Dos artículos destacables llegaron a mi escritorio los pasados días:
Primero, Peter Singer, “el padre del movimiento por los derechos de los animales,” dijo en una entrevista:
«PROFESOR PETER SINGER: Si vamos a comer productos animales, entonces pienso que pesa sobre nosotros la responsabilidad de asegurar que los animales no hayan sufrido. Y eso puede consistir en un poco de compras en mercados locales o, al menos, comprar productos con certificación orgánica, dado el sistema actual.
Y eso sería definitivamente mejor que la producción de la granja industrial. Creo que ésas son opciones. de todos modos, no creo que debamos estar comiendo tanta carne o productos animales como estamos comiendo.»
Por lo tanto, consumiendo carne y productos animales producidos localmente, o productos con “certificación orgánica”, cumplimos con la “responsabilidad de asegurar que los animales no hayan sufrido.” Esto es absurdo. La carne o los productos producidos local u orgánicamente vienen de animales que fueron torturados. El comentario de Singer no es diferente de decir:
Si vamos a acosar a los niños, pienso que pesa sobre nosotros la responsabilidad de asegurar que los niños no sufrieron. Y eso puede consistir en darles un poco de chocolate.
Y Singer agrega que, de cualquier modo, no deberíamos “estar comiendo tanta carne o productos animales como estamos comiendo.”
Peter, la cantidad que deberíamos estar comiendo es cero.
Gracias a Nuestro Padre por reforzar, una vez más, la noción de que la explotación animal es moralmente aceptable.
Segundo, el Ministro de Ciencia de Gran Bretaña, Lord Drayson, observó que, a pesar de la acción directa militante contra los vivisectores, el número de experimentos con animales en Gran Bretaña aumentó el 14% desde el año pasado y que un estudio
"muestra que sólo a una tercera parte de los adultos británicos les agradaría una prohibición de la experimentación en animales, mientras que el número de personas que ahora aceptan incondicionalmente la necesidad de la investigación con animales se ha incrementado en un 28% desde 1999."
El presente enfoque no funciona. Y además del cuestionamiento acerca de la moralidad de la violencia, la acción directa militante no está haciendo nada más que incrementar la percepción de que los derechos animales son una cuestión periférica promovida por locos que no deberían ser tomados en serio. Pero eso no debería causar sorpresa. En un mundo en el que un número abrumador de personas piensa que es moralmente aceptable infligir dolor, sufrimiento y muerte a 56 mil millones de animales por año nada más que porque tienen buen sabor, el público no va a considerar más que como locos a aquéllos que usan la defensa de la violencia contra un uso de animales que le han vendido como “necesario” para su salud. Esto impide una discusión seria acerca de la moralidad del uso de los animales.
Necesitamos cambiar el paradigma desde el estatus de propiedad hacia la personalidad moral. Y la única manera de hacer esto es a través de la educación vegana creativa y no-violenta.