Gary L. Francione es profesor de leyes y un académico de leyes y filosofía Nicholas de B. Katzenbach distinguido de la Escuela Universitaria de Leyes de Rutgers en Newark, Nueva Jersey.
Francione ha estado enseñando derechos animales y leyes durante más de 20 años. Ha dado conferencias sobre el tema de los derechos animales a lo largo de Estados Unidos, Canadá y Europa, y ha sido invitado en numerosos programas de radio y televisión. Es autor de "Animals, Property, and the Law" (1995), "Lluvia Sin Truenos" (1996), e "Introducción a los Derechos Animales" (2000), así como numerosos artículos para revistas académicas, entradas de enciclopedias y artículos de revistas relacionados con los derechos de los animales no-humanos. Es co-autor, con Anna E. Charlton de "Vivisection and Dissection in the Classroom: A Guide to Conscientious Objection" (1992).
Francione ha proporcionado representación legal gratuita a numerosos defensores de los animales, a grupos animalistas de base así como a organizaciones animalistas nacionales e internacionales.
Francione es bien conocido dentro del ámbito animalista por su crítica a las leyes de bienestar animal y por su teoría abolicionista de derechos animales, así como por su teoría de derechos animales basada únicamente en la sintiencia / capacidad de sentir. En esta entrevista, nos centramos principalmente en el aspecto abolicionista de sus planteamientos y en su crítica del bienestar animal. Y examinaremos más de cerca su teoría de derechos animales.
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Claudette: ¿Crees que has sido rechazado por el movimiento de derechos animales?
Gary Francione: Depende de lo que quieras decir por “el movimiento de derechos animales”. Si te estás refiriendo a las grandes organizaciones nacionales de bienestar animal en los Estados Unidos —a lo que refiero como el “movimiento corporativo”— sí, he sido rechazado. Pero escribí "Lluvia Sin Truenos" en el cual argumenté que esas organizaciones en su mayoría habían abandonado la lucha por los derechos animales y el activismo de base en favor de un control corporativo centralizado por parte de élites y eso es lo que yo llamo “nuevo bienestarismo/neobienestarismo”, o la idea de que las tradicionales reformas bienestaristas llevarán eventualmente a la abolición. Argumenté que no hay evidencia histórica para creer que la reforma bienestarista hará ninguna otra cosa que perpetuar la explotación animal. Así que no estoy sorprendido de que el movimiento corporativo reaccionara como lo hizo.
Sin embargo, si te estás refiriendo al considerable número de gente que todavía acepta el planteamiento abolicionista y quienes comprenden que el veganismo debe servir como línea moral base para el movimiento, no, no he sido rechazado. Esa gente que continúa leyendo mi trabajo coincide conmigo, y, más importante aún, buscan la abolición progresivamente en una variedad de formas no violentas. La mayoría de esa gente ha estado, como yo, implicada anteriormente en el movimiento corporativo en sus vidas, y hemos llegado todos a ver la futilidad del bienestar animal y la importancia de un cambio a un nivel básico. Pero no te confundas al respecto – somos un montón.
¿Qué quieres decir con “buscar la abolición progresiva”?
Aunque mi postura es a menudo malinterpretada, nunca he sugerido que haya cualquier posibilidad de una abolición inmediata de toda la explotación institucionalizada y nunca he afirmado que no deberíamos buscar el cambio progresivo. Lo que he dicho es que no deberíamos perseguir reformas bienestaristas tradicionales, en cambio, deberíamos perseguir cambios abolicionistas que paulatinamente erradicasen el estatus de propiedad de los no-humanos y que reconozcan que los no-humanos tienen valor inherente. Mientras los animales sean propiedades, nunca habrá una valoración significativa de los intereses humanos y no-humanos, así como no había tal valoración entre los intereses de los esclavos y los de los dueños de los esclavos. Esta es la tesis central de mi libro de 1995, Animals, Property, and the Law.
Como argumenté en "Lluvia Sin Truenos", la postura de derechos proporciona una guía práctica definida para cambiar progresivamente tanto a nivel individual como en el nivel del cambio social general. De hecho, es la postura bienestarista, que mantiene que debemos apoyar cualquier medida que “reduzca el sufrimiento”, la que falla al proporcionar una guía práctica.
Prácticamente de cualquier medida puede decirse que reduce el sufrimiento, y la aceptación de las prescripciones bienestaristas han resultado en campañas ineficaces que, incluso cuando tienen éxito, hacen poco o nada por ayudar a los no-humanos y generalmente resultan en una pérdida global de bienestar animal porque su principal efecto es hacer que el público se sienta mejor sobre la explotación animal.
¿Cómo persigues la abolición a nivel individual?
La respuesta es simple: sé vegano. El veganismo es la aplicación del principio de abolición en la propia vida de cada uno. A menudo me encuentro con defensores de los animales que afirman estar a favor de los derechos animales y que quieren abolir la explotación animal, pero que continúan consumiendo productos animales. Considero esto como una forma de lo que en mi libro "Introducción a los Derechos Animales" llamo “esquizofrenia moral”.
Un defensor de los “derechos” de los animales que no es vegano no es diferente a otro que afirma oponerse a la esclavitud humana pero que todavía posee esclavos. Y no hay distinción lógica entre la carne y otros productos animales, tales como la leche o el queso. Los no-humanos explotados en la industria láctea viven más tiempo que sus correspondientes de la industria cárnica, son tratados peor durante esa vida y todos terminan en el mismo matadero tras el cual consumimos sus músculos.
Hay probablemente más sufrimiento detrás de un vaso de leche o un bol de helado del que hay en un filete. De cualquier forma, no tiene sentido afirmar abrazar la postura abolicionista o de derechos y no aceptar que el veganismo es el único modo moralmente consistente de tomar una acción inmediata para hacer que eso suceda al menos en la vida de cada uno. El veganismo es el rechazo al estatus de propiedad de los no-humanos y el reconocimiento de que los no-humanos tienen valor inherente.
Hay algunos defensores de los animales que afirman que el veganismo es una cuestión de “filosofía personal” y que no debería ser identificado como principio básico del movimiento de derechos. Afirman que es “elitista” insistir en el veganismo como un principio básico. Pero tales afirmaciones carecen de sentido. Si el movimiento de derechos animales no puede tomar la postura de principio sobre una actividad que resulta en el sufrimiento y muerte de millones de animales por ninguna otra razón que porque disfrutamos del sabor de sus músculos y sus productos, entonces el movimiento no puede tomar ninguna postura de principios sobre ninguna explotación institucionalizada. Y no hay nada más elitista que consumir productos animales, que implican la opresión y explotación injustificable de no-humanos.
¿Qué hay de un cambio abolicionista al nivel del cambio social general?
A nivel social, la respuesta de nuevo es simple: hablar de veganismo a cualquiera con quien entres en contacto y escuche, educar a cada uno que puedas sobre las muchas razones importantes para abolir la explotación animal.
Si alguna vez va a haber un cambio en el estatus quo de la implacable explotación animal, será sólo después de que hayamos establecido un apoyo social significativo a favor de la abolición, y que haya un movimiento político que busque la abolición. Esto requiere una cantidad crítica de veganos, que no tenemos en el momento presente.No estoy de acuerdo con quienes mantienen que el sistema legal será la guía en la lucha por los derechos animales, o que sucederán cambios legales significativos en ausencia del desarrollo de un movimiento político y social a favor de los derechos animales y la abolición de la explotación animal.
En otras palabras, tiene que haber un cambio de paradigma en el plano social antes de que el sistema legal responda de un modo significativo. Y en el momento presente, no hay movimiento abolicionista organizado. Hay sólo un movimiento “humanitario” llevado por un grupo de élites corporativas que quieren maximizar las contribuciones promoviendo campañas que no cuestionarán el estatus quo, y eso es peor que nada a mi parecer. De hecho, la mayoría de las campañas bienestaristas promovidas por el movimiento corporativo hacen poco, si es que hacen algo, para ayudar a los animales que sufren ahora, y meramente hacen que el público se sienta mejor sobre la explotación animal, estableciendo así la fundación de más explotación.
El veganismo y la educación abolicionista proporcionan una estrategia práctica y progresiva tanto en términos de reducir el sufrimiento ahora como en términos de construir un movimiento que en el futuro sea capaz de conseguir legislaciones más significativas que las reformas bienestaristas que son promovidas por las grandes organizaciones nacionales.
Si, a finales de la década de 1980, cuando la comunidad de defensa de los animales en Estados Unidos decidió muy deliberadamente seguir una agenda bienestarista, una parte sustancial de los recursos del movimiento hubiesen sido invertidos en educación sobre veganismo y activismo, habría al menos 250.000 veganos más que hoy día. Esa es una estimación muy conservadora dadas las decenas de millones de dólares que han sido gastados por los grupos de defensa animal en promover iniciativas y legislaciones bienestaristas.
Mantengo que tener 250.000 veganos más reduciría más el sufrimiento al disminuir la demanda de productos animales -y ayudaría a construir una base política y económica que es absolutamente necesaria para un cambio social más importante y que es, además, un requisito para el cambio legal- que todos los “éxitos” bienestaristas juntos y multiplicados por diez.
El bienestar animal es un fallo abismal. Hay un tiempo limitado y sólo hay recursos financieros limitados. No está claro para mi por qué alguien que busque la abolición como un objetivo a largo plazo o quien comprenda que el estatus de propiedad es un impedimento muy serio para cualquier cambio significativo, iba a creer que el bienestar animal tradicional es una elección práctica -poniendo a un lado cualquier consideración sobre inconsistencias como teoría moral.
El movimiento corporativo no está dispuesto a perseguir que el veganismo sea un principio básico, o la educación abolicionista, y en cambio promueven campañas bienestaristas que son tan insignificantes que los explotadores frecuentemente las apoyan.
Hay una campaña que se está llevando a cabo actualmente en los Estados Unidos para hacer que los animales tullidos o incapaces de caminar sean regulados a nivel federal —y la industria de la carne apoya los esfuerzos de los animalistas. McDonalds apoya los principios de sacrificio supuestamente “humanitario” concebidos por Temple Grandin. Tales campañas son fáciles de empaquetar y vender, y no ofenden a nadie ni mueven a la sociedad en la dirección de un cambio significativo y mantenido. Ese es, sin embargo, precisamente el problema.
Nadie está en desacuerdo con el principio de que está mal infligir sufrimiento “innecesario”, pero como 200 años de bienestar animal ha dejado claro, es un principio sin ningún contenido a la luz del estatus de propiedad de los animales. Es más, si los esfuerzos educativos empiezan a funcionar, éstos han de suceder al nivel básico, y eso es desfavorable para controlar el movimiento por las élites que dirigen las organizaciones nacionales.
¿Qué hay de aquellos activistas que intentan conseguir leyes, litigios o similares?
Al menos en el momento presente, hay razones importantes para que los defensores de los animales empleen su tiempo y recursos limitados en cambios progresivos conseguidos a través de varias formas de educación, protestas pacíficas y boicots, y evitar la mayoría de campañas legislativas o de litigios. Hay recursos limitados y hay un tiempo limitado. La elección no está entre buscar reformas bienestaristas o no hacer nada. La elección es entre si mañana lo dedicamos a promover una ley que dará a las gallinas de batería un centímetro más de espacio o promover una educación abolicionista hablando con grupos en tu comunidad o teniendo una mesa de comida vegana en un evento local o participando en demostraciones pacíficas u organizando un boicot.
A mi modo de ver, hacemos más por los animales que sufren ahora y por aquellos que sufrirán en el futuro reduciendo la demanda de productos animales y animando al veganismo que lo que hacemos ayudando a la industria del huevo a presentarse a sí mismos como “buenos” y “compasivos”. Si los defensores no obstante quienes buscar cambios a través de las regulaciones legislativas o de litigios, esas campañas deberían estar explícitamente enfocadas a erradicar el estatus de propiedad de los animales.
En "Lluvia Sin Truenos", traté de formular los criterios que podrían ayudar a identificar las medidas legales progresivas que disminuirán de modo significativo el estatus de propiedad de los no-humanos. Dado que ningún paso legal progresivo por sí sólo alcanzará la abolición, identificar los criterios para que dichos pasos disminuyan el estatus de propiedad de los no-humanos será invariablemente impreciso y hasta cierto punto implicarán criterios cuantitativos en vez de clara o exclusivamente cualitativos. Presenté de un modo preliminar los criterios que podrían ser empleados para identificar las medidas progresivas que necesariamente no llegarían a abolir el estatus de propiedad de los no-humanos pero que, no obstante, representarían pasos significativos para alejar del estatus de propiedad.
Estos criterios implican prohibiciones de actividades institucionales significativas, en oposición a la regulación o prohibiciones relativamente menores. Por ejemplo, una prohibición en el uso de cualquier trampa de cepo es preferible por encima de un requerimiento a que cualquier trampa sea realizada de un modo más humanitario, o al uso de una trampa de cepo acolchada.
Es más, la medida debería ser promovida explícitamente como reconocedora de que los no-humanos tienen intereses aparte de su utilidad para los humanos y en la que el interés reconocido sea aceptado como que no pueda ser ignorado cuando hacerlo beneficie a los humanos. Esto es importante porque la única forma de que las medidas progresivas como esta puedan ser efectivas es si sirven a la fundación de más cambios progresivos, y no pueden conseguir esto si no están explícitamente basadas en el valor inherente de los no-humanos y en que no se puedan sacrificar al menos algunos de sus intereses.
Finalmente, he afirmado que los defensores de los animales nunca deberían estar en una posición de promoción de una alternativa o una forma más humana de explotación, y que cualquier legislación progresiva o medida reguladora debería ser acompañada por una llamada constante y clara a favor de la abolición de toda explotación institucional. Un ejemplo del tipo de medida que satisfaría estos criterios sería una prohibición en el uso de animales de un tipo particular de experimento, tal como una prohibición en el uso de todos los animales en experimentos psicológicos basada en el hecho de que los animales tienen intereses en no ser utilizados en tales experimentos independientemente de los beneficios humanos.
Quiero enfatizar que creo que en el momento presente, el tipo de prohibiciones de las que estoy hablando aquí serían las más difíciles de conseguir tanto a través de materia legislativa o a través de litigios. Reitero que nuestro tiempo y recursos limitados están mejor invertidos en la educación vegana abolicionista.
¿Quiere esto decir que no crees que la ley juegue ningún papel en ayudar a los animales en el momento presente?
No del todo. He estado trabajando en “leyes animales” hace ya más de 20 años. En 1990, Anna Charlton y yo fundamos la Escuela de Leyes de Derechos Animales, en Rutgers, la única de su tipo en los Estados Unidos o, al menos por lo que sé, del resto del mundo. Los estudiantes de leyes recibían seis créditos académicos por trabajar en casos que implicasen cuestiones animales, y participaron en un curso en el que la teoría de derechos animales era discutida.
Aunque cerramos la Escuela al menos temporalmente en el 2000, encontramos que había muchas cosas que un abogado podía hacer que no implicase buscar reformas bienestaristas. Por ejemplo, nosotros representamos a defensores de los animales que estaban tratando de educar a la sociedad sobre veganismo y abolición y que se encontraron con varias amenazas ante su trabajo. Aconsejamos y representamos a defensores de los animales que estaban tratando de organizar boicots. Llevamos casos que buscaban el acceso a la información sobre experimentos animales, así como casos que implicaban el derecho de los estudiantes a no ser forzados a viviseccionar o diseccionar como parte de sus exigencias académicas y el derecho de los presos a acceder a comida vegana. Denunciamos cazas y la matanza de caballos salvajes y aconsejamos a defensores individuales y organizaciones sobre prácticamente cualquier cosa que te puedas imaginar, desde su derecho a protestar hasta preguntas sobre las gestiones para la exención de impuestos para organizaciones. Incluso conseguimos que el gobernador de Nueva Jersey perdonase a un perro que iba a ser asesinado bajo las leyes de Nueva Jersey de “perros peligrosos”. Tratamos de elegir los casos que eran consistentes con nuestra filosofía abolicionista. Por ejemplo, representamos a estudiantes que rechazaban totalmente cualquier utilización animal en la educación y no a estudiantes que querían que fuese su compañero quien hiciese las incisiones, o que querían estar seguros de que los perros sometidos a cirugía fuesen tratados más “humanamente”.
En cualquier caso, hay muchos defensores de los animales que están ahí fuera promoviendo un mensaje abolicionista y que necesitan ayuda legal, y a menudo no pueden conseguir esa ayuda porque los “abogados animalistas” están demasiado ocupados con casos de mala praxis veterinaria, o tratando de conseguir enmiendas insignificantes para “humanizar” las leyes de matanza, o que tratan de que las gallinas de batería tengan una o dos pulgadas de espacio más en sus jaulas.
Hablas de cambios progresivos de modos no-violentos. ¿Cuál es el papel de la no-violencia en tu pensamiento?
A mi ver, la postura de los derechos animales es el rechazo último a la violencia. Es la afirmación última de la vida. Veo el movimiento de derechos animales como la progresión lógica del movimiento pacifista, el cual busca acabar con los conflictos entre humanos. El movimiento de derechos animales busca idealmente llevar ese paso más allá y acabar con los conflictos entre humanos y no-humanos. Creo que la violencia hacia otros es problemática por varias razones.
En primer lugar, no tiene sentido como cuestión teórica. La razón por la que estamos en el lío en que estamos es que, a lo largo de la historia, nos hemos implicado en acciones violentas que hemos buscado para justificar como un medio no deseado para un fin deseado. Cualquiera que haya empleado las proclamas de violencia dice que lamenta haber tenido que recurrir a ella, pero que ese mismo fin justifica su uso. Es precisamente ese tipo de pensamiento consecuencialista el que lleva a más violencia. Por ejemplo, los vivisectores afirman reconocer con la utilización de animales surge una cuestión moral, pero que esa utilización de animales es un medio necesario para el alivio del sufrimiento humano causado por una enfermedad.
Algunos defensores de los animales afirman que aunque la violencia contra los vivisectores presenta un problema moral, está justificada porque ayudará a acabar con la vivisección. Las autoridades afirman que la protección de los derechos civiles es importante pero que la violación de estos derechos está justificada para detener las acciones violentas de algunos defensores animales. Y así podríamos continuar. Es importante que el movimiento de derechos animales se muestre clara e inequívocamente a favor de poner fin al ciclo de violencia.
Segundo, como una cuestión práctica, no está claro para mí qué esperan conseguir quienes apoyan la violencia como una cuestión práctica. Ciertamente no están consiguiendo que el público sea cada vez más simpatizante con el padecimiento de los animales no-humanos. Si acaso, es justamente lo contrario, y estas acciones tienen un impacto más negativo en términos de percepción pública.
El problema es que vivimos en un mundo donde prácticamente todos los que pueden permitirse comer productos animales lo hacen. En tal mundo, no hay contexto en el que la violencia pueda ser interpretada de otra forma que negativamente. La mayoría de acciones violentas de los defensores de los animales se centra en la vivisección. Aunque mantengo que los vivisectores exageran la afirmación de que la vivisección es “necesaria” para conseguir ciertos beneficios para los humanos, los vivisectores ciertamente tienen una afirmación de necesidad más plausible que la de quienes consumen productos animales.
De este modo, si no tenemos un número significativo de personas que rechazan el sufrimiento completamente innecesario de los no-humanos utilizados por su carne, leche o huevos, qué esperanza hay para la violencia en la causa de una actividad argumentadamente más “necesaria” pueda tener efecto? Simplemente no hay contexto social en el que la violencia hacia otros pueda ser nunca interpretada como cualquier otra cosa que negativa.
A mi ver, lo más “radical” que alguien puede hacer es hacerse vegano y educar a todo el que vaya a escuchar por qué ellos también, deberían hacerse veganos.
Has hablado en esta entrevista sobre la necesidad de las protestas pacíficas. ¿Crees que las demostraciones simbólicas de objeción y jugar con los medios a través de numeritos puede alterar significativamente el sistema?
Ciertamente creo que las protestas pacíficas y otras demostraciones simbólicas pueden servir para educar a la sociedad sobre la necesidad de adoptar el estilo de vida vegano y además apoyar la abolición de la explotación animal. Si por payasos de los medios te refieres a tener a mujeres desnudas sentadas en jaulas frente a los circos o a “antes desnuda que vistiendo pieles” no, creo que esos numeritos son posiblemente dañinos.
Desafortunadamente el movimiento corporativo ha decidido intentar erotizar las cuestiones de la explotación animal y yo estoy en desacuerdo con ese acercamiento porque no consigue nada más que continuar con nuestra cosificación de las mujeres. Es erróneo por sí mismo y sólo llevará a continuar la cosificación de los no-humanos. Por ponerlo de otro modo, mientras continuemos tratando a las mujeres como si fuesen trozos de carne, continuará el trato de los no-humanos como nada más que carne. El sexismo y el especismo están muy relacionados.
Pero creo que hay modos inteligentes, dignos y efectivos de educar a la sociedad sobre estas cuestiones. Aunque no estoy a favor de las vallas publicitarias que anuncian que los productos animales disminuyen la función sexual, estoy a favor de las vallas publicitarias que provocan a la gente a pensar sobre la explotación animal. Por ejemplo, me encantaría ver una valla publicitaria que destacase nuestra esquizofrenia moral cuando se trata de animales, algo como “¿Qué diferencia hay entre el perro al que quieres y la vaca que comes? Piensa sobre ello.”
Han pasado casi 10 años desde la publicación de "Lluvia Sin Truenos". ¿Ha cambiado algo en tu modo de ver las cosas que cambiase tus opiniones originales expuestas en "Lluvia Sin Truenos"?
No. Si acaso, creo que las cosas han ido a peor. El movimiento corporativo en los Estados Unidos ha colapsado enteramente en un movimiento bienestarista que no es más progresista que el movimiento bienestarista que existía en 1950.
Todo lo que necesitas hacer es fijarte en las campañas más recientes en las que los grupos animalistas están uniendo fuerzas con McDonalds y otros restaurantes de comida rápida para hacer más humana la cría y asesinato de no-humanos. Comprendo por qué el movimiento corporativo apoya esos tipos de campañas, cualquiera que coma en McDonalds se puede sentir bien por contribuir a los grupos llamados de “derechos animales” porque esos grupos afirman que McDonalds está “dirigiendo el camino” —y ésta es una frase literal de PeTA— en el trato “humano” de los animales. A mi juicio, estas campañas proveerán grandes beneficios a la industria cárnica y muy poco, si hay algún beneficio, a los no-humanos.
La palabra que más frecuentemente escucho sobre tu trabajo es que es “divisivo” por hablar contra los “nombres” del movimiento. Hace ya diez años de que tus ideas conformasen un momento entre la gente que una vez pensó que eras divisivo. ¿Te importaría aprovechar esta oportunidad para responder a tus críticos?
El “movimiento” animalista —al menos en los Estados Unidos— no es para nada un movimiento político. Es una combinación de grandes negocios y cultos religiosos. Los líderes de los grandes grupos deciden las políticas que mejor sirven a los intereses económicos de los grupos. Para la mayoría, estas políticas están centradas en reformas bienestaristas moderadas. Se afirma entonces que estas políticas están en “el mejor interés de los animales” y cualquiera que no esté de acuerdo es etiquetado como “divisivo” y cualquier crítica es caracterizada como “dañina para los animales”. No se promueve la discusión ni se permite disentir.
Las críticas y las discusiones son malas para los “negocios”, así que el movimiento corporativo anima a sus miembros a creer -de un modo parecido a los cultos- que cualquier expresión de desacuerdo dañará realmente a los no-humanos. Si realmente nos preocupamos por los animales, debemos ir con el programa y apoyo hacia cualquier reforma bienestarista insignificante que sea promovida. Pero este tipo de comportamiento del movimiento corporativo no debería sorprender a nadie. Lo que sería sorprendente es que no fuese de ese modo.
Un ejemplo interesante del aspecto similar a un culto del movimiento corporativo es ilustrado con la revelación en Junio de 2005 de que PeTA está “proporcionando la eutanasia” —creo que el término correcto es “matando”— a miles de animales que obtienen de refugios y de veterinarios y que podían haber sido adoptados. El hecho de que no haya mayor rechazo nacional sobre esta conducta bizarra y moralmente rechazable habla bien claro sobre la carencia de pensamiento crítico en el “movimiento”.
Estás en lo cierto, sin embargo, al decir que mi crítica está consiguiendo un cierto momento. Creo que muchos defensores de los animales están empezando a ver a través del movimiento corporativo y a comprender lo que está sucediendo realmente. Para la mayoría, esta gente está implicada en actividades a nivel de calle, tales como la educación vegana, la acogida de animales, trabajo de capturar/esterilizar/soltar y otros esfuerzos para ayudar a los individuos no-humanos y ellos no tienen mucho que ver con el movimiento corporativo.
¿Deberían ignorar los abolicionistas de base al movimiento corporativo?
Totalmente. Los grupos nacionales ganan dinero e influencia porque animan a los individuos a depender de ellos, a creer que sólo los grandes grupos consiguen resultados. Durante el paso de los años me he encontrado con mucha gente haciendo un trabajo maravilloso a nivel local con recursos limitados y sin implicación en grupos nacionales. Las corporaciones concentran poder, necesitamos activismo local. Así que sí, deberíamos simplemente ignorar a los grupos nacionales. Dejarles promover reformas bienestarisas. Si más y más de nosotros nos hacemos veganos, educamos a otros sobre veganismo y participamos en actividades a nivel local, las organizaciones nacionales se volverán cada vez más irrelevantes mientras construimos una base política efectiva que apoyará un cambio significativo y constante.
Alguna gente te acusa de ser demasiado puro en tu defensa del frente de derechos, mientras que otros afirman que eres especista. ¿Qué piensas?
No hay nada en mi trabajo que pueda ser descrito como especista. Hay alguna gente que intencionadamente presenta mi trabajo erróneamente pero mis escritos hablan por sí mismos y está claro en ellos el total rechazo al especismo. De hecho, la tesis central de mi libro "Introducción a los Derechos Animales" es que deberíamos extender una consideración igualitaria a todos los seres sintientes, y que esa consideración igualitaria requiere la abolición de la explotación animal. En lo que se refiere a que sea un absolutista sobre los derechos animales y la abolición, me confieso culpable.
Hay un tema desagradable circulando a través del movimiento actual y es un cinismo sobre que los derechos son utópicos pero difícilmente alguien piensa sobre por qué tantas campañas lanzadas bajo el anuncio de derechos, pero que son bienestarisas en esencia, han fallado. ¿Te importa comentarlo?
Es esencial para el movimiento corporativo crear una falsa dicotomía: o bien promovemos las reformas de bienestar animal que ellos promueven, o no hacemos nada y dejamos que los animales sufran mientras esperamos y soñamos sobre una utopía en la cual ningún animal es dañado. Si esa fuese realmente la elección, entonces la reforma bienestarista sería más atractiva. El problema no es que estemos limitados a no hacer nada o, por ejemplo, a tratar de sacar a los cerdos de situaciones extremas o hacer las jaulas de batería un poco más grandes. Como expliqué anteriormente, la postura de derechos no es utópica ni ideal del todo dado que prescribe un programa claro y realista para el cambio progresivo empezando con el veganismo a nivel individual y con un movimiento político que tenga el veganismo como un principio básico a nivel social.
Estás en lo cierto al indicar que muchas campañas bienestaristas promovidas por el movimiento corporativo son fallos. Esto es cierto incluso cuando tienen “éxito”. Por ejemplo, el movimiento corporativo celebró en 2004 cuando California aprobó una supuesta “prohibición” del foie-gras. Pero la industria del foie-gras apoyó la ley, que no llegará ni siquiera a tener efecto hasta 2012 y tiene el efecto de legalizar esta industria al menos hasta ese momento y probablemente más allá. Igualmente, el movimiento corporativo clamó victoria sobre el Acta de Mejora de la Salud, Mantenimiento y Protección de Chimpancés (CHIMP, de sus siglas en inglés) aprobada en el año 2000 en Estados Unidos. El acta supuestamente establece un “santuario” para los chimpancés que han sido utilizados en experimentos del gobierno. Hay un gran número de problemas con el acta, siendo el más significativo que los chimpancés “retirados” pueden ser utilizados en investigaciones invasivas posteriores si un chimpancé particular tiene un historial médico único o si la investigación invasiva servirá a una “necesidad de salud pública” importante. ¡Y esas son historias de “éxito”! Imagínate las que pierden.
En cualquier caso, soy un pragmático. He estado trabajando en leyes animales desde hace ya más de 20 años y te puedo decir que sin dudarlo los “éxitos” bienestaristas de ese periodo de tiempo son absolutamente insignificantes, tanto en términos de cambiar el paradigma de la propiedad como en términos de reducir el sufrimiento de los animales ahora. De hecho, creo que ese movimiento bienestarista ha hecho realmente que el público se sienta más cómodo sobre la explotación animal.
Durante los años ha habido muchos simposiums de leyes animales y conferencias y tu nombre no estaba listado como uno de los conferenciantes clave. ¿Esto es porque no has sido invitado a estos eventos o porque no has querido asistir?
La mayoría de estas conferencias tratan de bienestar animal. Se centran en temas tales como la matanza “humanitaria”, el modo de mantener cautivos a los animales en la ganadería o bienestar de los animales “de laboratorio”. Algunas veces no soy invitado a estos eventos, y entiendo el por qué, y a veces soy invitado y lo rechazo educadamente. No tengo nada que decir sobre tales temas excepto que no estoy de acuerdo con todo el conjunto o enfoque.
¿Qué diferencia hay entre tu trabajo y el de Steven Wise?
Hay muchas diferencias. Wise cree que el sistema legal será una fuerza efectiva para el cambio en ausencia de un cambio previo de paradigma a favor de la abolición en la sociedad como una cuestión general. Por las razones que he formulado anteriormente, no estoy de acuerdo. Wise no ve el veganismo como la cuestión principal, yo sí. Wise cree que los animales tienen que ser intelectualmente como los humanos para importar.
Él mantiene la jerarquía tradicional que separa a los humanos de los no-humanos pero quiere mover a ciertos animales, tales como los grandes simios, los delfines, y los loros hacia el lado “protegido”, basándose en que tienen mentes similares a las de los humanos. Como argumenté en mi libro "Introducción a los Derechos Animales", la sintiencia/capacidad para sentir es la única característica que debería requerirse para la personalidad. Una perra puede no ser capaz de reconocerse a sí misma en un espejo y un chimpancé puede ser capaz de hacerlo, pero no consigo ver por qué esa habilidad confiere al chimpancé un reclamo más importante para el estatus de persona.
En cuanto al que me concierne, si un ser es sintiente, eso es todo lo que se requiere para el estatus de persona y para tener un derecho a no ser tratado como una cosa. La postura de Wise es sólo otro ejemplo de crear una jerarquía diferente de humanos y ciertos no-humanos “especiales” sobre todos los demás no-humanos. Yo estoy interesado en acabar con la noción de jerarquía en primer lugar.
Fuiste un participante del Proyecto Gran Simio.
Sí. En 1993 escribí un ensayo titulado, "Personalidad, Propiedad y Competencia Legal" que fue incluido en el Proyecto Gran Simio y fui uno de los primeros firmantes de la Declaración sobre los Derechos de los Grandes Simios. Fui el primer teórico legal que propuso una teoría de personalidad legal para los grandes simios. Pero fui muy cuidadoso en mi ensayo de 1993 de dejar claro que aunque los grandes simios eran cognitiva y genéticamente similares a los humanos, ese parecido era suficiente para que fuesen personas legales pero que no era necesario.
Esto es, argumenté que la única característica que se requiere para la personalidad es la sintiencia, o la capacidad para sentir dolor. Si un no-humano puede sentir dolor, entonces tenemos la obligación moral de no tratar a ese no-humano como una propiedad, o exclusivamente como un medio para nuestros fines. Si un ser sintiente tiene otros intereses, entonces debemos acordar también igual consideración a esos intereses, pero el derecho básico a no ser tratado como un recurso de otros no debería ser conectado con ninguna otra característica que no sea la sintiencia.
Por decirlo de otro modo: sólo porque una vaca no tenga las mismas características cognitivas que tiene un chimpancé no está bien comer vacas más que por el hecho de que una vaca tenga diferentes características que un pez quiera decir que esté bien comer el pez. Tienes a gente como Jane Goodall afirmando que deberíamos animar a la gente de África a comer cabras en vez de chimpancés. No estoy de acuerdo con eso. Hablaré más de la relevancia de la sintiencia y la irrelevancia de otras características cognitivas cuando discutamos mi teoría de derechos animales en la próxima entrevista.
¿En qué proyectos estás trabajando últimamente?
Estoy trabajando en un libro que saldrá en el 2006 que recogerá algunos de mis ensayos publicados anteriormente sobre derechos animales y bienestar animal, y estoy trabajando en bastantes ensayos para revistas académicas.
He estado enseñando derechos animales durante más de 20 años, y este invierno próximo, Anna Charlton, que ha impartido el curso de derechos animales conmigo durante más de un década, y yo, impartiremos un nuevo curso titulado “Los Derechos de los Humanos y Otros Animales” en Rutgers. Nos centraremos en las conexiones entre el racismo, el sexismo, la homofobia y el especismo. Realmente estamos interesados en este curso. Estoy muy entusiasmado con un proyecto de sitio web en el que estoy trabajando en el cual voy a tener presentaciones interactivas de temas incluyendo los derechos animales, las diferencias entre derechos animales y bienestar animal, el estatus de propiedad de los animales y leyes animales. Mi objetivo es presentar material legal y filosófico de un modo accesible y disponerlo ampliamente. Decir que necesitamos más foros abolicionistas debería ser la declaración del milenio.
Las organizaciones más grandes de bienestar animal hoy día en Estados Unidos, la Humane Society of United States (HSUS), con toda su riqueza, no tiene ni un refugio para gatos y perros abandonados o maltratados. La organización más grande de derechos animales en Estados Unidos hoy día, PeTA, tiene una política de matar a los animales de las perreras. ¿Qué está yendo mal Gary?
El movimiento animalista es principalmente un negocio. En lo que respecta a PeTA, cuidar de animales individuales cuesta dinero e impide viajar por todo el mundo para que puedas quitarte la ropa y quedarte desnudo “por los animales”, chocar codos con tipos de Hollywood o estrellas de rock, o participar en otro sinsentido ineficaz que ahora constituye el “activismo. Y tener refugios ciertamente acabaría con esos saludables salarios de seis cifras que los ejecutivos y dirigentes de campañas de HSUS y otros grupos animalistas grandes reciben.
Añadiría que en mi libro de 1996 "Lluvia Sin Truenos", discutí sobre el hecho de que PeTA estuviese matando animales sanos en su “santuario” de Aspen Hill en los noventa y que esto representó una traición a los ideales de los derechos animales. He afirmado que la postura de los derechos animales no es sólo consistente con ello, sino que requiere que los recursos sean destinados al cuidado de los perros, gatos y otros no-humanos domesticados que han sido traídos a este mundo para nuestra diversión, pero mi planteamiento no ha sido aceptado.
Esto no quiere decir que no haya individuos y algunos grupos más pequeños y sociedades ahí fuera que estén haciendo un trabajo magnífico en ayudar a animales individuales, pero estos no son en su mayoría las grandes organizaciones animalistas con dinero. De hecho, PeTA no sólo mata animales sanos, sino que se opone a los esfuerzos de quienes capturan, esterilizan y los vuelven a soltar con las colonias de gatos feral. Es absolutamente increible . Las cosas realmente han ido a peor desde que escribí "Lluvia Sin Truenos", y eso es algo que incluso yo no pensé que fuese posible.
¿Está para ti el veganismo en el plano del activismo político?
No sólo considero el veganismo dentro del plano del activismo político, sino que considero el veganismo como la principal forma de activismo político. Nunca habrá ningún cambio significativo a favor de los animales hasta que haya una base política a favor de la abolición. El veganismo es la expresión práctica y personal del principio abolicionista. Continúo estando fascinado por la gente que me dice que están a favor de los “derechos animales” y que critican a los “explotadores de animales” pero que no son veganos. Si no eres vegano, estás participando en la explotación animal. Es así de simple.
Una cosa que no considero como dentro del plano político es la violencia. Como ya he dicho, creo que la violencia es reaccionaria y no hace nada más que reforzar precisamente las mismas actitudes patriarcales que nos han llevado a este lío en primer lugar. Recientemente vi un programa de noticias en el que alguien caracterizado como un “activista de los derechos animales” apoyaba la muerte de explotadores de animales. A mi ver, este tipo de postura no tiene nada que ver con los derechos animales, y sólo está sirviendo para facilitar la marginación y el rechazo de la postura de los derechos.
¿Puedo presentarte una escena y podrías decirme qué hay erróneo en esa escena desde una perspectiva de derechos animales? Una historia real: un granjero cubano perdona la vida a un lechón tras verle ser amamantado por una vaca. Ermelino Rojas estaba engordando al cerdo para la cena de navidad de su familia pero dijo que no podría matar al animal tras verle con su nueva madre. El señor Rojas dijo: “La vaca estaba dando menos leche y el cerdo estaba engordando cada día, así que decidí ver qué sucedía. Iba a cocinarle para la cena de navidad pero tras aquello no podría haberlo hecho”.
Por un lado, reconocemos a los animales como personas no-humanas, esto es, les consideramos como seres con atributos cognitivos y emocionales, incluyendo la capacidad de amar, como seres que son sintientes y con muchos de los atributos que asociamos a las personas humanas. Respondemos hacia algunos animales, tales como los acompañantes con quienes compartimos nuestras casas, o el cerdo del caso del señor Rojas, de un modo emocional precisamente porque vemos que son personas. Por otro lado, la ley considera a los animales como propiedades, al igual que las mesas y las sillas, y nos relacionamos con la mayoría de animales, incluyendo y especialmente a aquellos que nos comemos, como si fuesen meras cosas hechas para sufrir y morir para nuestros deseos egoístas y triviales.
La historia que relatas es similar a una historia reciente sobre una vaca que escapó del matadero en los Estados Unidos y a la que se le permitió vivir porque capturó los corazones de los trabajadores del matadero y del director de la planta, los cuales continuaron matando a las otras vacas, y al público en general, que continuó comiendo vacas. Cada uno respondió ante esta vaca concreta como una persona, pero continúa denegando la personalidad de las otras vacas. Para una especie que se considera a sí misma como superior por su racionalidad, los animales humanos no pueden pensar muy inteligentemente.
¿Podrías explicar la doctrina de personalidad legal y, aunque yo lo dudo, como algunos activistas afirman, la idea de que expandiendo esa doctrina llevaría en dirección de los derechos animales?
“Standing” es un concepto legal complicado; en sus términos más simples, “standing” trata del estatus de ser cualificado para asegurar o hacer cumplir los derechos legales o deberes en una corte legal basándose en tener un interés suficiente en el resultado de una controversia y ser amenazado con un daño presente.
En muchos sistemas legales, las únicas partes que tienen personalidad para afirmar sus derechos y deberes en conexión con los daños hacia los animales son el propietario del animal en cuestión o cualquier agencia que haga cumplir las leyes anti-crueldad. Las leyes anti-crueldad son generalmente leyes criminales y el interés que está siendo reivindicado es el del estado y no el del no-humano que ha sido dañado o matado. Como una cuestión legal, los animales son propiedades y no son personas legales, como lo son los humanos o las corporaciones, y no tienen personalidad legal.
Alguna gente afirma que el problema con las leyes de bienestar animal es que no son impuestas con suficiente fuerza, y que las cosas serían mucho mejor para los animales si delegamos y permitimos a otros llevar casos de animales en situaciones en que las instituciones públicas hayan declinado tomar partido. El candidato habitual para esta delegación es una organización de defensa animal o “guardián” acordado para el animal.
No estoy de acuerdo con las leyes de “bienestar animal” en primer lugar porque sólo se refieren al trato de los animales y no a la utilización de los animales en sí misma. Es más, proporcionan una protección extremadamente limitada para un número muy pequeño de animales —la mayoría son perros y gatos— en circunstancias extremadamente limitadas donde el daño infligido en una situación en la cual no haya un beneficio humano reconocido. Creo que extender el “standing” no conseguirá mucho y probablemente resulte en legislaturas y cortes que restringirán aún más el limitado ámbito de protección que ya existe para eliminar cualquier aumento de litigios.
Mientras los animales sean propiedades, el sistema legal se esforzará por proteger los intereses de los propietarios en primer lugar y principalmente.
¿Tienen los no-humanos algún derecho bajo la ley?
La respuesta corta es “no”. Para poder comprender esto, necesitamos centrarnos en lo que es un derecho. Hay una gran confusión alrededor del concepto de derechos, pero los actuales propósitos, es suficiente comprender que un derecho es meramente una forma de proteger un interés. Decir que una persona tiene derecho a hacer algo —por ejemplo a la libertad de expresión— es decir que protegemos su interés en expresarse incluso si ignorar ese interés beneficiase a otros. No podemos ignorar el interés simplemente por consideraciones consecuencialistas.
Como una cuestión general, no reconocemos que los intereses animales, incluyendo el interés en no sufrir, debería ser protegido independientemente de las consecuencias. Por el contrario, decimos que cualquier interés que tenga un animal puede ser ignorado si hay un beneficio suficiente para los humanos. Generalmente el beneficio económico es suficiente. Hay leyes que limitan lo que podemos hacer con los animales, pero estas leyes hacen poco más que prevenir la provocación de sufrimiento en animales en situaciones en las que no hay beneficio para los humanos.
Como argumenté en Animals, Property, and the Law, no creo que tenga sentido hablar de que tales leyes creen “derechos” para los animales. Es posible, por supuesto, que la ley pueda cambiar y volverse más protectora de los intereses animales incluso si los animales permanecen como propiedad humana. Por ejemplo, las leyes de bienestar animal del Reino Unido son seguramente más protectoras de los animales y aparentan de reconocer que los animales tienen ciertos intereses que deberían ser protegidos incluso si obtuviésemos grandes beneficios ignorando esos intereses. Pero las diferencias actuales de trato son mínimas a mi ver, y probablemente hacen más para que el público se sienta cómodo con la explotación y la afianza aun más como parte de nuestra sociedad que realmente reduzca el sufrimiento de los animales explotados.
Continúo creyendo que no tiene sentido hablar de animales que tengan derechos mientras que los animales son propiedades así como creo que no tiene sentido hablar de esclavos con derechos. Es teóricamente concebible que un sistema legal podría reconocer que la propiedad tiene intereses que han de ser protegidos sin importar otras cosas, pero la realidad social, económica, legal y política hacen que ese reconocimiento sea altamente improbable.
En Animals: Property or Persons? (de Animal Rights [Oxford University Press 2004]), discutes el “principio de trato humanitario”. ¿Puedes argumentarlo aquí para nosotros?
Claro. Ese concepto, sobre el que también debato en "Introducción a los Derechos Animales", es la idea de que todos aceptamos que está mal infligir sufrimiento “innecesario” a los no-humanos y que deberían ser tratados “humanamente”. Afirmo que dado que la mayor parte de nuestra utilización de animales no puede ser, de ninguna forma, descrita plausiblemente como “necesaria”, sufrimos entonces de esquizofrenia moral. Afirmamos que nos tomamos en serio los intereses de los animales, pero no lo hacemos. Afirmamos creer que está mal infligir sufrimiento y muerte a los animales a no ser que tengamos alguna necesidad de hacerlo, pero, en realidad, infligimos sufrimiento y muerte a miles de millones de no-humanos por lo que puede ser descrito como motivos triviales.
A tu parecer, ¿cuán lejos están los derechos de persona de los animales?
Si con esto quieres decir que cuándo creo que la ley protegerá los intereses de los animales en no ser una propiedad, la respuesta es que esto no puede suceder a no ser que, ni hasta que, una cantidad sustancia de personas acepten como una cuestión moral que la explotación animal debería ser abolida. Esto es, primero debemos aceptar como una cuestión moral que los animales no deberían ser tratados como recursos, como cosas para uso humano. Y eso no puede suceder a no ser que, ni hasta que, una cantidad sustancial de gente se haga vegana y acepte la abolición en sus propias vidas. Sólo entonces cuando haya más veganos habrá una base que pueda servir para apoyar cambios legales y políticos significativos.
Esto es una fuente tremenda de confusión cuando se piensa sobre esta cuestión. Muchos defensores de los animales creen que la ley es el lugar donde empezamos a buscar el cambio. No lo es. La ley raramente dirige en cuestiones de cambio cultura, lo sigue. La ley generalmente no cambia hasta que haya una situación social importante. Por ejemplo, no conseguimos leyes de derechos civiles hasta que un número significativo de gente aceptó como una cuestión moral que estaba mal tratar a la gente de color de determinadas maneras.
Algunos auto-denominados “abogados de los animales” afirman que el sistema legal puede acomodar la personalidad de los animales sin que haya el predicado de un cambio de paradigma en las actitudes sociales. Ese planteamiento es completamente ridículo e indica un fallo de comprensión de los procesos judiciales o legislativos.
¿Por qué has sugerido basar los derechos animales en la sintiencia en vez de en la libertad, el valor intrínseco, el respeto, la igualdad, el amor o alguna otra cosa?
Afirmo que la sintiencia es la única característica requerida para los no-humanos para intereses moralmente significativos. Esto es, rechazo la idea de que los animales tengan que ser “como nosotros” en algún sentido —otro aparte del ser capaces de experimentar dolor— para contar moral o legalmente. En Introducción a los Derechos Animales y posteriores escritos —ver por ejemplo Nuestra Hipocresía— afirmé que lo que yo llamo el enfoque de “mentes similares” no es moralmente justificable.
No creo que los grandes simios cuenten más que los perros o los peces para el propósito de no ser tratados como objetos. Requerir inteligencia de tipo humano u otras características para tener personalidad es especista. Baso el derecho moral a no ser tratado como una propiedad en el principio de igual consideración. No protegemos a los humanos de todo el sufrimiento, pero consideramos incorrecto infligir cualquier sufrimiento sobre ellos ajeno al de ser utilizado como una propiedad.
Todos rechazamos la esclavitud humana. El principio de igual consideración requiere también la abolición de la esclavitud de los no-humanos. El hecho de que los animales puede que no tengan características cognitivas parecidas a los humanos es irrelevante para su derecho básico a no ser tratados como cosas o recursos de los humanos.
En Introducción a los Derechos Animales, explico cómo todo esto está conectado con el concepto de valor inherente o valor intrínseco. Tener valor inherente es tener valor más allá de ser un recurso, un mero medio para fines ajenos. Dado que los animales son clasificados como propiedades, ellos tienen valor sólo como recursos.
Gary… ¿qué diferencias hay entre tu teoría de derechos animales y la de Tom Regan?
Hay numerosas diferencias. Explicaré cinco de ellas.
Primero, aunque Regan da a entender que rechaza el perfeccionismo, o la noción de que el valor moral depende de ciertas características cognitivas u otras, su concepto de “sujeto-de-una-vida” requiere un tipo de autonomía de preferencia. La única característica que yo requiero para el derecho a no ser una propiedad es la sintiencia.
Segundo, Regan mantiene que la muerte es un daño mayor para los humanos que para los no-humanos. Yo no sólo rechazo ese planteamiento como una cuestión empírica, sino que la considero problemática para una teoría abolicionista de derechos animales como una cuestión general porque si, como Regan afirma, los no-humanos tienen un interés en sus vidas cualitativamente diferente —esto es, si la muerte es siempre un daño menor para los no-humanos— entonces hay un modo no arbitrario de distinguir entre humanos y no-humanos para el fin de un trato diferencial. Irónicamente, el planteamiento de Regan de que es un daño menor para los no-humanos es similar al planteamiento de Singer de que los no-humanos no tienen interés en una existencia continuada, el cual sirve como fundamento para el planteamiento de Singer de que la utilización animal no es moralmente objetable per se. Indiqué esto en un artículo que escribí en 1995, es un problema serio de la teoría de Regan.
Tercero, Regan no cree que el principio de igual consideración pueda llevarnos muy lejos hacia los derechos animales. Yo no estoy de acuerdo. Como mencioné anteriormente, el principio de igual consideración requiere que tratemos casos similares de forma similar a no ser que tengamos una razón moralmente sólida para no hacerlo. No tratamos a los humanos como propiedad o exclusivamente como recursos. No hay ninguna razón sólida para no acordar el mismo trato para los no-humanos. Por tanto, creo que la igual consideración puede llevarnos a la postura de los derechos.
Cuarto, Regan no se centra del todo en el estatus de los animales como propiedades. A mi ver, la explotación institucionalizada de los no-humanos no puede ser comprendida sin reconocer este aspecto del problema.
Finalmente, no estoy seguro de qué tipo de teoría es la de Regan. Aunque Regan afirma ser un abolicionista, él promueve muy activamente el bienestar animal. En el Apéndice de "Lluvia Sin Truenos", expliqué cómo Regan participó en la Marcha por los Animales de Washington de 1996, un evento que era explícitamente anti-derechos y pro-bienestar. Regan apoyó inicialmente el boicot a la Marcha, pero posteriormente la apoyó y desaprobó el boicot.
Debería añadir que la Marcha de 1996 fue un fracaso espectacular en gran parte debido a que los abolicionistas no lo apoyaron. El comportamiento de Regan en esa cuestión fue claramente inquietante y sirvió como indicación de que Regan no practicaba lo que predicaba, y causó una desavenencia entre nosotros.
Pero en los años recientes, Regan ha abrazado realmente el bienestarismo de un modo que es, a mi modo de ver, completamente inconsistente con lo que afirma creer. Por ejemplo en su “Festival de Vivir Compasivamente” de 2005, Regan tuvo como conferenciante clave a John Mackey, director deWhole Foods Markets, Inc. una cadena estadounidense de supermercados a gran escala que vende productos animales. El folleto del evento describió a Mackey como “la fuerza directora tras los altos estándares de bienestar animal”. Eso es asombroso. Whole Foods está haciendo un montón de dinero vendiendo carne criada “humanamente” y otros productos animales, y promoviendo la idea insidiosa de “consumo compasivo”.
Regan, que afirma ser un abolicionista, no sólo no condena esto sino que presenta a Mackey como un portavoz clave! Y el hecho de que Mackey sea supuestamente vegano no hace que sea mejor. Se podría decir con razón que peor ser un director vegano de un negocio que explota a no-humanos de lo que es si es un director no vegano que hace eso. En el primer caso, Mackey conoce algo mejor y elige continuar vendiendo productos animales, e incluso trata de hacer que la gente se sienta mejor consumiéndolos. En cualquier caso, hay muchos más ejemplos que ilustran el grado hasta el que Regan se ha vendido al bienestarismo. Cuando resulta conveniente, afirma que deberíamos tener “jaulas vacías” y cuando no, cambia de traje y promueve jaulas más grandes. No me extraña que la gente quede confusa.
¿Por qué crees que la postura bienestarista es tan popular?
Creo que la mayoría de la gente – incluyendo muchos defensores de los animales – aceptan el planteamiento de Singer de que los no-humanos no tienen interés en una existencia continuada, y que sólo se preocupan de cómo son tratados por los humanos. Esto es, Singer no cree que nuestra utilización de los no-humanos en sí misma implique un problema moral; es sólo nuestro trato hacia ellos lo que importa. De acuerdo con este planteamiento, los animales no se preocupan de si les utilizamos y matamos para nuestros propósitos; ellos sólo se preocupan por cómo les tratamos en el proceso. Esto lleva al énfasis de asegurar que mejor regulemos la explotación de forma que podamos disminuir el sufrimiento y no en abolir del todo la utilización animal.
Como argumenté en "Introducción a los Derechos Animales" y en otros lados, yo rechazo el planteamiento de que los no-humanos sintientes no tengan interés en una existencia continuada. De hecho, considero que ese planteamiento es una de las ideas más peculiares del pensamiento occidental, y una poderosa evidencia de que nuestro deseo por continuar consumiendo productos animales puede obnubilar completamente nuestra capacidad para pensar con claridad. La mayoría de la gente —incluyendo mucha “gente animalista”— quiere continuar consumiendo productos animales, y el planteamiento de que a los no-humanos no les importa si les utilizamos sino únicamente por cómo les utilizamos ayuda a justificar su comportamiento y centra la cuestión en la producción extensiva, en el “consumir con compasión” o algún otro principio bienestarista sin sentido.
¿Qué errores se cometen repetidamente en lo que se refiere a la interpretación de tu trabajo?
Hay tres errores principales.
Primero, mis críticos frecuentemente afirman que afirmo que como los animales son propiedades, no podemos mejorar su trato. Yo nunca he afirmado eso. Como he explicado anteriormente, lo que he dicho que se extrae de mis escritos sobre la cuestión es que, dado que los animales son propiedades, hay poderosas fuerzas legales, políticas, sociales y económicas que militan en contra de un mejor trato.
Escribí "Animals, Property, and the Law" en 1995, y todos los bienestaristas afirmaron que estaba equivocado y que el bienestar animal podría ser mejorado. ¿Realmente? Echa un vistazo. Ha pasado más de una década, y las cosas no son nada mejores para los animales. Es más, yo diría que las cosas están peor. ¿Podríamos mejorar el trato de la propiedad animal? Seguro. ¿Lo haremos? No parece probable.
Segundo, mis críticos también afirman que no creo en el cambio progresivo y que quiero la abolición de la noche a la mañana o nada. Eso es tan ridículo que encuentro difícil de creer que esa gente realmente haya leído mi trabajo.
Como he argumentado en la primera parte de mi entrevista, dejé muy claro en "Lluvia Sin Truenos" que apoyo los cambios progresivos, pero argumenté que tales cambios deberían ser consistentes con la teoría abolicionista. En este momento, no hay una base política suficiente que favorezca la abolición y que pueda hacer que los cambios legales o políticos significativos tengan lugar, y el cambio abolicionista progresivo debería tomar la forma principal del veganismo y de la educación sobre el veganismo.
Mientras que los activistas quieran emprender campañas legales o políticas, deberían buscar prohibiciones que progresivamente erradicasen el estatus de propiedad de los animales y no regulaciones que meramente refuerzan ese estatus de propiedad. Yo apoyo los cambios progresivos – simplemente rechazo los cambios bienestaristas que buscan hacer la explotación más “humana”. Como una cuestión moral, la regulación bienestarista no reconoce el valor inherente de los no-humanos; como una cuestión práctica, el bienestar animal es un error abismal.
Tercero, algunos críticos afirman que el derecho a no ser una propiedad no es suficiente porque los animales deberían tener también otros derecho. De nuevo, estos críticos no han leído mi trabajo con mucha atención. En Introducción a los Derechos Animales, soy muy claro de que el derecho a no ser una propiedad es otra forma de hablar del derecho al valor inherente, el derecho a no ser un recurso humano. Si fuésemos a reconocer tal derecho —inicialmente como una cuestión moral/social y después protegido por la ley— dejaríamos totalmente de traer animales domésticos a la existencia y así eliminaríamos el 99,99% de los “conflictos” que existen ente humanos y no-humanos. Puede haber conflictos entre humanos y animales no-domesticados que vivan en la naturaleza, pero nuestro reconocimiento de que los no-humanos tienen valor inherente requeriría que respetemos el entorno de estos no-humanos y que diésemos igual consideración a sus intereses.
¿Puedes proporcionar algún consejo para los activistas que se enfrentan a demandas de litigio por difamación y cuáles son tus pensamientos sobre la minimización de riesgos?
Si. ¡Estáte seguro de que todo lo que dices es preciso! Eso no quiere decir que corporaciones poderosas no puedan llevar acciones legales para reprimir la diseminación de información incluso si esta es verdad. Pero los activistas minimizan los riesgos al ser escrupulosamente precisos al hacer cualquier representación de hechos. Hace que las demandas sean más fáciles de defender y milita contra los demandantes que tratan esos casos en primer lugar porque no quieren llamar la atención sobre hechos precisos que pueden levantar mayor crítica de la sociedad. El caso McLibel es un buen ejemplo. Creo que si McDonalds lo hubiese sabido nunca habrían denunciado a Dave Morris y Helen Steel. Sólo atrajo mayor atención a nivel mundial sobre cómo McDonalds trata a los no-humanos, sus trabajadores y el medioambiente.
¿Qué errores comenten los activistas continuamente en su acercamiento a las leyes en tu opinión?
Creen que el sistema legal es la primera línea de cambio social. Ese es un planteamiento erróneo que está provocando que el movimiento gaste enormes cantidades de tiempo, energía y recursos. Pero estoy de acuerdo con que las campañas legales pueden generar un montón de dinero para los esfuerzos de captación de fondos de las grandes organizaciones de bienestar animal.
Un buen ejemplo —aunque hay muchos— es que la ley ha prohibido supuestamente el foie-gras en California. Los grupos animalistas están proclamando una “victoria” y teniendo una gran oportunidad de captar fondos, en lo que se refiere a una ley que no sólo no prohibe el foie-gras sino que hace inmune a la industria del foie-gras hasta la menos 2012 y probablemente nunca llegue a tener efecto. !De hecho, la ley fue apoyada por la industria!
En cualquier caso, este tipo de cosas ilustran por qué quienes son serios sobre la abolición deberían centrarse más en su propio veganismo y la educación social sobre el veganismo y menos en las legislaciones o los casos jurídicos en busca de una mejor regulación de la esclavitud animal.
¿Tienen prejuicios los magistrados hacia la representación legal? Parece que no les gusta que los activistas se representen a sí mismos
Como abogado americano, no me siento cómodo al debatir sobre el sistema legal australiano. De forma general, creo que a los jueces no les gusta la auto-representación, especialmente en materia criminal, porque quiere decir que la acción no será litigada tan eficientemente, y que puede ser más propensa de pedir apelaciones. Como una cuestión de normas institucionales, los jueces fueron una vez abogados, y los mayores beneficiarios del sistema legal en cualquier lado es la profesión de derecho. Si todos se representasen a sí mismos, no habría necesidad de abogados, y eso es una postura inaceptable —para los abogados.
Se ha dicho anteriormente que una vez que un activista piensa que su caso es una cuestión legal, no una cuestión política, entonces habrá empezado a perder su caso. ¿Qué piensas?
Estoy totalmente de acuerdo. La cuestión animal es primero y antes que nada una cuestión moral y social. Repito: la ley está ahí para proteger los intereses por la propiedad. Mientras que el movimiento no consiga cambiar el foco hacia la abolición, el veganismo y los derechos como una cuestión moral y social, podemos esperar que la ley continuará protegiendo la explotación animal. Debemos entender que si va a haber algún progreso, debemos cambiar el campo de juego político. Y sólo podemos hacer eso a través de construir una base a favor de la abolición, la cual requiere que nos centremos en la importancia del veganismo como elemento indispensable de un movimiento que se preocupa por la justicia.
© 2006 por Gary L. Francione.
http://www.abolitionistapproach.com/media/pdf/abolitionist-online-p1-200603.pdf
http://www.abolitionistapproach.com/media/pdf/abolitionist-online-p2-200603.pdf