Si alguna vez vamos a ver un cambio de paradigma, tenemos que ser claros respecto de cómo queremos que cambie el paradigma actual.
Debemos dejar en claro que el veganismo es la base inequívoca de cualquier cosa que merezca ser llamado un movimiento por los “derechos animales. Si los “derechos animales” significan algo, significan que no podemos justificar moralmente ninguna explotación animal; no podemos justificar el tratar a los animales como recursos para los seres humanos, por más “humanitario” que ese trato pueda ser.
Debemos dejar de pensar que la gente encontrará al veganismo “intimidante” y que tenemos que promover algo menos que el veganismo. Si nosotros explicamos claramente las ideas morales y los argumentos a favor del veganismo, la gente va a entender. Puede que no todos se hagan veganos/as inmediatamente; de hecho, la mayoría no lo harán. Pero nosotros siempre deberíamos ser claros respecto de la base moral. Si alguien quiere hacer algo menos como una cuestión gradual, dejen que sea su decisión, y no algo que nosotros aconsejamos hacer. La base debe ser siempre clara. Jamás deberíamos promover la explotación “feliz” o “humanitaria” como moralmente aceptable.
La idea de que debemos promover la explotación “feliz” o “humanitaria” como “pequeños pasos” ignora que las reformas de bienestar animal no acaban dando una protección significativamente mayor a los intereses de los animales; de hecho, la mayoría de las veces, las reformas del bienestar animal no hacen nada más que hacer a la explotación animal económicamente más productivaal centrarse en los procedimeintos, tales como las jaulas de gestación, el aturdimiento eléctrico de los pollos o las jaulas para terneros, que son económicamente ineficientes en cualquier caso. Las reformas de bienestar animal hacen a la explotación animal más rentable al eliminar los procedimientos que son económicamente vulnerables. En la mayoría de los casos, esos cambios sucederían de todos modos y en ausencia de las campañas de bienestar animal, precisamente porque sin duda rectifican las ineficiencias del proceso productivo. Y las reformas de bienestar animal hacen que el público se sienta más cómodo acerca de la explotación animal. El movimiento por la carne/productos animales “felices” es una clara prueba de eso.
Nunca defenderíamos la esclavitud humana, la violación, el genocidio, etc. “feliz” o “humanitario.” De igual forma, si creemos que los animales importan moralmente y que tienen interés no sólo en no sufrir sino también en continuar existiendo, no deberíamos emplear nuestro tiempo y energía en defender la explotación animal “feliz” o “humanitaria.”
Las reformas de bienestar animal y todo el movimiento de explotación “feliz” no son “pequeños pasos.” Son grandes pasos –seriamente dados hacia atrás −.
Algunos defensores de los animales dicen que afirmar que el veganismo es la base moral es “sentencioso,” o que constituye un juicio decir que el veganismo es moralmente preferible al vegetarianismo, y que es una condena a los vegetarianos (u otros consumidores de productos animales) como que son “malas” personas. Sí a la primera parte; no a la segunda. No hay una distinción coherente entre la carne y otros productos animales. Todos son lo mismo y no podemos justificar el consumo de ninguno de ellos. Decir que ustedes no comen carne pero comen lácteos o huevos o lo que sea, o que ustedes no usan pieles pero usan cuero o lana, es como decir que comen carne de vacas manchadas pero no de vacas marrones; no tienen ningún sentido en absoluto. La supuesta “línea” entre la carne y cualquier otra cosa es sólo una fantasía – una distinción arbitraria hecha para permitir que cierta explotación sea segmentada y considerada como “mejor” o como moralmente aceptable −.
Esto no es una condena a los vegetarianos que no son veganos; es, sin embargo, un pedido para que ellos reconozcan que sus acciones no se ajustan al principio moral que afirman aceptar, y que todos los productos animales son el resultado de imponer sufrimiento y muerte a seres sintientes. No es una cuestión de juzgar a los individuos; es, sin embargo, una cuestión de juzgar las prácticas y las instituciones. Y eso es un componente necesario de la vida ética.
Si tomamos la postura de que evaluar al veganismo como moralmente preferible al vegetarianismo no es posible porque estamos todos “en nuestro propio viaje,” entonces las valoraciones morales se tornan completamente imposibles o son especistas. Es imposible porque si todos estamos “en nuestro propio viaje,” entonces no hay nada que decir del racismo, el sexismo, el anti-semitismo, la homofobia, etc. Si decimos que esas formas de discriminación son moralmente equivocadas pero, con respecto a los animales, todos estamos “en el mismo viaje” y no podemos hacer una valoración moral al respecto, por ejemplo, del consumo de lácteos, entonces nosotros simplemente estamos siendo especistas y no estamos aplicando el mismo análisis moral a los no humanos que el que aplicamos en el contexto humano.
Cuando discutimos el veganismo, con los vegetarianos o con otros consumidores de productos animales, nunca debemos transmitir el mensaje de que pensamos que ellos son personas “malas.” Deberíamos en cambio centrarnos en cómo cualquier forma de explotación animal es inconsistente con el principio moral que ellos en sí mismos afirman sostener: principalmente, que los animales son miembros de la comunidad moral y que la imposición de sufrimiento y muerte a cualquier miembro de esa comunidad – humanos o nohumanos −, requiere de una justificación convincente. Y cualquier cosa que sea una justificación convincente, no lo es las preferencias del gusto, la conveniencia, la moda, etc.
Finalmente, deberíamos siempre ser claros en cuanto a que la explotación animal es errónea porque implica especismo. Y el especismo está mal porque, al igual que el racismo, el sexismo, la homofobia, el antisemitismo, el clasismo y toda otra forma de discriminación humana, implica violencia infligida a los miembros de la comunidad moral donde esa imposición de violencia no puede ser moralmente justificada. Pero eso significa que aquellos de nosotros que nos oponemos al especismo, necesariamente nos oponemos a la discriminación contra los humanos. No tiene sentido decir que el especismo está mal porque es como el racismo (o cualquier otra forma de discriminación) pero no tenemos una posición respecto del racismo. La tenemos. Deberíamos oponernos al racismo y siempre deberíamos ser claros al respecto.
El veganismo es acerca de la noviolencia. Es acerca de no involucrarnos en hacerle daño a otros seres sintientes; a uno mismo; y al medio ambiente del cual dependen todos los seres para vivir. En mi opinión, el movimiento por los derechos animales es, en su núcleo, un movimiento que tiene que ver con terminar con la violencia hacia todos los seres sintientes. Es un movimiento que busca una justicia fundamental para todos. Es un movimiento de paz emergente que no se detiene en la línea arbitraria que separa los humanos de los no humanos. Cambiar el paradigma jerárquico de la explotación penetrante que ha dominado por milenios requiere gran cantidad de trabajo duro. Y ese trabajo duro requiere de claridad.
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Si no son veganos, por favor consideren hacerse veganos. Es una cuestión de no violencia. Ser vegano es la manera en que rechazan la violencia contra otros seres sintientes, contra ustedes y contra el medio ambiente, del cual dependen todos los seres sintientes.