que los animales tienen un valor moral y no ser cosas, su estatus como propiedad implica que no tienen un valor moral; ellos sólo tienen un valor económico. Reconocemos que tratar a los humanos como propiedad es incoherente con reconocer a los humanos como miembros de la comunidad moral. Aceptamos como principio fundamental que los humanos, independientemente de sus características particulares, deben tener reconocido el derecho moral básico de no ser propiedad. Sobre este principio se fundamenta la condena universal contra la esclavitud humana.

No hay una manera de distinguir a los humanos de los no-humanos que pueda justificar la negación a los no-humanos sintientes del mismo derecho que reconocemos para los humanos. Todos los seres sintientes son iguales en lo que se refiere a no ser usados exclusivamente como recursos para los humanos. El Enfoque Abolicionista mantiene que todo uso de los animales —sin importar cuán supuestamente 'humanitario' fuera— es moralmente injustificado porque viola el derecho moral, pre-legal y moral de los seres sintientes de no ser usados como recursos de los humanos.

8 de septiembre de 2016

Por qué la existencia de mascotas es esencialmente inmoral




Nosotros vivimos con seis perrros rescatados. Con la excepción de uno de ellos, que nació de perros rescatados, todos ellos provienen de situaciones muy tristes, incluyendo el abuso severo. Estos perros son refugiados no-humanos con los que compartimos nuestro hogar. Aunque los amamos muchísimo, estamos firmemente convencidos de que ellos no deberían haber venido al mundo en primer lugar.

Nos oponemos a la domesticación y el mascotismo porque esto viola los derechos fundamentales de los animales.

El término "derechos animales" se ha convertido en un sinsentido. Cualquiera que crea que debemos incrementar el tamaño de las jaulas en las que encerramos a las gallinas, o que los terneros deben ser confinados en unidades colectivas en lugar de en aislamiento individual antes de ser desnutridos y degollados, está defendiendo aquello que se considera una posición de "derechos animales". Esto se debe en gran parte a Peter Singer, el autor de Liberación Animal [1975], que es considerado ampliamente como "el padre del movimiento de los derechos de los animales".

El problema con esta atribución de paternidad es que Singer es un utilitarista que rechaza la idea de los derechos morales, y apoya cualquier medida que él crea que reduce el sufrimiento. En otras palabras, el "padre del movimiento de los derechos animales" rechaza los derechos animales y ha dado su apoyo a los huevos sin jaulas de batería, la carne de cerdo sin jaulas de gestación, así como cualquier iniciativa promovida por casi cada grupo animalista corporativo. Singer no promueve los derechos animales; él promueve el bienestar animal. Él no rechaza el uso de animales per se. Él se centra sólo en su sufrimiento. En una entrevista del año 2006 con la revista The Vegan, él dijo, por ejemplo, que podría "imaginar un mundo en el que la gente comiera mayormente productos vegetales, pero que ocasionalmente se dieran el lujo de consumir huevos camperos, o que comieran carne de animales que tuvieron una buena vida en condiciones naturales de su especie, y que fueran humanitariamente matados en la granja".

Nosotros usamos el término ´derechos animales´ en un sentido diferente, similar a la manera en que usamos el término ´derechos humanos´ cuando se trata de los intereses fundamentales de nuestra propia especie. Por ejemplo, si decimos que un humano tiene derecho a su vida, queremos decir que su interés fundamental en continuar viviendo debe ser protegido incluso si usarlo como donante no-consentido resultara en salvar las vidas de otros 10 humanos. Un derecho es una manera de proteger un interés; y lo protege independientemente de las consecuencias. La protección no es absoluta; se puede anular bajo determinada circunstancia. Pero la protección no puede ser derogada sólo por motivos consecuencialistas.

Los animales no humanos tienen el derecho moral a ser usados exclusivamente como recursos para los humanos, independientemente de que el trato sea "humanitario", e incluso si los humanos obtienen consecuencias beneficiosas al tratar a los no-humanos exclusivamente como recursos.

Cuando hablamos de derechos animales, estamos hablando principalmente de un derecho: el derecho a no ser propiedad. La razón para esto es que si los animales importan moralmente —si los animales no son simples cosas— entonces no pueden ser considerados propiedades. Si son considerados propiedades, entonces sólo pueden ser tratados como cosas. Pensemos sobre esto en el contexto humano. Todos estamos en general de acuerdo en que todos los humanos, independientemente de sus características particulares, tienen el derecho fundamental y pre-legal de no ser tratado como una propiedad. Todos rechamos que los humanos sean esclavos. Esto no significa que la esclavitud humana no exista. Existe. Pero nadie la defiende.

La razón por la que rechazamos la esclavitud es porque un humano que sea esclavo no puede ser entonces tratado como una persona, debido a que ser un esclavo significa que ya no es miembro de la comunidad moral. Todos los intereses que tenga el humano esclavizado pueden ser evaluados por otro —el propietario— quien puede elegir valorar al esclavo como un miembro de la familia, o puede limitarse a proporcionarle el sustento mínimo y al mismo tiempo tratar horriblemente al esclavo. Los intereses básicos del esclavo pueden ser ignorados.

Hubo muchas leyes que proponían regular la esclavitud humana basada en la raza tanto en los Estados Unidos como en el Reino Unido. Estas leyes no eran efectivas porque las leyes regulacionistas sólo son relevantes cuando hay un conflicto entre el esclavo y el esclavista. Y si el interés del propietario esclavista no prevale sustancialmente entonces la institución de la esclavitud no puede perdurar. No puede haber un desafío significativo al ejercicio de los derechos de propiedad del esclavista.

El mismo problema sucede cuando se refiere a los no-humanos. Si los animales son propiedad, entonces ellos no pueden tener un valor inherente o intrínseco. Ellos sólo tienen un valor extrínseco o externo. Son cosas que nosotros valoramos. Ellos no tienen derechos; nosotros tenemos derecho, como propietarios, a valorarlos a ellos. Y podemos elegir valorarlos igual a cero.

Hay muchas leyes que supuestamente regulan nuestro uso de animales no humanos. De hecho, hay ahora muchas más leyes de este tipo que las que regulaban la esclavitud humana. Y, al igual que las leyes que regulaban la esclavitud humana, no funcionan. Estas leyes sólo son relevantes cuando los intereses humanos y los intereses animales entran en conflicto. Pero los humanos tienen derechos, incluyendo el derecho a poseer y usar su propiedad. Los animales son propiedad. Cuando la ley intenta sopesar los intereses humanos y los no-humanos, el resultado ya está determinado de antemano.

Además, debido a que los animales son propiedad, el estándar de bienestar animal será siempre muy bajo. Cuesta dinero proteger los intereses de los animales, lo cual significa que estos intereses, en su mayor parte, serán protegidos sólo en aquellas situaciones en las que hacerlo resulta en un beneficio económico. Es difícil encontrar una medida de bienestar que no tenga como intención hacer la explotación animal más eficiente. Las leyes requieren aturdir a los animales grandes antes del degollamiento porque eso reduce los daños en el cadáver y las heridas a los matarifes. Confinar a los terneros en pequeños recintos colectivos, en lugar de en espacios cerrados individuales, reduce el estrés y las consiguientes enfermedades, lo que reduce los costos veterinarios.

En la medida en que las medidas de bienestar animal incrementan los costes de producción, este aumento es por general muy pequeño —por ejemplo, pasar de las jaulas convencionales de batería a las jaulas "enriquecidas" en la Unión Europea— y no suele afectar a la demanda general del producto debido a la elasticidad de la demanda. En todo caso, sin importa cuán "humanitariamente" son tratados los animales, ellos siguen estando sometidos a un trato que, si fueran humanos, lo calificaríamos de tortura. No existe tal cosa como una explotación "feliz".

Aunque el derecho a no ser propiedad es un derecho negativo, y no conlleva ningún derecho positivo que los no-humanos puedan tener, el reconocimiento de un derecho negativo tendría el efecto de requerirnos, como una cuestión de obligación moral, que rechacemos toda la explotación institucionalizada, lo cual asume necesariamente que los animales no son cosas que nosotros podamos usar y matar para nuestros propósitos.

Vamos a realizar una pausa aquí y señalar que, aunque lo que decimos puede parecer muy radical, en realidad no lo es. De hecho, nuestra moralidad convencional acerca de los animales nos conduciría a la misma conclusión sin necesidad de aceptar la noción de derechos.

La moralidad convencional acerca de los animales dice que es moralmente aceptable para los humanos usar y matar animales pero que no debemos imponerles sufrimiento y muerte innecesariamente. Sin embargo, podemos comprender que el concepto de necesidad en este contexto no puede ser entendido como algo que acepte cualquier sufrimiento o muerte por propósitos frívolos. Podemos comprobar esto en contextos particulares. Por ejemplo; mucha gente todavía está resentida con el jugador de fútbol americano Michael Vick, que fue encontrado culpable de organizar peleas de perros en el año 2007. ¿Por qué seguimos todavía resentidos con Vick casi una década después? La respuesta es clara: reconocemos que lo que hizo Vick estaba mal porque su única justificación era que obtenía placer o diversión haciendo daño a los perros, pero su placer o diversión no sirven como justificación.

Mucha gente —quizás la mayoría— rechaza las peleas de perros, e incluso la mayoría de conservadores en el Reino Unido se oponen a la caza del zorro. ¿Por qué? Porque estos deportes sangrientos infligen sufrimiento y muerte a los animales no humanos. Nadie sugiere que Vick sería menos culpable si hubiera organizado peleas  de perros "humanitarias". Nadie que se oponga a los deportes sangrientos propone que se hagan de forma más humanitaria ya que siempre implican sufrimiento innecesario. Todos los opositores a estas actividades promueven su abolición, porque son actividades inmorales, sin importar el modo en que sean realizadas.

El problema es que el 99.999 por ciento de nuestros usos de animales no humanos son moralmente indistinguibles de aquellas actividades que un abrumador número de nosotros rechazamos.

El uso numéricamente mayor es el uso de animales para comida. Matamos a 60.000 millones de animales para comida anualmente, y esto no contabiliza el número incluso mayor —estimado a la baja en cerca de un millón de millones— de animales marinos. No necesitamos comer animales para tener una salud óptima. De hecho, un número creciente de profesionales y autoridades de la salud, incluyendo el National Institutes of Health, American Heart Association, British National Health Service, y British Dietetic Association han declarado que una dieta vegana bien planificada puede ser tan nutritiva como una una dieta que incluya productos de origen animal. Algunas autoridades han ido más allá para afirmar que una dieta vegana puede ser más saludable que la dieta tradicional. En todo caso, ya no resulta creíble decir que necesitamos comer productos de origen animal por razones de salud. Y la ganadería es un desastre ecológico.

Consumimos productos de origen animal porque nos gusta su sabor. En otras palabras, no somos diferentes de Michael Vick, excepto por el hecho de que pagamos a otros para que inflijan daño en lugar de hacerlo nosotros mismos. Y nuestros usos de animales para entretenimiento y deporte son, por definición, innecesarios. El único uso de animales que no es obviamente frívolo es el uso de animales en la investigación para encontrar la cura de enfermedades. Nosotros rechazamos la vivisección como moralmente injustificable incluso si fuera necesaria —un adjetivo que consideramos problemático desde el punto de vista empírico— pero la moralidad de la vivisección requiere un análisis más matizado que el uso de animales para comida, vestimenta, entretenimiento y otros fines.  Prácticamente todos nuestros usos de animales pueden ser vistos como inmorales de acuerdo a nuestra moralidad convencional.

Lo importante es que tanto si asumes una posición de derechos animales, y reconoces que los animales tienen un derecho pre-legal a no ser propiedad, como si permaneces en la moralidad convencional, el resultado es el mismo: básicamente todos nuestros usos de animales deben ser abolidos.

Decir que un animal tiene un derecho a no ser usado como propiedad es simplemente decir que tenemos la obligación moral de no usar a los animales como cosas, incluso si nos beneficiara el hacerlo. Respecto de los animales domesticados, esto significa que debemos dejar de traerlos al mundo. Tenemos la obligación moral de cuidar de aquellos sujetos de derechos que ya están aquí. Pero tenemos la obligación de no traer a ninguno más a la existencia.

Y esto incluye a los perros, gatos y otros no-humanos que nos sirven de "compañeros".

Nosotros tratamos a nuestros seis perros como miembros de nuestra familia. La ley protege esta decisión porque nosotros valoramos nuestra propiedad como queremos. Pero, sin embargo, nosotros podríamos elegir usarlos como perros guardianes y tenerlos fuera de casa continuamente sin ninguna clase de contacto afectuoso con ellos. Nosotros podríamos llevarlos ahora mismo a una perrera en la que serían matados si no encuentran adoptantes, o podríamos llevarlos al veterinario para que los matara. La ley protege todas esas decisiones también. Nosotros somos los propietarios. Ellos son la propiedad. Nos pertenecen.

La realidad es que en los Estados Unidos, la mayoría de perros y gatos no terminan sus vidas en hogares amorosos. Ellos gozan de un hogar durante un corto periodo de tiempo antes de ser traspasados a otro propietarios, llevados a una perrera, abandonados o matados.

Y no importa si consideramos al propietario como un "guardián", tal y como algunos activistas apuntan. Esa caracterización carece de significado. Si tienes el derecho legal a llevar a tu perro a un centro de exterminio, o tú mismo puedes matar "humanitariamente" a tu perro, entonces no importa cómo te denomines a ti mismo o a tu perro. Tu perro es una propiedad. Aquellos de nosotros que vivimos con compañeros animales somos propietarios en lo que a la ley concierne, y tenemos el derecho legal de tratar a nuestros animales como nos parezca siempre que les aportemos un mínimo de agua, comida y refugio. Sí, hay límites en el ejercicio de tus derechos de propiedad. Pero estas limitaciones son consistentes con acordar un valor muy bajo a los intereses de nuestros compañeros animales.

Pero, al mismo tiempo que retrocedes con horror al pensar lo que sería de tu vida sin tus queridos perros, gatos y otros animales que acogemos en nuestros hogares, a quienes amamos y cuidamos como miembros de nuestra familia, probablemente estés pensando: "Espera. ¿Qué pasaría si exigimos a todo el mundo que trate a los animales de la misma manera que trato a los míos?

El problema con esta réplica es que, incluso si pudiéramos establecer un sistema funcional y fiable que exigiera a los propietarios que propocionaron un alto nivel de bienestar a los animales, estos animales seguirían siendo propiedad. Seguiríamos valorando sus vidas como cero y matándolos, o llevándolos a una protectora en la que los matarían si no fueran adoptados por alguien.

Alguien podrían responder que está en desacuerdo también con todo esto, y que deberíamos prohibir a la gente matar animales excepto en casos de eutanasia —cuando se trata de enfermedades terminales— y que debemos prohibir a los refugios que maten animales excepto cuando fuera en beneficio del propio animal.

Esa posición se encuentra muy próxima al abolicionismo sobre el estatus de los animales como propiedad y requiere que los animales sean tratados de una manera muy parecida a como tratamos a los niños humanos. ¿Seguiría siendo aceptable que criemos animales no humanos para servirnos de compañía?

Nuestra respuesta sigue siendo un rotundo no.

Dejando a un lado que la dificultad en el desarrollo de estándares generales sobre lo que constituiría tratar a los no-humanos como "miembros de la familia", y todo lo que esto conllevaría, lo convierte en algo casi imposible a nivel práctico, esta posición falla en reconocer que la domesticación en sí misma presenta un serio problema moral independientemente de la manera en que los no-humanos sean tratados.

Los animales domesticados son completamente dependientes de los humanos, quienes controlan cada aspecto de su vida. A diferencia de los niños, que algún día se podrán convertir en individuos autonómos, los no-humanos no podrán. Éste es el punto central de la domestación —queremos animales domesticados que dependan de nosotros. Ellos permanecen indefinidamente en un lugar de vulnerabilidad, dependiendo de nosotros para todo lo que es relevante para ellos. Los hemos criado para ser complacientes y serviles, y tener características que nos agraden, incluso aunque dichas características sean dañinas para los propios animales. Nosotros podemos hacerles felices en cierto sentido, pero la relación no tiene nada de "natural" ni de "normal". Ellos no pertenecen a nuestro mundo, independientemente del modo en que los tratemos. Esto es cierto para todos los no-humanos domesticados. Ellos son perpetuamente dependientes de nosotros. Controlamos sus vidas para siempre. Ellos son en verdad nuestros animales esclavos. Algunos de nosotros podríamos ser amos benévolos, pero no podríamos ser nada más que eso.

Hay otra posición como es el caso de Sue Donaldson y Will Kymlicka, cuyo libro Zoopolis [2011] afirma que los humanos son dependientes unos de otros, y por tanto se pregunta ¿qué tiene de malo que los animales sean dependientes de nosotros? Las relaciones humanas pueden implica interdependencia o dependencia mutua, pero esta dependencia en cualquier caso opera sobre la base de la elección, o es el reflejo de decisiones sociales sobre el cuidado de los miembros vulnerables de la sociedad que están vinculados entre sí y protegidos por los complejos aspectos del contrato social. Además, la naturaleza de la dependencia humana no despoja a los dependientes de los derechos básicos que pueden ser vindicados en caso de que la dependencia derive en dañina.

También encontramos la posición que replica que los perros, gatos, y otras "mascotas", tienen derecho a reproducirse. Esta posición nos conduce a continuar reproduciendo sin límite e indefinidamente, en tanto que no podemos limitar ningún derecho reproductivo a las "mascotas". Quienes están preocupados porque la abolición de la domesticación significaría una pérdida de la diversidad de especies deberían saber que los animales domesticados han sido creados mediante cría selectiva y confinamiento.

Algunas voces críticas han señalado que nuestra postura sólo se preocupa por el derecho negativo a no ser usado como propiedad y no explica qué derechos positivos podrían tener los animales. Esta observación es correcta, pero toda la domesticación terminaría si reconociéramos un derecho —el derecho a no ser propiedad. Estaríamos obligados a cuidar de que aquellos animales domesticados que existen en el presente, pero no traeríamos ninguno más a la existencia.

Si todos reconocemos la personalidad de los no-humanos, todavía tendríamos que pensar acerca de los derechos de los animales no-domesticados que viven entre nosotros y en zonas no urbanizadas. Pero si nos preocupamos lo suficiente por no comer, vestir ni usar en ninguna forma a los no-humanos domesticados, sin duda podremos determinar cuáles derechos positivos deberían tener. Lo más importante es que reconocemos el derecho negativo de los animales a no ser usados como propiedad. Esto nos conduce a abolir toda la explotación institucionalizada que supone cosificar y controlar a los animales por parte de los humanos.

Nosotros amamos a nuestros perros, pero reconocemos que, si el mundo va a ser más justo y equitativo, no debería haber mascotas, no debería haber prados repletos de ovejas, ni establos con cerdos, vacas o gallinas. No habría acuarios ni zoos.

Si los animales importan moralmente, debemos reexaminar todos los aspectos de nuestra relación con ellos. El asunto que debemos afrontar no es si nuestra explotación sobre los animales es "humanitaria" —estableciendo así una complicidad con las prácticas de la industria que utiliza a los animales— sino más bien cómo podemos justificar que los utilicemos.





27 de agosto de 2016

Acerca del reducetarianismo




No tiene sentido moral ni práctico promover una estrategia o un medio que es fundamentalmente incoherente respecto de los fines que decimos pretender conseguir. El "reducetarianismo" es ese tipo de estrategia o medio. Aunque muchos defensores de esta posición no aceptan el veganismo y promueven el "reducetarianismo" por razones ambientales o por razones de salud o, supuestamente, para reducir el sufrimiento de los animales, algunos animalistas promueven esto como una estrategia alegando que favorece el veganismo.

Dejando a un lado el hecho de que la posición "reducetariana" casi siempre se focaliza en el consumo de carne e ignora los lácteos, huevos, y otros productos animales, así como ignora el uso de animales para vestimenta y otros propósitos, esta posición es moralmente objetable porque, al igual que promover la explotación "feliz" como un supuesto medio para lograr la no explotación, esto promueve que que un menor grado de explotación es un modo moralmente aceptable de cumplir nuestra obligación moral hacia los animales.

Quienes promueven el "reducetarianismo" rechazan promover la idea de que la gente está obligada a ser vegana y, en su lugar, le dicen a la gente que pueden satisfacer sus obligaciones morales reduciendo el consumo de carne. Esto es como decir que rechazamos promover que estamos moralmente obligados a detener toda clase de violencia sexual contra las mujeres y le decimos a la gente que pueden satisfacer sus obligaciones morales reduciendo la violencia contra las mujeres. Aunque menos violencia contra las mujeres fuera mejor que más violencia, nadie puede aceptar que es moralmente correcto defender una campaña a favor de la violación "humanitaria".

Además, como cuestión práctica, la posición reducetariana —que dice que debemos promover la reducción de la explotación en lugar de promover la abolición de la explotación— es absurda. Piensen sobre ello: si alguien se preocupa por los animales y escucha el mensaje vegano pero no quiere hacerse vegano, seguramente decidirá reducir su consumo de carne por iniciativa propia y consumir menos productos animales. Esto es, si alguien piensa: "Sí, es verdad que no deberíamos explotar a los animales pero no me voy a hacer vegano todavía", seguramente esa persona reducirá su consumo de productos animales. Pero los animalistas que se toman en serio los derechos de los animales nunca deberían promover la reducción del consumo de animales como una alternativa al veganismo en lo que se refiere a nuestras obligaciones morales. Esto provocaría que la gente nunca se hiciera vegana.



1 de agosto de 2016

Si Los Animales Importan Moralmente, No Podemos Tratarlos Como Recursos






Gary L. Francione es una figura controvertida en el moderno movimiento de los derechos animales, conocido por su enfoque abolicionista sobre los derechos animales. Profesor de leyes y filosofía en la universidad de Rutgers, Francione considera que no podemos justificar el uso de animales como meros recursos y que debemos abolir cualquier uso de animales. Argumenta que todo ser que pueda sentir dolor tiene derecho a no ser usado como propiedad y que el veganismo debe ser el fundamento moral del movimiento de derechos animales. Como él mismo dice: "No ser vegano significa participar directamente en la explotación animal".

Francione fue la primera persona en enseñar sobre derechos animales en una escuela de derecho americana cuando comenzó un curso sobre derechos animales y leyes en Rutgers en el año 1989. Se ha centrado durante casi cuatro décadas de carrera académica en desarrollar una teoría de derechos animales que posiciona la sola sintiencia —y no la inteligencia cognitiva definida según parámetros humanos— como la única característica que necesita un ser para tener el derecho fundamental de no ser considerado como la propiedad de otro. Él conecta la lucha por los derechos animales con otros movimientos sociales y defiende que el movimiento de derechos animales es la progresión lógica del movimiento por la paz.

Francione ha escrito diversos libros e innumerables artículos sobre ética animal y derecho animal, y es particularmente conocido por su critica hacia el movimiento del bienestar animal, el cual considera que sirve principalmente para hacer sentir mejor a la gente sobre la explotación animal. Su último libro «Come Con Conciencia» en co-autoría con su pareja y compañera en la universidad de Rutgers la profesora Anna Charlton, responde a todos los "peros" que un no-vegano suele plantear acerca del modo de vida vegano.

Recientemente hablé con Francione por Skype y correo electrónico acerca de su último libro, su filosofía sobre los derechos animales y sus ideas sobre el bienestar animal y sobre el reconocimiento de la personalidad de los animales.

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¿Qué evento en tu vida provocó que se convirtiera en un activista por los derechos animales?

A finales de la década de los 70 visité un matadero. Esto cambió mi vida de un día para otro. Luego me di cuenta de que nuestro uso de no-humanos como recursos para los humanos suponía una cuestión moral que, en su mayor parte, hasta ahora había sido ignorada.

¿Cuál es tu filosofía respecto de los derechos animales?

Mi posición es que si los animales importan moralmente —y me parece que la mayoría de la gente cree que ellos importan moralmente— entonces deben tener reconocido al menos un derecho: el derecho a no ser usados exclusivamente como recursos de los humanos. El derecho a no ser propiedad.

Los intereses pueden ser protegidos sólo en una de dos maneras. Podemos proteger un interés sólo en tanto que hacerlo maximice las consecuencias deseables. O podemos proteger ese interés independientemente de las consecuencias. Este último modo de proteger un interés es lo que denominamos como un derecho. Decir que tengo un derecho a la libertad de expresión significa simplemente decir que mi expresión debe ser protegida incluso si otros están en desacuerdo con ella y consideran que mi expresión provocaría consecuencias indeseables.

Si el interés en no ser propiedad no es protegido por un derecho, entonces el interés será ignorado cuando hacerlo conlleve un beneficio. Lo reconocemos así cuando se trata de seres humanos. Protegemos mediante un derecho el interés que los humanos tienen en no ser esclavos. Reconocemos que si los humanos van a ser miembros de la comunidad moral, ellos deben tener el derecho a no ser esclavos. Si son esclavos, están fuera de la comunidad moral. Son cosas y no personas.

El mismo análisis es correcto cuando se trata respecto de los no-humanos. Si ellos importan moralmente, entonces deben tener reconocido el derecho a no ser propiedad. Si son propiedad, entonces ellos son cosas que sólo tienen un valor extrínseco o externo, y no tienen un valor intrínseco o inherente. 

Si reconocemos este derecho, entonces estamos moralmente obligados a abolir la explotación institucionalizada de los animales no humanos. No se trata de mejorar las condiciones de los animales. Se trata de abolir el uso de animales.

Una de las claves de su filosofía es el veganismo. ¿Podrías explicar por qué consideras que es tan importante?

Veganismo significa que no comemos, vestimos, o usamos a los animales en ninguna forma.

Yo mantengo que hay veganismo y hay explotación animal: no hay tercera opción. No ser vegano es participar directamente en la explotación animal. Esto es, si comemos animales o llevamos lana, cuero, piel,... o usamos productos que contengan sustancias animales, estamos tratando a los animales como cosas que no tienen intereses moralmente relevantes.

Como abolicionista, promuevo que el veganismo es una base moral o un imperativo moral y que es la única respuesta racional al reconocimiento de que los animales tienen un valor moral. Si los animales importan moralmente, entonces no podemos tratarlos como recursos ni comerlos o utilizarlos en general. Del mismo modo que alguien que promueva la abolición de la esclavitud humana no debe poseer esclavos, un abolicionista de la esclavitud animal no debe consumir productos de la explotación animal. A mi modo de ver, el veganismo es una cuestión de justicia básica.

Promover el veganismo como un principio fundamental de justicia no es algo que requiera grandes y acaudaladas organizaciones corporativas ni "líderes". Es algo que todos podemos hacer y debemos hacer como un movimiento de base. Cada uno de nosotros debe ser un líder.

Permíteme señalar que no hay diferencia entre la carne y los demás productos animales. Los animales son usados para quitarles su leche y sus huevos y también son tratados de forma horrible y terminan en el mismo matadero que los animales utilizados para carne. Si no comes carne pero consumes lácteos y huevos, estás directamente siendo responsable del sufrimiento y la muerte de esos animales.

Tu visión sobre los derechos animales, en particular tus ideas sobre el bienestar animal, ha sido criticada por algunos sectores del movimiento animalista, que dicen que el bienestar animal proporciona cierta protección a los animales hasta que sean reconocidos sus derechos. ¿Cómo respondes a esta crítica?

El bienestar animal es problemático tanto por razones morales como prácticas.

Desde una perspectiva moral, si el uso de animales no puede ser moralmente justificado, entonces es moralmente erróneo promover una explotación supuestamente "humanitaria". Pensemos sobre ello en el contexto humano. Si la esclavitud es errónea, entonces promover una esclavitud "humanitaria" no es la respuesta. La única solución moralmente aceptable es promover la abolición de la esclavitud.

Desde una perspectiva práctica, debido a que los animales son propiedad, y debido a que cuesta dinero proteger sus intereses, por lo general protegemos los intereses de los animales sólo cuando obtenemos un beneficio económico de ello. Por ejemplo, tenemos leyes que requieren que los animales sean aturdidos en el momento de la matanza porque los animales que no son aturdidos pueden herir a los matarifes o pueden provocarse heridas que dañen la calidad de la carne. Esas heridas conllevan un perjuicio económico. En su mayor parte, las reformas bienestaristas hacen que la explotación animal sea más eficiente. Se trata de medidas que, en su mayor parte, la industria acabaría adoptando por sí misma porque le beneficia a su actividad.

Según yo lo veo, la principal finalidad de las medidas de bienestar animal es conseguir que los humanos se sientan mejor mientras continúan explotando animales.

¿Piensas que la sociedad humana estaría ya receptiva a la idea de la personalidad animal, lo cual supondría reconocer que los animales tienen derechos básicos a la vida y la libertad?

Por supuesto. Pienso que la mayoría de la gente ya acepta la idea de que los no-humanos no son cosas y son seres que tienen valor moral. La mayoría acepta que está mal infligir sufrimiento innecesario a los animales no humanos. La mayoría se indigna cuando oye casos sobre "crueldad animal" precisamente porque se oponen al sufrimiento innecesario.

El desafío consiste en hacerles ver que si no son veganos entonces no son moralmente diferentes de los "abusadores" que critican. No es necesario comer productos animales para tener una buena salud. De hecho, la corriente principal de los profesionales de la salud está reconociendo progresivamente que los productos animales son perjudiciales para la salud humana. La mejor justificación que tenemos para infligir sufrimiento y muerte a miles de millones de animales terrestres, y a billones de animales marinos, es que saben bien. No es una justificación mejor que decir que el placer de ver una corrida de toros justifica la tauromaquia.

Soy optimista respecto del futuro. Creo que el movimiento abolicionista vegano —un movimiento de activistas de base por todo el mundo— está cobrando un gran impulso.

Teniendo en cuenta que consideras que la sintiencia es la única característica requerida para la personalidad, ¿cuál es tu opinión acerca del Nonhuman Rights Project [Proyecto Derechos No Humanos] y su iniciativa de declarar a determinadas especies animales como los chimpancés y los elefantes como personas no humanas?

La sintiencia es conciencia subjetiva. Un ser sintiente es alguien que percibe y experimenta el mundo. Un ser sintiente tiene intereses; esto es, preferencias, intenciones y deseos. Si un ser es sintiente, entonces esto es todo lo necesario y suficiente para considerar que ese ser tiene derecho a no ser usado como medio para los fines humanos. El reconocimiento de este derecho impone a los humanos la obligación moral de usar a ese ser como un recurso. No es necesario que el ser sintiente tenga características cognitivas parecidas a las humanas para que se le reconzoca el derecho a no ser usado como propiedad.

La inteligencia y cognición humana pueden ser relevantes para determinados propósitos, pero no son relevantes para el derecho básico de no ser usado como propiedad. En lo que concierne a este derecho, no hay diferencia entre un chimpancé y un ratón. No debemos usar a ninguno como un recurso.

De nuevo, pensemos sobre ello en el contexto humano. Hay importantes diferencias entre un humano que es brillante y un humano que tiene una discapacidad mental severa. Esas diferencias serían relevantes para determinados propósitos, pero no debemos utilizar a ninguno de los dos como donante forzoso de órganos o como un sujeto empleado para experimentos biomédicos sin su consentimiento.

¿Entonces si no es mediante cambios progresivos, como el de reconocer a los animales de una determinada especie como personas con derechos, cómo podemos lograr la abolición de la explotación animal?

Podemos lograr la abolición de la explotación animal a través de la educación vegana creativa y no-violenta. Necesitamos detener la demanda de explotación animal. Y podemos conseguirlo. Supongamos que hay 1 millón de veganos en Estados Unidos. Eso es una estimación a la baja. Si cada uno de esos veganos educara a otra persona para ser vegana en el próximo año habría 2 millones de veganos. Si el proceso se repite cada año, los Estados Unidos serían veganos en ocho años. !Cada uno de nosotros juega un papel relevante en conseguir un mundo vegano!

¿Cómo te hizo sentir la muerte de Harambe el gorila? ¿Piensas que matarlo fue inevitable y que el zoo no tuvo otra opción?

Un niño cae dentro del foso. El gorila era parte de la propiedad. Si Harambe hubiera herido al niño, la repercusión legal sobre el zoo habría sido astronómica. Así que no me sorprende que mataran a Harambe. Me opongo a los zoos. Y aunque pienso que fue una tragedia que mataran a Harambe, esto no es más trágico que la muerte de millones de animales matados cada día para servir de comida. No hay diferencia moral entre Harambe y el pollo sin nombre que la gente comió anoche para cenar.

¿En qué estás trabajando en este momento?

Anna Charlton, la co-autora de «Come Con Conciencia», y yo estamos trabajando en un manual sobre activismo abolicionista vegano.

¿Si tuvieras que dar un mensaje a todos aquellos que aman a los animales, qué les dirías?

Que amar a los animales no es coherente con hacerles daño. Si amas a los animales —si crees que los animales importan moralmente— entonces dejas de participar directamente en la explotación de animales, puesto que es moralmente errónea. !Hazte vegano!

26 de julio de 2016

Los Derechos Animales y la Analogía con la Esclavitud y la Violación



Desde principios de la década de 1990, he estado argumentando que la regulación de la explotación animal no sólo es inmoral —pues si es moralmente incorrecto explotar animales, también es incorrecto promover la explotación supuestamente 'humanitaria' de los animales sino que, como cuestión práctica, está condenada al fracaso porque el estatus de propiedad de los animales significa que los intereses de los animales nunca pueden prevalecer sobre los intereses de los propietarios humanos. He argumentado que la regulación de la explotación animal fracasa para proteger a los animales por la misma razón que fracasó la regulación de la esclavitud.

Algunos animalistas parecen pensar que este tipo de discurso plantea un problema de 'apropiación cultural' porque sólo los negros están legitimados en hablar sobre la esclavitud.

Pero la idea de que los negros tienen algún tipo de exclusividad en el discurso sobre la esclavitud ignora que la esclavitud basada en la raza que existió en Estados Unidos [o en Occidente en general] entre los años 1600-1800 no fue la única esclavitud que ha existido. La esclavitud existía antes y existe ahora. Y la mayor parte de esa esclavitud no se ha basado en la raza, sino en la tribu y la religión.

Además, incluso en el caso de la esclavitud basada en la raza en Estados Unidos, dejo claro que son los mecanismos legales, políticos y sociales de la esclavitud los que son análogos al uso de animales como propiedad. Es esa discusión la que revela los requisitos de la abolición en lugar de la reforma bienestarista. La analogía se centra más en los mecanismos de opresión que en el sufrimiento resultante. Se centra en la analogía con los derechos de los animales más que en el bienestar animal. Algunos piensan que la analogía de la esclavitud se centra en el sufrimiento de los esclavos. Esto es incorrecto.

Siempre he sido crítico con los grupos animalistas que yuxtaponen imágenes de negros linchados con fotos u otras representaciones de animales colgados en mataderos, del mismo modo que me opongo a comparar la explotación animal con el Holocausto. Comparar males de este modo no contribuye en nada a avanzar en la comprensión y tiene un gran potencial para el malentendido y la ofensa. Pero el hecho y es un hecho es que existen importantes paralelismos entre la regulación de la esclavitud y la regulación de la explotación animal.

Los afroamericanos tienen una experiencia basada en el legado de la esclavitud, pero todos debemos comprender los mecanismos y principios de apoyo de la esclavitud -humana y no humana- si queremos librar al mundo de este mal.

La regulación de la explotación animal fracasa exactamente por las mismas razones que fracasó la regulación de la esclavitud. Si un ser sensible es un bien mueble, los intereses de ese ser siempre contarán menos que los intereses de los propietarios de ese bien. En prácticamente todas las situaciones de conflicto, la propiedad debe perder y el propietario debe prevalecer o, de lo contrario, no existe la institución de la propiedad en seres de ese tipo ya fueran humanos o no humanos. Tanto en la esclavitud como en la explotación animal, los seres sintientes son tratados como si sólo tuvieran un valor extrínseco o externo y no tuvieran un valor inherente o intrínseco. Son meras cosas. La esclavitud [basada o no en la raza] y los animales como propiedad son completamente análogos desde el punto de vista legal y económico.

Si existe alguna des-analogía como cuestión conceptual, no es entre la esclavitud y la explotación animal. Ahí, el encaje analógico es perfecto e ineludible. Muchos bienestaristas comparan la regulación de la explotación animal, que ellos promueven, con la lucha por los derechos civiles en Estados Unidos. Esta última implicaba y sigue implicando porque la igualdad está muy lejos la cuestión de cómo tratar justamente a las personas. Los animales siguen siendo bienes muebles. No les reconocemos personalidad moral. No podemos hablar de cómo tratarlos de manera 'justa'.

Cuando hablo de abolición, no utilizo ese término para referirme a la experiencia de los esclavos. Hablo del mecanismo que se ha utilizado en el pasado y que debe utilizarse ahora para desmantelar cualquier institución de propiedad que establezca y perpetúe el estatus de seres sintientes utilizados exclusivamente como recursos para otros.

En cualquier caso, decir que ese análisis se 'apropia' de un discurso que es propio sólo de los negros es, me temo, transparentemente absurdo. No estoy utilizando la analogía de la esclavitud para denigrar la experiencia de los esclavos. La utilizo porque la analogía nos ayuda a comprender las razones legales, jurisprudenciales y económicas por las que la regulación sobre seres sintientes que son considerados como propiedad no puede funcionar para proteger sus intereses.

Otros animalistas declaran que los varones no deben hablar de violación en el contexto de la explotación animal. Es decir, no pueden establecer una analogía entre la vulneración de los derechos fundamentales que se produce en el contexto de la violación sexual y la violación de los derechos fundamentales que se produce cuando matamos y comemos animales.

Como en el caso de la esclavitud, cuando utilizo la violación como concepto analógico no lo hago para denigrar la experiencia de las víctimas de violación. Utilizo la analogía porque creo que encaja y puede ayudarnos a comprender la profunda estructura de la explotación animal.

En mi opinión, el uso de palabras y conceptos en contextos como éste es una cuestión de analogía. Nuestras experiencias determinan cómo entendemos las cosas pero, al final, la única cuestión relevante es si la analogía encaja. Habiendo estado en granjas lecheras y visto cómo se preña a las vacas y cómo hay que someterlas porque no les gusta lo que ocurre, creo que es análogo a la violación, al igual que muchas mujeres que conozco y que han visto realmente lo que ocurre en las granjas lecheras, incluidas mujeres que han sido víctimas de violación. Es una agresión sexual; las vacas no dan su consentimiento.

La violación es una vulneración de un derecho humano fundamental. Es diferente de las violaciones de derechos no fundamentales. Es análoga a las violaciones de derechos fundamentales que constituyen el uso de animales domésticos. La analogía es válida. Si alguien se siente ofendido por la analogía y se opone a su uso, necesitamos saber por qué la analogía no se sostiene y, tras muchos años de hacer este trabajo, todavía no he oído otra cosa que alguna versión de 'las mujeres humanas importan más moralmente'.

Hace poco estuve en una conferencia académica en la que se habló de ética animal, pero sólo como parte del evento. Argumenté que hablar de explotación 'feliz' era análogo a hablar de violación 'feliz' o de abuso sexual infantil 'feliz'. Una mujer que se identificó como feminista se opuso a mi analogía. Le pregunté por qué. Todo lo que pudo decir fue que no creía que explotar animales fuera tan grave como una violación. No estoy seguro de lo que quiso decir con eso y no tuvo respuesta cuando le pregunté a qué se refería. No hay respuesta no especista a esa pregunta.

Y si no podemos hablar sobre situaciones ni siquiera como analogías relevantes si no las hemos experimentado, entonces ninguno de nosotros puede hablar sobre la explotación de animales no humanos.

6 de julio de 2016

Sugerencias para el activismo: juzga los actos; no a los individuos




No podemos tener una conversación útil para cambiar la conducta de otra persona si nuestro modo de abordar a la otra persona consiste en tratarla de malvada. Es una cuestión de sentido común.

Así que asegurémonos de que la persona con la que hablamos comprende que nos estamos enfocando en la inmoralidad de la explotación animal como práctica institucionalizada y que no estamos juzgando a esta persona como individuo. Abordemos a esa persona como alguien que no conoce las cuestiones implicadas en la ética de nuestra relación con los animales y a la que debemos educar —pero no juzgar.

Por otro lado, debemos ser muy claros en que el veganismo es un imperativo moral. Esto es, si los animales tienen valor moral —y no son meras cosas— entonces nuestra obligación moral es no comerlos, no usarlos para vestimenta, y no usarlos en general. Cualquier cosa menos que esto representa continuar participando directamente en la explotación animal.

**********

Si no eres vegano, por favor, sé vegano. Veganismo es acerca de la noviolencia. Primero, y sobre todo, es acerca de la noviolencia sobre otros seres sintientes. Pero también es acerca de la noviolencia sobre la tierra y sobre uno mismo.

Si los animales importan moralmente, el veganismo no es una opción —es una elección. Cualquier iniciativa que pretenda ser parte de un movimiento por los derechos de los animales debe dejar claro que el veganismo es un imperativo moral.



1 de junio de 2016

El especismo de los "enfoques plurales"


 Traducido del blog personal de Gary Francione


En respuesta a la crítica de la reforma bienestarista y otros enfoques que en realidad promueven la explotación animal, algunos supuestos defensores de los animales dicen que necesitamos "enfoques plurales". Dicen que, además de promover el veganismo como base moral, necesitamos promover la explotación "feliz", y el relativismo moral (por ejemplo, el veganismo es una cuestión de "nuestro viaje" y de algún espacio totalmente subjetivo de "quién eres")."

Piensa en este tipo de posición en cualquier contexto de derechos humanos. Tomemos, por ejemplo, el problema del racismo. Imaginemos que alguien dijera que, para tratar el racismo, necesitamos "enfoques plurales", y que debemos promover la igualdad como una cuestión absoluta, pero también debemos promover la igualdad como una cuestión no absoluta.

Imagina que dijeran:

"Cada paso en el camino hacia la igualdad es bueno, así que debemos fomentar el Lunes sin chistes racistas"; o

"La gente no dejará de ser racista de la noche a la mañana, así que debemos fomentar el Reduccionismo Racista"; o

"Mi línea de base es que no hay líneas de base y que todo está en un continuo y la oposición al racismo es una cuestión de tu "espacio personal".

Consideramos, con razón, que esta propuesta de "enfoques plurales" del racismo es en sí misma racista.

Los "enfoques plurales" nunca son apropiados cuando se trata de derechos fundamentales. Lo reconocemos en el contexto humano.

Pero cuando se trata de animales, muchos animalistas piensan que está bien.

Eso es lo que llamamos especismo.

12 de mayo de 2016

Veganismo Como Imperativo Moral





Los abolicionistas coinciden con los bienestaristas en que la explotación animal no va a desaparecer de la noche a la mañana y que necesitamos dar pasos graduales —lo que los bienestaristas llaman 'pasos de bebé'— para llegar a la meta de la abolición. Pero los abolicionistas rechazan las campañas de reforma bienestarista y las campañas monotemáticas como pasos graduales porque no son coherentes con la idea de que los animales no humanos son moralmente significativos y tienen derecho a no ser utilizados como recursos para los humanos. Además, como cuestión práctica, estas tácticas no funcionan y, por su propia naturaleza, no pueden conducir a la abolición.

A pesar de las afirmaciones de los bienestaristas de que los abolicionistas no tienen un plan práctico para el cambio, los abolicionistas tienen un programa muy claro para el cambio incremental tanto a nivel individual como social: el veganismo y la defensa y educación vegana creativa y no violenta. El veganismo significa no comer, vestir o usar animales en la medida de lo posible.

Ninguna autoridad sanitaria sostiene que sea nutricionalmente necesario comer alimentos de origen animal. Organizaciones profesionales de nutricionistas declaran que una dieta vegana equilibrada es perfectamente adecuada para la salud humana y algunos estudios indican que las dietas veganas pueden tener importantes beneficios para la salud en comparación con las dietas que contienen productos animales.

También se da el caso de que hay poco o ningún desacuerdo serio en cuanto a que la cría de animales está dando lugar a un desastre ecológico. La ganadería da lugar a la destrucción de los pastizales y el suelo de la superficie, la deforestación, el agotamiento del agua y la contaminación y, en todos los casos, contribuye de manera significativa al calentamiento del planeta, ya que el Instituto de la Vigilancia Mundial estima que al menos el 51% de los gases de efecto invernadero anuales en todo el mundo son atribuibles a la ganadería.

En cualquier caso, centrémonos en el veganismo como principio moral.

La palabra vegano fue acuñada por Donald Watson en 1944, coincidiendo con su fundación de la Asociación Vegana en Gran Bretaña. Watson se oponía a la explotación animal y, en el primer número del boletín de la Asociación, The Vegan News, escribió: "Podemos ver claramente que nuestra civilización actual está construida sobre la explotación de los animales, así como las civilizaciones pasadas se construyeron sobre la explotación de los esclavos, y creemos que el destino espiritual del hombre es tal que con el tiempo verá con aborrecimiento la idea de que el hombre se alimentó una vez de los productos de los cuerpos de los animales".

Sostuvo que no bastaba con abstenerse de la carne: «La incuestionable crueldad asociada a la producción de productos lácteos ha dejado claro que el lactovegetarianismo no es más que una casa a medio camino entre el consumo de carne y una dieta verdaderamente humana y civilizada, y pensamos, por lo tanto, que durante nuestra vida en la tierra debemos tratar de evolucionar lo suficiente para hacer el viaje completo». Watson también rechazó comer huevos. Vegano viene de las letras iniciales y finales de la palabra vegetariano, ya que Watson pensaba que el veganismo era el lugar lógico del que provenía el vegetarianismo, así como el punto al que el vegetarianismo conduciría en última instancia. Evitó usar cuero, lana o seda; y usó un tenedor, en vez de una pala, en su jardinería para evitar matar gusanos. Watson se oponía a la caza, la pesca, los deportes de sangre, y el uso de animales en experimentos o con fines de prueba.

Watson promocionó, y ejemplificó, los beneficios para la salud de una dieta vegana, pero claramente vio el veganismo principalmente como un principio moral. Consideraba que el movimiento vegano era el mayor movimiento de todos los tiempos porque proporcionaba una solución a la crisis de codicia y violencia que afectaba y afligía a la humanidad y que amenazaba con un desastre ecológico. Aunque no era religioso en un sentido tradicional, tenía creencias espirituales muy arraigadas, que incluían la idea de que ser no vegetariano violaba la ley natural y que, en general, nuestra violencia contra los animales no humanos era una violación de las leyes espirituales que daba lugar a nuestra infelicidad psicológica y a nuestra mala salud física.

El Enfoque Abolicionista abraza y desarrolla la posición de Watson y ve el veganismo como la representación de un principio moral fundamental. El Enfoque Abolicionista mantiene que el veganismo y la educación vegana creativa y no violenta son las formas más importantes de activismo y defensa en las que podemos participar. De hecho, es sólo a través de la educación vegana que cambiaremos el paradigma de los animales como propiedad y hacia los animales como personas.

[Nota: No apoyamos de ninguna manera a la Asociación Vegana, ya que creemos que no promueve el veganismo como base moral y que abandonaron la visión de Watson.]

El enfoque abolicionista considera el veganismo como un imperativo moral. Con esto queremos decir que si los animales importan moralmente, estamos moralmente obligados a dejar de comer, vestir y usarlos. Es decir, volverse vegano no es sólo una opción para alguien que está de acuerdo en que los animales importan moralmente; es una obligación moral fundamental. Los abolicionistas no ven el veganismo como una cuestión de compasión, misericordia o cualquier otra cosa que no sea lo necesario para cumplir con sus obligaciones morales hacia los animales. Del mismo modo, aunque algunas personas pueden adoptar una dieta vegana por razones de salud, o por preocupación por el medio ambiente, un vegano abolicionista ve el veganismo ante todo como una cuestión de obligación moral. Es lo que le deben a los animales. Un vegano abolicionista puede tener también preocupaciones por la salud o el medio ambiente, pero la principal fuerza motivadora del vegano abolicionista es la moralidad.

El enfoque abolicionista es claro: si uno no es vegetariano, está participando activamente en la explotación animal. Dado que los abolicionistas rechazan toda explotación animal, incluso la supuestamente 'humanitaria', los abolicionistas no tienen otra opción que ser veganos de principios y consistentes.

Los abolicionistas ven el veganismo como un rechazo del estatus de los animales no humanos como mercancías. Los humanos explotan a los animales porque son vistos como cosas. Son propiedad sin valor moral. Los abolicionistas rechazan el estatus de propiedad de los animales no humanos y se niegan a participar en su mercantilización institucionalizada. Los abolicionistas reconocen que cada vez que los humanos comen, usan o utilizan un producto animal, están reafirmando el insidioso sistema que trata a los animales no humanos exclusivamente como recursos para los humanos.

Los abolicionistas consideran que el veganismo representa un principio fundamental de justicia: es sencillamente injusto tratar a los no humanos como recursos reemplazables, y negarles el único derecho que concedemos a todos los humanos independientemente de sus características particulares.

Los abolicionistas ven el veganismo como un acto de desafío no violento, como un rechazo a participar en la opresión de los inocentes y los vulnerables, y como un rechazo a la insidiosa idea de que dañar a otros seres sensibles debería considerarse como una parte normal de la vida.

Los abolicionistas ven el veganismo como la aplicación del principio de la abolición a la vida de uno. Los defensores de los animales que afirman estar a favor de los derechos de los animales y quieren abolir la explotación animal pero que siguen comiendo o usando productos animales no son diferentes de los que afirman estar a favor de los derechos humanos y de la abolición de la esclavitud pero que siguen siendo dueños de esclavos.

Los abolicionistas ven el veganismo como un elemento necesario de una vida noviolenta. Es decir, si alguien abraza la noviolencia, tiene la obligación de ser vegano. También deben abrazar la noviolencia de otras maneras: el veganismo no es suficiente pero ciertamente es necesario.

De lo anterior, debe quedar claro que, en lo que respecta a los abolicionistas, el veganismo se aplica no sólo a la dieta, sino a todo uso de animales. En otras palabras, un vegano es aquel que no come, no se viste ni utiliza animales en su vida en la medida de lo posible. Es imposible evitar todos los productos animales. Dado que matamos miles de millones de animales cada año, los subproductos animales están disponibles a bajo precio y se incluyen en muchas cosas, como superficies de carreteras, plásticos y en los pegamentos utilizados para hacer zapatos. Pero cuando tenemos la posibilidad de elegir -y esto es casi siempre, a menos que estemos en una isla desierta o en un naufragio- estamos moralmente obligados a no comer, vestir o utilizar animales. También creemos que el veganismo significa no participar o patrocinar actividades que impliquen la explotación de animales, como circos, zoológicos, rodeos o carreras de caballos.

¿El vegetarianismo como una puerta de entrada?

Aunque, como cuestión moral, Watson rechazó el consumo de todos los productos animales, pensó que, como cuestión psicológica y sociológica, era necesario que la gente pasara primero por un período de vegetarianismo antes de convertirse en veganos. Vio el vegetarianismo como una especie de 'puerta de entrada' porque vio el veganismo como la conclusión de un proceso evolutivo que comenzó con el vegetarianismo. Watson no se opuso a que los veganos promovieran el vegetarianismo precisamente porque lo veía como una parte esencial de este proceso evolutivo.

Los abolicionistas rechazan esta noción y sostienen que debemos tener claro que el vegetarianismo implica la explotación de los animales y debe ser rechazado. No hay una distinción moralmente coherente entre la carne y otros productos animales. Promover el vegetarianismo como parte de una evolución que supuestamente culmina en el veganismo equivale a decir que debemos promover el consumo de algunos productos animales como una forma de eliminar el consumo de todos los productos animales. En este sentido, el argumento de la puerta de entrada en relación con el vegetarianismo es exactamente el mismo que el argumento para la reforma del bienestar: que deberíamos promover la explotación 'humanitaria' como una forma de supuestamente lograr la no explotación. Los abolicionistas rechazan el argumento de la puerta en ambos contextos.

Si los humanos y los no-humanos son iguales en cuanto a la posesión de un derecho a no ser usado como propiedad entonces, así como cualquier tipo de esclavitud humana es una violación de ese derecho, también cualquier tipo de explotación animal es una violación del mismo.

Los abolicionistas no promueven el vegetarianismo porque no hay una distinción moralmente coherente entre la carne y otros productos animales. No hay una distinción coherente entre la carne y los productos lácteos o los huevos. Los animales explotados en las industrias lácteas y de huevos viven más tiempo, son tratados peor, y terminan en el mismo matadero que sus contrapartes matados por la carne. No comer carne de vacuno pero aún así beber leche tiene tan poco sentido como comer carne de vacas grandes pero no de vacas pequeñas. Además, tampoco existe una distinción moralmente relevante entre una vaca y un pez a efectos de tratar a ninguno de los dos como un recurso humano. Podemos reconocer más fácilmente el dolor o el sufrimiento de una vaca porque, como nosotros, es un mamífero. Pero esa no es una razón para ignorar el sufrimiento y la muerte de los muchos miles de millones de peces y otros animales marinos sensibles que matamos anualmente.

Los abolicionistas no promueven campañas como el «lunes sin carne», que, entre otras cosas, refuerzan la idea de que hay algo moralmente peor en comer carne que en comer lácteos o huevos. Todos los productos animales implican sufrimiento; todos implican muerte; todos implican injusticia. El veganismo es un imperativo moral; es lo que debemos hacer y no debemos hacer nada menos.


©2016 Gary L. Francione & Anna Charlton.

17 de abril de 2016

La reforma progresiva en el contexto humano no es análoga a la reforma bienestarista y a las campañas monotemáticas en el contexto no-humano



Una pregunta que recibimos:

«Si pensamos que el complejo industrial de las prisiones está mal y queremos abolirlo, todos pensaríamos que estaría bien trabajar al mismo tiempo en una campaña monotemática para mejorar la vida de los presos que actualmente están atrapados en el sistema, ¿verdad? Entonces, ¿por qué no está bien hacer lo mismo en el contexto animalista?»

Para empezar, esta persona está confundida con la terminología básica. El ejemplo que utiliza se refiere a lo que se caracterizaría como medidas de reforma del bienestar en el contexto no humano, no a campañas de un solo tema o compañas monotemáticas. Es decir, ella piensa que su campaña de prisiones es similar a decir que queremos abolir la explotación animal en algún momento, pero que queremos jaulas más grandes mientras tanto. Esa es la clásica posición del nuevo bienestarismo. En cualquier caso, aquí hay un extracto del libro «Derechos Animales: El Enfoque Abolicionista» que muestra que la afirmación bienestarista de que en contextos humanos sí promovemos medidas análogas a las medidas de reforma del bienestar animal y a las campañas de un solo tema es simplemente errónea:

En respuesta a la posición abolicionista de que es especista promover una explotación animal más "humanitaria" cuando no apoyaríamos la esclavitud "humanitaria", la violación "humanitaria" o las violaciones "humanitarias" de otros derechos humanos fundamentales, los bienestaristas afirman que sí apoyamos violaciones más "humanitarias" de los derechos humanos fundamentales.

El ejemplo habitual que ponen es el de Amnistía Internacional. Amnistía Internacional se opone al encarcelamiento por motivos políticos y trabaja para conseguir la liberación de esos presos políticos. Pero si no consiguen que los presos sean liberados, se oponen a cualquier tortura de esos presos. Los bienestaristas comparan sus esfuerzos con los de Amnistía Internacional, alegando que no pueden sacar a los animales de las condiciones de opresión, pero sí pueden luchar para detener la tortura.

La analogía falla en varios aspectos.

Toda explotación animal implica someter a los animales a un trato que, si se tratara de seres humanos, constituiría una tortura. Es decir, todo el proceso de cría de animales para la alimentación, por ejemplo, implica sufrimiento, miedo y angustia desde el momento del nacimiento hasta el momento de la muerte. Los bienestaristas eligen arbitrariamente prácticas que ya son "fruta fácil" porque son económicamente ineficientes y no reconocen que todo el proceso de explotación animal implica tortura. Los bienestaristas no son análogos a Amnistía Internacional, que se opone al encarcelamiento por motivos políticos y, si no se puede conseguir la liberación, exige que no se torture a los presos. Los bienestaristas trabajan con la industria para reformar la tortura; Amnistía Internacional no hace eso. Cuando los bienestaristas promueven una jaula "enriquecida" o un establo "sin jaulas" para las gallinas ponedoras, no están exigiendo que se acabe con la tortura; están, en cambio, promoviendo alternativas que también resultan en la tortura de las aves. La idea de que una jaula "enriquecida" o un establo "sin jaulas" no implican tortura sólo podría ser planteada por alguien que no supiera nada de estas alternativas a las jaulas en batería convencionales. Lo que hacen los animalistas sería análogo a que Amnistía Internacional promoviera la postura de que, cuando los presos reciben descargas eléctricas, éstas no deben administrarse durante más de tres horas sin un minuto de descanso. Y Amnistía Internacional no apoya esas posiciones porque la tortura implica la violación de un derecho humano fundamental y no debería producirse en absoluto.

Además, como vimos anteriormente, las campañas bienestaristas promueven necesariamente la explotación animal porque presentan la situación reformada como "compasiva" o la describen de otro modo en términos normativos positivos, que es la única manera de que se puedan formar coaliciones en torno a estas campañas de reforma. Aunque esto es cierto para todas las campañas bienestaristas, es especialmente cierto para el enfoque del neobienestarismo, en el que los grupos animalistas se han asociado explícitamente con los explotadores institucionales y expresan públicamente su "aprecio y apoyo" a las reformas supuestamente "humanitarias" a las que ponen un sello de aprobación y dan premios y galardones a los explotadores institucionales. Amnistía Internacional no premia a los dictadores que prometen azotar a sus presos políticos nueve veces a la semana en lugar de diez.

Los bienestaristas también afirman que Amnistía Internacional se opone a la pena de muerte pero propone métodos de ejecución más "humanos". Eso es sencillamente falso. Amnistía condena la pena de muerte independientemente del método.

Otro ejemplo en el que se basan los bienestaristas es el de las reformas de los derechos civiles. Argumentan que las reformas del bienestar animal son similares a las reformas de los derechos civiles y que, puesto que apoyamos estas últimas, deberíamos apoyar las primeras. Pero, de nuevo, la analogía no se sostiene. Las reformas de los derechos civiles se producen en un contexto en el que estamos hablando de aquellos que son considerados como personas y no como cosas, como son los esclavos, las víctimas de la tortura, las víctimas de la violación u otros seres humanos cuyos derechos fundamentales están siendo violados. La cuestión que se plantea en una campaña de reforma de los derechos civiles es si la reforma es necesaria para garantizar la igualdad de trato de los mismos intereses con el fin de resolver las reclamaciones contrapuestas de las personas. Decir que la Ley de Derechos Civiles de 1964 (una ley estadounidense que prohibió la segregación racial en teatros, restaurantes y hoteles y rechazó las pretensiones de los propietarios de que eran libres de excluir a quien quisieran de su propiedad) es análoga a una reforma de la esclavitud que prohíba a un propietario de esclavos golpear a sus esclavos más de diez veces a la semana o una reforma que exija una pausa de un minuto en las sesiones de tortura de los presos políticos, es absurdo. No pudimos reformar para salir de la esclavitud. La institución de la esclavitud tuvo que ser abolida antes de que las iniciativas de derechos civiles pudieran proporcionar una mayor igualdad a las personas que ya no son consideradas como propiedad.

Los bienestaristas también señalan que apoyamos campañas monotemáticas en el contexto humano. Por ejemplo, podemos tener una campaña que se dirija al genocidio en Somalia pero que no se dirija al genocidio en Burundi o en cualquier otro país. Los bienestaristas afirman que si las campañas monotemáticas son problemáticas en el contexto animal y si los animalistas no deben perseguirlos, entonces se deduce que las campañas monotemáticas son igualmente problemáticos en el contexto humano y los defensores de los derechos humanos tampoco deberían perseguirlos.

Una vez más, los bienestaristas no reconocen que existen importantes diferencias que hacen que las campañas monotemáticas en el contexto humano sean relevantes. Cuando nos oponemos al genocidio en Somalia, no estamos haciendo ninguna afirmación de que el genocidio en Burundi o en otros lugares sea de algún modo más aceptable desde el punto de vista moral, o que el genocidio en Burundi sea el tipo de genocidio que debería adoptar Somalia. Nuestra posición de partida es que el genocidio como actividad es moralmente incorrecta. Así que una campaña contra el genocidio en un país no puede entenderse como una luz verde al genocidio en otro país. Pero en el contexto de los animales, el punto de partida es que la explotación animal es moralmente aceptable —al menos mientras sea "humanitaria"—, por lo que una campaña contra el fuagrás sólo puede entenderse como el mantenimiento de que el foie gras es moralmente peor que otros alimentos de origen animal, que, por implicación, son moralmente aceptables. Una campaña contra las pieles sólo puede entenderse como si diera luz verde a la lana o al cuero.

Una campaña contra el genocidio en Somalia no requiere la participación de personas que apoyan el genocidio en otro país. Al contrario. Quienes se oponen al genocidio en Somalia probablemente no querrán incluir en su coalición a nadie que apoye el genocidio en cualquier lugar. Las campañas monotemáticas que implican usos o productos animales requieren la participación de quienes apoyan y participan activamente en formas de explotación animal que no son relevantes.

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