5 de diciembre de 2007

Feminismo posmoderno y bienestar animal: un par perfecto




Recientemente tuvo lugar un debate, en los excelentes y siempre animados Vegan Freak Forums, entre quienes pueden caracterizarse, de manera general, como “feministas posmodernas” y “feministas radicales.” Las feministas posmodernas reconocen que la elección de una mujer de cosificarse sexualmente a sí misma, puede representar un acto facultativo y no puede estimarse de ninguna manera definitivamente negativa. Esas feministas con frecuencia son pro-pornografía, o al menos no son anti-pornografía. Las feministas radicales están más inclinadas a rechazar la cosificación de la mujer como inherentemente problemática. Están en general contra la pornografía y se oponen particularmente al tipo de pornografía en que las mujeres aparecen recibiendo un tratamiento violento o abusivo. Ellas juzgan que la mayoría de los estereotipos de género son perjudiciales tanto para las mujeres como para los hombres, y procuran minar estos estereotipos. Las feministas postmodernas con frecuencia argumentan que los estereotipos “femeninos” pueden ayudar al empoderamiento de las mujeres.

Este debate tiene algunos interesantes e importantes paralelos con el debate abolición vs. bienestar. De hecho, el feminismo posmoderno y el bienestar animal son la misma teoría, aplicada en contextos diferentes.

I. Cosificación “feliz”: La posición del feminismo posmoderno tiene el efecto de que las personas se sientan más cómodas acerca de la explotación de las mujeres. Si una mujer decide convertirse en una trabajadora sexual, esto es considerado como una elección facultativa que las feministas deben apoyar. El feminismo posmoderno se rehúsa a hacer cualquier tipo de juzgamiento normativo negativo al respecto de estas instituciones explotadoras, o de cómo las mismas afectan a las mujeres de las clases más desfavorecidas, que no tienen los privilegios de las feministas posmodernas, las cuales son, en su mayoría, mujeres blancas de clase media, que recibieron una buena educación.

Debido al sello de aprobación que las feministas posmodernas le colocan a la auto-cosificación, es fácil entender la reacción de los hombres cuando se presenta el tema de la pornografía o de otras formas de explotación: “¿Qué hay de malo con eso? Las feministas les dan el visto bueno.” La semana pasada, una feminista posmoderna me dijo, en el Vegan Freak Forum que yo soy un anti-feminista, por mi “expresión de desdén” por los clubes de strip tease. Cualquiera que estuviera leyendo ese intercambio de mensajes, y que estuviese pensando en la posibilidad de ir a un lugar de esos, recibió la aprobación de alguien que se llama a sí misma una “feminista” —una que alega ser alumna de post-grado en nada menos que un programa de Estudios de las Mujeres. De hecho, el mensaje fue claro: Frecuentar un club de strip tease es un modo de mostrar que respetan la decisión que hace una mujer de involucrarse en ese tipo de actividad. No solamente está bien ir a un club de strip tease; es una cosa feminista para hacer. Notable.

Quiero enfatizar que nadie está intentando criticar o juzgar a los individuos que toman esas decisiones de cosificarse a sí mismos. El asunto es solamente si aquéllos que se oponen al sexismo deberían oponerse a esas instituciones explotadoras. Las feministas posmodernas dicen que no deberíamos; las feministas radicales afirman que sí.

No sorprende que PeTA adopte el abordaje posmoderno del feminismo e incentive a las mujeres a realizar acciones explotadoras “por los animales.” Hemos tenido décadas de hazañas sexistas por parte de PeTA, desde “Prefiero andar desnuda que [llene el espacio con cualquier cosa) hasta un “State of the Union Undress” con un desnudo frontal completo. PeTA siempre puede contar con las feministas posmodernas para participar con entusiasmo de sus actividades, toda vez que las feministas radicales señalen que un movimiento que se opone a la cosificación de los no humanos debería también oponerse a usar a los animales humanos como objetos.

Y podemos ver que el mismo modo de pensar que está por detrás del abordaje posmoderno es directamente reflejado en el contexto animal con resultados devastadores. Tenemos a Peter Singer, PeTA, HSUS y virtualmente todos los principales grupos bienestaristas, muchos de los cuales alegan representar la posición de los “derechos animales”, argumentando que la explotación animal puede ser moralmente defendible, si tratamos a los animales explotados de manera “humanitaria”. Podemos ser “omnívoros conscientes” y permitirnos el “lujo” de consumir productos animales siempre y cuando comamos animales faenados en mataderos aprobados por Temple Grandin, ganadora del premio PeTA , o vendidos en Whole Foods, el mercado que, según PeTA tiene estándares estrictos de bienestar animal, o mientras que comamos huevos producidos en galpones “libres de jaulas”,

Debido al sello de aprobación de Singer, PeTA, etc., es fácil entender porqué, cuando estamos tratando de promover el veganismo, con frecuencia nos encontramos con la respuesta: “¿Qué hay de malo en comer carne (huevos, queso,etc.)? Las personas que están por los derechos animales dicen que es correcto”. PeTA dice que McDonald’s es un “precursor” en materia de reformas de bienestar animal de los animales usados por las cadenas de fast-food, y el ícono Jane Goodall es una de las celebridades que apoyan los lácteos de Stonyfield. El movimiento por el bienestar animal hace que la gente se sienta mejor en cuanto a participar en la explotación animal, así como las feministas posmodernas hacen que las personas se sientan mejor en cuanto a participar en la explotación de las mujeres. Ustedes pueden ser “feministas” mientras disfrutan del contacto con una bailarina desnuda en un club de streap tease, ustedes pueden ser personas “por los derechos animales” mientras comen sus huevos “libres de jaulas” o carne aprobada por las organizaciones de protección animal.

En suma, las feministas posmodernas han creado una rama de cosificación “feliz” para las mujeres, de la misma manera que los bienestaristas han creado el fenómeno de la carne y productos animales “felices”. Las feministas posmodernas con frecuencia ignoran, por conveniencia, el hecho de que las mujeres involucradas en la industria del sexo son violadas, golpeadas, y adictas a las drogas, de la misma manera que los bienestaristas ignoran, por conveniencia, que los productos animales –incluyendo aquéllos que son producidos bajo las circunstancias más “humanitarias”– implican un sufrimiento horrible para los animales. Y ambos grupos ignoran que la cosificación de mujeres y animales, independientemente de la forma en que son tratados, es inherentemente objetable.

Tanto la posición de las feministas posmodernas como la posición neobienestarista están enraizadas en la ideología del statu quo. Ambas refuerzan la posición actual de los animales como propiedad, y de las mujeres como cosas cuya condición de persona está reducida a cualquier parte, o imagen de parte de su cuerpo, que convertimos en fetiches. Ambas son posiciones que apenas ponen rostros sonrientes en lo que es, en esencia, un mensaje muy reaccionario.

Debo hacer notar otra relación directa entre por lo menos ciertas feministas y los bienestaristas. Algunas veces, esas feministas alegaron que rechazaban los derechos de los animales porque, según ellas, los derechos son una cosa “patriarcal”, y que para valorar nuestras obligaciones con los no humanos deberíamos usar, en vez de los derechos, una “ética del cuidado”. O sea, esas feministas niegan la existencia de reglas universales que nos prohibirían usar animales en todas las circunstancias; en vez de eso, la moralidad del uso de los animales, según ellas, estarían determinada por las particularidades de una situación, para ver si son tenidos en cuenta ciertos valores ligados al cuidado. Es interesante notar que ninguna feminista de que yo tenga noticia, sustenta que la moralidad de la violación depende de una ética del cuidado; todas las feministas afirman justamente que la violación nunca es justificable. Pero eso no es diferente a decir que las mujeres tienen el derecho a no ser violadas. Así que esas feministas están a favor del tipo de protección que ofrecen los derechos, cuando se trata de animales humanos, pero no cuando se trata de animales no humanos. No todas las feministas tienen esa posición, pero algunas que se identifican como defensoras de los animales, y algunas bienestaristas afirmaron haber adoptado la ética del cuidado como una alternativa a los derechos animales. (Tengo escrito un capítulo acerca de los derechos animales y la ética del cuidado en mi nuevo libro, Animals as Persons: Essays on the Abolition of Animal Exploitation.)

II. Las reglas acerca del discurso permitido: También existen paralelos entre las reglas del discurso, que son frecuentemente impuestos por las feministas posmodernas y los bienestaristas. Ambos grupos tienen la tendencia a considerar como inaceptable cualquier crítica de su posición. Las feministas posmodernas acusan a las feministas radicales de ser “patriarcales”, “opresivas”, “abusadoras”, “desempoderantes”, etc., si las radicales no concuerdan con el abordaje de que “mercantilizarse a sí mismo es feminismo”. Los bienestraistas consideran cualquier crítica de las reformas bienestaristas como “agresivas”, o “divisionistas”, y como “perjudiciales para los animales.” Tanto las feministas posmodernas como los bienestaristas hacen llamamientos frecuentes a la “unidad del movimiento,” el cual es un código para la posición de que todos aquéllos que no están de acuerdo deberían dejar de desacordar y deberían apoyar la posición feminista posmoderna o la posición bienestarista. Las tentativas que las feministas radicales o los abolicionistas hacen para instalar un discurso racional respecto de esas cuestiones, son rechazadas bajo el pretexto de que son esfuerzos “intelectuales” o “académicos” inútiles o elitistas que tan sólo sirven para frustrar los esfuerzos de liberar a las mujeres y a los no humanos.

Este estilo de discurso refleja las tácticas de la derecha reaccionaria. Cualquier divergencia es automáticamente demonizada y los intentos de una discusión razonada son rechazados a favor de los eslóganes y otros tipos de retórica vacía, que no hacen otra cosa que no sea mantener la ideología de la explotación dominante.

Es lamentable, pero no una sorpresa, que tales tácticas hayan ingresado en los movimientos sociales supuestamente progresistas.


Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...