Los abolicionistas mantienen que no podemos justificar la explotación animal y que la explotación animal no terminará hasta que construyamos un movimiento vegano que tenga la habilidad política de conseguir medidas que eliminen el uso de animales. Así que los abolicionista promueven el veganismo como un imperativo moral y también como una estrategia a largo plazo y un modo coherente de reducir ahora la demanda de productos animales para así conseguir cambiar el paradigma de los animales como propiedad hacia el de los animales como personas no humanas.
Aquellos que rechazan el abolicionismo promueven las reformas de bienestar animal, las campañas monotemáticas y el reducetarianismo.
Las campañas para la reforma bienestarista perpetúan la idea de que el uso animal es moralmente aceptable si es "humanitario". Pero las campañas bienestaristas en favor de las granjas "felices" sólo sirven para conseguir que la gente se sienta más cómoda en continuar explotando animales.
Las campañas monotemáticas sustituyen una forma de explotación por otra, y le dicen a la gente, por ejempo, que comer vacas o pollos o peces es moralmente mejor que comer foie-gras, o que vestir pieles es peor que vestirse con lana o cuero. Estas campañas perpetúan la explotación animal.
El reducetarianismo promueve campañas como los lunes sin carne, que refuerza la idea de que los lácteos y los huevos son moralmente distinguibles de la carne —y de ese modo promueve su consumo— y mantienen que podemos cumplir con nuestra obligación moral eligiendo comer menos carne o cambiando un producto animal por otro. Esto es similar a decir que podemos cumplir nuestras obligaciones morales respecto del racismo no cometiendo actos racistas durante los lunes o "reduciendo" nuestra conducta racista, pero sin la idea de que debamos abolir el racismo. El reducetarianismo es un enfoque incoherente que además promueve la continuidad de la explotación.
Quienes promueven la reforma bienestarista, la campaña monotemática, y el reducetarianismo, afirman que lo hacen porque hay que hacer algo por los animales "ahora". Ellos ignoran que los abolicionistas, que persuaden a la gente a que rechace la explotación animal en cualquier forma, están ciertamente haciendo algo "ahora". Ellos parecen no comprender que animando a la gente a consumir productos animales "felices", o a comer vacas en lugar de foie-gras, o a llevar lana en lugar de piel, están haciendo algo "ahora" que es contraproducente.
Las campañas monotemáticas sustituyen una forma de explotación por otra, y le dicen a la gente, por ejempo, que comer vacas o pollos o peces es moralmente mejor que comer foie-gras, o que vestir pieles es peor que vestirse con lana o cuero. Estas campañas perpetúan la explotación animal.
El reducetarianismo promueve campañas como los lunes sin carne, que refuerza la idea de que los lácteos y los huevos son moralmente distinguibles de la carne —y de ese modo promueve su consumo— y mantienen que podemos cumplir con nuestra obligación moral eligiendo comer menos carne o cambiando un producto animal por otro. Esto es similar a decir que podemos cumplir nuestras obligaciones morales respecto del racismo no cometiendo actos racistas durante los lunes o "reduciendo" nuestra conducta racista, pero sin la idea de que debamos abolir el racismo. El reducetarianismo es un enfoque incoherente que además promueve la continuidad de la explotación.
Quienes promueven la reforma bienestarista, la campaña monotemática, y el reducetarianismo, afirman que lo hacen porque hay que hacer algo por los animales "ahora". Ellos ignoran que los abolicionistas, que persuaden a la gente a que rechace la explotación animal en cualquier forma, están ciertamente haciendo algo "ahora". Ellos parecen no comprender que animando a la gente a consumir productos animales "felices", o a comer vacas en lugar de foie-gras, o a llevar lana en lugar de piel, están haciendo algo "ahora" que es contraproducente.