11 de octubre de 2012

Una respuesta a la posición de PETA respecto de la explotación “feliz” o “humanitaria”




Ingrid Newkirk, de People for the ethical Treatment of Animals [PeTA], escribió un artículo respecto de la posición de PeTA en relación con la explotación “feliz.”

Ese texto dice, en parte:

«PeTA ha hecho y continuará hacienda mucha presión para reducir la suma total del sufrimiento en las industrias de la carne, lácteos y huevos –porque eso hace una gran diferencia si ustedes son un cerdo o un pollo en una granja industrial–. Detuvimos las protestas de PeTA frente a los restaurantes Burger King o McDonald cuando esas compañías concordaron con las reformas, pero eso no significa que nosotros alguna vez hayamos sugerido comer carne de Burger King o de cualquier otro lugar –porque sabemos que el sufrimiento masivo continúa en cada mordida–. Sí, es mejor pagar extra por un huevo de una gallina que tuvo una vida un poco menos espantosa que la de otra que sufrió más, pero debemos hacer lo mejor por los animales. De hecho, todavía tenemos que encontrar una granja industrial “humanitaria”, donde los animales no tengan sus rabos cortados y sus orejas marcadas dolorosamente con tajos, donde no se les corte el pico, los cuernos, o sean castrados sin anestesia, donde no se los hacine sin luz solar o aire fresco, donde sus queridos hijos no sean alejados de ellos, donde puedan tener compañía, donde no sean embarcados para un feed lot, o donde sean abatidos instantáneamente sin el trauma de la captura, o el horror del transporte o el terror de ver a otros animales asesinados antes de sufrir el mismo destino. 
PeTA promovió una vida vegana desde sus orígenes, en 1980. Nuestro lema es: “Los animales no son nuestros para comer, usar, experimentar en ellos, usar para entretenimiento o abuso de cualquier otra forma.” Con tantos libros de cocina vegana y opciones de comida disponibles y con programas como los del Physicians Committee for Responsible Medicine’s 21-Day Vegan Kickstart y nuestro ampliamente popular kit para inciarse en el veganismo, podemos todos ayudar a los animales y no perder nada. Vamos a vivir y dejar vivir, y decirles a otros que nos acompañen, recordándoles que los animales tienen emociones y necesidades exactamente como los seres humanos. 
No hay tal cosa como la carne humanitaria. Darle a los animales algunos centímetros más de espacio para vivir, simplemente no es suficiente. Los animales merecen más. Elmomentum está de nuestro lado, pero será necesario que cada uno de nosotros haga ese cambio siendo un defensor activo de los derechos animales. ¡Gracias!»
Reconozco con gratitud que Ingrid Newkirk me haya presentado al veganismo. Aunque me había hecho vegetariano en los tardíos añs 70. continuaba comiendo lácteos y huevos, creyendo que era necesario hacerlo debido a que no estaba comiendo carne, aves o peces. Ni siquiera había oído hablar del término “vegano” y no tenía conciencia de que era posible vivir una vida saludable —incluso una vida aún más saludable— sin consumir productos de origen animal. Me encontré con Ingrid de casualidad en octubre de 1982 —hace 30 años—¡y ella literalmente tiró a la basura todos los productos lácteos de mi heladera! He sido vegano desde entonces. Aprecio lo que hizo y no tengo ninguna duda de que ella está comprometida con el veganismo.

Pero PeTA cambió drásticamente desde aquellos tempranos días. Además de su incesante serie de campañas sexistas que meramente refuerzan la idea de los otros como mercancías, lo cual caracteriza tanto al sexismo como al especismo, y su posición respecto del movimiento contra las matanzas de animales sin hogar, no puede haber ninguna duda de que PeTA quedó profundamente involucrada en el movimiento de la explotación “feliz” o “humanitaria.”

PeTA da premios a varios vendedores de carne y productos animales “felices”; 

PeTA, junto a otros grupos animalistas, apoyó con entusiasmo el programa de etiquetado “Animal Compassionate” de Whole Foods;

PeTA, en el 2004, dio un premio a Temple Grandin, la diseñadora de mataderos “felices” y a lo que Grandin denomina el sistema de matanza “escalera al cielo”;

PeTA anuncia y después suspende los boycots a los usuarios institucionales de animales tales como Kentucky Fried Chicken y Burger King y elogia a aquellas compañías por su supuesta preocupación por el bienestar animal;

PeTA elogia a McDonald porque “realmente ‘lidera el camino’ en la reforma de las prácticas de quienes proveen a los lugares de comida rápida, en el tratamiento y la matanza de sus animales para producir bifes y pollos.”

Decir que esto no constituye un apoyo a la explotación “feliz” o “humanitaria”, simplemente no es correcto.

Newkirk dice:

«Detuvimos las protestas de PeTA frente a los restaurantes Burger King o McDonald cuando esas compañías concordaron con las reformas, pero eso no significa que nosotros alguna vez hayamos sugerido comer carne de Burger King o de cualquier otro lugar –porque sabemos que el sufrimiento masivo continúa en cada mordida–.»
Pero si PeTA suspende un boycot o protesta, no precisa sugerir a la gente “comer carne de Burger King o McDonalds.” Cuando PeTA anuncia que la oposición activa está finalizada, el mensaje transmitido es: quien se preocupa por los animales puede volver a frecuentar estos restaurantes.

Cuando PeTA elogia a McDonald’s, Burger King, el programa de Whole Foods “Animal Compassionate”, o Kentucky Fried Chicken, el mensaje que se envía es muy claro. No hay necesidad de decir “está bien comer una hamburguesa.” Ese mensaje está incuestionablemente implícito cuando PETA elogia a la compañía o a su programa de etiquetado.

Newkirk parece reconocer que las reformas de bienestar animal hacen muy poco para mejorar el bienestar animal.

Caracteriza los esfuerzos reformistas como algo que proporciona una “vida marginalmente menos espantosa” para los animales y que “da a los animales “algunos centímetros más de espacio para vivir.” Ciertamente, concordaría con ella ahí.

Pero entonces, ¿por qué PeTA gasta tantos de sus recursos en estas campañas para la reforma bienestarista? No son una pequeña parte del programa de PeTA. Las campañas para la reforma bienestarista de PeTA y las campañas de un solo tema son piezas centrales del programa de PeTA. De hecho, en contraste con su apoyo a la promoción del veganismo —Newkirk menciona el apoyo de su organización al 21-Day Vegan Kickstart y "nuestro popularísimo kit para comenzar a ser vegano“—, el apoyo de PeTA a la reforma del bienestar y al activismo de un solo tema es abrumador.

Varios años atrás, el vicepresidente senior de PeTA, Dan Mathews, dio una entrevista, la cual tuvo lugar en el restaurant McDonald’s. El periodista preguntò si estaba bien si pedía una hamburguesa de queso. Mathews contestó: “Pida lo que quiera,”… “La mitad de nuestros miembros son vegetarianos y la otra mitad piensa que es una buena idea.”

Si sólo la mitad de los miembros de PeTA son vegetarianos y no es necesario ser vegano, y la mitad aún come carne, lácteos y otros productos animales, entonces es fácil entender porqué PeTA se dedica a los esfuerzos que hace por esas campañas de bienestar animal. Es más fácil atender a una base de donantes “compasivos” que una de veganos. Así que ellos continuarán promoviendo las reformas bienestaristas porque es lo que quiere la mayoría de los miembros de PeTA; quieren ser capaces de consumir productos animales pero seguir pensando que son defensores de los “derechos animales.”

Hace muchos años, el fallecido defensor de los animales Henry Spira decidió que iba a trabajar con los usuarios institucionales de los animales para tratar de efectuar un cambio desde “adentro.” Una de sus campañas implicó trabajar con la industria cosmética para encontrar alternativas al uso de animales vivos para pruebas.

Otro defensor de los animales criticó a Spira:
«Él se está asociando con nuestro enemigo. Seis o siete años atrás, nosotros teníamos mucho en común. Todo lo que él hacía en esa época era colocar grava en el camino para que otros lo pavimentaran, lo cual fue crucial. Pero pienso que Henry fue engañado por la respuesta de la industria. No fue capaz de liberarse del atolladero en que se metió cuando se convirtió en mediador de la industria. La búsqueda de alternativas es un ardid bastante transparente para mantener el status quo.»
Esa defensora de los animales era Ingrid Newkirk. El año: 1989. Y las críticas que Newkirk hizo a la campaña de cosméticos de Spira en 1989, aplica directamente a estas campañas contemporáneas para tornar la cría de animales más “humanitaria”: ellas requieren que las organizaciones animales se conviertan en “mediadoras de la industria” como parte de un “ardid bastante transparente para mantener el statu quo.


6 de octubre de 2012

Medios y fines


Algunas personas dicen que no hay una diferencia real entre:

A. Alguien que defiende que debemos abolir el uso de los animales y que el medio para alcanzar ese fin es promover el veganismo como base moral y rechazar la explotación “feliz”.

B. Alguien dice que espera ver algún día el fin de todo (o de la mayor parte) uso de los animales y que el medio para ese fin es la explotación “feliz” y la regulación del bienestar animal.

Pero eso es como decir que no hay diferencia entre:

A. Alguien que quiere la paz mundial y defiende la no violencia en nuestras relaciones con los otros como un medio para ese fin y

B. Alguien que dice que quiere la paz como objetivo pero defiende el uso de la guerra para alcanzar ese estado de paz.

Decir que las diferencias son solo cuestiones de estrategia asume que los medios no tienen que ser coherentes con los fines y que pueden incluso ser incoherentes. Así que está bien defender la utilización “feliz” de los animales para alcanzar (supuestamente) la no-utilización; está bien defender la guerra para alcanzar la paz.

Sugiero que, dejando de lado el hecho de si el uso “feliz” lleva al fin del uso o si la guerra llevará realmente a la paz, menospreciar estas diferencias como meras cuestiones de estrategia ignora las diferencias fundamentales.

Los líderes políticos que hacen la guerra siempre alegan que quieren alcanzar una paz duradera. Estoy seguro de que muchos de esos líderes, si no la mayoría, realmente quieren la paz al final. Pero decir que no podemos distinguir a Stalin de Gandhi, en mi opinión, es equivocado.

3 de octubre de 2012

Nuestra Elección


Esto va dirigido a todos aquellos que apoyan el 'Bienestar Animal`:

No se trata, al contrario de lo que muchos dicen, entre elegir ayudar a los animales "ahora" o dejarles sufrir mientras intentamos aumentar el número de veganos.

Se trata de elegir de si vamos a:

A. Emplear recursos en campañas costosas que duran años y que, en el caso de que no fracasen completamente:

* resultarán en alguna reforma que se pospondrá durante otros tantos años y que nunca se llegan a implementar realmente; y

* aunque se pongan en práctica, el resultado será, en el mejor de los casos, un cambio mínimo y superficial que es equivalente a tapar un agujero en un colador de agua; y

* no hacen nada por cambiar la manera en la que pensamos acerca del estatus moral de los animales no humanos e incluso refuerzan aún más la idea de que los animales nohumanos son cosas y recursos que existen para uso de los humanos;

* tienen el efecto contraproducente de hacer sentir más cómoda a la gente acerca del consumo de animales; y

* consigue que los activistas se conviertan en aliados de los explotadores profesionales a los que apoyan,

o


B. Involucranos en el activismo educacional creativo y no-violento que promueve el veganismo como base moral, lo cual reducirá la demanda y repercutirá en favor de un cambio sobre nuestro pensamiento moral acerca de los demás animales.

Cada ápice de tiempo y de dinero que empleamos en hacer A es un recurso menos que le quitamos a B.

A y B son maneras radicalmente diferentes, y mutuamente excluyentes, de enfocar la cuestión de la ética animal.

Ni A ni B tienen efectos inmediatos; ni ayudan a los animales "ahora", y ambos implican resultados progresivos. La cuestión es cuál de las dos opciones elegimos.


1 de octubre de 2012

Derechos Animales: marginados por el “movimiento animalista”



Varios escritores han afirmado que necesitamos apoyar otros enfoques diferentes del abolicionista, porque ese enfoque fue marginalizado políticamente y fracasó.

Por ejemplo, en su libro, "Zoopolis: A Political Theory of Animal Rights", los filósofos Sue Donaldson y Will Kymlicka observan:
"Una tarea central para el movimiento es descubrir por qué la TDA [Teoría de los Derechos Animales] continúa siendo tan marginal políticamente. ¿Por qué el público en general está cada vez más abierto a las reformas bienestaristas y ecológicas, tales como la Proposición 2 o la legislación respecto de las especies amenazadas, mientras permanece implacablemente resistente a los derechos animales? Habiendo reconocido que los animales son seres vivos cuyo sufrimiento importa moralmente, ¿por qué es tan difícil dar el próximo paso y reconocer que los animales tienen el derecho moral de no ser usados como medios para fines humanos?"
Donaldson y Kymlicka afirman ser grandes simpatizantes de la perspectiva abolicionista. Pero ellos preguntan: ¿por qué esta posición continúa siendo tan marginal? 

Tendré mucho que decir respecto de este libro en una respuesta que estoy escribiendo a los profesores Kymlicka y Donaldson, así como a otros que escribieron recientemente respecto de la teoría abolicionista. Pero encuentro extraño que ellos piensen que hay algún misterio aquí.

El “movimiento animalista” está dominado por grandes grupos que promueven la reforma bienestarista y, de hecho, no miden esfuerzos para marginalizar la perspectiva abolicionista.

No es probable que el público que está preocupado por la ética animal, vaya “a dar el próximo paso”, cuando Peter Singer, el así llamado “padre del movimiento por los derechos animales,” afirma:
"Si alguien “realmente solo comiera animales que hubieran tenido una buena vida, ésa podría ser una posición ética defendible. No es mi posición, pero yo no criticaría a alguien que fuera tan concienzudo."
De acuerdo a Singer, mientras nosotros le demos una vida razonablemente agradable y una muerte relativamente agradable, ya habremos cumplido con nuestras obligaciones morales hacia los demás animales. Por ejemplo, Singer dice:
"Para evitar infligir sufrimiento a los animales ─ sin mencionar los costos medioambientales de la producción animal intensiva ─, necesitamos cortar drásticamente los productos animales que consumimos. Pero, ¿esto significa un mundo vegano? Ésa es una solución, pero no necesariamente la única. Si estuviésemos preocupados por el hecho de infligir sufrimiento más que de matar, entonces podeos también imaginar un mundo en el que la gente mayormente coma alimentos vegetales, pero, ocasionalmente, se den el lujo de comer huevos de aves criadas a campo libre, o posiblemente incluso carne de animales que viven buenas vidas bajo condiciones naturales según sus especies, y que después son matados humanitariamente en la granja." [The Vegan; otoño 2006]
Así que Singer le cuenta al público que el bienestar animal es una respuesta moralmente defendible para las cuestiones fundamentales de la ética animal. ¿Porqué alguien debería ir más lejos? ¿Porqué alguien iría más lejos?

¿Porqué deberían hacerse veganos cuando el CEO de The Humane Society de los EE.UU., Wayne Pacelle, él mismo vegano, afirma claramente que la carne “feliz” es moralmente buena? Pacelle declara:
"No pienso que nadie necesite adoptar una dieta vegetariana para hacer una diferencia. Pienso que las pequeña diferencias que hacemos ─comprar productos animales de un granjero que está criando animales de una manera apropiada y humanitaria o reducir un poco el consumo─ todo esto importa. No necesitan ir hasta el fin para tener un impacto. Algo que no quiero es que la gente se sienta paralizada, que de alguna manera tengan que acomodarse a algún régimen ortodoxo para ser para de esto. Absolutamente no. Las pequeñas decisiones que todos nosotros hacemos pueden tener enormes consecuencias."
Pueden tener un impacto comiendo carne y productos animales “de un granjero que está criando animales de una manera apropiada y humanitaria.”

Entonces la HSUS no solo está sugiriendo que los productos hechos “de una manera apropiada y humanitaria” están, de hecho, disponibles, sino que consumirlos es coherente con el tratamiento de los animales como miembros de la comunidad moral y la preocupación moral por los mismos.

Donaldson y Kymlicka observan que incluso People for the ethical Treatment of Animals [PeTA], percibida como difusora de un mensaje radical, promueve la reforma bienestarista.

Otra vez, si la gente que es percibida por el público como portavoces de los animales afirma que la reforma bienestarista es todo lo que se requiere en el plano moral, ¿porqué el público va a pensar otra cosa?

Tal como afirmé en mi libro, escrito en coautoría con el profesor Robert Garner, «The Animal Rights Debate: Abolition or Regulation?»:
"El movimiento animalista moderno nunca promovió un mensaje abolicionista vegano claro e inequívoco. Por el contrario. Casi todos los grandes grupos en EE.UU. Reino Unido y demás lugares, promueven el enfoque bienestarista, y dado que ellos incluso hablan del enfoque abolicionista vegano, lo presentan como una clase de objetivo distante y utópico. Con frecuencia rotulan al veganismo peyorativamente como “absolutista,” “fundamentalista,” o “purista” y, siguiendo a Singer, promueven ser un “omnívoro consciente” como posición moralmente defendible. 
Por favor, comprendan que no estoy diciendo que si todos los grupos animalistas cambiaran el foco y promovieran una campaña abolicionista/vegana clara e inequívoca, aboliríamos la explotación de un día para el otro o en un tiempo muy próximo. Pero, al menos, comenzaríamos el cambio de paradigma requerido, centrando la discusión en los temas correctos. El modelo bienestarista ha fracasado y continuará fracasando porque focaliza la discusión en el conjunto de temas erróneos. Y estoy sumamente en desacuerdo en que el derecho a no sufrir, sin una discusión acerca de la moralidad del uso en sí, va a llevar a algo que no sea más regulaciones bienestaristas del mismo tipo de siempre."
Entonces, en respuesta a la pregunta de los profesores Donaldson y Kymlicka, el problema no es que la perspectiva abolicionista es marginal; el problema es que la posición abolicionista ha sido activamente marginada por un movimiento animalista que consiste en grandes asociaciones de caridad pro-animales, las cuales dominan el mercado de ideas y le dicen al público que las reformas del bienestar son todo lo que precisamos.



18 de septiembre de 2012

Diferencias Irreconciliables



Ayer publicamos un artículo del profesor James McWilliams en el que se hablaba del debate sobre la Humane Society of the United States entre los partidarios de los derechos de los animales. En particular, McWilliams mencionó "el ala abolicionista del movimiento por los derechos de los animales, que ve las reformas de bienestar de la HSUS como una capitulación cobarde ante la agricultura industrial". Hoy, tenemos un post invitado del profesor Gary Francione, distinguido profesor de derecho y Nicholas deB. Katzenbach Scholar of Law and Philosophy en la Rutgers University School of Law-Newark, coeditor de la serie CUP Critical Perspectives on Animals: Theory, Culture, Science, and Law, autor de Animals as Persons: Essays on the Abolition of Animal Exploitation y coautor de The Animal Rights Debate: ¿Abolición o Regulación?, y uno de los miembros más abiertos de este ala abolicionista.

En su artículo de hoy, Francione argumenta que sus críticas a la HSUS están justificadas y que McWilliams las ha malinterpretado. El profesor Francione también ha escrito un artículo de seguimiento, que ha publicado en su blog.

Diferencias irreconciliables

Profesor Gary L. Francione

Después de que Harriet Beecher Stowe escribiera La cabaña del tío Tom en 1852, aparecieron varias novelas que sugerían que la esclavitud protegía a los esclavos que, en su mayoría, estaban encantados con la institución. Estas novelas atacaban a los abolicionistas como "entrometidos" en los esfuerzos de los regulacionistas por mejorar la esclavitud. Los regulacionistas sostenían que si los abolicionistas se callaban y se iban, ellos, los regulacionistas, mejorarían constantemente las condiciones de la esclavitud hasta que ésta desapareciera.

Mi colega de Columbia University Press, James McWilliams, argumenta que aquellos que están a favor de la abolición de la explotación animal y que ven el veganismo como una línea de base moral están, en efecto, "entrometiéndose" en los esfuerzos de los regulacionistas -que, en la narrativa de McWilliams, son los de la Sociedad Humanitaria de los Estados Unidos (HSUS)- para mejorar el tratamiento de los animales de granja mientras todos marchamos gradualmente hacia ese glorioso futuro vegano. McWilliams insta a los abolicionistas a que se callen y se suban al carro de la HSUS.

Tengo un gran aprecio por McWilliams y a menudo estoy de acuerdo con las posiciones que adopta en cuestiones de ética animal, pero, por desgracia, esta no es una de esas veces. Dejando de lado que la HSUS, que afirma que "alrededor del 95% de nuestros miembros no son vegetarianos", y mucho menos veganos, y que niega explícitamente que esté "avanzando en la dirección de eliminar la agricultura animal", McWilliams simplemente no entiende la naturaleza del debate entre los abolicionistas y los reguladores del bienestar animal.

No puedo hablar por todos los que se identifican como abolicionistas. Algunos de ellos defienden posiciones con las que no estoy de acuerdo y, en ocasiones, me opongo. Pero llevo más de 20 años escribiendo sobre la abolición y los problemas morales y prácticos de la regulación del bienestar animal, y McWilliams acepta que mi trabajo establece los fundamentos de la teoría abolicionista.

Como cuestión inicial, McWilliams ignora que hay una profunda diferencia moral entre las posiciones abolicionistas y las de bienestar animal. La postura del bienestar animal es que los animales importan moralmente y no son sólo cosas, pero que podemos seguir utilizándolos y matándolos para fines humanos siempre que los tratemos de forma "humana".

Según los bienestaristas, los animales no son conscientes de sí mismos y no tienen interés en seguir viviendo. No les hacemos daño si los matamos sin dolor. A los animales no les importa que los utilicemos; sólo les importa cómo los utilizamos. Mientras proporcionemos a los animales una vida razonablemente agradable y una muerte relativamente indolora, habremos actuado moralmente.

Esta era la posición de Jeremy Bentham, el fundador del movimiento de bienestar animal del siglo XIX; es la posición del "padre" del movimiento animalista moderno, Peter Singer; es la posición que aceptan la mayoría de las grandes organizaciones. De hecho, es precisamente esa posición la que permite a People for the Ethical Treatment of Animals (PeTA) matar a los animales sanos que acoge en sus instalaciones de Norfolk.

La posición abolicionista rechaza el punto de vista bienestarista por ser descaradamente especista, ya que privilegia arbitrariamente un tipo particular de autoconciencia, a saber, la que asociamos con los humanos "normales". No podemos justificar el uso de animales para fines humanos, independientemente de si ese trato es "humano" o no. Sí, es peor imponer 10 unidades de sufrimiento que 5 unidades de sufrimiento. Eso no hace que imponer 5 unidades de sufrimiento sea moralmente correcto.

McWilliams acepta de forma acrítica que las reformas de la protección de los animales proporcionan realmente mejoras significativas para el bienestar animal. No estoy de acuerdo y, en The Animal Rights Debate: Abolition or Regulation?, discutí extensamente el problema de que, como los animales son propiedad mobiliaria, las reformas del bienestar hacen muy poco para mejorar el bienestar animal y son, en el mejor de los casos, análogas a rellenar un tablero de agua en la Bahía de Guantánamo. Nótese que he dicho "en el mejor de los casos". Ha sido deliberado. La mayoría de las veces, hacen incluso menos.

Otra consecuencia del estatus de propiedad de los animales es que generalmente protegemos los intereses de los animales sólo cuando obtenemos un beneficio económico al hacerlo. Consideremos la Humane Slaughter Act de Estados Unidos, promulgada originalmente en 1958, que exige que los animales grandes sacrificados para la alimentación estén aturdidos y no sean conscientes cuando se les encadena, se les iza y se les lleva al matadero. Esta ley protege los intereses de los animales en el momento del sacrificio, pero lo hace sólo porque es económicamente beneficioso hacerlo. El Congreso reconoció que los animales de gran tamaño que están conscientes y cuelgan boca abajo y se agitan mientras son sacrificados causarán lesiones a los trabajadores del matadero e incurrirán en costosos daños en la canal. Por supuesto, estos animales tienen muchos otros intereses a lo largo de su vida, pero estos intereses no se protegen porque no es económicamente eficiente hacerlo.

McWilliams argumenta que varias "victorias" de la HSUS demuestran el éxito del enfoque regulacionista. Pero en realidad es lo mismo de siempre. Por ejemplo, McWilliams señala que la HSUS persuadió a varias empresas alimentarias para que abandonaran el uso de jaulas de gestación que confinan a los cerdos preñados. Pero un informe de la HSUS reconoce: "La productividad de las cerdas es mayor en las jaulas de gestación que en las individuales, como resultado de la reducción de las tasas de lesiones y enfermedades, el adelanto del primer celo, el retorno más rápido al celo después del parto, la menor incidencia de mortinatos y los tiempos de parto más cortos" y "la conversión de las jaulas de gestación en jaulas de grupo... reduce marginalmente los costes de producción y aumenta la productividad".

McWilliams señala que me opuse al acuerdo entre HSUS y United Egg Producers para promover una ley nacional que exigiera jaulas en batería "enriquecidas" para las gallinas ponedoras. Me declaro culpable. Estas jaulas no proporcionan beneficios significativos para el bienestar. Incluso la ultraconservadora Compassion in World Farming afirma que "no superan [los] graves problemas de bienestar" de la jaula en batería convencional. Los Productores Unidos de Huevos están sin duda dando saltos de alegría, dado que una ley nacional se adelantaría a cualquier legislación estatal más ambiciosa que regule la cría industrial y protegería a los productores de huevos de las iniciativas electorales estatales.

McWilliams cree que estas regulaciones tienen sentido porque la industria parece oponerse a ellas. Pero todo esto forma parte de la relación simbiótica que existe entre la industria y estos grandes grupos reguladores. Grupos como HSUS identifican prácticas que son económicamente vulnerables, como la jaula de gestación; la industria se resiste; se produce un drama; la industria acaba accediendo a realizar lo que son cambios sin sentido y posiblemente incluso beneficiosos desde el punto de vista financiero; los grupos animalistas declaran la victoria y recaudan fondos; la industria, alabada por los grupos, tranquiliza al público diciendo que realmente se preocupa por los animales.

En cualquier caso, el nivel de protección del bienestar animal ha sido y seguirá siendo muy bajo. De hecho, si aplicáramos todas y cada una de las reformas que propugnan los distintos grupos regulacionistas, los animales utilizados para la alimentación seguirían recibiendo un trato brutal.

McWilliams no entiende que el paradigma del bienestar animal ha sido dominante durante más de 200 años y que estamos utilizando más animales de formas más horribles que en cualquier otro momento de la historia de la humanidad. Y no reconoce que el movimiento de explotación "feliz" que él apoya está explícitamente destinado a hacer que los consumidores se sientan más cómodos consumiendo animales. Ese es el objetivo de todos los esquemas de etiquetado "humanitario".

McWilliams afirma que la gente se hace vegana gradualmente. Puede ser, pero no deberíamos modificar el punto final ético para acomodar la ruta tortuosa que muchos de nosotros tomamos para llegar allí.

Por último, McWilliams apoya la idea de que los abolicionistas rechazan la idea de que la gente se hará vegana sólo "cuando esté personalmente preparada para ello" y que los abolicionistas están a favor de "obligar" a la gente a hacerse vegana. Esto es inexacto e injusto. La posición abolicionista, tal y como la he desarrollado, es clara: tenemos que mantener un debate respetuoso sobre la cuestión de la ética animal. De hecho, el principio fundamental del enfoque abolicionista es que debemos buscar un cambio gradual a través de una defensa vegana creativa y no violenta.

Rechacemos la invitación a subirnos al carro del bienestar animal. Este carro pasa por encima de la cuestión moral.



17 de septiembre de 2012

“Animales en granjas” vs. “animales de granjas”




Varias personas me han preguntado mi opinión en cuanto al hecho de usar la expresión “animales en granjas” en lugar de “animales de granjas.”

Supongo que la primera es una buena expresión, en el sentido de que enfatiza que ellos son no-humanos a quienes se explota al ser criados en granjas, y lejos de la noción de que ellos representan un tipo de animal. No hay “animales de granja.” Solo hay animales a quienes explotamos criándolos en granjas.

El asunto es similar a decir que no deberíamos usar “animales de laboratorio” porque no hay tales animales. Solo hay animales que explotamos en un laboratorio.

Entiendo el sentido. Si bien, no pienso que sea algo particularmente importante y no pienso que hará ninguna diferencia práctica. Pero puedo apreciar de qué se trata.

Sin embargo, lo que me parece desconcertante es que muchos —!no todos!— los animalistas que usan esta expresión ─verdaderamente, muchos de aquéllos que la han  popularizado─ hablan de la carne y de los productos animales “felices.” Hablan acerca de cómo deberíamos abandonar los “peores abusos” —un concepto sin sentido cuando todo el proceso es abusivo— de las granjas industriales y movernos hacia la idílica granja “familiar”, la cual, por cierto, distrae la cuestión moral básica y es, de todos modos, solo una fantasía.

Escuché que uno de esos defensores de la explotación “feliz” decía que teníamos que ir desde tener “animales en granjas” industriales a tener “animales en granja” “familiares.”

Dado que “en granjas” se refiere a animales involucrados en el proceso de cría industrial y que, si estos animales son explotados —supuestamente— de manera más “humanitaria” en las granjas “familiares”, ellos volverían a ser de nuevo “animales en granjas.” Lo veo problemático precisamente porque sugiere que en un contexto “humanitario”, estos animales sí son un tipo de animal.

De cualquier manera, no pienso que llamarlos animales “en granjas” o “de granjas” importe demasiado.

Promover el veganismo como base moral inequívoca y dejar de promocionar la explotación “feliz” hará, sin embargo, una gran diferencia.



9 de septiembre de 2012

Nicholas Kristof: por favor, espántese. Por favor.






Una vez más, el columnista del New York Times D. Kristof nos ofrece un atisbo de cómo el espíritu liberal postmoderno batalla con la violencia y la inmoralidad de la cría de animales para comida.

Obviamente Kristof sabe que hay ahí algo equivocado. Si no pensara así, no escribiría estas columnas acerca de nuestras obligaciones morales hacia los demás animales.

De hecho, parece que el New York Times está obsesionado con el tema en general. Entre columnistas como Krisrtof y Mark Bittman, que no puede dejar de tratar de convencernos de que la explotación “feliz” de los animales es la respuesta a la pregunta básica de cómo podemos justificar moralmente el uso de los animales, y los múltiples artículos de aquellos que nos dicen que las plantas poseen “intencionalidad no-consciente”, de manera que no se llegue a la conclusión de que hay una diferencia moral entre una ensalada y un bistec, el New York Times realmente – realmente – quiere tranquilizarnos asegurándonos que está bien continuar haciendo algo que todos nosotros sabemos que está mal.

La última contribución a la literatura del “no se preocupe, coma feliz” es un ensayo titulado "Where Cows Are Happy and Food Is Healthy" ["Donde las vacas son felices y la comida es saludable"].

En este texto, Kristoff nos cuenta acerca de Bob Bansen, "un amigote de enseñanza media" de Kristof. Bob es un productor de leche "que le pone nombre a sus 230 vacas lecheras, junto con sus 200 vaquillas y becerros, y los ama como si fueran hijos." Kristof nos dice:
«"Todo el tiempo que lo conocí, Bob tuvo nombres para cada una de sus "chicas", como él llama a sus vacas. Camine por el pasto con él, y él se las presentará.»
Bob "ha descubierto la manera de ganarse la vida explotando una granja que es eficiente, pero que también tiene alma." Puede tener corazón y obtener beneficios de la explotación de sus “chicos.” De hecho, las vacas "felices" son más productivas: 
Hoy, muchas vacas en Estados Unidos viven sus vidas en grandes establos lecheros, comiendo granos y heno y bombeando leche. Pero es cada vez mayor la evidencia de que a las vacas no les va bien cuando son encerradas, por lo que ahora muchos tambos están volviendo al enfoque tradicional que envía a las vacas a pastar en el campo.

"El pasto hace maravillas en la salud de la vaca", dijo Bob. "Hay mucha evidencia de que son mucho más felices estando afuera. Usted puede alargar muchísimo sus vidas manteniéndolas fuera del concreto, por lo que la tendencia es hacerlo de esa manera. "
¿Es un revenido sentimentalismo que los granjeros quieran que sus vacas sean felices? Un hombre de negocios, ¿no preocuparse solamente por sus ganancias?

Bob frunció el ceño. "Para la productividad, es importante contar con vacas felices", dijo. "Si la salud y la satisfacción de una vaca están maximizadas, ella es rentable. Yo realmente no administro tanto mi granja desde un punto de vista fiscal como desde el punto de vista de la vaca, porque sé que, si cuido de aquellas vacas, el lucro se cuidará por sí mismo.”

Pero Nicholas, ¿las vacas mueren de vejez?

No, aparentemente no:
«Cuando las vacas envejecen y la producción de leche declina, los granjeros las matan. Bob siempre ha encontrado dura esa parte de la producción lechera, así que, cada vez más, utiliza las vacas más viejas para amamantar a los novillos. De esta manera las vacas viejas generan ingresos para cubrir sus gastos y su día del juicio final se puede posponer ─indefinidamente, en el caso de sus vacas favoritas
Provoqué a Bob acerca de si dirigiría una casa de retiro para bovinos, y sonrió sin pedir disculpas.

"Me siento bien al respecto", dijo simplemente. "Las vacas me sustentan tanto como yo las sustento, por lo que es fácil quedar ligado a ellas. Quiero trabajar duro para ellas porque han cuidado muy bien de mí. "»
Kristof concluye:
«No necesitamos espantarnos al contemplar de dónde viene nuestra comida.
La próxima vez que beba un vaso de leche Organic Valley, podría haber venido de una de las vacas de Bob. Si es así, usted puede apostar que era una vaca feliz. Y tiene un nombre.  
Todo el mundo tranquilo. Por favor. No se espanten. Tengan la seguridad de que se puede explotar con "compasión". Sí, estos dulces animales encontrarán su "día del juicio final", cuando serán sacrificados. Pero ellos estaban "felices". Beba esa leche. Es bueno para ti y para los “hijos” de Bob."»

Me pregunto si Kristof tiene algunas imágenes de cómo las “chicas” felices de Bob están en el “día del juicio final.”

Pero la profunda esquizofrenia moral de la posición Kristof se resume en una frase: "Y esto tiene un nombre." "Esto" tiene un nombre. "Esto". A pesar de la confusa preocupación de Kristof, la conclusión es que estos animales son cosas.

Y ese es todo el problema en pocas palabras. Para Kristof y otros bienestaristas, y esto incluye a casi todas los grandes organizaciones de "protección animal" en este país, los animales son cosas. Ellos no son personas no humanas. Ellos no son miembros de la comunidad moral. Está bien para explotarlos con tal de que los torturemos menos de lo que serían torturados en una situación alternativa; con tal de los enviemos al matadero con un nombre.

Y antes de que me lleguen los habituales emails enojados de los bienestaristas que piden alguna versión de: "¿Pero la granja de Bob no es mejor que una granja de productos lácteos convencionales?", permítanme ser claro: Es peor imponer 10 unidades de sufrimiento que 5 unidades de sufrimiento. Pero tenemos que justificar ambas. Y no podemos justificar ninguna de ellas si el único motivo ofrecido es el placer que obtenemos con el consumo de leche.

Si el principio de que el sufrimiento innecesario es erróneo (un principio que todos, incluso los Kristofs de este mundo, pretende aceptar) significa algo, debe significar que el placer no puede ser una justificación suficiente para imponer dolor y sufrimiento a los animales. Debe haber una compulsión; una necesidad. No cabe coacción aquí. Es sólo la tragedia de los que están optando por hacer algo que saben que es moralmente injustificable y se involucran en un pensamiento obviamente frívolo disfrazado de pensamiento progresista. Nada más.

Con frecuencia escucho a los animalistas quejarse respecto de la gente que dice: "No me digas de dónde viene mi comida." Aunque entiendo cuán frustrante es oír eso, prefiero esas personas antes que los Kristof, Safran-Foer, Bittman, y todos los de la comunidad de "protección animal" que impulsan este "consumo compasivo" sin sentido y nos dicen que podemos saber de dónde viene y lo que está involucrado y que todo eso está bien de todos modos. No tenemos que "espantarnos.” 

Y si alguien duda de que este enfoque "feliz" de la explotación es contraproducente, precisamente porque refuerza de forma explícita la idea de que no tenemos que "espantarnos" cuando comemos ese pedazo de carne o bebemos ese vaso de leche, entonces le sugiero que no está pensando con claridad. El ensayo de Kristof es un ejemplo perfecto del problema. 

Espántense. Por favor, por el bien de todo lo decente en el mundo, por el bien de la no-violencia, por el bien de la justicia básica, por el bien de las "chicas" de Bob que serán enviadas a su "día del juicio final:" Por favor, por favor, espántense. 

*****

Si no son veganos, por favor háganse veganos. El veganismo es acerca de la no violencia. Primero y principal, es acerca de la no violencia hacia otro ser sintiente. Pero es también respecto de la no violencia hacia la tierra y hacia ustedes mismos.

7 de septiembre de 2012

Una invitación al profesor McWilliams






James McWilliams, profesor de historia en la Texas State University y autor de "Just Food: Where Locavores Get It Wrong and How We Can Truly Eat Responsibly", tiene un provocador ensayo en Slate.com: Vegan Feud. El subtítulo de su ensayo es : “Los activistas por los derechos animales lograrían mucho más si dejaran de atacar a la Humane Society.”

McWilliams dice:
«Ningún escritor hace más elocuente el caso abolicionista que el filósofo Gary Francione. En su libro Animals as Persons y Rain Without Thunder, Francione, que es también abogado, argumenta con fuerza que la única postura éticamente coherente para los humanos respecto de los animales es la total eliminación de toda la propiedad animal. Esta posición lo lleva a atacar a cada momento a la HSUS. Cuando, el año pasado, la HSUS acordó trabajar con United Egg Producers para legislar jaulas más grandes para los pollos, Francione respondió: 
"Eso es simplemente tonto. Las jaulas ´enriquecidas´ implican gallinas torturadas. Punto. La tortura puede ser ligeramente ´mejor´ tanto como las torturas sobre tablas de agua acolchadas pueden ser ligeramente ´mejores´ que otras torturas. Pero seamos claros: las gallinas seguirán siendo torturadas. Y seguirán terminando en un matadero."
La lógica de Francione es contundente, pero es poco probable que su mensaje extremo resuene ampliamente en una población que es vegana sólo en un 1,4 por ciento. Según la psicóloga social y, desde hace mucho tiempo vegana, Melanie Joy, el enfoque abolicionista podría atraer muchos más seguidores si reconociera, como HSUS hace, que la mayoría de la gente va a aceptar el veganismo por su cuenta .... está pidiendo un cambio profundo en la conciencia que las personas sólo hacen cuando están personalmente dispuestas a hacerlo así.»
Como su subtítulo establece, McWilliams piensa que los abolicionistas no deberían criticar a la HSUS. Ésta no es una de las veces que concuerdo con McWilliams (¡excepto en que sí concuerdo en que mi lógica es “contundente”) 

Así que publiqué un comentario en Slate.com:
Estimado James: 
Como podría esperar, estoy en desacuerdo con este ensayo, tanto en el terreno teórico como en el práctico. Tengo algunos comentarios breves y una invitación. 
Como prefacio, sin embargo, permítame ser claro en cuanto a que yo no tenía ninguna participación o lo que sea en el evento que usted describe en la Conferencia Nacional de Derechos Animales, aparte de haber elaborado algunas ideas durante los pasados 20 años o más o menos que esos y otros “abolicionistas” muy generosamente toman prestadas y luego regurgitan, con frecuencia erróneamente. No lo digo sólo porque su ensayo podría ser malinterpretado para decir que yo estaba involucrado, lo cual no es cierto, sino porque hay que tener cuidado de no describir la situación en general basándose en lo que fuera que estas personas aparentemente presentaron en ese evento. 
Mis comentarios: La postura del bienestar animal explícitamente acepta que la vida animal per se no tiene ningún valor moral y que nosotros no dañamos a los animales si los matamos sin dolor. Ésa es la posición de Bentham; es la posición de Singer; es la posición que la mayoría de las grandes organizaciones aceptan. En efecto, es precisamente esa posición que permite a PeTA matar los animales sanos que tiene en su refugio de Norfolk y defender que está bien que otros refugios maten animales. Esta posición, en mi opinión, es problemática por una serie de ciertas razones morales fundamentales. 
Más aún, usted acepta acríticamente que las reformas del bienestar animal de verdad proveen de mejoras significativas para el bienestar animal. Estoy en desacuerdo. En el mejor de los casos, las reformas son análogas a las tablas de agua acolchadas en Guantánamo. Note que dije “en el mejor de los casos.” La mayoría de las veces, las reformas hacen incluso menos aún. 
Desde un punto de vista económico, la mayoría de esas reformas de hecho incrementan la eficiencia de la producción. Por ejemplo, usted cita la campaña de la HSUS contra las jaulas de gestación. Demos un vistazo a la propia literatura de la HSUS, la cual, después de examinar la investigación agrícola, establece: “La productividad de las cerdas es mayor en alojamientos grupales que en jaulas individuales, como resultado de la disminución de los índices de lesiones y enfermedad, un primer celo más temprano, un retorno más rápido del celo luego del servicio, una más baja incidencia de muertes de recién nacidos, y un tiempo de parto más corto. Los alojamientos grupales empleando ESF son particularmente rentables.” Además, “la conversión de las jaulas de gestación en alojamientos grupales con ESF reduce ligeramente los costos de producción e incrementa la productividad.” 
Así que ¿por qué la industria pelea? Porque todo eso es parte de la relación simbiótica que existe entre la industria y esos grandes grupos. Los grupos animalistas identifican prácticas que son económicamente vulnerables; la industria resiste; el drama sobreviene; la industria acuerda eventualmente hacer lo que es de menos importancia y posiblemente incluso cambios financieros beneficiosos; los grupos animalistas declaran victoria y recaudan fondos; la industria, elogiada por los grupos, le asegura al público que realmente ellos “se preocupan” por los animales. El público se siente “compasivo” y continúa consumiendo animales. 
Usted argumenta que el punto de vista de Joy es “pedir por un cambio profundo en la conciencia que las personas sólo pueden hacer cuando ellas personalmente están listas para hacer.” ¿Alguien lo sugirió de otra manera? El tema no es si es una cuestión de elección moral. Por supuesto que lo es. El tema es si vamos a sostener que la gente debe hacer esa elección moral o reafirmarles que pueden descartar sus obligaciones morales comiendo productos animales “felices” y consumiendo “compasivamente,” con todo lo que implica, tanto en lo teórico como en lo práctico. 
En general, encuentro desconcertante que piense que vamos a hacer que la gente sea más receptiva al mensaje vegano decidiendo, junto con Joy, Cooney y otros que el público simplemente no está listo para oir un argumento serio respecto de ética animal. Estoy en desacuerdo. Pienso que la mayoría de la gente puede entender muy bien los argumentos. 
El problema es que los grupos de bienestar animal simplemente no quieren que esa discusión tenga lugar. Desde hace muchos años hasta hoy han hecho todo lo posible por sofocarla. En efecto, usted parece pensar que este tema es reciente. No lo es. Ha sido un tema candente desde los tempranos 90’. Reconozco que algunos defensores tienen interés en que aparezca como nuevo. No lo es.  
Mi invitación: Como los dos somos académicos y tratamos de mirar el "panorama general", creo que deberíamos hablar de estos temas. Tengo un podcast que hago en conexión con mi sitio web [www. abolitionistapproach.com] y me gustaría invitarlo cordialmente a unirse a mí para duscutir estos temas. 
Saludos cordiales,
Gary  
Gary L. Francione ; Professor, Rutgers University 

Espero que el professor McWilliams disfrutará discutiendo y debatiendo estos temas. Pronto habrá más información.

20 de agosto de 2012

Sólo importa la sintiencia


«Animales que son casi humanos» es parte de un programa de psicología en línea que ofrece un ejemplo perfecto de reafirmación de una creencia gravemente problemática que afirma que las capacidades cognitivas que moralmente importan son las similares a las humanas —y no sólo la sintiencia o conciencia sensitiva. 

En la medida en que vinculamos el estatus moral de los animales con características más allá de la sintiencia, mantenemos la arrogancia humanocéntrica que es el especismo. Decir que quienes importan son los animales 'como nosotros' se asemeja a decir que los humanos que tienen piel clara importan más que los humanos que tienen piel oscura.

No es una cuestión de cuán inteligentes son los animales o si tienen capacidades mentales a las que reconocemos como parecidas a las nuestras. Si son sintientes, ésta es la única característica que necesitan para que nosotros tengamos el deber moral de no usarlos como nuestros recursos. 

El movimiento animalista, además de su promoción de la explotación 'feliz', sigue teniendo una obsesión con los grandes simios no humanos, los animales marinos, los elefantes; está atascado en el especismo. Este enfoque es gravemente problemático, al menos por dos razones:

1. Ignora que las características cognitivas más allá de la sintiencia son moralmente irrelevantes para determinar si usamos un ser exclusivamente como un recurso humano. Comprendo esto en el contexto humano. Es decir, ser 'inteligente' puede importar para algunos propósitos, tales como si le damos a alguien una beca, pero es completamente irrelevante en cuanto a si usamos a alguien como un donante forzado de órganos, como un sujeto sin consentimiento informado en un experimento biomédico. Debemos comprender esto también en el contexto de los animales no humanos. 

2. Establece un estándar en cuanto a que los otros animales, por mucho que sean 'como nosotros', nunca pueden ganar. Por ejemplo, nosotros hemos sabido durante mucho tiempo que los grandes simios no humanos son muy parecidos a los humanos de muchísimas maneras, pero continuamos explotándolos. Por mucho que los animales sean 'como nosotros', ellos nunca son suficientemente 'como nosotros' como para traducirlo en una obligación de nuestra parte de cesar de explotarlos.

Lo que llamo el enfoque de las mentes similares implica un juego que los animales no humanos nunca pueden ganar. Ellos nunca serán suficientemente como nosotros.

Para terminar: centrarse en la sintiencia ¿establece en sí mismo una jerarquía de la sintiencia sobre la no-sintiencia? No, porque la sintiencia es una característica necesaria tanto como suficiente para que un ser tenga intereses [preferencias, deseos o intenciones] en primer lugar. Una roca no es sintiente; no hay ninguna clase de mente que prefiera, desee o quiera algo. Una planta está viva, pero no tiene ninguna clase de mente que prefiera, desee o quiera algo.

Es interesante notar que el propio movimiento animalista perpetúa la noción de que a los pollos, el animal más explotado en términos de puros números, le faltan todas esas características cognitivas 'especiales', y pueden seguir siendo utilizados por los humanos como un recurso si lo hacen 'humanitariamente'.

Y aunque la lista de los siete animales de la que aquí se habla, incluye a otros animales además de los que los animalistas usualmente fetichizan, continúa aún excluyendo a los pollos y a nuestro recurso principal de vacas-lecheras. Qué conveniente.



31 de julio de 2012

“Mascotas”: los problemas inherentes a la domesticación




En la práctica, simplemente no hay modo de tener una institución de propiedad de “mascotas” que sea consecuente con una teoría sensata de derechos animales. Las “mascotas” son una propiedad y, como tal, su valor será en definitiva cuestión de lo que sus “dueños” decidan.

Pero ustedes podrían preguntar: “¿Y qué si fuera posible? Si, como una cuestión hipotética, cambiamos el estatus legal de perros y gatos, de manera que no sean más propiedades y tengan un estatus legal más cercano al de los niños humanos, ¿estaría moralmente justificada nuestra continua producción de perros y gatos, y otros no-humanos, y nuestra tenencia de “mascotas”?

Mi respuesta a esta cuestión puramente hipotética es “no.” No podemos justificar la perpetuación de la domesticación para el propósito de tener “mascotas.”

Los animales domesticados dependen de nosotros para todo lo que es importante en sus vidas: cuándo y dónde comen o beben, cuándo y dónde duermen o hacen sus necesidades, si reciben algún afecto o si hacen ejercicio, etc. Aunque uno pueda decir lo mismo de los niños humanos, una cantidad abrumadora de niños humanos maduran y se convierten en seres autónomos, independientes.

Los animales domésticos no son parte real o total ni de nuestro mundo ni del mundo no humano. Ellos existen para siempre en un infierno de vulnerabilidad, dependientes de nosotros para todo y a riesgo de ser dañados por un entorno que en realidad no entienden. Los hemos criado para ser obedientes y serviles, o para poseer características que son, de hecho, perjudiciales para ellos pero agradables para nosotros. Podemos hacerlos felices en un sentido, pero la relación no puede ser "natural" o "normal". Ellos no son pertenecen a nuestro mundo, independientemente de lo bien que los tratemos.

No podemos justificar dicha institución aunque se vea muy diferente de la situación que tiene actualmente. Mi pareja y yo vivimos con cinco perros rescatados, incluidos los perros que tenían problemas de salud cuando los habíamos adoptado. Los queremos mucho y hacemos un gran esfuerzo para brindarles el mejor cuidado y tratamiento. Y antes de que alguien pregunte, !los siete somos veganos! Probablemente no hay dos personas en el planeta que disfruten de vivir con los perros más que nosotros.

Y ambos alentamos que todos los que puedan adopten o cuiden tantos animales —de cualquier especie— como puedan tener en forma responsable.

Pero si quedaran dos perros en el universo, y dependiera de nosotros en cuanto a si se les permitiera criar para que pudiéramos seguir viviendo con perros, e incluso si pudiéramos garantizar que todos los perros tendrían hogares tan cariñosos como la que nosotros les proporcionamos, no dudaría ni un segundo en llevar a su fin toda la institución de la propiedad de la "mascota.”

Consideramos a los perros que conviven con nosotros como refugiados de todo tipo, y aunque nos gusta cuidar de ellos, es evidente que los seres humanos no tienen que seguir trayendo a estas criaturas a un mundo en el que simplemente no encajan.

Comprendo que muchas personas estarán desconcertadas con mi argumento respecto de los problemas inherentes a la domesticación. Pero eso es porque vivimos en un mundo en el que matamos y comemos 56 mil millones de animales por año —sin contar a los peces— y donde nuestra mejor justificación para tal práctica es que nos gusta el sabor de los cuerpos animales y de sus productos. La mayoría de los que están leyendo esto ahora probablemente no son veganos. Mientras piensen que es aceptable matar y comer animales, el argumento más abstracto respecto de la domesticación de los animales que se usan como “mascotas” probablemente no repercutirá en ustedes. Lo comprendo.

Así que tomen unos pocos minutes para leer algunos de los muchos otros ensayos en este sitio que discuten el veganismo, tales como:
Y entonces reconsideren el tema de las “mascotas.” También trato el tema de las “mascotas” en: Comentario Nº 2: "Mascotas"

**********

Si no son veganos, por favor háganse veganos. El veganismo es acerca de la no violencia. Primero y principal, es acerca de la noviolencia hacia otro ser sintiente. Pero es también respecto de la noviolencia hacia la tierra y hacia ustedes mismos.


23 de julio de 2012

Veganismo y noviolencia




Si el principio de la no-violencia significa alguna cosa, significa que ustedes no pueden justificar su participación en ninguna matanza y ningún sufrimiento por razones transparentemente frívolas tales como el placer, la diversión o la conveniencia. Y hacer “con compasión” algo que no es moralmente justificable, no cambia el hecho de que es moralmente injustificable.

Cuando deciden lo que quieren comer, vestir o usar, no están actuando bajo ninguna clase de compulsión. Simplemente se dejan llevar por el placer del paladar, el sentido de la moda, etc… o permitiendo que lo que es conveniente prevalezca por encima de los intereses de otro ser sintiente.

Así que si abrazan la no-violencia pero no son veganos, necesitan pensar respecto de lo que, incuestionablemente, sería una grave falta de coherencia.


14 de julio de 2012

Animales atropellados en la carretera, huevos abandonados y comida encontrada en la basura




Con frecuencia me preguntan si es vegano comer animales que murieron atropellados en la carretera, huevos abandonados de gallinas que son mantenidas como compañeras, o productos animales que encontraron en un contenedor de basura.

La respuesta breve: no.

La explicación: aunque esas actividades no contribuyan directamente para la demanda de productos animales, son profundamente problemáticas en cuanto a una cuestión simbólica. Refuerzan la idea de que los productos animales son cosas para consumir; refuerzan la idea de que los animales son cosas, que son recursos humanos; refuerzan la práctica social de consumir animales; refuerzan la demanda incluso si no contribuyen directamente a ella.

¿Pero y qué si nadie ve que están haciendo esas cosas? En ese caso, no están involucrados en ninguna actividad que simboliza nada para nadie porque ninguno la observa o sabe de la misma. No están reforzando la demanda.

Pero ustedes están observando; ustedes saben de eso. Ustedes están participando en el acto de consumir animales; un ritual que no tiene ningún significado aparte de la celebración especista de que los animales son cosas para ser explotadas.

Ser vegano significa que rechazas la idea de que los animales son cosas para que nosotros consumamos. No son mercancías; no son recursos.

Ellos no son comida; no lo son más que un brazo humano que pudieran encontrar en el contenedor de basura.

Nunca pensaríamos en comer a un humano. Los humanos son personas morales. No comemos personas. Pero lo no-humanos son personas también. Ellos tienen valor moral. Sus cuerpos y los productos hechos con ellos no son cosas para comer, incluso si los encontramos muertos en la carretera o en un contenedor de basura, o incluso si abandonan sus huevos.

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