14 de enero de 2012

Reemplazando una jaula con otra




En el año 2007, Peter Singer, como parte de una campaña para promover los huevos de gallinas libres de jaulas, elogió a los europeos por eliminar, supuestamente, las jaulas en batería: “Las jaulas en batería están eliminadas en Europa – ¿porqué nos estamos quedando atrás?”

Como observé en ese momento, la conexión de Singer entre el esfuerzo europeo y los huevos provenientes de granjas libres de jaulas era errónea:
«Aunque la Unión Europea prohibió la tradicional jaula en batería a partir del 2012, los productores de huevos son libres, bajo la prohibición europea, de usar “jaulas enriquecidas,” de las que incluso las conservadoras organizaciones de bienestar animal, tales como Compassion in World Farming, afirman que “fallan en superar muchos de los problemas de bienestar inherentes al sistema de jaulas en batería.”»

Escribí un ensayo posterior respecto de la “prohibición” de la Unión Europea y, en el 2010, lo discutí en mi libro «The Animal Rights Debate» que escribí en coautoría con el profesor Robert Garner. No hay ninguna “prohibición” en absoluto.

Bueno, la supuesta “prohibición” de las jaulas en batería supuestamente entraba en vigencia el 1° de enero de 2012.

Y Peter Singer está emocionado por eso.

En un artículo titulado “Los huevos éticos de Europa”, Singer ofrece un profuso elogio:
«El inicio de este año es un momento para celebrar un gran avance en el bienestar animal y, por ende, para Europa, un paso para convertirse en una sociedad más civilizada y humanitaria — una que muestra su preocupación por todos los seres capaces de sufrir. Es también una ocasión para celebrar la eficacia de la democracia y el poder de una idea ética.»
¡Caramba! Aquellos europeos han dado un golpe significativo para los animales y para la civilización en general?

¿O para ellos?

Dejen de lado que, a pesar de la supuesta “prohibición,” hay aún cerca de 84 millones de gallinas en la tradicional jaula en batería, con cerca de 300,000 en Gran Bretaña. Dejen de lado también que la producción de huevos de gallinas libres de jaula implica abarrotar miles de aves en una gran jaula donde viven una vida miserablemente horrible que termina en el mismo miserablemente horrible matadero. La “regla de oro” de la explotación de las gallinas es el “sistema de campo libre”, y eso también implica la tortura —y, por supuesto, la matanza— de animales.

Sin embargo, aunque Singer se refiere a la medida de la Unión Europea como una “prohibición de las jaulas en batería,” la “prohibición” de la Unión Europea no prohíbe las jaulas en batería.

Sí, los productores pueden usar los sistemas libres de jaula o a campo libre —lo cual aún implica tortura, muerte y explotación— pero no se les exige hacerlo. ¿Qué se les exige que hagan?

Reemplazar una jaula con otra jaula: la jaula “enriquecida.” Las jaulas en batería todavía son jaulas en batería. La jaula es más grande, con cajas para anidar y un palo como rascador.

De acuerdo con un artículo en "El Ecologista", las gallinas en las jaulas en batería aún viven en un infierno con las jaulas “enriquecidas” que fueron introducidas por etapas. Y aquí está un vídeo de las “jaulas enriquecidas” que fue proporcionado en el artículo de El Ecologista. [Nota: Este vídeo es de una organización con la que disiento en relación a muchas de sus otras campañas y posiciones]

Miren el video.


Es interesante notar que, en el 2002, Compassion in World Farming publicó un informe, “LAID BARE…The Case Against Enriched cages in Europe acerca de cuán terribles son las jaulas “enriquecidas” y de que no logran resolver los problemas planteados por el bienestar de las jaulas en batería tradicional. Pero eso fue entonces, y ahora es ahora y los grandes grupos animalistas como CIWF necesitan poder declarar una victoria aún cuando, en sus propios términos, no hay ninguna. Y así, CIWF se está uniendo con Singer declarando victoria y elogiando la “prohibición” de la Unión Europea que no es una prohibición.

En mis escritos advertí contra el uso del término “prohibición” aplicado a las reformas bienestaristas, usando como un ejemplo el hecho de que la exigencia de una jaula más grande podría ser caracterizada, muy erróneamente en mi opinión, como una “prohibición” de una jaula más pequeña. Con esta interpretación, cualquier cosa podría interpretarse como una “prohibición.” La “prohibición” de las jaulas en batería es un ejemplo dramático del problema que identifiqué.

Pero lo que es tan terriblemente trágico respecto de todo esto es que el así llamado “padre del movimiento de los derechos animales” considera como “huevos éticos” a los productos de animales torturados. Incluso si, como Singer, ustedes piensan que los pollos no tiene un interés moralmente significativo en vivir y que matarlos para propósitos humanos no es en sí mismo moralmente erróneo —un punto clave del desacuerdo entre Singer y yo mismo— ¿cómo podrían probablemente considerar a la “prohibición” de la Unión Europea, que no es una prohibición, como una indicación de que Europa le ha dado un golpe a la civilización?

La “prohibición” de la Unión Europea no está haciendo nada para hacer que nuestra cultura sea más civilizada. Está promoviendo, sin embargo, la peligrosa idea de que hay modos “compasivos” de torturar y explotar a los animales no humanos. La “prohibición” está fomentando la idea de que continuar consumiendo huevos es moralmente defendible siempre que comamos “huevos éticos” que han sido puestos por gallinas que están en una jaula “enriquecida” o que han sido torturados de alguna otra manera.

Estoy seguro de que la industria de los huevos está muy agradecida a Singer y a todos aquellos bienestaristas que vitorean la idea de que podemos ser “éticos” mientras consumimos huevos, tanto como la industria de la carne y los lácteos están encantados respecto del apoyo y la promoción activa del movimiento por la carne y los productos animales “felices.” Esto es un ejemplo de aquello a lo que me referí como la “asociación” que hicieron los defensores de los animales con los explotadores institucionalizados de los animales. No hay necesidad de un acuerdo explícito de asociación, aunque en muchos casos los explotadores y los defensores realizan campañas conjuntas; los defensores de los animales “premian” a los usuarios institucionalizados, promueven las etiquetas de carne/lácteos “felices”, etc.

Todo lo que se necesita es que los defensores de los animales promuevan lo que es, en definitiva, mejor para la industria y lo que perpetuará, como cuestión social, el consumo y la explotación de los animales no humanos.

Si alguien piensa que medidas como las de la “prohibición” de la Unión Europea y el hecho de que los defensores de los animales realicen campañas y elogien tales medidas, están haciendo algo excepto que el público se sienta más cómodo acerca de consumir animales y productos animales, estoy en desacuerdo.

Nadie puede negar creíblemente que los comentarios de Singer no son un apoyo explícito a los “huevos éticos de Europa.” Nadie puede negar que tal apoyo le importará a quienes se preocupan por la cuestión de la explotación animal y están buscando un modo de continuar explotando “compasivamente” a los animales. Singer y otros partidarios de esta “prohibición” y de medidas similares ya le han proporcionado una licencia moral.

No hay huevos “éticos” —o carne o queso o productos lácteos o lo que sea—tal como no había esclavos “éticos” y tal como no hay discriminación “ética” de ningún tipo.

La “prohibición” de la Unión Europea, que no es una prohibición, es el resultado de lo que los bienestaristas reconocen como “décadas de hacer campañas”.

Piensen en todo el tiempo y el trabajo y el dinero que se ha ido en esta campaña. Ahora imaginen lo que habría sucedido si, durante esas mismas décadas, los defensores de los animales hubieran promovido un mensaje vegano claro e inequívoco. ¿Sería el mundo vegano? No, por supuesto que no. Pero habría muchos más veganos y el discurso social, respecto de este tema, hubiera estado centrado necesariamente en el uso de los animales como práctica cultural, en vez de estar focalizado en los modos en los que podemos torturar y matar “compasivamente” a los no humanos sintientes.

Los dejo con un breve poema escrito por el satírico británico Spike Milligan (1918-2002):

Rage in Heaven

If a robin redbreast in a cage

Puts all heaven in a rage

How feels heaven when
Dies the millionth battery hen?
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Furia en el cielo

Si un petirrojo enjaulado
pone todo el cielo en un ataque de furia
¿cómo se siente el cielo cuando muere

la millonésima gallina de una jaula en batería?

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Si no son veganos, por favor consideren hacerse veganos. Es una cuestión de no violencia. Ser vegano es la manera en que rechazan la violencia contra otros seres sintientes, contra ustedes y contra el medio ambiente, del cual dependen todos los seres sintientes.




9 de enero de 2012

El cambio de paradigma requiere claridad acerca de la base moral: el veganismo






Si alguna vez vamos a ver un cambio de paradigma, tenemos que ser claros respecto de cómo queremos que cambie el paradigma actual.

Debemos dejar en claro que el veganismo es la base inequívoca de cualquier cosa que merezca ser llamado un movimiento por los “derechos animales. Si los “derechos animales” significan algo, significan que no podemos justificar moralmente ninguna explotación animal; no podemos justificar el tratar a los animales como recursos para los seres humanos, por más “humanitario” que ese trato pueda ser.

Debemos dejar de pensar que la gente encontrará al veganismo “intimidante” y que tenemos que promover algo menos que el veganismo. Si nosotros explicamos claramente las ideas morales y los argumentos a favor del veganismo, la gente va a entender. Puede que no todos se hagan veganos/as inmediatamente; de hecho, la mayoría no lo harán. Pero nosotros siempre deberíamos ser claros respecto de la base moral. Si alguien quiere hacer algo menos como una cuestión gradual, dejen que sea su decisión, y no algo que nosotros aconsejamos hacer. La base debe ser siempre clara. Jamás deberíamos promover la explotación “feliz” o “humanitaria” como moralmente aceptable.

La idea de que debemos promover la explotación “feliz” o “humanitaria” como “pequeños pasos” ignora que las reformas de bienestar animal no acaban dando una protección significativamente mayor a los intereses de los animales; de hecho, la mayoría de las veces, las reformas del bienestar animal no hacen nada más que hacer a la explotación animal económicamente más productivaal centrarse en los procedimeintos, tales como las jaulas de gestación, el aturdimiento eléctrico de los pollos o las jaulas para terneros, que son económicamente ineficientes en cualquier caso. Las reformas de bienestar animal hacen a la explotación animal más rentable al eliminar los procedimientos que son económicamente vulnerables. En la mayoría de los casos, esos cambios sucederían de todos modos y en ausencia de las campañas de bienestar animal, precisamente porque sin duda rectifican las ineficiencias del proceso productivo. Y las reformas de bienestar animal hacen que el público se sienta más cómodo acerca de la explotación animal. El movimiento por la carne/productos animales “felices” es una clara prueba de eso.

Nunca defenderíamos la esclavitud humana, la violación, el genocidio, etc. “feliz” o “humanitario.” De igual forma, si creemos que los animales importan moralmente y que tienen interés no sólo en no sufrir sino también en continuar existiendo, no deberíamos emplear nuestro tiempo y energía en defender la explotación animal “feliz” o “humanitaria.”

Las reformas de bienestar animal y todo el movimiento de explotación “feliz” no son “pequeños pasos.” Son grandes pasos –seriamente dados hacia atrás −.

Algunos defensores de los animales dicen que afirmar que el veganismo es la base moral es “sentencioso,” o que constituye un juicio decir que el veganismo es moralmente preferible al vegetarianismo, y que es una condena a los vegetarianos (u otros consumidores de productos animales) como que son “malas” personas. Sí a la primera parte; no a la segunda. No hay una distinción coherente entre la carne y otros productos animales. Todos son lo mismo y no podemos justificar el consumo de ninguno de ellos. Decir que ustedes no comen carne pero comen lácteos o huevos o lo que sea, o que ustedes no usan pieles pero usan cuero o lana, es como decir que comen carne de vacas manchadas pero no de vacas marrones; no tienen ningún sentido en absoluto. La supuesta “línea” entre la carne y cualquier otra cosa es sólo una fantasía – una distinción arbitraria hecha para permitir que cierta explotación sea segmentada y considerada como “mejor” o como moralmente aceptable −. 

Esto no es una condena a los vegetarianos que no son veganos; es, sin embargo, un pedido para que ellos reconozcan que sus acciones no se ajustan al principio moral que afirman aceptar, y que todos los productos animales son el resultado de imponer sufrimiento y muerte a seres sintientes. No es una cuestión de juzgar a los individuos; es, sin embargo, una cuestión de juzgar las prácticas y las instituciones. Y eso es un componente necesario de la vida ética.

Si tomamos la postura de que evaluar al veganismo como moralmente preferible al vegetarianismo no es posible porque estamos todos “en nuestro propio viaje,” entonces las valoraciones morales se tornan completamente imposibles o son especistas. Es imposible porque si todos estamos “en nuestro propio viaje,” entonces no hay nada que decir del racismo, el sexismo, el anti-semitismo, la homofobia, etc. Si decimos que esas formas de discriminación son moralmente equivocadas pero, con respecto a los animales, todos estamos “en el mismo viaje” y no podemos hacer una valoración moral al respecto, por ejemplo, del consumo de lácteos, entonces nosotros simplemente estamos siendo especistas y no estamos aplicando el mismo análisis moral a los no humanos que el que aplicamos en el contexto humano.

Cuando discutimos el veganismo, con los vegetarianos o con otros consumidores de productos animales, nunca debemos transmitir el mensaje de que pensamos que ellos son personas “malas.” Deberíamos en cambio centrarnos en cómo cualquier forma de explotación animal es inconsistente con el principio moral que ellos en sí mismos afirman sostener: principalmente, que los animales son miembros de la comunidad moral y que la imposición de sufrimiento y muerte a cualquier miembro de esa comunidad – humanos o nohumanos −, requiere de una justificación convincente. Y cualquier cosa que sea una justificación convincente, no lo es las preferencias del gusto, la conveniencia, la moda, etc.

Finalmente, deberíamos siempre ser claros en cuanto a que la explotación animal es errónea porque implica especismo. Y el especismo está mal porque, al igual que el racismo, el sexismo, la homofobia, el antisemitismo, el clasismo y toda otra forma de discriminación humana, implica violencia infligida a los miembros de la comunidad moral donde esa imposición de violencia no puede ser moralmente justificada. Pero eso significa que aquellos de nosotros que nos oponemos al especismo, necesariamente nos oponemos a la discriminación contra los humanos. No tiene sentido decir que el especismo está mal porque es como el racismo (o cualquier otra forma de discriminación) pero no tenemos una posición respecto del racismo. La tenemos. Deberíamos oponernos al racismo y siempre deberíamos ser claros al respecto.

El veganismo es acerca de la noviolencia. Es acerca de no involucrarnos en hacerle daño a otros seres sintientes; a uno mismo; y al medio ambiente del cual dependen todos los seres para vivir. En mi opinión, el movimiento por los derechos animales es, en su núcleo, un movimiento que tiene que ver con terminar con la violencia hacia todos los seres sintientes. Es un movimiento que busca una justicia fundamental para todos. Es un movimiento de paz emergente que no se detiene en la línea arbitraria que separa los humanos de los no humanos. Cambiar el paradigma jerárquico de la explotación penetrante que ha dominado por milenios requiere gran cantidad de trabajo duro. Y ese trabajo duro requiere de claridad.

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Si no son veganos, por favor consideren hacerse veganos. Es una cuestión de no violencia. Ser vegano es la manera en que rechazan la violencia contra otros seres sintientes, contra ustedes y contra el medio ambiente, del cual dependen todos los seres sintientes.

4 de enero de 2012

Derechos Animales, Bienestar Animal y la Analogía de la Esclavitud




Muchos veganos se irritan con los no-veganos que afirman preocuparse moralmente por los demás animales, pero que continúan consumiéndolos. Con frecuencia, los primeros invocan una analogía con la esclavitud humana. Esto viene a ser así: todos estamos de acuerdo con que el uso de humanos exclusivamente como recursos —la condición conocida como esclavitud humana— es moralmente aborrecible. De igual modo, si la gente piensa que los animales no humanos son miembros de la comunidad moral, entonces tampoco debemos tratarlos exclusivamente como recursos y debemos oponernos a la esclavitud animal. Y si uno se opone a la esclavitud animal, uno adopta y promueve el veganismo.

¿Esta analogía funciona?

Sí y no. La analogía de la esclavitud, que estuve usando durante dos décadas, no es particularmente convincente si uno afirma que los no humanos, a diferencia de los esclavos humanos, sólo tienen interés en no sufrir y no tienen interés en la continuación de la vida o en la autonomía personal. Y ésa es una creencia central de la posición bienestarista desde Bentham: que los animales no humanos pueden sufrir y tienen interés en no sufrir pero que son cognitivamente diferentes de nosotros en que no son autoconscientes y en que no tienen interés en continuar su existencia.

Para decirlo de otro modo: los bienestaristas afirman que los animales no tienen, en sí mismo, un interés en no ser esclavos; ellos sólo tienen interés en ser esclavos “felices.” Ésa es la posición promovida por Peter Singer, cuya visión neo-bienestarista se deriva directamente de Bentham. Por lo tanto, no importa moralmente que nosotros usamos animales, sino únicamente cómo los usamos. El tema moral no es el uso sino el tratamiento.

Agreguen a esto que la mayoría de los bienestaristas son utilitaristas —afirman que lo que es correcto o incorrecto está determinado por lo que maximiza el placer o la felicidad o la satisfacción de los intereses para todos aquellos afectados— y terminarán con que, dado que un animal no sufre demasiado y dado que el animal no tiene interés en su propia vida, el haber vivido una vida razonablemente placentera y terminado en los platos de los humanos es mejor que no haber tenido una vida en absoluto. Si les damos a los animales una vida razonablemente placentera y una muerte relativamente indolora, les conferimos, de hecho, un beneficio, al traerlos a la existencia y usarlos como nuestros recursos.

Por lo tanto, es entendible que, si uno es un bienestarista, uno no acepta la analogía de la esclavitud. Para un bienestarista, la esclavitud “feliz” no sólo no es un problema; es algo bueno.

El problema con la esclavitud humana es que incluso las formas “humanitarias” de esclavitud violan los derechos humanos fundamentales en continuar existiendo, la autonomía, etc. Pero si los animales no tienen esos intereses, entonces la esclavitud 'humanitaria' puede ser justo lo que se necesita. Y eso es precisamente el pensamiento que motiva el movimiento de la carne/productos animales “felices” y toda la empresa bienestarista de tratar de que el uso de los animales sea más 'humanitario', más 'compasivo'.

Argumenté que este tipo de pensamiento es problemático al menos en dos aspectos:

Primero; la noción de que los animales no humanos no tienen interés en continuar viviendo —que no tienen interés en sus vidas— implica apoyarse en un concepto especista, cual es el de qué tipo de auto-consciencia importa moralmente. Argumenté que todo ser sintiente tiene necesariamente interés en continuar viviendo —todo ser sintiente valora su propia vida— y que decir que sólo aquellos animales [animales humanos] que tienen un particular tipo de auto-consciencia tienen interés en no ser tratados como mercancías evade la cuestión moral fundamental.

Incluso si, como algunos afirman, los animales no humanos viven en un 'eterno presente' —y pienso que empíricamente no es el caso, al menos para la mayoría de los no humanos que rutinariamente explotamos, los que tienen memoria del pasado y sentido del futuro—, ellos tienen, en cada momento, interés en continuar existiendo. Decir que eso no cuenta moralmente es simplemente especista.

Segundo; incluso si los animales no tienen interés en continuar viviendo y sólo tienen interés en no sufrir, la idea de que, como cuestión práctica, nosotros nunca seremos capaces de acordar a esos intereses el peso moral requerido es simplemente una fantasía. La idea de que los propietarios van a darle alguna clase de peso significativo a los intereses de la propiedad en no sufrir es implemente poco realista. ¿Es posible en teoría? Sí, ¿Es posible en la práctica en el mundo real? Absolutamente no.

Los bienestaristas con frecuencia hablan de tratar a los “animales de granja” de la manera en que tratamos a los perros y gatos que amamos y consideramos como miembros de nuestra familia. ¿Alguien realmente piensa que esto es posible en la práctica? El hecho de que no pensaríamos en comer nuestros perros y gatos es cierto indicio de que no es posible.

Más aún, una tesis central de mi trabajo ha sido que, debido a que los animales son propiedad —son mercancías— nosotros generalmente protegemos los intereses de los animales sólo cuando obtenemos un beneficio económico al hacerlo.

Esto significa que la norma de bienestar animal siempre será de un nivel muy bajo —como es actualmente y a pesar de todo el sinsentido de la explotación “feliz” y “compasiva”— y que las reformas bienestaristas generalmente incrementarán la eficiencia de la productividad; esto es, protegeremos los intereses de los animales en situaciones donde el tratamiento es económicamente ineficiente, y las reformas de bienestar —en la mayoría de las veces— no harán nada más que corregir aquellas ineficiencias.

Por ejemplo, el uso de las celdas de gestación para las cerdas es económicamente ineficiente; supuestamente, hay alternativas más “humanitarias” que, de hecho, incrementan la eficiencia de la producción. Similarmente, el gaseo de los pollos es económicamente más eficiente que el aturdimiento eléctrico.

Así que entiendo porqué los bienestaristas tienen problemas con la analogía de la esclavitud. Pienso que están equivocados en múltiples aspectos pero que ellos nunca se involucran realmente en los argumentos. En vez de eso, afirman que soy “divisivo” y “que no me importa el sufrimiento de los animales ahora” porque hago esos argumentos. Algunos incluso se vuelven más drásticos.

El paradigma de los derechos que, como yo lo interpreto, requiere moralmente de la abolición de la explotación animal y del veganismo como una cuestión de justicia fundamental, es radicalmente diferente del paradigma bienestarista, el cual, en teoría, se centra en reducir el sufrimiento y, en realidad, se centra en arreglar los márgenes económicamente ineficientes de la explotación animal.

En ciencias, aquellos que suscriben a un paradigma, con frecuencia son incapaces de entender e involucrarse con aquellos que suscriben otro paradigma, precisamente porque el lenguaje teórico que ellos usan es incompatible.

Opino que la situación es similar en el contexto del debate entre derechos animales y bienestar animal. Y ésta es la razón por la cual los bienestaristas simplemente no pueden entender o aceptar la analogía de la esclavitud.

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Si no son veganos, por favor consideren hacerse veganos. Es una cuestión de no violencia. Ser vegano es la manera en que rechazan la violencia contra otros seres sintientes, contra ustedes y contra el medio ambiente, del cual dependen todos los seres sintientes.


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