17 de abril de 2016

La reforma progresiva en el contexto humano no es análoga a la reforma bienestarista y a las campañas monotemáticas en el contexto no-humano



Una pregunta que recibimos:

«Si pensamos que el complejo industrial de las prisiones está mal y queremos abolirlo, todos pensaríamos que estaría bien trabajar al mismo tiempo en una campaña monotemática para mejorar la vida de los presos que actualmente están atrapados en el sistema, ¿verdad? Entonces, ¿por qué no está bien hacer lo mismo en el contexto animalista?»

Para empezar, esta persona está confundida con la terminología básica. El ejemplo que utiliza se refiere a lo que se caracterizaría como medidas de reforma del bienestar en el contexto no humano, no a campañas de un solo tema o compañas monotemáticas. Es decir, ella piensa que su campaña de prisiones es similar a decir que queremos abolir la explotación animal en algún momento, pero que queremos jaulas más grandes mientras tanto. Esa es la clásica posición del nuevo bienestarismo. En cualquier caso, aquí hay un extracto del libro «Derechos Animales: El Enfoque Abolicionista» que muestra que la afirmación bienestarista de que en contextos humanos sí promovemos medidas análogas a las medidas de reforma del bienestar animal y a las campañas de un solo tema es simplemente errónea:

En respuesta a la posición abolicionista de que es especista promover una explotación animal más "humanitaria" cuando no apoyaríamos la esclavitud "humanitaria", la violación "humanitaria" o las violaciones "humanitarias" de otros derechos humanos fundamentales, los bienestaristas afirman que sí apoyamos violaciones más "humanitarias" de los derechos humanos fundamentales.

El ejemplo habitual que ponen es el de Amnistía Internacional. Amnistía Internacional se opone al encarcelamiento por motivos políticos y trabaja para conseguir la liberación de esos presos políticos. Pero si no consiguen que los presos sean liberados, se oponen a cualquier tortura de esos presos. Los bienestaristas comparan sus esfuerzos con los de Amnistía Internacional, alegando que no pueden sacar a los animales de las condiciones de opresión, pero sí pueden luchar para detener la tortura.

La analogía falla en varios aspectos.

Toda explotación animal implica someter a los animales a un trato que, si se tratara de seres humanos, constituiría una tortura. Es decir, todo el proceso de cría de animales para la alimentación, por ejemplo, implica sufrimiento, miedo y angustia desde el momento del nacimiento hasta el momento de la muerte. Los bienestaristas eligen arbitrariamente prácticas que ya son "fruta fácil" porque son económicamente ineficientes y no reconocen que todo el proceso de explotación animal implica tortura. Los bienestaristas no son análogos a Amnistía Internacional, que se opone al encarcelamiento por motivos políticos y, si no se puede conseguir la liberación, exige que no se torture a los presos. Los bienestaristas trabajan con la industria para reformar la tortura; Amnistía Internacional no hace eso. Cuando los bienestaristas promueven una jaula "enriquecida" o un establo "sin jaulas" para las gallinas ponedoras, no están exigiendo que se acabe con la tortura; están, en cambio, promoviendo alternativas que también resultan en la tortura de las aves. La idea de que una jaula "enriquecida" o un establo "sin jaulas" no implican tortura sólo podría ser planteada por alguien que no supiera nada de estas alternativas a las jaulas en batería convencionales. Lo que hacen los animalistas sería análogo a que Amnistía Internacional promoviera la postura de que, cuando los presos reciben descargas eléctricas, éstas no deben administrarse durante más de tres horas sin un minuto de descanso. Y Amnistía Internacional no apoya esas posiciones porque la tortura implica la violación de un derecho humano fundamental y no debería producirse en absoluto.

Además, como vimos anteriormente, las campañas bienestaristas promueven necesariamente la explotación animal porque presentan la situación reformada como "compasiva" o la describen de otro modo en términos normativos positivos, que es la única manera de que se puedan formar coaliciones en torno a estas campañas de reforma. Aunque esto es cierto para todas las campañas bienestaristas, es especialmente cierto para el enfoque del neobienestarismo, en el que los grupos animalistas se han asociado explícitamente con los explotadores institucionales y expresan públicamente su "aprecio y apoyo" a las reformas supuestamente "humanitarias" a las que ponen un sello de aprobación y dan premios y galardones a los explotadores institucionales. Amnistía Internacional no premia a los dictadores que prometen azotar a sus presos políticos nueve veces a la semana en lugar de diez.

Los bienestaristas también afirman que Amnistía Internacional se opone a la pena de muerte pero propone métodos de ejecución más "humanos". Eso es sencillamente falso. Amnistía condena la pena de muerte independientemente del método.

Otro ejemplo en el que se basan los bienestaristas es el de las reformas de los derechos civiles. Argumentan que las reformas del bienestar animal son similares a las reformas de los derechos civiles y que, puesto que apoyamos estas últimas, deberíamos apoyar las primeras. Pero, de nuevo, la analogía no se sostiene. Las reformas de los derechos civiles se producen en un contexto en el que estamos hablando de aquellos que son considerados como personas y no como cosas, como son los esclavos, las víctimas de la tortura, las víctimas de la violación u otros seres humanos cuyos derechos fundamentales están siendo violados. La cuestión que se plantea en una campaña de reforma de los derechos civiles es si la reforma es necesaria para garantizar la igualdad de trato de los mismos intereses con el fin de resolver las reclamaciones contrapuestas de las personas. Decir que la Ley de Derechos Civiles de 1964 (una ley estadounidense que prohibió la segregación racial en teatros, restaurantes y hoteles y rechazó las pretensiones de los propietarios de que eran libres de excluir a quien quisieran de su propiedad) es análoga a una reforma de la esclavitud que prohíba a un propietario de esclavos golpear a sus esclavos más de diez veces a la semana o una reforma que exija una pausa de un minuto en las sesiones de tortura de los presos políticos, es absurdo. No pudimos reformar para salir de la esclavitud. La institución de la esclavitud tuvo que ser abolida antes de que las iniciativas de derechos civiles pudieran proporcionar una mayor igualdad a las personas que ya no son consideradas como propiedad.

Los bienestaristas también señalan que apoyamos campañas monotemáticas en el contexto humano. Por ejemplo, podemos tener una campaña que se dirija al genocidio en Somalia pero que no se dirija al genocidio en Burundi o en cualquier otro país. Los bienestaristas afirman que si las campañas monotemáticas son problemáticas en el contexto animal y si los animalistas no deben perseguirlos, entonces se deduce que las campañas monotemáticas son igualmente problemáticos en el contexto humano y los defensores de los derechos humanos tampoco deberían perseguirlos.

Una vez más, los bienestaristas no reconocen que existen importantes diferencias que hacen que las campañas monotemáticas en el contexto humano sean relevantes. Cuando nos oponemos al genocidio en Somalia, no estamos haciendo ninguna afirmación de que el genocidio en Burundi o en otros lugares sea de algún modo más aceptable desde el punto de vista moral, o que el genocidio en Burundi sea el tipo de genocidio que debería adoptar Somalia. Nuestra posición de partida es que el genocidio como actividad es moralmente incorrecta. Así que una campaña contra el genocidio en un país no puede entenderse como una luz verde al genocidio en otro país. Pero en el contexto de los animales, el punto de partida es que la explotación animal es moralmente aceptable —al menos mientras sea "humanitaria"—, por lo que una campaña contra el fuagrás sólo puede entenderse como el mantenimiento de que el foie gras es moralmente peor que otros alimentos de origen animal, que, por implicación, son moralmente aceptables. Una campaña contra las pieles sólo puede entenderse como si diera luz verde a la lana o al cuero.

Una campaña contra el genocidio en Somalia no requiere la participación de personas que apoyan el genocidio en otro país. Al contrario. Quienes se oponen al genocidio en Somalia probablemente no querrán incluir en su coalición a nadie que apoye el genocidio en cualquier lugar. Las campañas monotemáticas que implican usos o productos animales requieren la participación de quienes apoyan y participan activamente en formas de explotación animal que no son relevantes.

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